Nació el 10 de noviembre de 1835, en un hogar muy humilde en Sevilla. Desencarnó el 29 de abril de 1909, en Barcelona. A los 8 días de su nacimiento quedó ciega. Durante tres meses estuvieron haciendo todo lo posible por hacerle recuperar la vista hasta que un modesto farmacéutico logró hacerle recuperar parte de la visión. Sus ojos quedaron imperfectos. Su madre empezó a enseñarle a leer a los 2 años haciendo que a los 5 leyera correctamente.
A los 18 años empezó a publicar sus poesías, las cuales ya escribía desde los 10. Cuenta Amalia que ella respetaba y veneraba a su madre profundamente. Permanecieron juntas hasta sus 25 años, cuando su madre desencarnó. Para Amalia esto fue un golpe muy duro porque perdió el único ser que tenía en la Tierra y que la quería. Durante tres meses perdió por completo la memoria. La situación de Amalia era crítica porque en el tiempo en que duró la enfermedad de su madre, habían gastado gran parte del dinero que tenían.
Primeros tiempos sin su madre
En los primeros días después de la muerte de su madre, la acompañaron amigas de ésta. Unas le proponían que ingresara en un convento, otras que hiciera un matrimonio por conveniencia. Pero Amalia dijo a las dos cosas que no, ya que no soportaría estar encerrada toda su vida en un convento y no era capaz de engañar a ningún hombre con quien quisiera casarse. Así, durante seis meses sus parientes le dieron una pequeña pensión a cambio de ser la costurera de la casa.
En ese momento pensó Amalia que iba a conseguir la estabilidad, pero ellos le dijeron que aquello era un gasto superfluo y que no podían hacerse cargo de ella. Es así que decide viajar a Madrid, pensando en un futuro mejor.
Al principio vivió bien en Madrid, trabajando de día y de noche. Mientras tanto, por forzar demasiado la vista en el trabajo, empeoró gravemente, por lo que los oculistas le dijeron que si trabajaba una semana más quedaría completamente ciega. Como sus ahorros eran muy exiguos, empeñó toda su ropa y empezó a acudir a las casas donde había trabajado para que le diesen un plato de sopa para comer. Pero la gente no siempre responde como uno quiere o piensa, unos le decían que se encerrara en un asilo, otros que para ser tan pobre e inútil, era demasiado delicada y que debía acostumbrarse a tratar con toda clase de gente.
Viaje a Madrid
Dice en sus memorias, que en ese momento solamente distinguía bultos, por lo que se dedicó a mandadera llevando cartas y recados de un lado a otro y atenta a cualquier tipo de trabajo que pudiera hacer. Justamente estando en esa situación, cuando volvía a su casa empezaba a venir a su mente la idea del suicidio.
Pasó el tiempo y no pudiendo pagar su habitación, aceptó una que le ofrecieron gratis en un taller de pintores. Ya no tenía nada que empeñar e incluso cuenta que no pudo conservar la tumba de su madre, por lo que al sentir que no tenía nada en este mundo, volvió otra vez la idea del suicidio. Cuenta Amalia que un día estando pensando en la idea de suicidio, que a ella venía constantemente, de pronto dio una gran sacudida, haciéndola pensar en las religiones. Dijo mentalmente que hay muchas religiones y en Madrid funcionan dos: la Católica Apostólica Románica, y la reformada por Lutero, la protestante. Pensó que si pudiese creer en alguna de ellas: “los que creen dicen que son felices”, así que empezó a recorrer todas las iglesias.
A la búsqueda de respuestas
Empezó a escuchar sermones que, aunque le transmitían gran admiración, ninguno resolvía el problema de sus dudas, el porqué de las anomalías incomprensibles y de las injusticias sociales. No encontrando solución empezó a ir a capillas evangélicas donde encontró algo que le hablaba al alma. Y encontró allí, una amiga llamada Engracia que se compadeció de ella, de su ceguera, y le aconsejó que fuera a la consulta gratuita del doctor Hyrsen, un médico homeópata que había tenido mucho éxito como oculista, había hecho grandes curas. Le visitó y dijo que tenía los ojos muy mal, que era casi imposible su curación, pero si seguía sus consejos, si se abstenía de mirar con fijeza y olvidaba que tenía ojos, pasado un año, era posible que pudiera recobrar su visión. El doctor sintió compasión por ella y le dio todas las medicinas necesarias.
Por aquellos días, una antigua amiga de su madre le dio unos bonos para que fuera a un comedor público en las afueras de Madrid, donde repartían comidas. Estuvo allí solamente una vez y cuenta que fue una experiencia muy dura, viendo tanto sufrimiento, tanta gente necesitada, completamente desprovista de todo. Ese año, aunque Amalia tenía la esperanza de recobrar la visión, seguía reflexionando por qué eso le pasaba a ella y por qué habían seres tan dichosos y otros tan desgraciados. En este periodo, Amalia también tiene contacto con un médico materialista, que le dice que hay unos nuevos locos que creían con la mejor fe del mundo que el Espíritu vive toda la eternidad, encarnando tantas veces como lo necesita en la Tierra y en otros mundos, adquiriendo conocimientos y perfeccionándose y pagando las faltas del pasado.
Primer contacto con la doctrina espírita
Al ver el interés de Amalia por estas personas y sus ideas, se comprometió con ella a llevarle un periódico que recibía y que se llamaba “El Criterio”. Así lo hizo. Al día siguiente, le llevó el periódico y le leyó un artículo, tras lo que Amalia le dijo: “El Espiritismo es la verdad”. A partir de ese momento cuenta Amalia que empezó a estudiar el Espiritismo y que una mañana en su casa empezó a sentir en su cabeza una sensación dolorosa y extraña. Al mismo tiempo le pareció escuchar voces extrañas y confusas que decían: “¡Luz! ¡Luz!” y sin saber por qué empezó a llorar, sin darse cuenta miró al espejo y notó que tenía los ojos abiertos como hace mucho tiempo no los tenía. Amalia preguntó en voz alta como si alguien pudiera contestarle ¿Habrá llegado la hora de recibir mi libertad? Y oyó un sí, con una voz muy lejana. En ese momento recobró la visión y salió corriendo hacia donde estaba su médico. El médico la reconoció y le dijo que ya había recobrado su visión y que de ahí al futuro no podría esforzarse.
Inicio de una nueva vida
A partir de ese momento, Amalia empezó una nueva vida después de tanto sufrimiento y carencias, encontró trabajo y se propuso seguir estudiando el Espiritismo. Por ese entonces envió poesías a los periódicos “El Criterio” y “La Revelación” de Alicante. Tras lo que recibió invitación para escribir en los periódicos, publicando su primer artículo espiritista en el número nueve del año 1872, en “El Criterio” titulado “La fe Espiritista”. Así se puso en contacto con la Federación Espirita Española y leyó por primera vez una poesía dedicada a Allan Kardec el cuatro de Abril de 1874. A partir de entonces, directores y editores de revistas y periódicos espiritas le escribían pidiéndole trabajos; dice Amalia que lo que escribió en esa época le asombraba porque no tenía ni diccionarios, ni libros de gramática.
Ya trabajando, cuenta que asistió por primera vez a una sesión en Tarrasa, en el Centro que dirigía Miguel Vives. Esa tarde Amalia se encontraba profunda-mente triste. Empezó la sesión con muchas oraciones, entrando en un silencio y recogimiento muy profundo, el médium empezó a llorar, éste era Miguel Vives. Sin que en su rostro se revelase la angustia y el sufrimiento a lo que el director del trabajo le preguntó: ¿Quién eres, Buen Espíritu? ¿A quién buscas aquí? Y él respondió: “A mi pobre hija”. En ese momento Amalia sintió una sacudida y una emoción muy profunda. Era su primera comunicación familiar, cuenta que jamás sintió tanto calor de vida como en esa ocasión. Su madre le dijo que siempre había estado con ella en los momentos difíciles.
A finales de 1877 decidió contestar un artículo que había salido en el “Diario de Barcelona” titulado “El Mundo de los Espíritus” y que decía que el Espiritismo era una monstruosidad. Amalia contestó publicando en la “Gaceta de Cataluña” su primer trabajo y así siguió respondiendo a una serie de artículos que se escribían en contra del Espiritismo.
Se encontraba Amalia en esa polémica cuando el editor espírita Juan Torrents, la invitó para que empezase a escribir un periódico espiritista, escrito por mujeres y dedicado a ellas. Así nació “La Luz del Porvenir” publicándose el 22 de Mayo de 1879 el primer número, donde escribió un artículo titulado “La idea de Dios” y siendo denunciado y condenado a 42 semanas de suspensión. El 12 de Junio salió otro periódico “El Eco de la verdad” del cual se publicaron 26 números reapareciendo “La Luz del porvenir” el 1 de Diciembre del mismo año. Siendo editada y dirigida por ella durante 20 años.
Su espíritu Guía, el Padre Germán
Otro punto importante de la vida de Amalia fue cuando empezó, el 9 de Julio de 1879, a mantener contacto con el Espíritu del Padre Germán. Él le dijo que estaría para ayudarla en sus escritos y que sería su guía. Con la muerte de Luís, el director del Centro, Amalia se hizo cargo de la dirección. Siguió trabajando hasta el 29 de Abril de 1909 cuando desencarnó. Los principales libros de Amalia Domingo Soler son: “Te Perdono”, “Memorias del Padre Germán”, “Sus Más Hermosos Escritos”, “Ramos de Violetas”, “Hechos que Prueban”, “Memorias de una Mujer” (una parte escrita mediúmnicamente, como espíritu).
- Chico Xavier -
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