Mandato y servicio Mediúmnico
El
ejercicio de la mediúmnidad, como en los servicios asistenciales, es
diferente del “mandato de servicios mediúmnicos”
Existen
miles de médiums, colaborando activamente en los Centros Espiritas;
no obstante son rarísimos los que están investidos de misión
Para
muchos de los que están dentro del Espiritismo catalogan la
mediúmnidad como piedra fundamental de todas las edificaciones
doctrinarias, pero cometen el error de considerar médiums tan solo
a los trabajadores de la fe renovadora que han asumido tareas
específicas, o a los enfermos psíquicos que muchas veces sirven
admirablemente a la esfera de las manifestaciones de los fenómenos.
Ante
todo es preciso comprender que así como el tacto es la base de
todos los sentidos, la intuición está en el principio de todas las
percepciones espirituales y por eso mismo, toda inteligencia es
intermediaria de las fuerzas invisibles que operan en el sector de
actividades en el que habitualmente se coloca.
Desde
los más bajos a los más elevados planos de la vida, existen
entidades angélicas, humanas e infrahumanas que actúan a través
de la inteligencia encarnada, para estimular el progreso y divinizar
experiencias, bruñir caracteres o sustentar benditas reparaciones,
proteger a la naturaleza y garantizar las leyes que nos gobiernan.
El
Espiritismo al revelar a la Humanidad nuevos conocimientos incorpora
a nuestro patrimonio mental valiosas informaciones sobre la vida
imperecedera, alertándonos de la condición que tenemos de
espíritus inmortales en temporal aprendizaje dentro de los cursos de
la raza, nación o grupo consanguíneo al que transitoriamente
pertenecemos en la Tierra.
Los
procesos de rescate se expresan en el mundo a la manera de
disturbios medianímicos.
El
hogar está constituido de pruebas matrimoniales, en él se reúnen
antiguos desafectos, respirando bajo el mismo techo, para la
eliminación del rencor.
Almas
que interpretando defectuosamente las legitimas nociones del Amor, se
hacen cómplices en el pasado.
Es
muy pequeño el número de matrimonios reunidos por afinidades
superiores. Los Espiritas somos “millonarios de la felicidad”
porque nuestro Espíritu se enriquece, incesantemente, de nuevos
conocimientos que la Espiritualidad bondadosamente nos revela, a
través de la psicografía ostensible y de la pluma inspirada de los
escritores-sensitivos.
Las
Casas Espiritas están repletas de dramas conmovedores, que se
prenden al pasado remoto y próximo. El estudio metódico y serio es
fundamental para ellos, para no confundir con “mediúmnidad” los
casos que reclaman sencillamente, amorosa ayuda, a víctimas y
verdugos.
Estos
necesitados, en la mayoría de los casos, son instrumentos para
poner a prueba la paciencia y la buena voluntad de los que se dicen
trabajadores, pero sin la perspectiva de inmediata en la posibilidad
de poder auxiliar, ya que se muestran extremadamente necesitados de
auxilio y ayuda fraternal.
Se
deduce, así, que toda persona necesitada, que busca los Centros
Espíritas, con complicados disturbios mediúmnicos, no debe ser
llevada de inmediato, sistemáticamente, a la mesa de desarrollo
mediúmnico.
Antes
que nada la ayuda fraterna, acompañada del esfuerzo por el reajuste.
Después,
entonces sí, servirán al Bien, cuando sus mentes estén armonizadas
y el corazón guardando, como sublime tesoro, la paz y el ansia, de
ayudar al prójimo.
Es
a través duras pruebas que el Espíritu humano, se redime,
reparando los errores, destruyendo señales de odio y de sangre, es
cuando inicia esperanzado, la sublime caminata hacia el Monte de la
Sublimación.
A
través de los pases magnéticos, de la adoctrinación verbal amorosa
y de las vibraciones de los componentes del grupo, reciben las
claridades pronunciadoras de la reconciliación.
Cada
individualidad renace relacionada con los centros de vida invisible
de los cuales procede y continuará, en general, siendo instrumento
del conjunto de entidades dentro del cual mantiene sus concepciones y
pensamientos habituales. Sin embargo, si es su deseo aprovechar la
contribución que la sublime escuela del mundo le ofrece en sus
diferentes cursos de preparación y perfeccionamiento espiritual,
mediante la práctica del bien incluso en los mínimos recodos del
camino - con lo que adquiere más amplias provisiones de amor y
sabiduría —, es admitida por los grandes benefactores como
intérprete de la asistencia divina dentro de los cuadros de la
evolución humana, ya sea que se encuentre colaborando en la
edificación del patrimonio del confort material, o dedicada a
santificar el alma eterna.
En
la esfera de la mediúmnidad cada servidor se reviste con
características propias.
El
contenido sufrirá siempre la influencia de la forma y de la
condición del recipiente.
Esa
es la ley que rige el intercambio.
Las
largas experiencias, cultivando la renuncia y el sacrificio,
sufriendo la ingratitud y conociendo el dolor, puede el Espíritu
reencarnar y ejercer, entre los compañeros de la Tierra, el
extraordinario encargo mediúmnico.
Quien
desea defender, con éxito una en la Justicia común, innegablemente
concede poderes de representación a un respetable erudito en
Derecho, capacitado para desenvolver en la misión brillante
gallardía.
Para
que el médium sea digno de mandato, en las especialísimas
condiciones ha de ser portador de virtudes excepcionales, con el
fin de que no fracase en la extraordinaria tentativa.
El
médium puede ser equilibrado, tener buena conducta y buena moral,
sin embargo, será apenas un “médium” en la acepción común ,
si no incorpora a su individualidad valores conquistados al precio
de perseverantes sacrificios, a través de los siglos o de los
incontables milenios.
Misión
mediúmnica, mandato mediúmnico; punto crucial de toda siembra
mediúmnica- exige condiciones especialísimas, tales como:
- Bondad
- Discreción.
- Discernimiento.
- Perseverancia
- Sacrificio
¡Esas
son las cualidades que el médium debe tener para poder recibir un
mandato mediúmnico.
La
bondad le sirve para atender, con el mismo cariño y la misma buena
voluntad a todas las clases de necesitados, sin ningún tipo de
interés particular.
El
médium común atenderá en función de las propias conveniencias,
incluso afectivas, distinguiendo a Fulano de Mengano.
Sin
duda es un trabajador que hace lo que puede, pero sirviendo aún
dentro de estricta y ciertas restricciones que chocan frontalmente,
con la belleza y la expansionabilidad, la excelsitud y la
universalidad del pensamiento y la obra de Cristo.
El
médium investido de una misión es bondadoso con todos. Para el son
iguales el rico y el pobre, el feo y el hermoso, el blanco y el de
color y el aristócrata, el joven y el viejo, el hombre y la mujer.
La
discreción es uno de los bellos atributos del mandato mediúmnico.
Discreción para conocer y sentir, guardando los dramas inconfesables
y las lastimosas lagunas del alma, dentro de sí.
El
médium, de acuerdo con sus posibilidades psíquicas puede, con la
simple aproximación del hermano que lo busca, identificarse con los
problemas íntimos, desde las deficiencias morales hasta la
responsabilidad por delitos ocultos.
La
discreción del médium, resguarda al visitante de la humillante
posición de quien ve descubiertos los defectos que los ojos comunes
no perciben.
Médium
charlatán sería igual a padre indiscreto, si uno y otro existiesen.
En
lugar del sacerdocio de la comprensión, la tiranía de la
maledicencia.
En
vez de silencio, el comentario liviano.
Otra
cualidad, que caracteriza al misionero de la Espiritualidad Superior,
es el discernimiento. Discernimiento, ¿por qué y para qué?
Para
examinar sensatamente las cosas, los problemas y las situaciones y
darles la mejor, más oportuna y más sabia solución.
El
médium ha de luchar, por tanto, mediante el estudio, el trabajo y el
esfuerzo constante de auto-evangelización, para adquirir la facultad
del discernimiento, con el fin de "ayudar a los demás para que
los demás se ayuden", corrigiendo, así, la pereza y la
rebeldía, la vanidad y el comodísimo, la liviandad y la mala fe.
Cuando,
de la asistencia del médium a un enfermo, no acontece su despertar
para la senda de la luz, el esfuerzo fue incompleto.
Curar
y educar debe coexistir en el servicio asistencial.
Contando
con el discernimiento que le lleve a opinar con seguridad, según las
necesidades del consultante, el médium le induce a reajustarse y a
caminar con sus propios pies, después de haberle colocado en la
herida del corazón el bálsamo del consuelo.
He
aquí la función del discernimiento, dentro de las otras elevadas
cualidades exigibles para el mandato del servicio mediúmnico.
"Saber
ayudar a los demás para que los demás se ayuden".
La
perseverancia es el cuarto atributo indispensable en el mandato, para
que el trabajador no abandone el trabajo ante los primeros
obstáculos.
Innumerables
médiums, portadores de apreciables facultades, se han apartado del
servicio como resultado de la incomprensión, incluso de los propios
compañeros de ideal.
Cuando
los pies comienzan a sentir la agudeza de los espinos esparcidos en
el camino, desertan de la lucha.
A
esos compañeros sería lícito preguntar si es posible colaborar,
sin obstáculos ni problemas, en la Causa de Aquél cuya gloria, en
el Mundo, fue la corona de aflicción que los hombres colocaron en su
majestuosa frente...
La
perseverancia es fruto de la fe y de lo impersonal.
Aquél
que coopera en los servicios mediúmnicos, con la preocupación de
agradar a los demás y de ver satisfechos sus caprichos, puede llegar
a abandonar la tarea.
Servir
con Jesús y en Su nombre, es dilatar los propios recursos y
perpetuar, en el Espacio y en el Tiempo, el ideal de ayudar a todos.
Examinemos,
finalmente, el problema del sacrificio.
El
médium, que no es capaz de olvidar su propio bienestar, en beneficio
de los demás, está distanciado del mandato superior.
Es,
indudablemente, un compañero de buena voluntad al que debemos todo
el respeto y estímulo, pero que piensa mucho en el propio "yo",
viejo fantasma del cual todavía no conseguimos liberarnos
enteramente.
El
médium que posee espíritu de sacrificio, es como el médico que
hace de la Medicina un sacerdocio: nunca exige él "carnet de
identidad" de quien llama a su puerta.
Su
ideal es servir, socorrer y curar.
Por
lo expuesto, concluimos que pocas criaturas existen revestidas del
mandato de servicio mediúmnico, aunque haya miles colaborando,
valientemente, en la obra del Bien.
Bondad,
discreción, discernimiento, perseverancia y sacrificio son, pues,
virtudes que el médium debe esforzarse en adquirir, poco a poco, sin
violencias ni precipitaciones.
El
ejercicio de tales cualidades, abreviará el día en que los
Instructores espirituales reconocerán la forma del médium.
Hemos
hablado, hasta aquí, de los deberes de aquellos que reciben el
mandato mediúmnico.
¿Y
los derechos?
¿Y
las compensaciones, según el principio de que "es dando que se
recibe"?
¿Y
las garantías, que acompañan al médium calificado de esta forma?
"Un
mandato mediúmnico reclama orden, seguridad, eficiencia. Delegar
autoridad, equivale a conceder poder y recursos, de parte de quien la
otorga. No se pedirá cooperación sistemática del médium sin
ofrecerle las garantías necesarias".
Conforme
observamos, la criatura investida del mandato mediúmnico, detenta
sólidas garantías para el absoluto triunfo de su misión,
comenzando por la asistencia, directa y permanente, del encargado de
la obra de cuya realización en la Tierra es responsable.
En
los momentos dificiles - ¡ he ahí que el instructor se presenta para
esclarecerlo, defenderlo, inspirarlo !
En
las horas amargas - ¡ he ahí al instructor con la palabra sabia y
amiga, para levantarle el ánimo, para reconfortarle el corazón
sitiado por la incomprensión y la calumnia, por la injuria y por la
mala fe!
Para
que el médium de hoy sea mañana, portador del mandato mediúmnico,
se hace necesario que el Evangelio sea su derrotero y Jesucristo su
meta.
Con
Jesús en el corazón, el médium ayuda a los demás y se ayuda en el
gran y fundamental problema de la renovación íntima.
Enriqueciendo
su propia alma con la bondad, la discreción, el discernimiento, la
perseverancia y el espíritu de sacrificio será, en el trabajo, un
servidor idealista y desinteresado.
Recibirá
el mandato de servicio mediúmnico...
Por
lo tanto, la mediúmnidad puesta al servicio de la revelación
divina, reclama estudio constante y devoción al bien, para el
imprescindible enriquecimiento del saber y de la virtud.
La
ignorancia podrá producir indiscutibles y bellos fenómenos, pero
solo la conciencia de la responsabilidad, la consagración
sistemática al progreso de todos, la bondad y el conocimiento
consigue materializar en la Tierra los monumentos definitivos de la
felicidad humana.
Extraído del libro
“Derrotero” de Chico Xavier “
Trabajo realizado por Merchita ***********
Manuel Philomeno de Miranda REENCARNACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PLANETA |
( Comunicado)
"Vivimos en la Tierra y en las esferas espirituales que la circundan y es el momento histórico aguardado por todos aquellos que nos sentimos vinculados al Consolador prometido por Jesús. Diariamente parteen obreros de la Espiritualidad, comprometidos con la renovación de la humanidad y con la tarea libertadora de las vidas. Bien equipados, reencarnan bajo vigilante y amorosa custodia de sus Guías espirituales. Son misioneros de la Ciencia y de la Tecnología, del Pensamiento y de las Artes, de la fe religiosa y de la caridad, a fin de modificar la sociedad, instaurando,aun en este siglo, el periodo de la belleza,religiosidad y cultura plenificadora. Mientras tanto, a fin de que logren exito en el cometido audaz, aquellos que permanecemos en nuestros Núcleos de actividades espirituales, deberemos formar grupos de asistencia y de apoyo, auxiliándolos en los combates que trabarán con los enemigos del progreso, reencarnados o despedidos de la organización fisiológica"
Autor: Manoel Philomeno de Miranda
Psicografia de Divaldo Franco. Libro: Entre os Dois Mundos
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