Solamente el retorno a la escuela de la carne nos podrá facilitar el crecimiento de cualidades nobles para la vida eterna. Comprendemos, así, en las molestias complicadas y largas tienen una función específica, lanzan nueva claridad en nuestro estudio de la vida y, cuando estamos exteriorizados en un cuerpo sano, conquistamos meritos para obtener una reencarnación debidamente planeada, con objetivos de servicio, pues la carne, en muchos casos, es como un filtro que retiene las impurezas del cuerpo periespiritual, liberándolo de ciertos males en ella adquiridos.
En muchas fases de nuestra evolución, somos imantados a las redes de la carne, que siempre nos refleja la individualidad intrínseca. El tiempo de infierno corresponde al tiempo de culpa deliberada. La depuración exige esfuerzo, sacrificio, paciencia…
Cuando nuestro espíritu aprende algún retazo de la gloria universal, despierta para las más sublimes esperanzas. Sueña con el acceso a las esferas divinas, suspira por el reencuentro con amores santificados que le esperan en vanguardias distantes, aceptando, entonces, duros trabajos de reajuste. ¿Qué representan, en realidad, para el hombre, algunos decenios de renuncia en la Tierra, al lado de la excelsitud de los siglos de felicidad en mundos de sabiduría y trabajo enaltecedor?
Todos los seres progresan y avanzan hacia Dios, el hombre terrestre crecerá para el gran entendimiento y bendecirá, feliz, el concurso del dolor. El Espíritu con los milenios, se transforma en genio soberano, coronado de amor y sabiduría. Millares de criaturas al otro lado de la vida, (entre la cuna y la tumba) están buscando su propia recuperación. A medida que esclarecemos la conciencia y se nos engrandece la noción de la responsabilidad, reconocemos que nuestra dignificación espiritual es misión intransferible. A nosotros mismos debemos cuanto nos sucede de bien o de mal.
En los momentos de dificultad, es cuando el espíritu suele perder el equilibrio, no podemos traicionar al tiempo, ya que la existencia planificada se subordina a determinada cuota de tiempo, que nos toca agotar en trabajo justo. Cuando esos recursos no son suficientemente aprovechados, cargamos con tremendos desequilibrios en la organización que nos pertenece.
Todos alimentamos nuestros pensamientos en la atmosfera psíquica que estamos introducidos, y nos marcan puntos básicos que pueden ser de odio o de amor, de tranquilidad o inquietud por eso debemos recordar que Jesús decía que el hombre tendrá su tesoro donde guarde el corazón y, efectivamente todos nos imantamos, en espíritu, a las personas, lugares u objetos, a los que se liguen nuestros sentimientos.
Muchos jóvenes se lanzan al matrimonio con absoluta ineptitud para las grandes responsabilidades, como si estuviesen impulsados por muelles invisibles, sin ninguna consideración para con los mandatos de la prudencia. como si fuesen atacados por repentina locura, desatendiendo todos los consejos del hogar, de los amigos, para despertar, después, con problemas de enorme gravedad, cuando no despiertan bajo la niebla de inmensas desilusiones. Esto es debido a que en la base de los sueños juveniles, casi siempre existen deudas angustiosas de las que no se puede huir…
Gran número de pasiones afectivas en el mundo corresponde a autenticas obsesiones o psicosis, que solo la realidad consigue tratar con éxito. En muchas ocasiones por detrás de deseo de unión conyugal, vibra el pasado, a través de requerimientos de los amigos o enemigos desencarnados, a los que debemos colaboración efectiva para la reconquista del vehículo carnal. La inquietud afectiva puede expresar oscuros laberintos de la retaguardia…
En todas las esferas se encuentran los ángeles tutelares, son fieles vigilantes, analizados en su excelsitud divina, que nos siguen en la senda evolutiva. Se desvelan por nosotros, dentro de las leyes que nos rigen, sin embargo, no podemos olvidar que todos nos movemos en círculos multidimensionales. La cadena de ascensión del Espíritu va de la intimidad del abismo a la suprema gloria celeste.
No podemos pensar que el ángel que nos cuida, divinizado y perfecto, está invariablemente a nuestro lado, a disposición de nuestros caprichos o al sabor de nuestras deudas, eso no concuerda con la justicia. ¡Qué escuela destinaria al mejor profesor para enseñar a los niños más pequeños? ¿Por qué tendría que obligarse a un arcángel a descender de a Luz Eterna para seguir, paso a paso, a un hombre deliberadamente egoísta o perezoso? Todo exige lógica y buen sentido.
EL Sol está con el gusano, amparándolo en su cueva, a millones y millones de kilómetros, sin que el gusano este con el Sol.
Ángel, según su acepción justa, quiere decir mensajero. Ahora bien, hay mensajeros de todas las condiciones y de todas las procedencias y, por eso, la antigüedad siempre admitió la existencia de ángeles buenos y ángeles malos. Ángeles de la guarda, desde los conceptos religiosos más antiguos, es una expresión que define al Espíritu celeste que vigila a la criatura en nombre de Dios o persona que se consagra infinitamente a otra, ayudándola y defendiéndola. En cualquier región, conviven con nosotros los Espíritus familiares de nuestra vida y de nuestra lucha. De los seres más embrutecidos a los más sublimes, tenemos la cadena de amor, cuyos eslabones podemos simbolizar en las almas que se quieren o que son afines unas con otras, dentro de la infinita graduación del progreso.
La familia espiritual es una constelación de inteligencias, cuyos miembros están en la Tierra y en los Cielos. Aquel que ya puede ver un poco más, ayuda a ver a aquel que aun se encuentra en la luchando para desprenderse de su propia ceguera. Todos por muy atrasados que nos encontremos en la escala de la evolución tenemos, no lejos de nosotros, alguien que nos ama empujándonos hacia la elevación. Eso podemos verificarlo en la escala en los círculos de la materia más densa. Tenemos constantemente corazones que nos dedican estima y se desvelan por nosotros. Un ejemplo es nuestra madre. El Espíritu materno es una especie de ángel o mensajero, a pesar de que muchas veces esté circunscrito a la cárcel del férreo egoísmo, en la custodia de los hijos. Además de las madres, cuyo amor padece muchas deficiencias, cuando es enfrentado con los principios esenciales de la fraternidad y de la justicia, tenemos afectos y simpatías de los más envolventes, capaces de los más grandes sacrificios por nosotros, no obstante condicionados a veces a objetivos egoístas. Todos tenemos individualmente, con entidades afines que nos tienen afecto. La orfandad real no existe.
En nombre del amor todas las criaturas reciben asistencia donde se encuentren. Hermanos mayores, ayudan a los más pequeños. Maestros que se devociona en su labor e inspiran a sus alumnos. Padres que auxilian a sus hijos. Amigos que se ligan a amigos. Compañeros que ayudan a otros compañeros. En todos los planos de la Naturaleza hay devotos dedicados y en la Tierra fatalmente entre los que aun viven en la carne y los que ya atravesaron el oscuro pasadizo de la muerte. Los griegos ya lo sabían y recurrían a sus genios invisibles. Los romanos comprendían esa verdad y rendían culto a divinidades domésticas. El genio guardián será siempre un Espíritu benefactor para el protegido, pero es imperativo señalar que los lazos afectivos alrededor de nosotros, aun se encuentran en marcha ascendente hacia más elevados niveles de la vida. Es importante reconocer, con toda la veneración que les debemos, en los Espíritus familiares que nos protegen, a grandes y respetables héroes del bien, pero todavía singularmente distantes de la Angelitud eterna. Naturalmente, avanzan en líneas ennoblecidas, en planos elevados, pero, aun sienten inclinaciones y pasiones particulares, en el camino de la universalización de sentimientos.
Valoremos los recursos que el mundo nos ofrece para la restructuración de nuestro destino.
En muchas ocasiones, somos inducidos a contemplar la amplitud celestial, incorporando energía para conquistar el futuro; sin embargo muchas veces nos vemos limitados a observar el camino terrestre, con el fin de entender el pasado al que nuestro presente debe su origen.
En cualquier lugar y en cualquier tiempo, recibiremos de la vida, según nuestras propias obras.
¡La Ley está vida y la Justicia no falla! ¡Olvidemos el mal para siempre y sembremos el bien cada día!... ¡Ayudemos a los que nos rodean, auxiliándonos a nosotros mismos! ¡El tiempo no para y, si ahora encontramos nuestro “ayer”, no olvidemos que nuestro “Hoy” será la luz o las tinieblas de nuestro porvenir!
Trabajo realizado por Merchita
Extraído del Libro “Entre La Tierra y el Cielo” de Francisco Cándido Xavier
( Ver el blog inquietudesespiritas.blogspot.com )
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