J.Herculano Pires |
PREJUICIOS CONTRA EL ESPIRITISMO
Aún existe, en mayor escala de lo que se piensa, el miedo al Espiritismo. Hace poco fuimos buscados por una persona que, sintiendo evidentes perturbaciones de origen mediúmnico, y habiendo recorrido los consultorios de psiquiatría, se vio obligada a recurrir a los “recursos espirituales”, según decía. Cuando supo que no estaba tratando con un “espiritualista”, sino con un espírita, se asustó de tal manera, que se vio forzada a confesar su miedo. “Si yo hubiera sabido que el señor era espírita — declaró — no lo habría buscado”.
La verdad es que, a pesar de eso, acabó convenciéndose de que el Espiritismo podría ayudarla, y más tarde se hizo espírita. Pero no fue muy fácil arrancarle de la mente el pavor enfermizo que le habían infundido. Sacerdotes, personas de la familia, amigos y médicos, todos habían contribuido para que el miedo se enraizase. Terrible miedo, que
la desviaba de la única solución posible para su problema.
Y lo que es más curioso, la mayor contribución para ese estado de temor fue dado por ciertas publicaciones espiritualistas, que a pesar de admitir la reencarnación y la ley de causa y efecto, condenan la mediúmnidad, pintándola con las más negras pinceladas.
El prejuicio anti-espírita se asemeja mucho a la prevención contra el Cristianismo, en el mundo antiguo. Las personas que temen el Espiritismo no conocen la doctrina, dan al término aplicaciones indebidas, se pierden en un bosque de leyendas y suposiciones acerca de las sesiones espíritas. En general nos acusan de endemoniados, nigromantes, hechiceros y cosas del mismo tenor, como hacían griegos y romanos con los cristianos primitivos. Y esas distorsiones del Espiritismo no son sólo orales, corriendo entre personas simples. Figuran también en publicaciones eruditas, revistas, periódicos, libros de ensayos y estudios, con sellos de cultos.
Pitágoras ya decía que la Tierra es la morada de la opinión. Y como la opinión es la cosa más frívola que existe, la más incierta y la más irresponsable, no es de admirar que tanta gente opine sobre lo que no conoce. Aún entre los letrados, la opinión es un hábito enraizado. Pero es evidente que, cuando se trata de una doctrina espiritual, esposada por tantos hombres de proyección en el mundo de las ciencias y del pensamiento, en todo el mundo, las personas de cultura, o aún de mediana cultura, deberían tener más cautela al manifestarse al respecto. Porque si es libre el derecho de opinar, no es menos libre el derecho de juzgar el sentido de responsabilidad de quien opina.
El mayor motivo a temer del Espiritismo es el propio temor. O sea: es la cobardía humana, esa terrible cobardía que hace que los hombres estremezcan de horror ante del peligro de cambiar de posición ante la vida y el mundo. El Espiritismo, sin embargo, no exige otro cambio, sino el de la concepción estrecha de una vida utilitarista y falsa, hacia la amplia concepción de una vida espiritual, profunda y verdadera.
En cuanto al problema de las relaciones con el mundo invisible, el Espiritismo no establece esas conexiones, que existen en la vida de todas las criaturas, sólo las explica y orienta, dándoles el verdadero sentido en el proceso de la existencia: Temerle al Espiritismo es temerle a la verdad, que sus principios nos revelan, a pesar de todos los que luchan para tergiversarlos.
J. Herculano Pires
**************************
swaldo
El periespíritu
El periespíritu no es el reflejo del cuerpo físico, sino que, al contrario se construye sobre la base de aquél,como si se adaptara a un molde que conserva la forma humana y cuyos rasgos peculiares se identifican con la apariencia mostrada por cada persona, en su última encarnación.
En la dimensión espiritual, a la que ingresa todo ser humano después de su desencarnación, el espíritu se descubre dotado de un cuerpo similar al que tuvo en su reciente experiencia terrena: es su cuerpo periespiritual que al guardar su apariencia, le identifica y lo hace un ser concreto, definido y reconocible
Jon Aizpúrua
*******************
Amar a los maestros de la razón y de la sabiduría humana, no implica desdén para los maestros de la razón sobrehumana, los representantes de una sabiduría más elevada y más profunda. He considerado un deber que se beneficiasen mis hermanos terrestres de estas enseñanzas. Una obra vale por sí misma. Piénsese lo que se piense y dígase lo que se diga de la revelación de los espíritus, yo no puedo admitir, cuando se enseñan en todas las Universidades inmensos sistemas metafísicos creados por el pensamiento de los hombres, que se puedan considerar desdeñables y rechazar los principios divulgados por las nobles inteligencias del espacio. (...) El espíritu del hombre, oprimido por la carne, privado de la plenitud de sus recursos y de sus percepciones, no puede llegar por sí mismo al conocimiento del Universo invisible y de sus leyes. El círculo en que se agita nuestra vida y nuestro pensamiento es limitado, y nuestro punto de vista, pequeño. La insuficiencia de los datos adquiridos hace imposible, o cuando menos improbable, cualquier generalización. Para penetrar en el dominio desconocido e infinito de las Leyes, necesitamos guías. Por la colaboración de los pensadores eminentes de los dos mundos. de las dos humanidades, se entreveran, si no se alcanzan, las más altas verdades y los más nobles principios establecidos. Mucho mejor y con más seguridad que nuestros maestros terrestres, los del espacio saben ponernos en presencia del problema de la vida, del misterio del alma, y nos ayudan a hacernos cargo de nuestra grandeza y de nuestro porvenir.
|
*********************************
***************** Dorta
No hay comentarios:
Publicar un comentario