Alma, principio vital y fluido vital
Hay otro vocablo acerca del cual interesa asimismo entenderse porque es una de las bases de toda doctrina moral y ha motivado numerosas controversias, por falta de una significación bien precisa: es la palabra alma. La divergencia de opiniones acerca de la naturaleza del alma proviene de la aplicación particular que cada cual hace de esta palabra. Una lengua perfecta, en la que cada idea estuviera representada por un término específico, evitaría muchas discusiones. Con una palabra para cada cosa todos nos entenderíamos.
Según unos, el alma es el principio de la vida material orgánica. No tiene en modo alguno existencia propia y cesa al terminar la vida. Este concepto es materialismo puro. En tal sentido, y por comparación, dicen de un instrumento desafinado –que ya no da sonido- que “no tiene alma”. De acuerdo con esta opinión, el alma sería un efecto y no una causa.
Otros piensan que el alma es el principio de la inteligencia, agente universal del que cada ser absorbe una porción. Según ellos, no habría en el Universo entero más que una sola alma, que distribuye chispas entre los diversos seres inteligentes durante la vida de éstos. Después de su muerte, cada chispa retorna a la fuente común, donde se confunde con el todo, de la manera que los arroyos y ríos vuelven al mar de donde habían partido. Esta opinión difiere de la anterior en que, según tal hipótesis, hay en nosotros algo más que la materia y después de la muerte queda algo. Pero es más o menos como si no quedara nada puesto que, no existiendo más la individualidad, no tendríamos ya conciencia de nosotros mismos. Conforme a esa opinión, el alma universal sería Dios y cada ser constituiría una parcela de la Divinidad. Es ésta una variedad del panteísmo.
Por último, según otros, el alma es un ser moral distinto, independiente de la materia y que conserva su individualidad después de la muerte. Este concepto es, a no dudarlo, el más general, porque bajo un nombre u otro la idea de ese ser que sobrevive a su cuerpo se encuentra en estado de creencia, instintiva e independiente de toda enseñanza, en la totalidad de los pueblos, sea cual fuere su grado de civilización. Esa doctrina, según la cual el alma es la causa y no el efecto, es la de los espiritualistas.
Sin discutir el valor de tales opiniones, y considerando tan sólo el lado lingüístico de la cuestión, diremos que esas tres aplicaciones de la palabraalma constituyen otras tantas ideas distintas, cada una de las cuales requeriría un término diferente. El vocablo alma posee, pues, tres acepciones, y a cada cual le asiste razón, desde su punto de vista, en la definición que le da. La falla está en el idioma, al no tener más que una palabra para expresar tres ideas diversas. Para evitar todo equívoco habría que restringir el significado del término alma a una sola de esas tres ideas: no interesa cuál de ellas se elija; la cuestión es entenderse, ya que se trata de una convención. Por nuestra parte, nos parece más lógico aplicarle la significación más común, de ahí que llamemos ALMA al Ser inmaterial e individual que existe en nosotros y que sobrevive a nuestro cuerpo. Aun cuando este Ser no existiera, siendo sólo un producto de la imaginación, se necesitaría un término para designarlo.
A falta de una palabra especial para cada una de las otras dos ideas, llamaremos:
Principio vital, el principio de la vida material y orgánica, sea cual fuere la fuente de que provenga, y que es común a todos los seres vivientes, desde las plantas hasta el hombre. Visto que la vida puede existir prescindiendo de la facultad de pensar, el principio vital es una cosa distinta e independiente. El vocablo vitalidad no daría la misma idea. Para unos, el principio vital es una propiedad de la materia, un efecto que se da cuando la materia se halla en determinadas circunstancias. Según la opinión de otros –y esta es la idea más común -, aquél reside en un fluido especial, universalmente esparcido y del que cada ser absorbe y se asimila una parte durante su vida, así como vemos que los cuerpos inanimados absorben la luz. Esto sería entonces el fluido vital que, con arreglo a ciertas opiniones, no sería otro que el fluido eléctrico “animalizado” (7) designado asimismo con los nombres de fluido magnético, fluido nervioso, etcétera.
(7) Esta palabra se utiliza aquí en su acepción, poco usada, de “convertirse en ser animal”. [N. del T. al cast.]
(8) Proteo, ser mitológico que cambiaba constantemente de forma. [N. del copista.]
Sea lo que fuere, hay un hecho irrebatible, porque constituye un resultado de la observación, y es que los seres orgánicos poseen en sí una fuerza íntima que produce el fenómeno de la vida en tanto dicha fuerza existe; que la vida material es común a todos los seres orgánicos y es independiente de la inteligencia y el pensamiento; que inteligencia y pensamiento son las facultades propias de ciertas especies orgánicas; y, por último, que entre las especies orgánicas dotadas de inteligencia y pensamiento hay una que está provista de un sentido moral especial, que le confiere una incontestable superioridad sobre las demás, y es la especie humana.
Así pues, se comprende que, poseyendo varias acepciones, el alma no excluya ni al materialismo ni al panteísmo. El espiritualismo mismo puede muy bien entender el alma según una u otra de las dos primeras definiciones, sin perjuicio del ser inmaterial distinto, al que dará, entonces, cualquier otro nombre. De modo que esta palabra no representa en modo alguno una opinión. Es un Proteo( 8) que cada cual adapta a su gusto. De ahí que surjan tantas interminables discusiones.
Se evitaría también la confusión –aun sirviéndonos de la palabra alma en los tres casos- agregándole un adjetivo calificativo que especificara el punto de vista desde el cual se la considera, o la aplicación que se le da. Sería entonces un término genérico, que representara a la vez el principio de la vida material, de la inteligencia y del sentido moral, y que se distinguiría mediante un atributo, como se procede con los gases, a los cuales se distingue añadiéndoles las voces hidrógeno, oxígeno o nitrógeno. En consecuencia, podríamos decir (y sería quizá lo mejor) el alma vital para designar el principio de la vida material, el alma intelectual para el principio de la inteligencia y el alma espírita para el principio de nuestra individualidad después de la muerte. Según se advertirá, todo esto es cuestión de palabras, pero importa mucho para que podamos entendernos. Así pues, el alma vital sería común a todos los seres orgánicos: vegetales, animales y hombres. El alma intelectual pertenecería a hombres y animales. Y el alma espírita correspondería al hombre únicamente.
Hemos creído necesario insistir sobre estas explicaciones, tanto más cuanto que la Doctrina Espírita se basa naturalmente sobre la existencia en nosotros de un Ser independiente de la materia y que sobrevive al cuerpo. Puesto que la palabra alma ha de aparecer con frecuencia en el transcurso de esta obra, importaba determinar con precisión el sentido que le damos, a fin de evitar todo posible equívoco.
Vayamos ahora al objeto principal de esta instrucción preliminar.
El Libro de los Espíritus
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TEORÍA -M-
La Teoría-M, viene de frente con la existencia de una partícula divina conciencial en el final de la escala de las partículas subatómicas. Esta, está en constante perfeccionamiento, afirmando que los quarks, la más ínfima partícula subatómica conocida hasta el momento, estarían unidas entre sí por supercuerdas que, de acuerdo con su vibración, darían la “tonalidad” específica al núcleo atómico a que pertenecen, dando así las cualidades físico-químicos de la partícula en cuestión.
Querer imaginarlas traduce un enorme esfuerzo mental, para tener una idea: el planeta Tierra es de diez a veinte órdenes en grandeza más pequeño que el universo, y el núcleo atómico es de diez a veinte órdenes de grandeza más pequeño que la Tierra. Pues bien, una supercuerda es diez a veinte órdenes más pequeña de lo que el núcleo atómico.
El profesor Rivail, esclarece en El Libro de los Espíritus (1):
30. ¿La materia está formada de uno o de muchos elementos?
- De un sólo elemento primitivo. Los cuerpos que consideráis simples no son verdaderos elementos, son transformaciones de la materia primitiva.
O sea, es la vibración de esa infinitesimal cuerdecitas que son las responsables por las características del átomo a que pertenecen. Conforme vibren esas darían origen a un átomo de hidrogeno, helio y así sucesivamente, que a su vez, agregados en moléculas, dan origen a compuestos específicos y cada vez más complejos, llevándonos a por lo menos 11 dimensiones.
Corrobora Allan Kardec en El Libro de los Espíritus (1):
¿Pues qué hay dos elementos generales en el Universo: el elemento inteligente y el elemento material, se podrá decir que los Espíritus están formados del elemento inteligente, como los cuerpos inertes lo son del elemento material?
- Evidentemente. Los Espíritus son la individualización del principio inteligente, como los cuerpos son la individualización del principio material.
Vimos que el Espíritu y la materia son dos elementos constitutivos del Universo. ¿El principio vital será un tercero?
- Es, sin duda, uno de los elementos necesarios de la constitución del Universo, pero que también tiene su origen en la materia universal modificada. Es, para vosotros, un elemento, como el oxigeno y el hidrógeno que, mientras tanto, no son elementos primitivos, pues todo eso deriva de un solo principio.
Esa teoría trae la ilación de que tal tonalidad vibratoria fundamentada es dada por algo, de donde abstraemos la “conciencia” o espíritu como el factor propulsor de esas cuerdas quánticas. Siendo así, eso anda pero nos hace pensar en una unidad conciencial vibrando a partir de cada ser. Completa Kardec en El Libro de los Espíritus (1):
¿Es eterna la ley de Dios?
- Eterna e inmutable como el propio Dios.
¿Dónde está escrita la ley de Dios?
- En la conciencia.
Siguiendo esta teoría y embarcando en la idea lanzada por André Luiz en Evolución en Dos Mundos (3), donde somos co-creadores de esa conciencia universal, y cada vez más responsables por dirigir el estado vibracional de nuestras propias cuerdecitas a la medida que de ellas nos concienciamos, llegaremos a la armonía perfecta cuando realmente entráramos en sintonía con la conciencia generadora que está en nosotros – espíritu, y también en el todo, vulgarmente conocida por Dios, o como algunos físicos teóricos sustentan “El Supremo Agente Estructurador”.
Recurrimos nuevamente al Codificador en El Libro de los Espíritus (1):
¿Qué deducción se puede sacar del sentimiento instintivo, que todos los hombres traen en sí, de la existencia de Dios?
- La de que Dios existe; pues, ¿de dónde les vendría ese sentimiento, si no tuviese una base?
¿Se podría encontrar en las propiedades íntimas de la materia la causa primaria de la formación de las cosas?
- Pero, entonces, ¿cuál sería la causa de esas propiedades? Es indispensable siempre una causa primaria.
Interpretemos a Allan Kardec en La Génesis (2) Cap. II – La Providencia:
“La providencia es la solicitud de Dios para con sus criaturas. Él está en todas partes, todo lo ve, todo lo preside, incluso las cosas más mínimas. Es en esto que consiste la acción providencial.
“¿ Cómo puede Dios, tan grande, tan poderoso, tan superior a todo, inmiscuirse en pormenores ínfimos, preocuparse con los menores actos y los menores pensamientos de cada individuo?” Esta interrogación que a sí mismo se dirige el incrédulo, concluyendo por decir que, admitida la existencia de Dios, sólo se puede admitir, en cuanto a su acción, que ella se ejerza sobre las leyes generales del Universo; que este funcione de toda la eternidad en virtud de esas leyes, a las cuales toda criatura se encuentra sometida en la esfera de sus actividades, sin que sea menester la intervención incesante de la Providencia”.
Esta conciencia única del razonamiento cuántico, se transforma en dos elementos: un objetivo y otro subjetivo. El subjetivo lo llamamos quántico, universal, indivisible, como También el Dr. Hernani Guimarâes de Andrade definió. La individualización de ese ser es consecuencia de un condicionamiento. Ese ser quántico es la manera como pensamos en Dios, que es el ser creador dentro de nosotros.
Volvemos al genio de Lyón en La Génesis (2) Cap. II – La Providencia:
34. – Siendo Dios la esencia divina por excelencia, únicamente los Espíritus que alcanzaron el más alto grado de desmaterialización lo pueden percibir. Por el factor de no verlos, no se sigue que los Espíritus imperfectos estén más distantes de él que los otros; esos Espíritus, como los demás, como todos los seres de la Naturaleza, se encuentran sumergidos en el fluido divino, del mismo modo que nosotros lo estamos en la luz.
Acostumbramos a evaluar a Dios como algo únicamente externo. Pensamos en Dios como un ser separado de nosotros. Eso, es una causa de nuestros conflictos internos. Si Dios también está dentro de nosotros, podemos cambiar por nuestra propia voluntad. Pero si creemos que Dios está exclusivamente del lado de fuera, entonces, supones que sólo Él nos puede cambiar y no nos transformamos por nuestra propia voluntad.
No podemos excluirnos a nuestra voluntad, diciendo que todo ocurre por la voluntad de Dios. Tenemos que reconocer al dios que hay en nosotros, como afirmó el Dulce Amigo hace 2000 años. “Conoceréis la verdad y ella os liberará”, entonces, seremos libres.
Allan Kardec prueba en La Génesis Cap. II – La Providencia:
24. – “(...) Nos encontramos entonces, constantemente, en presencia de la Divinidad; en ninguna de nuestras acciones le podemos sustraer la mirada; nuestro pensamiento está en contacto ininterrumpido con su pensamiento, habiendo, pues, razón para decir que Dios ve los más profundos rincones de nuestro corazón. Estamos en él, como él está en nosotros, según la palabra de Cristo.
Para extender su solicitud a todas las criaturas, no necesita Dios lanzar la mirada de lo Alto de la inmensidad. Nuestras oraciones, para que él las oiga, no necesitan trasponer el espacio, ni ser dichas con voz retumbante, pues que, estando de continuo a nuestro lado, nuestros pensamientos repercuten en él.”
La Astronomía continúa sorprendiendo a la Humanidad al revelarnos las leyes Divinas, transformando paulatinamente nuestra mirada y, esta, se volverá más simple, como seres inmortales que lo somos y co-creadores del universo y sus herederos.
J. Herculano Pires resume “En verdad, el desenvolvimiento de la ciencia se procesa exactamente en la dirección de los principios espíritas.”
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DOCTRINA ESPIRITA Y RACISMO
Una causa con ciertos tipos de amigos no precisaría enemigos. Reducir el nivel de oportunidades del Espiritismo a su aspecto moral es mal conocerlo. A eso bien respondió Kardec en su artículo Lo que Enseña el Espiritismo, en el cual prueba que, fuera de la enseñanza puramente moral, los resultados del Espiritismo no son tan estériles como pretenden algunos. [1] El maestro les es, por eso, incomodo permanente, razón por la cual siempre buscan levantarle flaquezas, con el fin de hacer minar el poder que su obra, y solo ella, tiene de conferir al Espiritismo unidad consistente, apartándolo de las propuestas en que vale casi todo si en nombre del “amor”, el pretendido error livianamente explorado es supuesto racismo de Kardec, más como podría ser propiamente un racista alguien que escribió, por ejemplo esto:
[…] El Espiritismo, restituyendo al espíritu su verdadero papel en la creación, constatando la superioridad de la inteligencia sobre la materia, hace que desaparezcan, naturalmente, todas las distinciones establecidas entre los hombres, conforme las ventajas corporales y mundanas, sobre las cuales solo el orgulloso fundo las castas y los estúpidos preconceptos del color. [2] […] del estudio de los seres espirituales resalta la prueba de que esos seres sonde naturaleza y de origen idénticos, que su destino es el mismo, que todos parten desde el mismo punto de origen y tienden al mismo objetivo; que la vida corporal no pasa de un incidente , de una de las fases del espíritu, necesaria para su adelantamiento intelectual y moral; que en vista de ese avance el espíritu puede sucesivamente revestir diversos envoltorios, nacer en posiciones diferentes, se llega a la consecuencia capital de la igualdad de la naturaleza y, a partir de ahí, a la igualdad de los derechos sociales de todas las criaturas humanas a la abolición de los privilegios de razas. Es lo que enseña el Espiritismo. [3]Sin embargo, se debe considerar que, en el siglo 19, el concepto de raza tenía status de ciencia, siendo llamada blanca, o caucásea, tenida y habida por superior. Naturalistas y hasta abolicionistas pensaban así. El más polémico de todos los escritos apuntados por los detractores de Kardec que incluso de público, el o que decía a cierta altura:
El negro puede ser bello para el negro, como un gato es bello para un gato; más no es bello en el sentido absoluto, porque sus trazos groseros, sus labios espesos acusan la materialidad de los instintos; pueden exprimir las pasiones violentas, más no pueden prestarse a evidenciar los delicados matices del sentimiento, ni las modulaciones de un espíritu fino. [4] No en tanto, se omite el parágrafo siguiente, en el que la pretendida condición superior de aquella generación fue duramente relativizada por el maestro espirita, dando prueba de que se trataba, en el, no de preconcepto o discriminación, más si de una inferencia impregnada de la opinión científica de aquel momento, típicamente euro céntrico:
De ahí podremos, sin fatuidad, quiso, decirnos más bellos de lo que los negros y los hotentotes. Más, también puede ser que, para las generaciones futuras, mejoradas, seamos lo que son los hotentotes con relación a nosotros. y quien sabe si, cuando encuentren nuestros fósiles , ellos no lo tomaran por los de alguna especie de animales. [5] Argumenta un hermano en el Espiritismo que el error fue el de Kardec haber usado un ejemplo contemporáneo. Si escribiese “hombre neandertal” en vez de “negros y hotentotes” nada se diría. Concuerdo. ¿O será que el trabajo de los espíritus no mejora los instrumentos de que se sirven a lo largo de los milenios? Eso, claro, no tiene valor puntual. Una persona “fea” no es dueña, a priori, de un espíritu involucionado, ni una persona “bonita” es la encarnación de un espíritu necesariamente avanzado. Kardec defendía, ante de todo, que la evolución de los espíritus opera la evolución de los cuerpos; ¿o será aun mismo casual las mutaciones adaptivas? ¿Tienen alguna parte los espíritus en eso?
10. […]el cuerpo es simultáneamente el envoltorio y el instrumento del espíritu y, a la medida que este adquiere nuevas aptitudes, reviste un envoltorio adecuado al nuevo género de trabajo que debe realizar, así como se da a un operario herramientas menos groseras, a la medida que el es capaz de hacer una obra más delicada. 11. Para ser más exacto, es preciso decir que es el propio espíritu el que modela su envoltorio, adecuándolo a sus nuevas necesidades. El perfecciona, desenvuelve y completa su organismo a la medida que experimenta la necesidad de manifestar nuevas facultades; en una palabra, el lo talla de acuerdo con su inteligencia. Dios le ofrece los materiales, cabiendo a él emplearlos. Es así que las razas más adelantadas tienen un organismos, u si prefieren, una herramienta más perfeccionada que las razas más primitivas. Así también se explica el cuño especial que el carácter del espíritu imprime a los trazos fisionómicos y a las líneas de cuerpo […] 15. […] Los cuerpos de los macacos pueden muy bien haber servido de vestimenta a los primeros espíritus humanos, necesariamente poco adelantados, que han venido a encarnar en la Tierra, esas vestimentas fueron las más apropiadas para sus necesidades y más adecuadas al ejercicio de sus facultades que el cuerpo de cualquier otro animal. Al revés de ser hecha una vestimenta especial para el espíritu, el habría hallado una pronta. Se vistió entonces con la piel de macaco, sin dejar de ser espíritu humano, así como el hombre, no raro, se viste con la piel de ciertos animales sin por eso dejar de ser hombre. 16. […]se puede decir que, bajo la influencia y por efecto de la actividad intelectual de su nuevo habitante, el envoltorio se modifico, se embelleció en los detalles, conservando siempre la forma general del conjunto.los cuerpos perfeccionados, al procrearse, se reproducirán en las mismas condiciones […][6]Otra censura es la que acostumbra llegar el presidente espiritual de la Sociedad Parisiense de Estudios Espiritas: San Luis. Antes de todo, se sabe que, en la S.P.E.E, era frecuente los guías comunicarse por médiums distintos y en épocas diferentes. La respuesta de San Luis puede haber sido basada en la forma enfatizada por la imperfección del trabajo de un solo de esos médiums. Seria precipitado malsinar el espíritu con base en esa única situación, sin evidencia de eso corresponder, en el, a un padrón inferior cualquiera.
En la evocación del “negro Padre Cesar”, [7] por otra parte, el médium actúa como intermediario de dos espíritus: San Luis, que auxilia en las respuestas, y el Padre Cesar, sometido a esa ayuda. Existe la posibilidad de él l médium no haber filtrado bien los recados, o haberlos entrecruzados. La opinión a lo demás, de que la blancura se refería a la superioridad es, allí, no de San Luis, más si del Padre cesar, y aun así, no por cuenta del color blanco en sí, más si de las relaciones de poder en aquella sociedad.
El Espíritu llega a decir que estaba más feliz que en la Tierra porque su espíritu no era más negro; esto es, por no estar sujeto a las humillaciones aquí sufridas, no siendo el espíritu rico o pobre, hombre o mujer, viejo o joven, negro o blanco. Todavía, en una inesperada interferencia, dada su condición, afirmo el Padre Cesar que los blancos eran orgullosos de una “blancura” de la que no eran causa. Parece más San Luis, ahí, que el Padre Cesar.
De cualquier forma, causa extrañeza la respuesta al n. 9:
“[a San Luis].- ¿La raza negra es de hecho una raza inferior? Respuesta. _ La raza negra desaparecerá de la Tierra. Fue hecha para una latitud diferente de la vuestra”. [8] Ahora ya pareció más el Padre Cesar algo frustrado con su encarnación anterior a la de San Luis, el cual responde así a la última pregunta de Kardec: 12. [A San Luis]. - ¿Algunas veces los blancos reencarnan en cuerpos negros? Respuesta. – Si. Cuando, por ejemplo un señor maltrato a un esclavo, puede acontecer que pida, como expiación, para vivir en el cuerpo de un negro, con el fin de sufrir, por si mismo, lo que hizo padecer a los otros, progresando por ese medio y obteniendo el perdón de Dios. [9No hace mucho , apareció “Nota Explicativa” de la Federación Espirita Brasileña repeliendo cualquier posibilidad de interferencia discriminatoria o pre conceptuosa en la doctrina espirita bien entendida; fue motivada, con todo, por actuación del Ministerio Público Federal. A.F.E.B. la data venia, siempre fue más dedicada a consignar notas que contesten a Kardec, como la que corresponde a la Génesis, XV, 66, en la cual defiende el rustenismo en el momento en el que Kardec lo sepultaba. Es, pues, la nota de la F: E. B. al título de la “Nota Explicativa”, esclareciendo la situación de la obra:
Nota de la editora: esta “Nota Explicativa”, publicada en cara al acuerdo con el Ministerio Público Federal, tiene por objetivo demostrar la ausencia de cualquier discriminación o preconcepto en algunos trechos de las obras de Allan Kardec, caracterizadas, todas, por la sustentación de los principios de fraternidad y solidaridad cristiana, contenido en la Doctrina Espirita. [10] Dada la relevancia del asunto, todavía, es de lamentarse que las referencias de las citaciones de la Revista Espirita en esa Nota Explicativa febiano hayan sido registradas algo descuidadamente. De las cinco citaciones directas de la Revista, ninguna es vinculada al tópico a que corresponde y solo dos indican el mes, lo que dificulta sobremanera encontrarlas, y las demás, en los libros de otras editoras. Por señal, uno de los textos fue reproducido sin mención al número de su página en las ediciones de la propia F.E.B, y, aun, reportándose al mes errado. Donde se lee: “enero de 1863”, léase: p. 87, febrero de 1863”:
Nosotros trabajamos para dar fe a los que en nada creen; para esparcir una creencia que los torna mejores unos para los otros, que les enseña a perdonar a los enemigos, a mirarse como hermanos, sin distinción de raza, casta, secta, color, opinión política o religiosa; en una palabra, una creencia que hace nacer el verdadero sentimiento de caridad, de fraternidad y deberes sociales. [11] Otro escrito significativo de Kardec a respecto es lo que paso a transcribir en su integridad, sin negligencia el parágrafo final, inexistente en las ediciones fabianas y congéneres y, por consiguiente, en su citación constante de la Nota Explicativa de F. E. B.
Con la reencarnación desaparecen los preconceptos de razas de clases, pues el mismo espíritu puede renacer rico o pobre, gran señor o proletario, jefe o subordinado, libre o esclavo, hombre o mujer. De todos los argumentos invocados contra la injusticia de la servidumbre y de la esclavitud, contra la sujeción de la mujer a la ley del más fuerte, ninguno hay que supere en lógica el hecho material de la reencarnación. Si, pues, la reencarnación fundamenta sobre una ley de la naturaleza, el principio de la fraternidad universal, ella fundamenta sobre la misma ley el principio de igualdad de los derechos sociales y, por consecuencia, el de la libertad. Los hombres solo nacen inferiores y subordinados por el cuerpo; por el espíritu ellos son iguales y libres. De ahí el deber de tratar a los inferiores con bondad, benevolencia y humildad, porque aquel que hoy es nuestro subordinado puede haber sido nuestro igual o nuestro superior, puede ser un pariente o un amigo, y nosotros, por nuestra vez, podemos venir a ser subordinados de aquel que hoy comandamos. [12] Por tanto, la acusación de racismo a Kardec y al Espiritismo nunca podrá superar el vivió de anacronismo. Bajo ese punto de vista, Kardec no sería más racista de lo que cualquier europeo de su tiempo, sin embargo, con esta ventaja soberbia: si los errores de la ciencia de época lo autorizaron a creer en razas primitivas y que podemos nacer inferiores y subordinados por el cuerpo, a eso nunca dejo de contraponer la medida libertaria del pensamiento espirita, esto es, por el espíritu somos iguales y libres, no somos hombres o mujeres, niños o viejos, ricos o pobres, blancos o negros, lo que el acabo llevando a la defensa contundente, como se vio, de la igualdad de los derechos sociales de todas las criaturas humanas y de la abolición de los privilegios de razas.
- Con los avances de la biogenética, está demostrado que no existen genes raciales en la especie humana. Somos, claro, más evolucionados biológicamente que nuestros ascentrales antropoides. Esta, es la única evolución, admitida además por la ciencia. Caso se hable de una evolución espiritual, moral, o aun mismo cultural, es ignorado o reprendido, porque el espíritu, o la reencarnación, aun son irrelevantes para la ciencia, así como Dios. Entretanto, los espiritas por definición, no podemos hablar y pensar como agnósticos, ateos, materialistas, nihilistas. Si, por un lado, el Espiritismo nos impone acompañar a la ciencia en aquello que particularmente a esta dice respecto, nos está prohibido descuidar el propio Espiritismo en lo que a este compete exclusivamente.
- Por eso, decimos hoy, los espiritas, que no hay razas humanas inferiores o superiores, de común acuerdo en esto con la ciencia, pero igualmente reiteramos que los espíritus, mediante la reencarnación, se constituyen los artífices de la evolución biológica. Las mutaciones que dejan por seleccionar los más aptos no son casualmente adaptativas. Como decía el maestro espirita por excelencia: “Un acaso inteligente ya no sería acaso”.
Por Sergio Aleixo El blog de los Espiritas
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¡La memoria! ¿No sería un pesado grillete atado a nuestros pies? ¿Saliendo apenas de etapas de furor y de bestialidad, qué debió ser este pasado de cada uno de nosotros? ¡A través de las etapas pasadas, cuantas lágrimas vertidas, cuánta sangre derramada por nuestros hechos!
"El porqué de la vida"
León Denis.
"El porqué de la vida"
León Denis.
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