“No se turbe vuestro corazón. – Creéis en Dios, creed también en mí. Hay muchas moradas en la casa de mi Padre; si así no fuese, ya os lo habría dicho, pues me voy para preparaos el lugar. – Después que haya ido y que os haya preparado el lugar, volveré y os retiraré para mí, a fin de que donde yo esté, también, vosotros ahí estéis. (S. Juan, Cap. XIV, vv. 1 a 3).”
La casa del Padre es el Universo. Las diferentes moradas son los mundos que circulan en el espacio infinito y ofrecen, a los Espíritus que en ellos encarnan moradas correspondientes al adelantamiento de los mismos Espíritus.
Independiente de la diversidad de los mundos, esas palabras de Jesús también pueden referirse al estado venturoso o desgraciado del Espíritu en la erraticidad, que significa el plano espiritual en que vive.
En el Evangelio Según el Espiritismo y en la enseñanza dada por los Espíritus, resulta que muy diferentes unas de las otras son las condiciones de los mundos cuanto a su grado de adelantamiento o de inferioridad de sus habitantes. Entre ellos hay los que son inferiores a la Tierra, física y moralmente; otros, de la misma categoría que el nuestro; y otros que le son más o menos superiores en todos los aspectos. En los inferiores, la existencia es toda material, reinan soberanamente las pasiones, siendo casi nula la vida moral. En los mundos más adelantados la vida es toda espiritual.
Así, podemos hacer esta clasificación: Mundos primitivos, destinados a las primeras encarnaciones del alma humana; mundos de expiación y pruebas, donde domina el mal, la Tierra, todavía, está en esta categoría, razón de tanto sufrimiento; mundos de regeneración, en los cuales las almas que todavía tienen que expiar y extraen nuevas fuerzas, reposando de las fatigas de la lucha; mundos dichosos, donde el bien sobrepuja el mal y mundos celestes o divinos, habitaciones de Espíritus depurados, donde exclusivamente reina el bien.
Los Espíritus que encarnan en un mundo no se encuentran presos a ellos indefinidamente, ni en él atraviesan todas las fases de progreso que les cumple realizar hasta alcanzar la perfección.
La Tierra con tantas miserias, tanta maldad y tantas pasiones groseras, pero, ya con algunas personas iluminadas será un mundo dichoso, empezando, ahora, por la regeneración, que significa, así, la transformación moral de encarnados y de los desencarnados.
Finalmente, con la llegada de la Doctrina Espírita, el día 18 de abril de 1857, inició la Era de Regeneración, llamada la Era del Espíritu, periodo este, que, ya sentimos algunos cambios en la humanidad no sólo por la comunicación espiritual con el mundo de los Espíritus, pero, también, con una nueva visión de la evolución y el intercambio con vidas en otras moradas en el Universo. Pero, nosotros podemos apresurar este periodo con la vivencia del Amor que es un guía de Luz para la humanidad. Salve el Espiritismo. ¡Piense en esto!
Artículo publicado en el Periódico CINFORM de Aracaju
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