MENSAJEROS DE LAS ESTRELLAS
LA VIDA EN OTROS PLANETAS
Cuando hablamos de otros mundos en donde hay vida física más o menos parecida a la nuestra, significa que sus humanidades, a través del tiempo y como es normal, llegarán a una evolución humana, científica y moral que les permitirá mejorar sus condiciones de vida tanto particular como en general.
Debemos suponer que en todos los planetas habitados los procesos primarios, primitivos, han debido de ser muy similares a los nuestros, es decir, la manifestación en su origen de los instintos en el ser, para ir lenta pero progresivamente desarrollando con el tiempo, el intelecto y una moral hasta alcanzar cotas, que en nuestro actual nivel evolutivo no podríamos entender, aunque quizás si vislumbrar un poco . Nos estamos refiriendo, claro está, a humanidades mucho más antiguas y evolucionadas que la nuestra.
Como decíamos, si partimos de la base de que existen galaxias mucho más viejas que otras, con sus respectivos sistemas solares, etc., esto nos hace pensar que su evolución no ha podido ser la misma en todos los lugares. Y aunque las necesidades físicas imponen un trabajo y esfuerzo por la supervivencia y el bienestar, a fuerza de acontecimientos y de experiencias, el progreso siempre es inevitable. En unos llega antes que a otros, en base al libre albedrío y del esfuerzo tanto personal como colectivo, pero al final de todos los procesos existenciales se alcanza una madurez que aumenta la evolución de las humanidades y que repercute en unas pautas o reglas sociales más justas admitidas por la generalidad. Algo parecido a nuestro progreso social. Por poner un símil, las costumbres sociales que tenemos en la actualidad poco se parecen al hacer y a la mentalidad de otras épocas, por ejemplo la edad media. Cosas que en aquellos tiempos se consideraban normales e incluso como virtudes necesarias, ahora las observaríamos como comportamientos reprobables y primitivos. En definitiva, hemos ido cambiado la perspectiva, el orden de valores morales y sociales.
Pues bien, del mismo modo, intentemos imaginar unas sociedades que, en su desarrollo, nos llevaran de adelanto, siglos, o quizás miles de años. ¿Podemos hacernos una idea de cómo vivirán esas humanidades? ¿Sus relaciones sociales, la convivencia entre ellos será igual a la nuestra? ¿Habrán erradicado la pobreza, el hambre, las desigualdades humanas? ¿Habrán sido capaces de vivir en armonía y en verdadera fraternidad? Si miramos hacia nuestro interior; ¿de verdad creemos que hay cosas que son imposibles de cambiar? No olvidemos que ante la estrechez de miras, cualquier cambio nos parece una quimera, como ya nos lo ha demostrado la historia repetidas veces. Si miramos atrás comprobaremos como algunas comunidades científicas y religiosas en otros tiempos consideraban que habíamos llegado al cenit del progreso y que era imposible avanzar más, sin embargo la fuerza de los acontecimientos y el trabajo de seres audaces y preclaros desmentían una y otra vez esas sentencias erróneas con nuevos descubrimientos y nuevas ideas que aportaban avances significativos para la humanidad.
Por lo tanto, no es ninguna quimera afirmar que existen civilizaciones más avanzadas que la nuestra, por un simple cálculo matemático de probabilidades, tanto en el tiempo como en el espacio; atendiendo a las miles de millones de galaxias y diferentes edades entre unas y otras.
Nuestra estrechez de miras ya no puede soportar una evidencia como esta, hasta no hace mucho cuestionada, pero en la actualidad admitida por la mayoría. Pongamos un ejemplo; si el universo lo comparamos con una playa, y cada grano de arena es un planeta, ya no digamos una galaxia ¿Es posible, por pura lógica, que se haya podido desarrollar, no sólo la vida en estado latente, sino la vida inteligente en un solo grano y en el resto de granos que componen la inmensidad de la playa no?
Esto es comparable a cuando se creía en la teoría geocéntrica, es decir, que la Tierra era el centro del universo, y que el sol y las estrellas giraban alrededor de él. Idea sostenida durante siglos, y que todavía hoy en día, es sostenida por algunos religiosos creacionistas fundamentalistas.
Volviendo al tema del desarrollo de esas humanidades, e imaginando un progreso, ya no sólo científico sino sobre todo moral en el devenir de muchos siglos, ¿cómo vivirán en la actualidad? ¿Habrán desarrollado sus capacidades mentales y espirituales? ¿Habrán desechado las pasiones, las taras morales, a saber: orgullo, vanidad, egoísmo, etc., y vivirán en perfecto equilibrio unos con otros, en armonía con la naturaleza? ¿Nos podemos imaginar una sociedad con unos valores de fraternidad, caridad, paz, respeto y sobre todo de amor? ¿A que debe de ser realmente maravilloso?
No, no es una quimera. Existen informaciones históricas (escritos, tradiciones orales, grabados, etc.) que hablan de “seres superiores”, “dioses”, que es así como los llamaban, venidos del exterior, que contactaban con pueblos de todo el mundo en un pasado remoto; demostrando, según cuentan dichas tradiciones, una sabiduría y una moral muy superior.
En nuestra época, a través de las facultades extrasensoriales y mediúmnicas hay personas que los han visto, han visitado sus humanidades por la facultad de desdoblamiento. También se han recibido comunicaciones a través de médiums sobre esas civilizaciones, aportando informaciones valiosas recogidas, sobre todo, en la codificación espirita. Y por último tenemos su testimonio visual; los avistamientos, dejando constancia de una realidad que está haciendo pensar y cambiando el modo de ver las cosas, ya sin tantas limitaciones y abriéndose a nuevas posibilidades que nos permitan entender que no estamos solos ni desamparados.
El tiempo corre a favor de las evidencias, las tenemos delante de nuestros ojos, pero hasta ahora muchas personas no se han parado a analizarlas. En general, el ser humano ve y observa aquello que le preocupa y le interesa, en base a sus creencias; lo demás, lo ignora o lo rechaza sistemáticamente. Pero la realidad es tozuda, y poco a poco la luz se abre paso a través de las tinieblas para dar paso a una nueva aurora de posibilidades como son las respuestas a los interrogantes que hemos planteado más arriba. ¿Es una utopía o una realidad? Crean que lo es, una verdadera realidad; y llegará un día, que no está muy lejos, en que será aceptado por una inmensa mayoría. Tiempo al tiempo.
J.M.M.C.
Grupo Villena 2014
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Por grande, hermosa y justa que sea una idea, es imposible que desde su principio cuente con todas las opiniones.
El Evangelio según el Espiritismo.- “Introducción” (Allan Kardec)
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¿QUÉ SUCEDE CUANDO MORIMOS…?
Bien. ¿Qué deseas Saber?
¿Qué Sucede Cuando Morimos?
¿Piensas que sólo porque mueren dejan de existir?
No lo sé. Por eso Te lo pregunto.
Cuando mueren no dejan de existir. ¿Eso es Definitivo para ti?
Si…
Bien…
El motivo por el que no dejan de existir cuando mueren es que ni siquiera mueren. No pueden, puesto que son la vida en sí y la vida NO puede morir. Por lo tanto, ustedes no pueden morir…
En el momento de su muerte, lo que sucede es…que continúan viviendo.
Por este motivo, muchas personas que han “muerto” no lo creen, porque no tienen la experiencia de estar muertas. Por el contrario, se sienten (puesto que están) llenas de vida. Por lo tanto, hay confusión.
El Yo, puede ver el cuerpo que yace allí, desplomado, sin movimiento; sin embargo, el Yo se mueve de pronto por todos los lugares.
A menudo, tiene la experiencia de volar literalmente por toda la habitación; luego, de estar en todas partes en el espacio, todo al mismo tiempo. Cuando desea ver algo en particular, de pronto descubre que lo está experimentando.
Si el alma (el nombre que entonces recibe el Yo) se pregunta, “¿Quién es esa persona?”, de inmediato el alma se encuentra frente o cerca de esa persona.
Así, en muy poco tiempo, el alma aprende que puede ir a cualquier parte, con la velocidad de su pensamiento.
Una sensación de libertad y ligereza increíbles se apodera del alma y, por lo general transcurre muy poco tiempo antes de que la entidad “se acostumbre” a ir a cualquier parte CON CADA PENSAMIENTO.
Si la persona tenía hijos y debe pensar en esos niños, de inmediato, el alma está en la presencia de esos niños, en cualquier sitio que estén. Así el alma aprende que no sólo puede estar en dos sitios a la vez, o en tres, o en cinco.
Puede existir, observar y desempeñar actividades simultáneas en estos lugares, sin dificultad ni confusión.
Puede “reunirse nuevamente” consigo mismo al regresar de nuevo a un sitio, simplemente reenfocándolo.
En la otra vida, el alma recuerda lo que era bueno de recordar en esta vida; que a todo efecto es creado por el pensamiento y que la manifestación es un resultado de la intención…
¿Lo que enfoco como intención, se convierte en mi realidad…?
Exactamente…
La única diferencia es la velocidad con que experimentas el resultado. En la vida física, podría haber un lapso entre el pensamiento y la experiencia. En el reino del espíritu, no hay lapso y los resultados son instantáneos.
De esta manera, las almas recién partidas, aprenden a controlar con mucha precaución sus pensamientos, porque experimentan lo que piensan….
Aquí utilizo la palabra “Aprender” de una forma vaga, más como una forma de hablar, que como una descripción real. El término “recordar” sería más preciso.
Si las almas encarnadas aprendieran a controlar sus pensamientos con la misma rapidez y eficiencia que las almas espiritualizadas, todas sus vidas cambiarían.
En la creación de la realidad individual, el control del pensamiento, o lo que algunos llaman ORACIÓN, lo es todo…
El control del pensamiento es la forma más elevada de oración.
Por lo tanto, se piensa sólo en las cosas buenas, en las correctas. No ahonda en la negatividad y en la oscuridad. Incluso en momentos cuando la situación parece sombría, especialmente en esos momentos, se ve sólo la PERFECCIÓN, expresa únicamente gratitud e imagina sólo la manifestación de perfección que elijas.
En esta forma se encuentra la tranquilidad. En este proceso se encuentra la PAZ…
En este conocimiento se encuentra la alegría…
Neale Donald Walsch (CONVERSACIONES CON DIOS)
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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La virtud mas meritoria
El apego a las cosas materiales es un indicio notorio de inferioridad, pues, cuanto mas el hombre se apega a los bienes de ese mundo, menos comprende su destino. Por el desinteres, al contrario, el prueba que ve el futuro desde un punto de vista más elevado
"El hombre de bien que, creyendo en su futuro celeste, quiere rellenar su vida con nobles e bellas acciones, saca de su fe, de la certeza de la felicidad que lo aguarda, la fuerza necesaria, y todavía en ese caso se realizan los milagros de la caridad, del sacrificio e de la abnegación. Y, por fin, no hay malas inclinaciones que, con la fe, no puedan ser vencidas."
El Libro de los Espíritus, Allan Kardec, cap. XIX, íten 12.
Propone Allan Kardec a los espíritus responsables por la codificación cual seria la más meritoria de todas las virtudes. De ellos obtuve la siguiente respuesta que nos sugiere grave reflexión:
"Todas las virtudes tienen su mérito, porque todas son indicios de progreso en el camino del bien. Hay virtud siempre que hay resistencia voluntaria al arrastramiento de las malas tendencias. Mas la sublimidad de la virtud consiste en el sacrificio del interes personal para el bien del prójimo, sin segunda intención. La más meritoria es aquella que se basa en la caridad mas desinteresada".
El hábito de hacer el bien
Según los buenos espíritus, esa caridad es espontánea, sin necesidad de lucha interior, en las personas que ya realizaron el progreso: lucharon anteriormente y vencieron. Así, los buenos sentimientos no les cuestan ningún esfuerzo y sus acciones les parecen tan naturales: el bien se volvió para ellos un hábito. Se deben honrar a las personas "como a viejos guerreros que conquistaron sus posiciones", enseñan.
Como estamos todavía lejos de la perfección, esos ejemplos nos espantan por el contraste y los admiramos tanto, porque son raros. Sin embargo, en los mundos inter-dimensionales, más avanzados que el nuestro, eso que nos es excepcional, se torna regla.
El indicio mas característico de la imperfección
Informan los espíritus orientadores que, en la evaluación de los tribunales de justicia divina (y de la conciencia), es la parte de nuestros defectos y los vicios sobre los cuales nadie se engaña, el mas característico indicio de la imperfección para el interés personal.
Según enseñan, las cualidades morales son generalmente como dorar un objeto de cobre, que no resiste a la piedra de toque. "Un hombre puede poseer cualidades reales que lo hacen para el mundo un hombre de bien, pero esas cualidades, aunque representen un progreso, no soportan en general ciertas pruebas, y basta tocar la tecla del interés personal para que se descubra el fondo de su pensamiento".
Indicio notorio de inferioridad
Dicen los espíritus orientadores al pedagogo de Lyon: "El verdadero desinterés es de hecho tan raro en la Tierra que se puede admirar como a un fenómeno, cuando se presenta. El apego a las cosas materiales es un indicio notorio de inferioridad, pues, cuanto más el hombre se apega a los bienes de este mundo, menos comprende su destino. Por el desinterés, al contrario, prueba que mira el futuro desde un punto de vista elevado".
Y añaden: "En la medida que los hombres se aclaren sobre las cosas espirituales, darán menos valor a las materiales; en seguida, es necesario reformar las instituciones humanas, que lo entretienen y lo excitan. Esto depende de la educación".
Es necesario que el egoísmo produzca mucho mal para hacer comprender la necesidad de su extirpación.
El egoísmo, que lejos de diminuir, crece con la civilización que parece excitarlo y entretenerlo, se presenta como un gran mal. Y cuanto mayor es el mal, mas horrible se torna. "Cuando los hombres se tengan que desnudar del egoísmo que los domina, vivirán como hermanos, no haciendose mal y ayudandose recíprocamente por el sentimiento fraterno de solidaridad. Entonces el fuerte será el apoyo y no el agresor del débil, y no se verán hombres desprovistos de lo necesario, porque todos practicarán la ley de justicia. Ese es el reino del bien que los Espíritus están encargados de preparar".
El medio de destruir el egoísmo
Por la practica de la abnegación se combate la predominancia de la naturaleza corpórea, generadora del egoísmo. De esa forma el Espíritu triunfará sobre la materia.
En su lógica irrefutable, esclarecen los bienhechores espirituales que, de todas las imperfecciones humanas, "la mas difícil de desarraigar es el egoísmo, porque está ligado a la influencia de la materia, de la cual el hombre, todavía muy próximo a su origen, no puede liberarse. Todo concurre para entretener esa influencia: sus leyes, su organización social, su educación. El egoísmo se debilitará con la predominancia de la vida moral sobre la vida material y, sobretodo, con la comprensión que el espiritismo nos ofrece en cuanto a vuestro estado futuro real y no desfigurado por las ficciones alegóricas. El egoísmo se funda en la importancia de la personalidad. Pues el espiritismo bien comprendido, hace ver las cosas desde tan alto nivel espiritual,que el sentimiento de la personalidad desaparece de alguna forma ante la inmensidad. Al destruir esa importancia, o por lo menos al hacer ver la personalidad en aquello que de hecho ella es, combate necesariamente el egoísmo".
El principio de la caridad y de la fraternidad se opone al egoísmo
Es por el inter-contacto que el hombre experimenta el egoísmo de los otros, que se torna generalmente egoísta, porque siente la necesidad de ponerse a la defensiva.
En un contexto genuinamente cristiano, los buenos espíritus aseguran que solamente "el principio de la caridad y de la fraternidad debe de ser la base de las instituciones sociales, de las relaciones legales del pueblo para el pueblo y del hombre para el hombre, y este pensará menos en si mismo cuando mire lo que los otros hacen. Sufrirá, así, la influencia moralizadora del ejemplo y del contacto".
Explica Fénelon à Kardec: "en base al actual desdoblamiento del egoísmo, es necesaria una verdadera virtud para abdicar de la propia personalidad en provecho de los otros que en general no lo reconocen. Es para esos, sobretodo, los que poseen esa virtud, que está abierto el reino de los cielos; a ellos, sobretodo, está reservada la felicidad de los elegidos, pues, en verdad os digo, en el día del juicio quien quiera que no haya pensado sino en si mismo será dejado de lado y sufrirá el abandono".
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Estudio elaborado por el Centro de Estudios Espiritas Paulo Apóstol, sobre la condensación del cap. XII, Perfección Moral, del Libro de los Espíritus, de Allan Kardec, traducción de J. Herculano Pires, Editora EME.
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LA LEY DEL TRABAJO
El trabajo es una ley para las humanidades planetarias como para las sociedades del Espacio. Desde el ser más rudimentario hasta los Espíritus angélicos que velan por los destinos de los mundos, todos toman parte en el gran concierto universal.
Es penoso y grosero para los seres inferiores, el trabajo se suaviza a medida que la vida se refina. Se convierte, en un venero de goces para el Espíritu adelantado, que se hace insensible a las atracciones materiales, exclusivamente ocupado en los estudios más elevados.
Con el trabajo, el hombre domina a las fuerzas ciegas de la Naturaleza y se pone a salvo de la miseria; por el trabajo es por lo que se fundan las civilizaciones y por lo que se extienden el bienestar y la ciencia.
El trabajo es el honor y la dignidad del ser humano. El ocioso que, sin producir nada, se aprovecha de la labor de los demás, no es más que un parásito. Mientras el hombre se haya ocupada en su tarea se acallan sus pasiones. La ociosidad, por el contrario, las desencadena y les abre vasto campo de acción. El trabajo constituye también un gran consuelo, un derivativo saludable de nuestras preocupaciones y nuestras tristezas; calma las angustias de nuestro Espíritu y fecundiza lustra inteligencia. No existe un dolor moral, no existen decepciones ni reveses que no encuentren en él un apaciguamiento; no hay vicisitudes que resistan a su acción prolongada.
El trabajo es la comunión de los seres. Por el nos aproximamos los unos a los otros, aprendemos a ayudarnos y a unirnos; de esto a la fraternidad no hay más que un paso.
Es por el trabajo que la civilización se levanta, que la educación se realiza y que nuestra felicidad se perpetúa, solamente por medio del trabajo podemos desarrollar nuestras posibilidades de crecimiento hacia la inmortalidad.
La vida es la armonía de los movimientos, resultante de los cambios incesantes en el seno de la naturaleza visible e invisible. Su manutención depende de la actividad de todos los mundos y de todos los seres.
Cada individualidad, en la prueba, como en la redención, como en la gloria divina, tiene una función definida de trabajo y elevación de sus propios valores. Los que aprendieron los bienes de la vida y cuantos los enseñan con amor, multiplican en la Tierra y en los Cielos los dones infinitos de Dios.
La civilización y el progreso como la propia vida, dependen de los intercambios incesantes. El Universo en su constitución maravillosa, no creo ni sanciona leyes de aislamiento en la comunidad eterna de los mundos y de los seres. La existencia es una larga escalera, en la cual todas las almas deben darse las manos, en la subida para el conocimiento y para Dios.
El trabajo es una ley natural por lo mismo que es una necesidad, y la civilización obliga al hombre a mayor trabajo, porque aumenta sus necesidades y sus goces.
Las ocupaciones materiales no solo son trabajo, el espíritu trabaja como el cuerpo. Toda ocupación útil es trabajo.
El trabajo es impuesto al hombre porque es consecuencia de su naturaleza corporal; una expiación y al mismo tiempo un medio de perfeccionar su inteligencia; sin el trabajo, el hombre no saldría de la infancia de la inteligencia y por esto solo a su trabajo y actividad debe su subsistencia, su seguridad y bienestar. Al que es débil de cuerpo Dios le da, en cambio, la inteligencia, pero siempre es trabajo.
Todo trabaja en la Naturaleza, los animales trabajan como nosotros, pero su trabajo, como su inteligencia, está limitado a las atenciones de su conservación y he aquí porque no es progreso para ellos, al paso que en el hombre tiene un doble objeto: la conservación del cuerpo y el desarrollo del pensamiento que también es una necesidad, y que le eleva por encima de sí mismo.
Cuando decimos que el trabajo de los animales está limitado a las atenciones de su conservación, se entiende que se habla del objeto a que se proponen al trabajar, pero a su pesar, y al mismo tiempo que proveen sus necesidades materiales, son agentes que secundan las miras del Creador, y su trabajo no deja de concurrir al objeto final de la Naturaleza, aunque, con mucha frecuencia, no descubra el hombre el resultado inmediato.
La Naturaleza del trabajo es relativa a las necesidades, y cuantos menos materiales son estas, menos lo es también aquel. No creamos, sin embargo, que el hombre permanece inactivo e inútil, la ociosidad seria un suplicio en vez de un beneficio.
El hombre rico, que posee bienes suficientes para asegurarse la existencia no está libre de la ley de trabajo, del trabajo material quizás; pero no de la obligación de hacerse útil según sus medios, de perfeccionar su inteligencia o la de otros, lo que también es trabajo.
Para reparar las fuerzas del cuerpo es necesario el descanso con el dejamos un poco de libertad a la inteligencia con el fin de que se levante por encima de la materia.
El límite del trabajo es el límite de las fuerzas. Por lo demás Dios deja al hombre en libertad.
El imponer a los inferiores un trabajo excesivo es una de las acciones más malas. Todo hombre que tiene mando res responsable del exceso de trabajo que impone a sus inferiores porque viola la ley de Dios.
En la vejez el hombre tiene derecho al descanso, pues solo está obligado según las fuerzas.
Si el anciano no tiene recursos y no puede trabajar, su familia y a falta de esta la sociedad ha de hacer sus veces. Esta es la ley de caridad.
No basta decir al hombre que ha de trabajar, sino que también es preciso que el que cifra la existencia en su trabajo encuentre ocupación, lo cual no sucede siempre. Cuando la suspensión del trabajo se generaliza toma las proporciones de una calamidad como la miseria. La ciencia económica busca el remedio en el equilibrio de la producción y el consumo; pero este equilibrio, aun suponiendo que sea posible, tendría siempre intermitencias, durante cuyos intervalos no deja de tener necesidades de vivir el obrero. Hay un elemento, con el cual no se ha contado bastante y sin el, la ciencia económica no pasa de ser una teoría. Este elemento es la educación, no la intelectual, sino la moral, y tampoco la educación moral que enseñan los libros, sino la que consiste en el arte de formar el carácter, la educación que da hábitos; porque la educación es el conjunto de hábitos adquiridos.
Cuando se piensa en la masa de individuos lanzados diariamente al torrente de la población, sin freno y sin principios y entregados a sus propios instintos, ¡ hay que admirarse de sus desastrosas consecuencias¡. Cuando se conozca, comprenda y practique aquel arte, el hombre llevara a la sociedad hábitos de orden y de previsión para sí y los suyos, de respeto hacia lo respetable, hábitos que le permitirán pasar menos penosamente los malos días inevitables. El desorden y la imprevisión son dos canceres que solo una educación bien entendida puede curar; este es el punto de partida, el elemento real del bienestar, la prenda de seguridad para todos.
El que trabaja tiene asegurado un refugio para su sufrimiento y un verdadero amigo en la tribulación, no puede aceptar la vida con disgusto. En cambio, cuan digna de lastima es la situación de aquel a quien los achaques condenan a la inmovilidad y a la inacción; si este hombre ha sentido la grandeza y la santidad del trabajo, si por encima de su interés propio ve el interés general y el bien de todos y quiere contribuir a él, sufre uno de los padecimientos más crueles que se han reservado para el ser viviente
Tal es también la situación en el Espacio del Espíritu que falto a sus deberes y disipo la vida. Comprendiendo demasiado tarde la nobleza del trabajo y la villanía de la ociosidad, sufre al no poder realizar lo que su alma concibe y desea.
La antigüedad romana deshonro el trabajo haciendo de el la condición propia del esclavo. Esto explica su esterilidad moral, su corrupción y sus secas y frías doctrinas. Los tiempos actuales tienen otra concepción completamente distinta de la vida. Buscan plenitud en una labor fecunda y regeneradora.
La filosofía de los Espíritus amplifica más aun esta concepción, indicándonos en la ley de trabajo el principio de todos los progresos y de todas las elevaciones, y demostrándonos que la acción de esta ley se extiende a la universalidad de los seres y de los mundos. Por eso estamos autorizados a decir: Despertad ¡ OH, vosotros, todos los que dejáis adormecidas vuestras facultades, vuestras fuerzas latentes! ¡Manos a la obra! ¡Trabajad, fecundad la tierra; haced resonar en las fabricas el ruido del vapor!. Agitaos en la colmena inmensa. Vuestra tarea es grande y santa. Nuestro trabajo es la vida, es la gloria y es la paz de la humanidad.
Obreros del pensamiento, escrutad los grandes problemas, propagad la ciencia, distribuid entre las multitudes los escritos y las palabras que reconfortan y fortifican.¡Que de un confín del mundo al otro unidos en la obra gigantesca, cada uno de nosotros emita su esfuerzo, con el fin de contribuir a enriquecer el dominio material, intelectual y moral de la humanidad!.
La glorificación del trabajo es un servicio que ha venido cumpliendo el Evangelio.
Con anterioridad a la influencia del Maestro, la tierra era un vasto latifundio poblado por amos y esclavos. El servicio era considerado deshonra.
Dominadas por el principio de la fuerza, las naciones conservaban enorme semejanza con los agrupamientos de la comunidad primitiva. La notoriedad social provenía de la caza. Los tronos se erguían, casi siempre, sobre oscuros cimientos de pillaje.
Los favores de la vida pertenecían a los más astutos y a los más poderosos. Cualquier revés económico redundaba en cautiverio compulsivo.
El trabajo era sinónimo de envilecimiento.
Los espíritus más nobles, la mayoría de las veces, permanecían en absoluta dependencia, sudando y gimiendo para sostener el carro purpúreo de los opresores. En todas las ciudades pululaban los esclavos de todos los matices, y tan solo a ellos se les confería el deber de servir como severo castigo.
La Roma imperial estaba repleta de cautivos tomados a Egipto, a Grecia, a la Galilea y al Ponto. Tan solo en la revolución de Espartaco, en el año 71 antes de la era cristiana, fueron condenados a muerte en la Vía Apia, 30.000 esclavos cuya única falta era la de aspirar al trabajo digno en libertad edificante.
Con Jesús, sin embargo, surge una nueva época para el mundo. El ministerio del Señor es, sobre todo, de acción y movimiento. Se levanta el Maestro al Alba y se devoción al bien de los semejantes hasta muy entrada la noche.
Medico _ no descansa en el auxilio efectivo a los enfermos.
Profesor _no se fatiga con la repetición de las lecciones.
Bienhechor _ esparce sin cesar las bendiciones del amor infinito.
Sabio _ coloca a la ciencia del bien al alcance de todos.
Abogado _ defiende los intereses de los débiles y de los humildes.
Trabajador Divino _ sirve a todos sin reclamos y sin esperar recompensa.
El ejemplo de Cristo es sublime contagioso. Cada compañero de apostolado se aparta luego de la comodidad, para ayudar en su nombre y abrir horizontes más amplios a la comprensión de la vida, en regiones distantes de la cuna que los viera nacer.
Mas tarde en Roma, el deseo de ayuda mutua entre los cristianos, alcanza realizaciones inconcebibles en el capitulo del trabajo.
Personas convertidas al Evangelio se consagran por entero al servicio, con el objeto de amparar a los compañeros necesitados.
Los aprendices de la Buena Nueva se esparcen en las actividades de la industria y la agricultura, de las artes y las ciencias, de la instrucción y el comercio, dela asistencia y la limpieza pública, disputando medios para el auxilio a los socios del ideal, en la servidumbre o en la indigencia, en el sufrimiento o en las prisiones.
Hay quien ayuna durante dos o tres días seguidos, a fin de economizar dinero para los servicios de asistencia al prójimo, bajo la dirección de un pastor. El trabajo pasa entonces a ser interpretado como bendición Divina.
Paulo de Tarso, cuando se traslada de la dignidad del sanedrín a la ruda labor del telar y confecciona tapices para no ser carga de nadie, a fin de garantizar de esa manera su libertad de palabra y acción, es el símbolo del cristiano que educa y realiza, a la vez que demuestra que a la pureza de la enseñanza debe aliarse la gloria del ejemplo.
Y honrado hasta hoy, en el trabajo digno a su principal norma de acción, el Cristianismo es la fuerza libertadora de la Humanidad, en todos los rincones del mundo.
Muchos negadores de la sobre vivencia del Espíritu, interrogan, acerca de cuestiones que desearían ver solucionadas sin la contribución del esfuerzo, personal, que pertenece a la criatura humana.
Preguntan con inteligencia ¿por qué razón no se materializan los Espíritus, que todo lo pueden, a fin de demostrar sin sombra de duda la inmortalidad?.
¿Por qué los Muertos, que pueden penetrar en el futuro, no traen las formulas eficaces para acabar con las enfermedades, reduciendo así los dolores que sufren los hombres?.
¿Por qué los orientadores de la humanidad, no nos esclarecen sobre la patogénesis de las neoplasias malignas, modificando los panoramas de la salud, en el planeta terrestre?.
¿Por qué los Benefactores de la criatura humana, ya desencarnados, no presentan hábiles soluciones para los graves problemas de la alineación mental?.
¿Por qué los Guías del destino humano, no nos proporcionan, los métodos para combatir la súper población, impidiendo que se corporifiquen nuevas criaturas, mediante lo cual evitarían las colectivas calamidades sociales, económicas y morales, que azotan a decenas de millones de hambrienta y enfermos?.
¿Por qué los Instructores Espirituales no actúan directamente sobre los jefes de Estado, impeliendo que los mismos accionen las armas de guerra, con las cuales dominan naciones y victiman a un incalculable numero de criaturas?.
Son interrogantes, que se caracterizan por el comodísimo mental, en un proceso de transferencia de responsabilidad y acción, se multiplican en innumerables ítem.
No obstante, las respuestas se encuentran en el cuerpo de la Doctrina que se empeñan en ignorar y que no se permiten conocer por medio del estudio ni de la meditación.
El Espiritismo enseña, a trabes de su lógica de bronce, que la muerte no modifica intrínsicamente a nadie.
Morir, como reencarnar, significa salir del cuerpo o entrar en el sin alteración real de los valores morales ni del comportamiento personal.
Asimismo, aclara que no existen formulas mágicas para lograr soluciones de ocasión, lejos del esfuerzo de cada cual y sin la activa contribución de cada uno.
Lo que la Doctrina Espirita pretende es la transformación interior del ser, allí donde se encuentre, prosperando así en beneficio propio y en el de su prójimo, al servicio de la vida.
Lo que a los hombres corresponde realizar no puede transferirse a los Amigos Espirituales.
Si los Educadores realizan las tareas de sus discípulos, no harían mas que promover en ellos la inutilidad, la ignorancia, la pereza...
Debido a sus conquistas y conforme las necesidades que les son compatibles, periódicamente permite la Divinidad que se corporifiquen, como misioneros de la evolución y del progreso humano Einstein, un Gandhi, un Pasteur, un Flemming, un Francisco de Asis y otros, enseñando la belleza y convocando a la lucha sin cuartel del trabajo y de la renovación personal.
La verdad cambia mucho entre los hombres, a semejanza de una luz filtrada por vidrios de diferentes tonalidades, y tampoco todos pueden afrontar esa verdad mientras viven.
Si millones de criaturas, estando aun en la carne, se toparan frente a frente con la verdad simple y cruda, de la vida mas allá de la tumba, sin diálogos directos con los inmortales corporificados entre ellos, enloquecerían de pavor, arrojándose en suicidios infelices, en desdichados y espectaculares intentos de fuga de la realidad...
Si los Espíritus aportasen rápidas respuestas para los problemas que tiene la función de fomentar el progreso, la parálisis inutilizaría brazos y mentes, que llegarían a atrofiarse, perdida la finalidad que tienen destinada en el mecanismo de la evolución.
Los hombres disfrutan conforme sus merecimientos, reciben de acuerdo con lo que realizan y cosechan la sementera dejada en el pasado.
En su inevitable proceso de desarrollo, el Espíritu es, en el cuerpo, o fuera de el, el autor de su destino.
Los desencarnados no son poseedores de toda la sabiduría. Si eso fuera posible, como consecuencia del puro y simple fenómeno de la muerte ellos se volverían dioses, tal como lo sostiene las concepciones de la ortodoxia mitológica del pasado.
Jesús es el Señor que a todos nos estimula, invitándonos a las conquistas superiores, portador, El si, del conocimiento pleno.
Revelándonos al Padre, en ningún momento tuvo el deseo de igualarlo, en cambio, nos enseño a adorarlo en condición de Entidad máxima, y a El, nuestro Maestro y Benefactor, a seguir imitándolo en todos los caminos , para adquirir la paz.
Honrando al trabajo, como ley que fomenta la evolución afirmo También “El Padre hasta hoy trabaja”, legándonos la honra del Servicio intransferible como un apoyo resistente para la victoria sobre las dificultades personales y para la liberación de todas las circunstancias afligentes y dolorosas, por nosotros mismos engendradas.
¡AMAD EL TRABAJO Y ENGRANDECERLO!
Es por el que la civilización se levanta, que la educación se realiza y que nuestra felicidad se perpetúa. En la Patria de las Almas llora amargamente el espíritu que desprecio su riqueza oculta, por haberse olvidado que solamente por medio del trabajo podemos desarrollar nuestras posibilidades de crecimiento hacia la inmortalidad.
Merchita
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