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miércoles, 9 de mayo de 2012

En el Camino




 “ ¿No debías tú igualmente tener compasión de tus compañeros, como yo también tuve misericordia de ti? (  Evangelio de Mateo- 18, 33).
   
        En este mundo todos estamos sumidos en un proceso de perfección contínua e infinita, que constituye una muestra de la obra de Dios de la cual formamos parte, por lo tanto no podemos aislarnos de la Humanidad porque la humanidad toda constituye una unidad de conjunto y porque es en su seno en donde todos estámos inmersos en ese mismo proceso.


         La cooperación entre los humanos es una necesidad natural e indispensable que Dios nos hizo sentir  y comprender desde los albores de la Humanidad. No estamos nunca solos. Siempre hay cerca alguien a quien acudir para poderle ayudar o para pedir su ayuda.


          Todos somos hermanos y compañeros en el camino de la vida, con independencia de las ideologías y creencias de cada uno, y cualquiera que sea el papel que se desempeñe, como padre, amigo, hijo, hermano, vecino, compañero o extraño, pues por encima de todo estos son los papeles que a todos nos toca vivir  e interpretar en el escenario de la vida; así llegamos a comprender que  en cuanto a la relación humana, todos procedemos de un mismo y único Origen: Dios. Somos hijos de un mismo Padre Universal que nos ama a todos infinitamente y nos atrae poco a poco a Su lado a través del camino de la Evolución espiritual, incentivándonos para crecer en Amor y en Sabiduría.


      Dios nos podría haber hecho directamente seres grandes y dichosos, pero si la humanidad no tuviésemos que escalar golpe a golpe y paso a paso, el duro ascenso evolutivo, jamás podríamos apreciar el valor de lo conquistado y la dicha ante el resultado final de nuestro esfuerzo individual, pues solo se valora y aprecia lo que cuesta nuestro esfuerzo, empeño y tesón, mientras que lo que se nos regala o nos encontramos sin ningún esfuerzo ni mérito por nuestra parte, no sabremos nunca de la verdadera dimensión de su valor. Por eso, debemos dar gracias al Padre por habernos hecho tan chiquitos , porque así podremos sentir la dicha  originada  por  nuestro esfuerzo cuando consigamos crecer; gracias por habernos hecho tan imperfectos, pero tan perfectibles, para gozar algún día del mérito de nuestro valor para haber logrado llegar a ese estado de perfección que nos aproxime cada vez más a nuestro Padre Celestial.
          A veces tenemos en la senda de la vida la prueba de un hermano o un compañero molesto o indeseable. Llegado este caso que constituye a veces una prueba complicada,, deberemos ser conscientes y procurar tener toda la paciencia necesaria y la disposición de ayudarle y enseñarle siempre, sobre todo con la fuerza del ejemplo práctico del día a día. Por eso no debemos criticar negativamente a nadie, porque de ese modo no le ayudaremos, sino que mejor debemos tratar de ver su lado positivo y ensalzarlo, porque de ese modo  le estamos incentivando para aumentarlo. Esta actitud santifica los lazos de convivencia en el Amor y la Fraternidad, tal como nos enseñó Jesús.


         Si la tarea de convivencia es difícil o dura, por  cuanto nos molestan o nos hieren los defectos de los demás, recordemos las veces que en nuestro pasado nosotros también hemos sido con los demás,tantas veces , molestos, culpables o causantes de dolor  y sin embargo siempre Dios nos perdonó y nos dio nuevas oportunidades redentoras para aprender las lecciones que nos brinda la vida.


         Cada ser humano que cada día se cruza en nuestro camino, debe considerarse como una bendición de Dios por la oportunidad que se nos presenta  para poder activar los sentimientos de fraternidad y de solidaridad, así como de poder desarrollar virtudes tales como la paciencia y la caridad.


          Siempre ante las dificultades que se presentan con  la convivencia, las desavenencias y las incomprensiones, debemos ser pacientes y misericordiosos tal como Jesús lo fue y, me atrevería a afirmar que lo sigue siendo para  con  toda la Humanidad, porque Él nos sigue dando  siempre  nuevas oportunidades para nuestro aprendizaje y   corrección. 
- Jose Luis Martín-
                                                 Una sonrisa amable y sincera es el pasaporte universal que facilita la entrada a muchísimos corazones. Una sonrisa amorosa es una caricia que enciende y mantiene viva la llama de la felicidad que produce el compartir, pues nadie logra ser suficientemente feliz aislado de los demás y encerrado en sí mismo. La sonrisa nacida en el corazón derriba barreras y construye puentes para comunicarnos con quienes necesitamos y con quienes nos necesitan.
¡¡¡ Sonriele a la vida!!! 
Viviana Gianitelli





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