Jorge Hessen |
Una niña de seis
años, que sufría de albanismo, fue encontrada muerta con sus miembros cortados
en Burundi. (1) Es un caso más de asesinato, probablemente motivado por
rituales de hechiceros. Según esa creencia, los órganos de las personas con ese
desorden genético son usados para hacer pociones mágicas, a fin de
garantizar la juventud, la riqueza y el
poder en las personas que en ella creen. Estamos ante la condición,
extremamente, primitivas del ser humano que cultiva tales creencias.
Históricamente,
cuando el hombre era, físicamente, parecido a los primates, sus
manifestaciones de religiosidad eran las más bizarras, hasta que, transcurridos
los años, en el misterio de los siglos, surgen los primeros organizadores del
pensamiento religioso que, de acuerdo con la mentalidad general, no conseguirán
escapar de las concepciones de ferocidad, que caracterizaban aquellos
seres plenos de un egoísmo animalesco y de irracionalidad. El hombre fue llevado a creer que los sacrificios humanos
podrían agradar a Dios, primeramente, por no comprender a Dios como la fuente de toda bondad. Los
pueblos primitivos y politeístas adoraban a los dioses a través de ofrendas,
cultos, rituales que, generalmente, comportaban sacrificios de animales o de seres humanos. Como nos
esclarece la cuestión 669, de El Libro de los Espíritus, “En los pueblos primitivos, la matria sobrepuja al espíritu;
ellos se entregan a los instintos del animal
salvaje. Por eso es que, en general, son crueles; es que en ellos el
sentido moral aun no se ha desenvuelto. En segundo lugar, es natural que los
hombres primitivos acrediten tener una criatura animada de mucho más valor, a los ojos de Dios, que un cuerpo material. Fue esto lo que los llevó
a sacrificar, primero a animales y, más tarde a hombres.” (2) De conformidad con
la falsa creencia que poseían, pensaban que el valor del sacrificio era
proporcional a la importancia de la víctima.
Nos vino a la memoria el triste recuerdo cuando,
en el mes de Octubre de 1890, fue promulgado en Brasil el Código Penal de la República,
que, maliciosamente, asocia la práctica del
Espiritismo a los rituales de magia y adivinaciones. El texto decía lo
siguiente, en el Articulo 157: “Es un crimen practicar el Espiritismo, la magia y sus sortilegios,
usar de talismanes y cartomancia (…), inculcar
curas de molestias (…) y
subyugar la credulidad pública. Pena: prisión de uno a seis
meses y multa de 100 a 500 $. Los
espiritas reclamaron con Campos Sales, Ministro de Justicia de la época, pero no se adelantó nada. El
redactor del Código, Juan Bautista
Pinheiro, se limitó a decir que el texto
se refería a la práctica del “bajo” Espiritismo, como si existiesen dos Espiritismos. En verdad, los
republicanos utilizaron a los espiritas como chivos expiatorios para disminuir
la oposición católica al nuevo régimen, causada por la enemistad entre la Iglesia y el Estado. Como
consecuencia del Código, varios compañeros fueron presos en 1891, en Rio
de Janeiro. Preocupado con posibles
focos de de resistencia al
régimen, el Gobierno autorizó a la policía a invadir reuniones y
residencias, buscando opositores. Para
evitar confusiones, muchos centros decidieron cerrar, temporalmente.
Algunos adeptos del cristianismo contemporáneo, por
ignorancia, aun consideran el Espiritismo como doctrina de prácticas demoniacas. ¿Será que el
Espiritismo, que hoy se expande en Brasil y por todo el mundo, es la continuación de la necromancia y del
ocultismo practicados por los pueblos antiguos? Lamentablemente, para tales
cristianos, el Espiritismo está asociado a la brujería, a la magia, etc. Fenómenos mediúmnicos en sus múltiples variaciones, de la
eficacia del pase y del agua fluidificada, etc., son explicados como obra de Satanás (para los
protestantes) o del inconsciente (para “psicólogos” y/o católicos).
El intercambio con los espíritus, en el Espiritismo,
es realizado por razones nobles que objetivan el consuelo de quien se desespera con la desencarnación de un ser querido; el
auxilio al espíritu en estado de sufrimiento en el más allá; el estudio
de la dinámica de la vida, en la dimensión espiritual, y no para satisfacción
de los intereses personales, como las “adivinaciones” que pueden estar sujetas a la participación de espíritus burlones.
El objetivo de
estudio de la Doctrina Espirita es, justamente, tornar lo sobrenatural u oculto en natural y
conocido, dando fin a las supersticiones. Por tanto, no se
trata de una doctrina ocultista y, por consecuencia, primitiva. Aun así, muchos
insisten en asociar el Espiritismo, con las supersticiones. En las prácticas del
Espiritismo, conforme las enseñanzas de
Kardec y sus seguidores, no se hacen sacrificios humanos, no se interrogan astros, adivinos y
magos para informarse de cualquier “revelación”; no se usan objetos, medallas,
talismanes, formulas sacramentales, y no
se escogen lugares lúgubres y horarios específicos para atraer o apartar a los
Espíritus.
¿A propósito, hay alguna cosa verdadera en los
pactos con los malos Espíritus? No hay
pacto con los malos Espíritus. Hay, sin embargo, personas que simpatizan más con los malos Espíritus y
piden a ellos que practiquen el mal,
quedando, entonces, obligado a servir, después, a esos Espíritus, porque estos
también precisan de su auxilio. En eso es en lo que consiste el pacto.
Es como explican los Benefactores: por ejemplo- “quieres atormentar a tu vecino
y no sabes cómo hacerlo; llamas entonces a los Espíritus inferiores que, como tu,
solo quieren el mal; y para ayudarte quieren ellos también que tú los sirvas en
sus malos designios. Además no se sigue de esto que tu vecino no pueda libarse de
ellos,mediante una conjuración contraria o por su propia voluntad”. (3)
En el trecho encima citado, el Benefactor espiritual
demuestra, de manera muy clara, que es posible que una criatura pueda evocar a
los malos Espíritus para ayudarla a causar el mal a otra persona. No hay
pactos, hay formación de vínculos de simpatía. Es la Ley de la Sintonía. La
respuesta esclarece, aunque este acto puede ser realizado por una secuencia
de procedimientos conocidos como conjuración. Va aun más lejos, diciendo que la
persona, objeto del maleficio, se pueda librar de él, mediante una voluntad
poderosa o por un conjuro contrario a aquel que fue usado para hacerlo. (4)
En cuanto a asociar el
Espiritismo a la magia y a la brujería,
es importante esclarezcamos que, en todas las épocas, ha habido personas
médiums por naturaleza o inconscientes que, por producir fenómenos insólitos y no comprendidos, son cualificadas de brujos o hechiceros y acusadas de tener pacto con Satanás. Sin embargo, basta
comparar el poder atribuido a los
brujos con la facultad de los médiums propiamente dichos, para establecer la
diferencia. De este modo, lejos de resucitar la brujería, el Espiritismo la
destruye definitivamente, despojándola de su pretendido poder sobrenatural, de
sus formulas, hechizos, amuletos y
talismanes, reduciendo a sus debidas proporciones los fenómenos posibles y
que, en verdad, no ultrapasan el ámbito de las leyes naturales. Esto es porque, “el Espiritismo es, al mismo tiempo, una ciencia de observación y una
doctrina filosófica. Como ciencia practica, consiste en las relaciones que
se establecen entre nosotros y los espíritus; como
filosofía, comprende todas las consecuencias morales que dimanan de esas mismas
relaciones. (5)
Que todos sepan de una vez por todas, que el
Espiritismo es una doctrina, extremamente seria que señala a los falsos
devotos y a los excesos del fanatismo. No es, pues, ni lógico, ni razonable, imputar
al Espiritismo, en general, los abusos que él mismo condena, o las
faltas de aquellos que no lo comprenden. Antes de formular una acusación, es
preciso ver si esta es justa. El Espiritismo solo hace el bien y es poderoso instrumento
de moralización. Por tanto, diremos: “La
censura de la Iglesia cae sobre los charlatanes, los explotadores, las prácticas de magia y de
brujería.
Cuando la critica religiosa filtra los abusos y estigmatiza el
charlatanismo, no hace con eso mas que resaltar la pureza de su doctrina, que
ayuda, así, a desembarazarse de las malas escorias; en eso, facilita nuestra tarea. Su error está en confundir el bien y el mal, por ignorancia en
la mayoría de las veces, con mala fe en algunas otras; pero
la distinción que ella no hace,
otros si la hacen. En todos los casos, su censura, a la cual todo espirita
sincero se asocia en el limite de lo que se aplica al mal, no puede atender a la Doctrina”, (6) porque la
Doctrina Espirita es, genuinamente, cristiana.
Jorge Hessen
Ver los Blog inquietudesespiritas.blogspot.com
elblogdeazucena.blogspot.com
marinamiesdeamor.blogspot.com
boletin-nuevaesperanza.blogspot.com
ade-sergipe.com.br
ceesinfronteras.es/eventos.htm
espiritistas. es
elblogdeazucena.blogspot.com
marinamiesdeamor.blogspot.com
boletin-nuevaesperanza.blogspot.com
ade-sergipe.com.br
ceesinfronteras.es/eventos.htm
espiritistas. es