¿ Quienes
fueron Adán y Eva?
Tal vez lo que aquí aparece escrito pueda parecer
descabellado, aunque a otras personas nos pueda parecer como una
teoría razonable, pero en cualquier caso creo que es digno de ser
tenido en cuenta y analizado.
El relato
bíblico nos habla de Adán y Eva,
como si fuesen dos personas creadas directamente por Dios: Los dos
primeros padres de toda la raza humana, y cuenta que por
desobediencia a Dios o Yavé,
fueron expulsados del Paraíso.
Por
supuesto estos relatos de la Bíblia
no se pueden tomar al pie de la letra, porque son una figura
alegórica de otra realidad. Estos relatos a veces podrían parecer
fábulas o cuentos infantiles poco creíbles si no representaran
realidades más complejas de entender por las mentes humanas de
aquellas remotas épocas cuando fueron elaboradas.
En realidad todas las figuras y personajes que aparecen
en el relato de la creación de los llamados “nuestros primeros
padres, Adán y Eva, son alegorías y fueron dadas por Moisés al
pueblo judío de aquella época de modo adecuado a su nivel de
comprensión. Bajo mi humilde opinión, muy bien podrían significar
lo siguiente: La palabra hebrea “Haadam”, de donde procede el
nombre de Adán, representa a la humanidad en general . El “arbol
de la vida y de la ciencia del bien y del mal ”, representa la
conciencia de la vida espiritual y el crecimiento espiritual en uso a
la responsabilidad del libre albedrío que Dios les otorgó.
Asimismo el fruto del árbol representa la evolución material y los
deseos materiales del hombre, a los cuales sucumbe representado en
la figura de Adán. Comer del fruto significa sucumbir a las
tentaciones materiales que el fruto representa, en detrimento de las
conquistas espirituales que debiera realizar. Asimismo la muerte con
que es amenazado Adán si desobedece, son las consecuencias
inevitables de orden físico y moral , por transgredir las leyes
morales que son las leyes divinas que lleva grabadas en su
conciencia. La serpiente que los invita a desobedecer representa la
perfidia de los malos consejos que tratan de hacer daño y pervertir.
Y por último, el paraíso personifica el lugar idílico de donde
procedían los seres humanos o raza adámica representados por Adán
.
Como
vemos, Adán y Eva
no fueron en realidad una sola pareja humana. Eva
es una figura representativa de la raza humana primitiva que habitaba
la Tierra, procedente de los primitivos humanoides recien llegados
evolutivamente ,en lo físico y en lo psíquico, procedentes del
reino animal llegado a la cúspide de su evolución ( ciertas
especies de grandes primates), y Adán es la figura representativa
de una raza o estirpe espiritual más evolucionada, desterrada a
este mundo desde otro mejor o más evolucionado , (“ arrojados del
Paraíso”).
Lo hasta aquí expuesto, se puede basar en los
siguientes datos e hipótesis:
El Ser
humano primitivo solamente pudo aparecer de modo simultáneo en
diversos lugares de la Tierra; esta hipótesis científica esta
basada en la existencia de múltiples fósiles de una antigüedad
muy superior en miles de años a la que señala la
Biblia
para la aparición de Adán, y que han aparecido en diversos lugares
muy alejados entre sí, por muy diversos puntos del planeta
.Este
dato de carácter científico coincide con lo que sobre este punto
habla la Codificación Kardeciana .
Cuando
Caín-
figura alegórica hijo de Adán y Eva, representante de toda la
especie humana posterior- , fue desterrado tras haber matado a su
hermano Abel,
cuenta la Bíblia que en su destierro encontró otros pueblos en
donde obtuvo descendencia con algunas de sus mujeres. Llegados a
este punto, de nuevo nos podemos preguntar: Si todos fuésemos
descendientes de una sola pareja humana, ¿de
dónde podrían haber salido esos pueblos que encontró Caín fuera
del Paraiso?.
Las mujeres que conoció no podían ser sus hermanas, porque como
cuenta la Biblia, las encontró en pueblos lejanos; entonces,
¿quiénes eran esos pueblos y de dónde habían salido?. Además si
se pudiese admitir que estas mujeres, madres de sus hijos, eran sus
hermanas carnales, se
tendría que admitir que Dios creó a los humanos a base de repetidos
incestos perpetuados a través de los tiempos y generaciones.
Hay otro
detalle bíblico muy sugestivo que nos indica la existencia de una
raza superior que se mezcló con otra inferior. Nos cuenta como
“los hijos de Dios encontraron a
las hijas de los hombres hermosas, y se casaron con ellas y tuvieron
hijos que formaron una raza de gigantes que tenían seis dedos”.
Este
detalle de los gigantes con seis dedos, no puede por menos de
recordar a los estudiosos y seguidores del tema “Extraterrestre”,
el aspecto
físico coincidente en muchos casos con estos referidos Seres cuando
han sido avistados u observados por diversos testigos en diferentes
escenarios y momentos, guardando estos Seres “humanoides” una muy
estrecha relación con el llamado “
Fenómeno OVNI”.
La raza Adámica era más
evolucionada en cuanto a desarrollo intelectual y técnico, pero con
un grave atraso moral inferior, ( tal como vemos en la actualidad que
acontece en nuestro mundo con determinadas personas), por lo que
sus miembros fueron traídos a nuestro planeta, desde otro que
habitaban anteriormente ( desde la estrella Capela o Capilla , de
la constelación de Cochero; situado a 45 años luz de la Tierra.
Esta estrella se distingue como un astro amarillento situado a
la izquierda de las Pléyades, y forma un triángulo equilátero con
Júpiter y Saturno) .
Esta migración o destierro de
espíritus hasta la Tierra debió deberse a un cambio de ciclo de
ese lejano mundo que pasó a ser un “mundo de regeneración”
inhabitable para ellos desde un punto de vista evolutivo espiritual.
Estos espíritus expulsados de su mundo o paraíso lo merecieron por
su atraso evolutivo en medio de la humanidad social y moralmente
adelantada que habitaba aquel planeta y a la que ya comenzaban a
entorpecer a causa de su inmadurez moral. De paso, con su desarrollo
de inteligencia superior a la del primitivo humano, con los recuerdos
de sus tecnologías y de sus organizaciones sociales, ayudaron e
impulsaron a este en sus primeros pasos evolutivos en la Tierra.
Como ya se señaló anteriormente, la mayoría de los desterrados de
Capella, fueron desalojados de allí en espíritu hasta nuestra
psicoesfera para seguir reencarnando en la Tierra, pero otros
fueron transportados con su cuerpo material (los llamados “dioses”
de la antigüedad, llegados en “carros de fuego”, por las
humanidades mas primitivas).
Estos espíritus desterrados hasta la Tierra, fueron
acogidos por Cristo, el Guía Tutor de este planeta, que despertó en
ellos esperanzas de redención mediante el trabajo y el progreso en
la misma, prometiéndoles su venida entre ellos para enseñarles el
verdadero camino de regreso a su patria perdida.
Estas dos razas, Capellinos y Terrícolas, se
mezclaron, generando una nueva raza humana que pobló la Tierra hasta
nuestros días; estos recién llegados eran mas evolucionados que
la raza terrícola anterior “de Eva ” que habitaba nuestro
planeta antes de que llegase la raza de Adán, y de la cual proceden
los fósiles humanos a los que se atribuyen antigüedades de tantos
miles de años.
Para la
raza “de Adán” esta venida a la Tierra que era un mundo
primitivo, supuso un destierro, una expulsión de su mundo original
(“Paraíso Perdido”).
Con su mezcla y reencarnaciones repetidas junto a los humanos
primitivos ( los humanos terrícolas de Eva), este mundo fue pasando
a la siguiente fase evolutiva en la categoría de “mundo de
expiación y pruebas”.
Las emigraciones de Seres espirituales entre los
diversos mundos del universo, son periódicas y siempre tienen la
función de hacer progresar en moralidad y sabiduría a los pueblos o
mundos más jóvenes y rezagados.
La raza adámica , tras muchas generaciones en el
planeta Tierra, no olvidó su origen, como una reminiscencia que
finalmente se plasmó en las páginas de la Biblia como “el Paraiso
perdido”.
Aquellos seres procedentes de Capela, tras el paso de
muchas generaciones se fueron agrupando en cuatro grandes grupos que
forjaron los pueblos más antíguos de la raza blanca: Los ários de
donde descienden los pueblos indo-europeos,que incluyen a los
latinos, los celtas, los eslavos,los germanos y los griegos. Los
hebreos, los indúes con sus castas, así como la misteriosa
civilización egipcia. Sin embargo antes de la llegada de los
“desterrados de Capela”, ya habían llegado en épocas anteriores
otras civilizaciones extraterrestres procedentes de otros remotos
mundos de entre los millones que se encuentran diseminados en el
universo. De ellos derivan las razas amarilla y negra que ya
existían en la Tierra a la llegada de estos cuatro grandes grupos
descritos, formados directamente a partir de la raza adámica.
La mayoría de aquellos espíritus desterrados hasta la
Tierra ya pudieron regresar e incorporarse a su mundo de origen
pero, según datos de confianza procedentes del “más allá”, aún
quedan muchos de ellos obstinados en el mal, que continuan
reencarnando en la Tierra.
- José Luis Martín-
*******************
“Todas las leyendas
antiguas hablan de una raza superior que, procedente de los espacios
cósmicos, trajo a los hombres los principios culturales que hicieron
grandes a las primitivas civilizaciones”.
-
Robert Coppel (“Las Religiones”)-
Amor a los padres
Si el buen cristiano debe ser prudente, virtuoso, tolerante, humilde abnegado y caritativo, entre sus hermanos, lo debe ser aun más en la familia.
Si son sagrados los deberes que hemos de cumplir entre nuestros hermanos en la Humanidad, mucho más lo son los que tenemos que cumplir en la familia. Porque debemos considerar, que más allá de los vínculos que en esta existencia nos unen con lazos indisolubles, tenemos siempre historias pasadas que se enlazan con la historia presente.
Piedad filial es de las más significativas manifestaciones de amor que el Espíritu se debe imponer, ampliando el área de los sentimientos y aumentando otros deberes, tales como de gratitud, respeto y ternura impostergables.
Muchas veces no tenemos los padres que nos gustaría tener, que creemos que nos merecemos, y esto no es así, cada uno tiene los padres que merece, y pese a que no sean buenos padres, ya con habernos dado la vida, merecen todo nuestro respeto, amor y cariño, porque Dios nos pedirá cuenta de que clase de hijos hemos sido, y a ellos qué clase de padres han sido, el que ellos no sean buenos padres, no nos exime a nosotros de ser buenos hijos.
El mandamiento mayor preconizado por Jesús recomienda que el amor debe ser incesante e inevitable, coronándose del perdón por las ofensas recibidas. En el grupo familiar, ese amor debe ser más importante, conduciendo el perdón a un grado más elevado.
Las familias no siempre son dichosas o armónicas, constituyendo a veces un grupo de difícil entendimiento, por faltarles los instrumentos de la paz, que cada miembro no tuvo en consideración en otra ocasión pero que ahora retornan en situación de carencia.
Siendo así, cada Espíritu renace, no en el grupo de la propia afectividad, entre corazones generosos y dignos, y si en el clan donde tiene necesidad de depurarse por medio de la paciencia, por la resignación, por el silencio y por la bondad, preparándose para el enfrentamiento con los demás grupos sociales donde debe desarrollar los objetivos superiores de la existencia.
De este modo, sea el que sea el núcleo familiar en el que hayamos nacido, nos cabe el deber del amor filial y fraternal, para desvincularnos bien de las tareas que quedaron en la oscuridad de los errores pasados.
El buen Cristiano no debe dudar en tributar a sus padres, respeto, cariño y amor, considerando que sus padres son los representantes de la Providencia para él en la Tierra, lo que lo obliga a darles, paz, consuelo, protección y amparo. Está en el deber de hacer por ellos lo que de ellos recibió, y aunque no se hayan portado bien, no por eso está menos obligado. Porque, en este caso, ellos están en el orden de espíritus inferiores, y el espirita debe ser un ejemplo constante de virtud y abnegación; para que ellos aprendan lo que no han sabido: cumplir con sus deberes.
Amar siempre es el impositivo existencial, incluyendo en él a todo el clan y particularmente, al padre y madre, a fin de vivir largo tiempo en la Tierra que el Señor nos dará, conforme preconiza el Decálogo.
Merchita
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LA VIRTUD
La virtud, en su más alto grado, incluye el conjunto de todas las cualidades esenciales que integran al hombre de bien. Ser bueno y caritativo, laborioso, sobrio y modesto, he ahí las cualidades del hombre virtuoso.
Por desgracia, vienen casi siempre acompañadas de pequeños achaques morales que las deslucen y atenúan.
El que hace ostentación de su virtud no es virtuoso, visto que carece de la cualidad principal, que es la modestia, y adolece del vicio más opuesto a ella, que es el orgullo.
La virtud realmente digna de tal nombre no gusta de exhibirse, sino que es preciso adivinarla, pues se oculta en la oscuridad y huye de la admiración de las muchedumbres.
San Vicente de Paúl era virtuoso; virtuoso también era el digno cura de Ars, y otros muchos lo fueron asimismo, poco conocidos por el mundo, pero conocidos de Dios.
Todos esos hombres de bien ignoraban ellos mismos que fuesen virtuosos. Se dejaban llevar por la corriente de sus santas inspiraciones y practicaban el bien con un desinterés total y completo olvido de sí.
A tal virtud, comprendida y practicada de esa manera, os invito, hijos míos. A tal virtud, de veras cristiana y espirita, os comprometo a consagraros. Pero apartad de vuestros corazones los sentimientos de orgullo, vanidad y amor propio, que siempre deslustran las más hermosas cualidades.
No imitéis a ese hombre que se presenta como modelo y pregona sus propias perfecciones a cuantos oídos complacientes quieran escucharlos. Esa virtud ostentosa y aparente esconde a menudo muchas pequeñas torpezas y aborrecibles cobardías
En principio, el hombre que se exalta a si mismo, que erige una estatua a su propia virtud, sólo con esa actitud aniquila todo el mérito real que pueda tener.
Y ¿qué diré de aquel otro cuyo todo valor consiste en parecer lo que no es?
Quiero admitir que el hombre que hace el bien siente en los hondones del corazón una satisfacción íntima, pero tan pronto como esa satisfacción se exterioriza, a fin de cosechar aplausos, degenera en amor propio.
¡OH, vosotros todos, a quienes la fe espiritista ha dado calor con sus rayos y que sabéis cuán lejos de la perfección está el hombre, no incurráis nunca en relajación semejante!
Es la virtud una gracia que anhelo para todos los espíritas sinceros, pero a éstos diré: Más vale poca virtud con modestia que mucha con orgullo.
Por orgullo se han perdido humanidades sucesivas, y por humildad deberán un día redimirse.
El Evangelio Según El Espiritismo.
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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