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miércoles, 19 de noviembre de 2014

EL AMOR VENCE



Anotaciones sobre el trabajo mediúmnico.

Existe un universo a explorar. Hay una Humanidad entera clamando ayuda, esclarecimiento, comprensión y caridad en el llamado mundo espiritual.  Sus dramas y sus angustias no son puramente  individuales.
La organización de un trabajo mediúmnico empieza mucho antes de dar comienzo  a sus tareas propiamente dichas, con el estudio sistemático de las obras básicas, y de las complementarias, de la Doctrina Espirita: las de Allan Kardec, León Denis, Gabriel Delanne, Gustavo Giley,  y ciertos escritos de origen mediúmnico, como los de André Luiz. Es necesario poner mucho énfasis  en el estudio  de los escritos  que cuidan el complejo problema de la mediúmnidad, que hace un soporte  indispensable de toda tarea programada. 
Si tenemos disposiciones, podemos comenzar. Y comenzar por el planeamiento y no por la ejecución precipitada y sin preparación.
Multitud de seres que han vivido aquí en la tierra, están allá a la espera de ayuda, no obstante son muy pocos los grupos que se disponen a esa tarea, procurando en si  esa elevación,  progreso, y  conocimiento
La relación con el mundo espiritual se reviste de engañosa simplicidad. Cualquier persona dotada de facultades mediúmnicos, aunque incipientes,  puede establecer contacto con los desencarnados, consciente o inconscientemente, serena  o desordenadamente. Unos lo hacen compulsivamente o con resistencia; otros con espontaneidad; unos con respeto y amor, otros con liviandad e indiferencia; y muchos sin percibir  lo que pasa  o lo que se debe hacer para ordenar un fenómeno que, como tantos otros, es natural, no teniendo nada de místico, fantástico o sobrenatural. Hay que tener un mínimo de preparación, apoyada  en un mínimo de información para tratar con los espíritus. El que trata con los espíritus sin estos requisitos, se arrastra a la mediúmnidad indisciplinada o desequilibrada, y se expone a riesgos  imprevisibles para su equilibrio emocional y orgánico. La práctica  mediúmnica  no debe ser improvisada, pues no perdona la falta de preparación e ignorancia. 
El mundo espiritual está poblado de seres  que fueron hombres y mujeres como nosotros mismos, encontrándose  en diferentes estados de desarrollo moral. Podemos deducir ese otro mundo, como es el nuestro de aquí, allí, como aquí, encontramos Espíritus  nobles y dotados  de atributos morales avanzados, pero también hay los inferiores que son en gran número, y que se encuentran  en extremos dolorosos del envilecimiento moral , de ignorancia, , de rebeldía, de angustia, de rencor, de venganza. Son con estos últimos por nuestro estado inferior de evolución con los que generalmente contactamos.
Sin embargo, esto no quiere decir que nos encontremos a merced de los espíritus inferiores, compañeros sublimados siempre velan por nosotros y están siempre dispuestos a ayudarnos, peo no debemos olvidar que ellos no hacen las tareas que nos corresponde hacer a nosotros.
Nunca somos tan pobres de bienes materiales  y espirituales que no podamos donar alguna cosa  al compañero necesitado, sea el pan o la palabra  de consuelo y solidaridad. 
El Espiritismo doctrinario nació de las practicas mediúmnicos, de ellas se nutre y de ellas depende, en gran parte  su futuro desarrollo. El intercambio, entre el mundo espiritual y este, solamente asumió expresión y sentido filosófico después que Kardec ordenó y metodizó  los conocimientos adquiridos en el contacto  con nuestros hermanos desencarnados. La practica mediúmnica es, no solo aconsejable, sino indispensable para el futuro de la Humanidad , ya que la ecuación y la solución de grandes inquietudes humanas van  a depender, cada vez más, de la exacta comprensión del mecanismo  de las relaciones entre esos dos mundo, que a fin de cuentas , no son más que uno solo, en planos diferentes.
La propia dinámica de la Doctrina Espirita  exige ese intercambio espiritual, primeramente para que se observe  y estudie el fenómeno de la mediúmnidad, sus grandezas, sus riesgos, las oportunidades de aprendizaje y progreso  que contiene, no solo para el médium, sino también para aquel que asiste a los trabajos y de ellos participa.
En el ejercicio de la mediúmnidad existe riesgo,  de mistificaciones por parte de pobres hermanos carentes de entendimiento. De aceptación de mentiras sutilmente presentadas bajo fascinantes ropajes.  De aflicciones, felizmente pasajeras, causadas por el desfile  de las angustias  de hermanos sufrientes.
EL Espíritu que yerra, invariablemente perjudica a alguien más. Los errores  que cometemos, nos penden  a una cadena de hechos y de seres que se extiende en el tiempo. El drama de un espíritu  nunca es solo suyo. En esta vida, o en las que hemos vividos, anteriormente, siempre hay eslabones  que nos unen a otros seres  y a otros dolores.                                                                                                     En los dramas que se asisten  en una reunión mediúmnica, aprendemos a contemplar la transitoriedad  el mal, la amarga  decepción del suicida, la crudeza del arrepentimiento de aquel que desperdició su tiempo en la búsqueda ansiosa  de las ilusiones mundanas, la inutilidad de las posiciones humanas, el peso terrible de la vanidad, la tensa expectativa de una nueva amargura en la carne redentora, en la cual el Espíritu queda, por lo menos anestesiado en sus angustias.
Lecciones terribles suministradas con lágrimas y gritos de desesperación por aquellos que asumieron débitos enormes delante de la Ley; lecciones de dulce tranquilidad y de serena humildad de los que ya superaron sus flaquezas i vienen, sin ostentación, solo para mostrar como es el Espíritu de aquel que ya se  venció así mismo, en la milenaria batalla contra sus propias deficiencias. Muchas y variadas lecciones, extenso y profundo aprendizaje  para todos  los que desearon  realmente apresurar los pasos y acortar el camino que le lleva a Dios.
No es difícil la organización de un grupo mediúmnico, se cuenta  con estudios serios y seguros de orientación doctrinaria al respecto.  Es bueno que el grupo sea pequeño, de preferencia familiar, compuestos de personas que se armonicen perfectamente y que estén interesadas en un trabajo serio y continuo. Que no se deje desanimar  por dificultades  o por la aparente insignificancia  de los primeros resultados, ni fanatizar  o fascinar  por pseudoguias.
Poco a poco, cuando se demuestre la seriedad de los propósitos, los trabajos irán surgiendo, bajo la orientación de Espíritus esclarecidos. A cada buen grupo de seres encarnados dispuesto a la tarea, corresponderá un grupo equivalente de Espíritus, en un intercambio saludable de profundas repercusiones, pues Espiritismo es Doctrina, pero también es practica mediúmnica, y todos nosotros, aunque no lo sospechemos, tenemos compromisos a ejecutar, ajustes a realizar con hermanos que nos aguardan sumergidos en odios e incomprensiones, que se envenenan  a si mismos y a nosotros.
“Lamentar la desgracia – decía Horace Mann – es humano; disminuirla es divino.”
Herminio C. Miranda


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  DE LA LEY DE AMOR Y CARIDAD

...Comparte tu abundancia con la escasez de tu prójimo. 

Distribuye tus recursos, tus conquistas, y los verás multiplicados en mil manos, que se elevarán loando y bendiciendo las tuyas, generosas. 

Pasarás por el mundo, lo quieras o no. Tus acciones quedarán aguardando tu retorno. 

Según siembres, así cosecharás.

Joanna de Ângelis / Divaldo P. Franco - Libro Leyes Morales de la Vida -


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EL AMOR VENCE
¡Querido Ricardo!
Jesús nos bendiga.
La Tierra es,  como siempre,  nuestra vasta escuela.  Y el sufrimiento mi bendecido compañero, es el viejo instructor. La experiencia  es el  premio. La caridad es el ángel de  luz, para revelarnos siempre más amplios  y más sublimados caminos…
Algunas veces, no percibimos semejante verdad, generalmente,  cuando nos encerramos  en el oasis cerrado de la aflicción exclusivista. La felicidad, cuando enteramente del mundo, acostumbra a  cegarnos. Corren los días sin que veamos la claridad celeste  y transcurren las noches,  sin que percibamos  la necesidad de meditar.
Entre tanto, Ricardo, viene la  muerte  a despertarnos. Entonces, comprendemos la grandeza del dolor y de la lucha, que nos constriñe a la renovación permanente.
¿Qué  sería de  nosotros, amado amigo, sin las lágrimas que nos ejercita en la dirección del bien eterno? Alabemos el llanto que nos purifica y el trabajo que nos perfecciona.
En los últimos años, cuando otros podrían juzgarnos separados, vivimos  más unidos para aprender en la cartilla divina de la verdad.
Si usted supiese cuanta alegría palpita  en mi alma… Alegría de sentirlo   más cerca de mi ternura y júbilo de saber que mis palabras  no se  perderán  sin eco. Nuestro amor venció los obstáculos fríos y cenicientos del túmulo.
Nuestra esperanza supero la nostalgia,  la confianza subyugó la incerteza y continuamos unidos para la gloriosa inmortalidad.
Entonces, yo andaba bajo el cariño de sus manos. Usted me  guiaba los pasos y me enseñaba el camino  en el que yo debería pisar y, gracias al Señor, jamás me arrepentí  de oír sus instrucciones y consejos… Con sus avisos aproveché el tiempo en el trabajo edificante de la maternidad, amparando  a los hijitos que el cielo me confió y plasmando en ellos sus ideales de hombre de bien.
Ahora, sin embargo, me transforme en la compañía incesante de  su escritura…
Hoy, pongo las manos sobre las suyas, para transmitirle  el calor del corazón y recorremos un camino diferente… Es la senda  de transformación para la vida superior.
Día a día, avanzamos un poco más  y siento en mí el orgullo de la  compañía que retribuye a usted en dedicación,  cuanto recibo en amor y cuidado.
No temamos, Jesús sigue frente a nosotros.
Antiguamente, buscábamos flores y los frutos de la Tierra, ahora, sin embargo, procuramos las  bendiciones  y las luces del cielo. Sembramos de sol a sol. Luchamos, preparamos y plantamos juntos…  Actualmente, juntos, organizamos la felicidad  de la cosecha.
Y,  aprovechando las lecciones que la Tierra nos ofrece, proseguimos, horizonte afuera, en demanda de un nuevo reino, el reino  de nuestra unión imperecibles en Jesús.
Con el divino  auxilio, usted oía mi  voz y continuamos el viaje, más allá de las montañas…
Cuando la sombra se haga más densa sobre el frente, acuérdese,  querido Ricardo, que la estrella de nuestro amor continúa brillando… Y si  las piedras del suelo aparecieran multiplicadas, recuerde que las flores de nuestra fe permanecen cada vez más perfumadas y más vivas.
En  los momentos  en los que la soledad   se insinúa más perceptible a sus ansias de afecto, no se olvida de que mis brazos sustentan su cariñoso corazón junto a mí, conservando la convicción de que Jesús  es nuestro compañero  invisible.
Y cuando la cruz de las pruebas pese en sus hombros,  de extraña manera,  como si la aflicción aumentase el volumen del fardo redentor de luchas que aun debemos soportar, no olvide la oración…
La oración nos ayudará a dividir todas las preocupaciones y todos los dolores, equilibrándonos en la gran romería de la regeneración para los mundos felices.
La experiencia en la carne es un curso constante de valiosas enseñanzas.
Guardemos la certeza de que la Justicia Divina rige nuestros mínimos actos.
Quien da, recibe.

Quien sufre con paciencia, recoge más luz.
Quien se sacrifica por el bien de los otros, espiritualiza la propia existencia, colocándose en la subida para las cimas de la verdadera felicidad.
Quien ayuda, se ampara así mismo.
Quien perdona incesantemente, se aproxima con más facilidad a Dios, - Nuestro Padre  de  infinita bondad –que disculpa amorosamente nuestras faltas, desde el inicio de la vida.
Quien renuncia, adquiere con más seguridad.
Quien ama por la gloria de amar, como Jesús  nos amó, conoce temprano la victoria y la resurrección.
Ricardo,  el camino es largo y muchos los esclarecimientos. Felizmente, su corazón me oye y, por eso mañana podre escuchar igualmente la suya.  Adelantémonos en la senda por recorrer.
Oremos por los seres queridos y esperemos que el maestro los acoja en su divino regazo de harmonía y de luz.
Agradezco su devoción  y beso sus manos que,  entrelazadas a las mías, dedican hoy  al cultivo de la caridad.
Plantemos la gratitud, el auxilio, la comprensión, la tolerancia constructiva, el camino, el estimulo al bien, el  buen animo, la fe, la esperanza, la fraternidad,  el entendimiento  hermano y aguardemos…
La caridad es el sol milagroso que vitaliza la sementera de nuestra buena voluntad en todas partes, preparando la siembra rica y sublime de la ventura en el reino de la Paz.
Mi abrazo afectuoso a los queridos hijos,  con pensamiento reconocido a María Isabel y envolviendo corazón con el suyo,  en la misma vibración de ternura, alegría y reconocimiento, su compañera, siempre suya.

Por el espíritu Hermana Candoca – Del libro: Paginas del corazón, Médium: Francisco Cándido Xavier

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REFLEXIONANDO CON MERCHITA

Queridos amigos, hola buenos días, la  modificación del plano mental de las criaturas nadie la impone jamás, esta es fruto del tiempo, del esfuerzo, de la evolución. La sociedad humana, en la actualidad, viene siendo sacudida en sus propias bases, compeliendo a muchas personas  a improvistas renovaciones.

Para que el hombre físico se convierta en hombre espiritual, el milagro exige  mucha colaboración de las entidades espirituales. Las alas sublimes del alma  eterna no se expanden en estrechos escondrijos  de una incubadora, hay que trabajar, bruñir y sufrir.

Somos, en el palco de la Corteza Planetaria, los mismos actores del drama evolutivo. Cada milenio es un acto breve, cada siglo es un escenario veloz. Utilizando cuerpos sagrados perdemos la oportunidad santificante de la existencia, haciéndonos réprobos de las leyes soberanas, que nos enredan a los escombros de la muerte, como náufragos  piratas por mucho tiempo indignos del retorno a las lides del mar.

Son muchas las almas  indecisas, presas de la ingratitud y de la duda, de la flaqueza y de la disposición, esclavizadas en la tiranía del instinto, las que viajan divagando en el desierto de la propia  negación;  como pájaros de alas partidas, intentan volar al nido de la libertad  y de la paz, y que, no obstante, aun se debaten en el lodazal  de los placeres  de ínfima condición.

“Es por esta razón que los graneros de luz permanecen  vacíos. El vendaval  de las pasiones fulminantes de los hombres y de los pueblos  pasa ululando, de uno a otro polo, sembrando malos presagios. Es la época moderna, la locura se generaliza y la armonía mental del hombre  está a punto de zozobrar. Con el cerebro, envuelto  y el corazón inmaduro, el hombre actualmente, se requinta, en el arte de estragar el progreso espiritual.
Existe en la actualidad una nueva amenaza en el domicilio terrestre, el profundo desequilibrio, la desarmonia generalizada, las molestias del alma que se ingieren, sutiles, solapando  la  estabilidad, convirtiendo la Tierra en un campo de interminables hostilidades.

Casi todos los cuadros de la civilización moderna se hayan comprometidos en la estructura fundamental, necesitando movilizar todas las fuerzas a su alcance, para su propia causa.

El trabajo salvacionista no es exclusividad de la religión, constituye  un ministerio común a todos, es una obra genérica para la colectividad, un esfuerzo del servidor honesto  y sincero, interesado en el bien de todos.

No hay que olvidar la propia luz, no contar con antorchas  ajenas para la jornada, es indispensable considerar el propio deber de integridad cada día. Es imposible progresar en un siglo, sin atender las obligaciones  de la hora,  es imprescindible, recomponer  las energías, reajustar las aspiraciones y santificar  los deseos.

No basta creer en la inmortalidad del alma. Es inaplazable la iluminación de uno mismo, con el fin de ser claridad sublime. Importa elevar el corazón, romper las murallas que nos encarcelan en las sombras, olvidar las ilusiones de la posesión, dilacerar los velos espesos  de la vanidad, abstenerse  del personalismo envilecido, para que la claridad resplandezca en el corazón y Dios disipe las transitorias tinieblas.

La Puerta Divina no se abre a espíritus  que no se divinizaron por el trabajo incesante  de cooperación con el Padre. Como obreros decididos y valerosos, hemos de alimentar la esperanza renovadora. Siendo el ministerio de iluminación y de eternidad.

Se hace necesario, que encendamos en el corazón el amor fraternal, al frente del servicio. No bastará, en nuestras realizaciones, la creencia que espera, es indispensable el amor que confía y atiende, transforma y eleva, como vaso legitimo de la Sabiduría Divina.

Seamos instrumentos del bien, la tarea demanda coraje y una suprema devoción a Dios. Sin que convirtamos  el círculo en que estamos, en luz en vano acometeremos  las sombras a nuestros propios pies.

Amigos os deseo un feliz jueves, que el Señor siga iluminando nuestras vidas. Merchita
Extraído del libro “En un Mundo Mayor” de Chico Xavier

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