Para
que en esta materia podamos llegar a conclusiones verdaderas y
satisfactorias, es preciso partir de una base firme, clara y
unánimemente aceptada.
¿ Es
necesaria la Religión?. Todas las que el hombre ha establecido y
practicado en el trascurso de la historia, ¿obedecen a un hecho real
y positivo que él interpretó a su manera en cada época, o son
simplemente juegos de imaginación, combinaciones fantasmagóricas?.
La
verdad casi nunca está en los extremos; así es, que respondiendo a
esas preguntas, habremos de decir que de todo hubo en esa sucesión
progresiva de religiones. Si bien es cierto que la fundación de
dichos sistemas religiosos obedece a la existencia de un hecho real e
innegable, no lo es menos que tal vez por errores de apreciación,
por necesidades de la época o por escasez de conocimientos, los
propagadores de esta diversas religiones las convirtieron más de una
vez en arma de combate o instrumento de dominación.
No
cabe duda que, si estudiamos con imparcialidad la naturaleza humana y
la historia de la humanidad, tenemos que convenir en que la Religión,
como lazo expontáneo de unión entre el hombre y Dios, entre lo
relativo y lo absoluto, entre la criatura y su Creador, es una cosa
necesaria, que obedece a leyes tan obligatorias y precisas como la
afinidad molecular o la gravitación universal.
Por
muchos esfuerzos que se hagan en contra, jamás podrá evitarse que
los cuerpos pesados se dirijan al centro de la Tierra, al ser
lanzados al espacio y siempre que una causa opuesta no lo impida.
Puede el hombre acudir a toda clase de ingeniosos recursos, queriendo
impedir la combinación química de los cuerpos gaseosos, pero nunca
conseguirá que dejen de formar agua dos átomos de hidrógeno y uno
de oxígeno, puestos en contacto en condiciones apropiadas.
Por
más que luchen y discutan los llamados ateos, jamás lograrán que
el valeroso marino ante la tempestad que le amenaza; que la madre
ante muerte del hijo de sus entrañas o el poderoso multimillonario,
ante la ineficacia de sus tesoros para salvar su vida, no levanten su
frente clamando justicia, pidiendo misericordia o renegando, quizás,
de su suerte, pero siempre reconociendo la existencia de Alguien que
todo lo dirige y todo lo puede: En esto consiste la esencia de la
Religión.
Le
podremos dar el nombre que se quiera, fatalidad, destino,
providencia, ley de la naturaleza o fenómeno universal, pero en todo
caso ese reconocimiento mas o menos consciente de una Causa superior
a nosotros, a quien nos dirigimos en los trances difíciles de la
vida, a cuya relación llamamos nosotros Religión porque de algún
modo habríamos de apellidarla.
Luego
ya vemos que según todo esto, podemos comprobar en la vida
ordinaria, que tan ley de la naturaleza es la Religión, como la
gravedad, la combinación química y las demás leyes del mundo
físico; y por consiguiente, todas las religiones conocidas, a pesar
de de sus muchos errores, se han fundado siempre en un hecho
positivo que nadie podrá negar sin faltar temerariamente a la
verdad.
Ante
la observación de un fenómeno tan repetido como ese del
reconocimiento de un Poder Supremo que dispone de nosotros con
arreglo a sus sabios planes, el hombre trató de darse una
explicación de ello, e inventó el primer sistema religioso, la más
rudimentaria de las religiones llamadas positivas. Ve a ese Poder
superior en el Sol y le adora y le bendice; lo encuentra en el
trueno, en el fuego, en las fuerzas naturales y atemorizado, a todas
ellas se dirige pidiendo clemencia, dando lugar por este sencillo
procedimiento a las distintas religiones que figuran en el progreso
de los siglos.
En
realidad, todas ellas vienen a ser manifestaciones de una misma cosa,
diversos matices que toma la Religión con arreglo al estado de
civilización de los hombres que las fundaron, variando únicamente
en la forma de practicar un culto externo y aparatoso como pública
manifestación del sentimiento religioso.
Esto
es lo que la crítica histórica ha venido a demostrar en nuestros
días, tratando de explicar las diferencias y aparentes
contradicciones que se observan en las distintas religiones. Y ante
tales conclusiones, hijas del raciocinio y de la imparciallidad, ¿
se atreven todavía los representantes de cualquier religión
positiva a creerse portadores de la Única y Absoluta verdad que
exista en la materia?. Cuando la Ciencia, sagaz investigadora de la
Verdad relativa, está rectificando contínuamente sus teorías y
conocimientos, siempre perfectibles, cualquier religión, que en el
fondo es una fase de la misma Verdad universal, ¿va a tener el
desmedido orgullo de creerse inviolable e inamovible?.
Se
dirá que la Religión, como revelación divina, tiene que ser
absolutamente cierta y eterna en sus dogmas fundamentales; pero
nosotros rechazamos de plano esta conclusión, pues además de
reconocer que también la Ciencia tiene ciertas verdades axiomáticas
tan invariables como las de la Religión, sabemos que esa revelación
de los libros santos con que tanto se adornan las religiones
positivas para atribuirles un origen privilegiado, no es otra cosa
que la comunicación espiritista de los seres de ultratumba, fenómeno
comprobado por los experimentadores modernos, que está sujeto a
leyes inquebrantables de afinidad y que puede ser observado por todo
aquel que se ponga en las circunstancias que dicho efecto requiere.
Esta
comunicación o revelación, podrá tener lugar con espíritus de muy
distinta elevación, pero siempre lo será con seres limitados y
perfectibles como nosotros, que además de estar expuestos a
equivocaciones, no siempre nos es permitido exponer las verdades que
revelan con la claridad que se nota luego al completar su explicación
con los descubrimientos científicos. Además, como la comunicación
directa con la Causa Suprema es tan imposible como innecesaria, no
hay por qué pensar siquiera que ninguna verdad revelada sea artículo
de fe ciega, eterna e inviolable.
El
Espiritismo, por lo tanto, no es otra cosa que una Ciencia religiosa,
la Religión científica que exige el
actual desarrollo de los
conocimientos humanos. No enseña un credo fijo e inmutable como
todas las anteriores, sino que además de ser hija de una época más
culta y progresiva de la sociedad, posee sobre todas las demás, la
esencial e incomparable ventaja de admitir en su seno toda la Ciencia
que el hombre haya formado y la que pueda descubrir en lo sucesivo.
Estudiando
su admirable filosofía, irrefutable hasta el momento presente y
examinando sus teorías acerca del por qué de la vida y de la
muerte, del orígen y fin de los seres, de la justicia de los
sufrimientos y de la probada efectividad de la existencia
ultra terrena, se siente uno transportado a un mundo nuevo de las
ideas, con horizontes inexplorados por la mente humana que llenan
nuestra débil naturaleza de plácido consuelo.
Nuestra
religión, como manifestación más exacta de la Verdad, que tiene
como punto de apoyo la observación científica y como indestructible
palanca a la tolerancia bien entendida, no puede admitir dogmas ni
verdades absolutas; todo en ella es relativo y los conocimientos de
hoy son rectificados y amplíados con las explicaciones de mañana,
por lo que nunca dirá su última palabra.
Aquí
no existe la Gracia divina, ya que todo se obtiene dentro de una
justicia matemática que se mide por quilates. Las recomendaciones
dirigidas a la divina Misericordia, no sirven para otra cosa que para
tender una mano cariñosa e infundir esperanza en los seres que por
su causa sufren justamente, sin que jamás pueda torcerse esta
justicia con rutinarios cánticos ni pagadas oraciones.
Eso
es el Espiritismo que aquí defendemos, el Cristianismo práctico,
comentado con arreglo a los descubrimientos de todas las ciencias;
sin dogmas cerrados ni templos reducidos; sin culto externo e inútil
y sin sacerdotes asalariados.
Y
como estamos convencidos de que la Religión es un hecho natural que
se dará en el mundo mientras existan los hombres con sus
limitaciones y flaquezas y la Causa que rige nuestro destino con su
infinito poder, nosotros admitimos al Espiritismo como una nueva
manifestación de esa Religión que, nacida al calor del librepensar,
acepta todas las morales y explica claramente los llamados milagros,
sin necesidad de acudir al errado concepto del mundo sobrenatural.
-
Editorial de la Revista nº 31 Fraternidad Cristiana Espírita-
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Experimente disculpar siempre, puesto que aquello que nos parece falla en los demás, puede surgir por falla igualmente en nosotros y, tratándose de disculpar, si hoy podemos dar, llegará siempre, para cada uno de nosotros, el día de recibir.
André Luís. Espíritu.
André Luís. Espíritu.
NOTA IMPORTANTE: Los lunes,miércoles y jueves a las 22,30 horas, pueden participar en el chat de la Federación Espírita Española.
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Los viernes a las 23,00 horas se os invita a asistir a una interesante conferencia en la misma sala. Los domingos a las 21,30 horas se os invita a la clase de estudio del Espiritismo por "Grupo espírita Sin
Fronteras" dirigida por Carlos Campetti.
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