Prof. Raul Teixeira |
VIDA E VALORES (DÉBITOS Y CRÉDITOS)
El empresario Gordon Gould tuvo el deseo de expresarse diciendo que, para el, una de las cosas más importantes de estos tiempos en el mundo es la contabilidad e débitos y créditos. Y el mencionaba una serie de razones para justificar su entendimiento.
Vale recordar que esa contabilidad de débitos y créditos nació en el Siglo XV más concretamente en el 1494 y fue creada por un monje franciscano llamado Pacioli.
Ese monje franciscano creo esa metodología exactamente para auxiliar a los mercaderes, a los comerciantes, negociantes de Venecia que precisaban que precisaban gerenciar sus crecientes economías.
Precisaban administrar su dinero de una forma eficiente y encontraron, en el trabajo del monje franciscano Luca Pacioli, un elemento importantísimo para que ellos pudiesen analizar pérdidas, y ganancias, en el bajo de sus realizaciones.
A partir de ahí, la Humanidad ha experimentado mucho éxito al hacer uso de esa contabilidad: debito-Crédito.
Eso entró de tal modo en la vida de las comunidades del mundo entero que hoy forma parte de los cursos de contabilidad, de economía, de administración y usamos esa manera de pensar, esa metodología de lidiar con valores, en lo cotidiano.
Hablamos en otros contextos a respecto de debito e crédito, en términos morales: usted tiene débitos conmigo. Yo tengo crédito con usted. Usted tiene créditos para conmigo. Yo tengo débitos para con usted.
A partir de eso, la idea de Lucas Pacioli se esparció por el mundo y es tan importante verifiquemos que todos nosotros, de una manera u de otra, tenemos nuestro tiempo de rendir cuentas de lo que estamos haciendo de nuestra existencia.
No es de extrañar que Jesús Cristo, un día, se exprese diciendo que el administrador daría cuenta de su administración.Cuando pensamos en administración, no es apenas de administración de negocios, de dinero nada más, en ese sentido amplio, es la administración de nuestra vida, si no sabemos administrarla bien, ciertamente contraeremos débitos.
Si consiguiéramos administrar bien nuestra vida, obtendremos los créditos provenientes de nuestro juicio, de nuestra buena acción, de la grandeza que creamos con nuestra vida en la Tierra.
Por eso es que nos cabe reflexionar, nos cabe pensar en esa dinámica de la vida de todos nosotros y de cada uno en particular, que nos remite siempre a hacer ese balance, entre los créditos que la Divinidad nos confió y los débitos que contraemos, cara al mal uso o al desuso de esos créditos Divinos.
Es por eso que percibimos que cada vez que hacemos mal, por ejemplo, el crédito de la palabra, usamos mal nuestro hablar, adquirimos débitos para el futuro.
Cada vez que utilizamos mal el crédito de la visión, creamos problemas para nuestro mañana.
El crédito de nuestros pies, de nuestra inteligencia, de las oportunidades sociales, todo esto va formando parte de los elementos de que disponemos en la Tierra para vivir de mejor manera.
¿Usted sabe cuántas bendiciones le ofreció la vida y le ofrece? La familia, los amigos, el trabajo, la salud, las variadas oportunidades y no se justifica que, ante tantas oportunidades, hagamos un mal uso. No obstante, muchas veces, en nombre de nuestra locura, de nuestra inconsciencia, acabamos por usar mal los créditos que la Divinidad nos confió y tendremos que acertar eso un día.
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Es importante, en ese capítulo de débitos y créditos, en la contabilidad creada por Pacioli verificaremos que, un día, el Codificador Espirita Allan Kardec preguntó a los Buenos Espíritus a respecto de lo que podríamos hacer para superarnos en las tentaciones del mal y para realizarnos con provecho nuestra jornada terrestre.
Los Nobles Guías de la Humanidad respondieron que un viejo sabio de la Antigüedad ya nos había dicho: Conócete a ti mismo.
Allan Kardec volvió a la carga y pregunto: Entendí el sentido de ese auto conocimiento. El problema exactamente en cómo hacerlo. ¿Cómo podremos realizar esto?
El Espíritu San Agustín respondió: Haz como yo hacía cuando estaba en el mundo. Al final de cada día, hacia un balance de cómo yo había vivido, aquello que había realizado en prejuicio del prójimo, en mi propio prejuicio. Aquello que yo había hecho en contraposición a las Leyes Divinas.
Hacia una toma de débitos y créditos, se dice, y gracias a eso, quedamos con una formula, digamos así, para realizar ese esfuerzo por el auto conocimiento.
No es fácil porque casi siempre nos ocultamos de nosotros mismos o, por lo menos, intentamos hacerlo. Al no ocultarnos de nosotros mismos, vamos dando disculpas que nada disculpan a nuestros actos: Yo lo hice porque fulano me provocó, yo dejé de hacerlo porque Beltramo no me dejó.
Vamos siempre empujando para lejos, echando para fuera de nosotros las responsabilidades que son nuestras.
En la medida en que queremos conocernos de hecho, asumimos nuestras faltas y nuestros aciertos. Aquello que erramos, lo colocamos en el plato simbólico de una balanza y aquello que acertamos lo colocamos en el otro plato de la balanza.
A partir de ahí, tendremos el establecimiento del peso entre debito y crédito, lo que nos sobra.
Cuando estamos haciendo esfuerzos para conocernos, no nos avergonzamos de los errores que aun cometemos y ni queremos huir de los aciertos que emprendemos.
Hay cosas maravillosas que ya hicimos. ¿Para qué esconder eso de nosotros? ¿Para qué fingir que no hacemos? ¿Más, aun hay mucha sombra en nuestras actitudes y porque ocultar eso de nosotros?
¿Si cargamos una maldad, una herida y negamos que la hicimos, como es que vamos a tratarla?
Lo más especial es cuando asumimos que llevamos una llaga abierta porque entonces muchos se prestaran para ayudar en ese proceso de tratamiento.
Cada uno de nosotros ante la vida carga cosas buenas que ya hizo, cosas felices que hizo, sus créditos. El buen uso de aquello que Dios nos dio, el buen uso de aquello que Dios nos da son créditos más, muchas veces, huimos de buen gusto, nos perdemos en esos laberintos de equívocos y cargamos débitos.
No hay ningún motivo para la desesperación, no hay ningún motivo para que nos perdamos desfigurados por el remordimiento, deseando morir. El tiempo de ahora es el tiempo de la oportunidad. Deseamos vivir para corregir lo que quedo mal pintado en nuestra tela.
Es el tiempo de acertar, corrigiendo el paso que no haya sido bien dado, en nuestra vida y, gracias a eso, trabajaremos en el sentido de que la contabilidad Divina pueda reconocer nuestros créditos y justificar nuestros débitos con las cosas buenas que hacemos.
Fue el Apóstol Simon Pedro que enfatizo de forma notable ese sentimiento al decirnos que el amor cubre la multitud de pecados.
Todos nosotros en la Tierra somos Espíritus en esa fase de pruebas, de expiaciones, con necesidad de aprender, de pagar deudas más con la gran oportunidad de desenvolver en nosotros el amor bajo todos los aspectos considerables, porque solamente el amor cubre multitud de pecados.
Transcripción del programa Vida y Valores, del número 203, presentado por Raúl Texeira, bajo la coordinación de la Federación Espirita del Paraná.
Traducido por: M. C. R.
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"La emoción más sutil de la que somos capaces, es la emoción mística. Aquí yace el germen de todo arte y ciencia verdadera. A todo aquel a quién este sentimiento le sea extraño, que no sea capaz de asombrarse y viva en un estado de miedo es un hombre muerto.
Saber que lo que es impenetrable para nosotros, realmente existe y se manifiesta como la más alta sabiduría y la belleza más hermosa y que sólo sus formas más groseras son inteligibles para nuestras pobres facultades -- este conocimiento, este sentimiento... es el núcleo del verdadero sentimiento religioso.
En este sentido, y sólo en este sentido, me considero un hombre profundamente religioso."
- Albert Einstein-
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LA FRATERNIDAD
Debemos ver siempre en cada persona a uno de nuestros hermanos que merece nuestro cariño, nuestro respeto y nuestra consideración.
Todos nosotros, hombres o mujeres, ricos o pobres, sabios o ignorantes, negros o blancos, somos hijos del mismo Padre, con los mismos derechos y las mismas responsabilidades.
Ya sabemos que por ley de reencarnación ocuparemos todas las posiciones en la Tierra y necesitamos encarnar en todos los países y en todas las clases sociales. En cada país y en cada clase social aprendemos un poco, para llegar a conocer todas las cosas de la Tierra.
Ya tuvimos y todavía tendremos muchas patrias en la Tierra. En el futuro podremos nacer en otros países; y si en la actual encarnación pertenecemos a la raza blanca o a la negra, en otras podremos pertenecer a la amarilla o la cobriza.
La elección de los países, de las razas y de las posiciones sociales en que precisamos encarnar, depende del trabajo que vamos a realizar para nuestro progreso y el de nuestros hermanos.
Si encarnáramos siempre en el mismo país y ocupásemos siempre la misma posición social, nunca alcanzaríamos la perfección.
No hay motivos para que una raza se sienta superior a otra; todos podemos cambiar de raza en cada encarnación y quién nació en América ahora, podrá nacer más tarde en Asia o en Europa.
Tampoco haya razones para que las clases ricas desprecien a las clases pobres, ni para que las clases pobres envidien a las clases ricas; las pruebas soy iguales para todos, y cada uno de nosotros precisa vivirlas una por una.
Consideremos a la humanidad toda como una gran familia y a la Tierra entera como nuestra patria.
Y te olvides que sea cual fuere tu raza o tu posición social, abrázame: yo soy tu hermana.
Eliseo Rigonatti
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