"A primera vista, puede parecer que las razones contrarias al aborto provocado sean exclusivamente asunto de la religión. Una reflexión más profunda, sin embargo, demostrará que dichas razones tienen raíces profundas en la propia ciencia. Así, para ser fieles a la verdad y discutir, sin amarras obliterantes del preconcepto, la compleja y multiforme cuestión de los derechos del embrión, es indispensable analizar los argumentos científicos contrarios al aborto.
El primer paso en esa búsqueda es el descubrimiento del verdadero significado del zigoto a la luz de las Ciencias de la Vida. Para Moore y Persaud (2000, pág. 2), «el desarrollo humano es un proceso continuo que empieza cuando el ovocito de una mujer es fertilizado por un espermatozoide de un hombre. El desarrollo comprende muchas modificaciones que transforman una única célula, el zigoto (huevo fertilizado), en un ser humano multicelular». Aún según los ilustres embriólogos, el zigoto es el embrión inicial sin organismos humanos vivos, en los cuales ya están fijadas todas las bases del individuo adulto. Siendo así, no es posible interrumpir cualquier punto del continuum-zigoto, feto, niño, adulto, anciano sin causar daños irreversibles al bien mayor, que es la propia vida.
Pero hay mucho más sobre el zigoto. Es imposible dejar de reconocer que aún es una célula extremamente especializada, que pasó por el buril del tiempo, heredera de billones de años de evolución. De los cristales minerales al ser humano, las células primitivas pasaron por un largo y extraordinario recorrido, desde los procarióticos a los eucariontes, de los seres más simples a los más complejos, hasta surgir, magníficas, en las múltiples especializaciones de los órganos humanos. Y la célula-huevo es uno de los ejemplos más admirables, porque encierra en sí misma, potencialmente, todo el proyecto de un nuevo ser, que es único e insustituible.
En ese sentido, la investigación sobre la estructura del zigoto nos lleva necesariamente a la discusión sobre el origen de la vida y su significado científico, con todas sus consecuencias hacia discusiones bioéticas, morales, políticas y religiosas.
El hecho es que el científico ni de lejos ni de cerca ha conseguido «fabricar» moléculas de la vida. Él desconoce, por lo tanto, como reproducir, en laboratorio, las fuerzas que entran en juego en este intrincado fenómeno. En esas circunstancias, debería adoptar una actitud más humilde, más reverente, ante ese bien que es conocido al ser humano, el de vivir. Pues cada día llegan nuevos aportes científicos para la comprensión de la verdadera naturaleza del embrión. Recientes descubrimientos, hechos por la neurocientífica Candace Pert y su equipo, demuestran que la memoria estaría presente no solamente en el cerebro, sino en todo el cuerpo, a través de la acción de los neuropéptidos, que hacen la interconexión entre los sistemas nervioso, endocrino e inmunológico, posibilitando el funcionamiento de un único sistema que se interrelaciona todo el tiempo, el cuerpo cerebro.
Otras investigaciones ya detectaron la presencia, en el zigoto, de registros («imprints») mnemónicos propios, que evidencian la riqueza de la personalidad humana, manifestándose, muy temprano, en la embriogénesis. Son también notables las investigaciones de la Dra. Alexandra Piontelli y demás especialistas que han descubierto las sorprendentes facetas del psiquismo fetal, a través del estudio de ultrasonidos, y del acompañamiento psicológico post-parto. El conjunto de estos y otros trabajos demuestran la competencia del embrión: capacidad para auto dirigirse mentalmente, adecuarse a situaciones nuevas; seleccionar situaciones y aprovechar experiencias. Si unimos la Teoría de la Planificación Inteligente a esos nuevos descubrimientos, concluiremos, basados en la Ciencia, que la vida del embrión no pertenece a la madre, al padre, al juez, al equipo médico, al Estado. Pertenece, exclusivamente, a él mismo, porque la vida es un bien otorgado, indisponible. Existen, pues, fuertes razones científicas, para estar contra el aborto, incluso el del anencéfalo. Aprendemos, con la genética, que la diversidad es nuestra mayor riqueza colectiva. Y el feto anómalo, incluso el portador de graves deficiencias, como es el caso del anencéfalo, forma parte de esa diversidad. Debe ser, por tanto, preservado y respetado."
Marlene Nobre, Presidenta Asociacion Medica Brasil
No hay comentarios:
Publicar un comentario