¿
Existen el “diablo” y los
“demonios”?
Estas
son figuras alegóricas referidas a los Espíritus imperfectos, a los
cuales se les ha querido presentar como el colmo de la maldad y una
amenaza terrible para el Alma humana.
La
palabra “demonio”, viene del griego “Daimon”,
que en los textos clásicos antiguos tiene el significado de Dios,
ángel, o génio; así el Daimon de Sócrates
se refería a la parte incorruptible del hombre, o sea, lo que hoy
conocemos como alma o espíritu.
Tanto
en griego como en latín, Daimon es el nombre que se le da a todos
los Seres incorpóreos, buenos o malos, en los que se suponen
conocimientos o poderes superiores al hombre.
Posteriormente,
el Cristianismo relegó esta idea solamente a los Seres maléficos
por naturaleza.
Lo
mismo sucede con la denominación de “diablo”, que viene del
griego “diábolos”
y significa calumniador, difamador y delator. El diablo es la
personificación del mal, pero en realidad es solamente un ser
alegórico que reúne en sí todas las malas pasiones de los
Espíritus imperfectos.
El
demonio y el diablo, así como “Satanás, Lucifer, etc, no
son seres con una existencia concreta, real y personalizada tal y
como pretende el mito religioso, sino que vienen a ser las figuras
alegóricas y representativas de los Entes espirituales que están
en los planos mas inferiores del Bajo Astral,
interfiriendo cuando pueden en las vidas de los humanos, llevados por
su extrema maldad, deseos de venganza, envidia, etc.
Estos
seres, al igual que el resto de los Espíritus de otros planos,
también están jerarquizados con arreglo a sus grados de maldad, de
poder y de inteligencia.
Ante
la cuestión de su existencia real en la forma que se les ha
representado por las religiones, cabría objetar que si son seres
con una existencia real y concreta, deben de proceder de la misma
Esencia que el resto de los Seres de la Creación. Si esta Fuente de
Origen a la que llamamos Dios, tiene que ser Infinita y Él es
Soberanamente Justo , Bueno y Perfecto , no ha podido crear Seres
consagrados al mal y eternamente desgraciados. Es algo fuera de toda
lógica en cualquier mente analítica y racional : Si cuando Dios ,
Ser Supremo, los creó, lo hizo conociendo que creaba Seres
consagrados al mal, no es aceptable esta idea, porque del Infinito
Bien no puede salir el mal; recordemos que el mal básicamente es
ausencia del bien, tal como la oscuridad es ausencia de luz. Por
otra parte no sería un Dios bueno ni perfecto, si los hizo sabiendo
que iban a ser condenados eternamente y para que al poder engañar
a muchos humanos, de paso condenar también a estos en un infierno
infinito.
Si
, según las teologías, los que se han llamado ángeles del mal o
“demonios”, se rebelaron después de ser creados, y es de
considerar que si Dios no sabía lo que iba a pasar cuando los
creó, es que no fue infinitamente previsor ni perfecto, resulta
que el aceptar la idea de la existencia del diablo, es como negar
la existencia de la Bondad y de la Perfección o Dios..
La
teoría de los demonios y del infierno eterno no puede ser ya
invocada por ninguna persona sensata, sin embargo todavía las
teologías del Cristianismo, defienden la idea de su existencia real,
como un Ser concreto al que Dios le dio una oportunidad de ser feliz
pero que está eternamente excluido del plan de salvación. Cabe
pensar según estas teologías que si Dios no es capaz de perdonar
por toda la eternidad a una criatura de El, es porque es Dios un Ser
eternamente inmisericorde con un dudoso sentido de la misericordia
e incapaz de perdonar a un Ser creado por El, por tanto estamos
diciendo que este Dios no es infinitamente bueno, ni justo ni
perfecto.
Todavía
se ven predicadores que afirman sin escrúpulo alguno que el diablo
puede entrar en personas que “han hecho una sesión de
Espiritismo”; una de dos: o su desconocimiento sobre lo que es el
Espiritismo es de una ignorancia supina y hablan sin ningún
fundamento, o lo hacen con toda la mala fe del mundo, tratando de
hacer todo el daño posible pues se siguen considerando enemigos
sistemáticos del Espiritismo, en el que creen ver un serio oponente
para sus viejos y ya trasnochados dogmas, al cual hay que arrojar
encima el lodo de la mentira siempre que haya oportunidad. Sin
embargo a estos clérigos que tanto defienden a su iglesia y a sus
demonios, prohibiendo la invocación de espíritus con base la
Bíblia, habría que preguntarles si los santos a los que ellos
veneran e invocan, no son también sino seres espirituales que ya no
están entre nosotros en este mundo....
Las
figuras de Satán y Lucifer no son mas que un mito ; no existen
demonios en la acepción restringida y absoluta de la palabra, porque
ninguna criatura está destinada eternamente al mal ; mas bien se
puede interpretar que existen Espíritus imperfectos y muchas veces
malignos que nos influyen continuamente si les damos paso con nuestro
estado mental, moral y anímico, pero que están llamados
finalmente a mejorar con la ayuda de otros Seres del bien, y
mediante sus esfuerzos voluntarios por mejorar su situación
existencial.
- Jose Luis Martín -
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“Porque
nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los
principados y potestades, contra los dominadores de este mundo
tenebroso, contra los espíritus malos que andan por los aires”.
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La Biblia (Efesios, 6-12)-
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LA LIBERTAD
Quizás sea éste uno de los valores más apreciados por el ser humano, ya que sin él no es posible ningún tipo de realización, y lo que es peor nuestros anhelos de felicidad quedan básicamente truncados, pues no podemos ser nosotros mismos, dirigir nuestras vidas y aspirar a ninguna clase de logro o conquista, que no esté condicionada y mediatizada por nuestra condición.
¿Pero qué es la libertad? ¿Qué significa ser libre? Esto es algo que a no dudar no tenemos bien claro todos los seres humanos, y según la mentalidad y la educación, los conocimientos y las experiencias que se hayan vivido se tendrá una respuesta distinta. A mi modo de ver la libertad es un valor interno y espiritual, y no un valor material que estribe en hacer lo que se quiera, lo cual es muy común bajo este pretexto: puedo hacer lo que quiera con mi vida, o con mi cuerpo. Estamos de acuerdo, pero la libertad es algo muy grande, y muy valioso que tiene un significado mucho más amplio y que no está sólo para que podamos hacer con nuestra vida lo que queramos, sino para algo más.
Vemos que en la naturaleza los animales, todo lo creado en general, no puede escapar del papel para el que han sido creados, que todo tiene una misión y un objetivo, y que debido a ello todo guarda una relación y un equilibrio, nada obedece al azar. Al ser humano le ocurre lo mismo, no está aquí porque sí, y aunque lo quiera no puede tampoco escapar al objeto que la Providencia le ha reservado, y tiene que descubrirlo y ser capaz de llevarlo a la práctica por sí mismo.
Ser libre significa, a mi entender que tenemos capacidad para elegir, para discernir y razonar, y saber en cada momento qué camino, qué decisión hemos de tomar. En esto radica el mérito de ser libres, en que pudiendo elegir en la vida varios caminos, somos conscientes de que no hemos de dejarnos llevar por el primer impulso, por la fuerza que llevan consigo nuestros defectos y debilidades, en especial la comodidad y el egoísmo, o las pasiones y deseos descontrolados, que son en muchas de las ocasiones quienes deciden por nosotros, y nos impiden optar por la decisión más sensata y cabal que nos llevaría a un derrotero de progreso y de superación.
Hemos de ser conscientes de que Dios nos dota de libre albedrío para que seamos los árbitros de nuestro propio destino, para que podamos labrarnos un futuro, y llenemos nuestra vida de un motivo, de una meta por la que luchar y vivir ilusionados. También nos da voluntad para que podamos superar los obstáculos y entorpecimientos que nos salen en el sendero, ahí está el significado de la libertad. El hombre es más hombre, cuanto mejor sabe orientarse en sus experiencias y realizaciones y sabe escoger la opción más justa, más noble y que contribuya a su mejora y perfección espiritual. Lo otro, el dejarse llevar por los deseos mundanos, el aferrarse a la desgana y la comodidad, el rebelarse ante el trabajo y el esfuerzo no es sino sinónimo de inferioridad moral, de ruindad espiritual y de un completo abandono de sí mismo, y un alejamiento del objeto de la vida humana.
Es un error enarbolar la bandera de la libertad para hacer lo que sólo nos satisfaga a nivel egoísta y material, porque la libertad está para algo más.
Soy libre porque puedo decidir por mí mismo, soy libre porque ante las opciones que se me presentan tengo la capacidad de elegir la que más conviene a mis intereses espirituales, a mis intereses de lucha y conquista de mis objetivos humanos, soy libre porque cuando es necesario soy capaz de realizar un esfuerzo para dominarme, controlar mis impulsos y orientarme positivamente en la vida, por todo eso soy libre, porque sé qué es lo que quiero y el modo en que puedo conseguirlo, sin violar la libertad de mis semejantes, sin faltar a los derechos de los demás. Hacia esos fines me conduce la libertad, y en el logro de los mismos es que puedo alcanzar cada día la dicha y la fuerza para levantarme cada mañana contento porque tengo algo en que trabajar, algo por lo cual luchar y dedicar todo el tiempo que sea necesario, porque eso es en definitiva lo que nutre mi alma y me da la alegría y las ganas de vivir.
Hay libertades que más que darnos opciones, nos esclavizan, nos conducen a lo más degradante de cuanto pueda existir en la creación, nos convierten en parias de la vida y nos llevan a perder la libertad que Dios nos dio, son los vicios, las pasiones y los defectos morales que ni siquiera nos dejan llegarnos a conocer, nos oscurecen la identidad espiritual que somos y nos hacen creer que en lo efímero, en la comodidad, en la vida fácil está la felicidad, qué error más torpe; pero como se repite en la humanidad, supone una señal del atraso espiritual que tenemos a la altura del año 2.000 en el que estamos.
En efecto, con el pretexto de ser libres nos metemos en laberintos de pasiones, de odios y resentimientos, de celos y envidias, de orgullos y vanidades, que oscurecen nuestra razón y nos impiden ver el claro horizonte que tenemos ante nuestros ojos. Si no somos libres para elegir qué es lo mejor para nuestro yo transcendente que está por encima de todo esto no somos libres en realidad, sino que somos marionetas de nuestra parte negativa, que todos llevamos dentro, no nos engañemos y que tantas veces nos gana la partida.
Hemos de entender esto y comprender que el mayor enemigo que tenemos para no ser libres, como en el fondo deseamos, somos nosotros mismos, son nuestras imperfecciones y limitaciones las que no nos dejan ser libres, ya lo decía el Maestro Jesús: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. Libres de qué, de todo aquello que nos aparta del verdadero camino que nos conduce al objeto que hemos traído a esta vida, camino que ineludiblemente nos lleva también a la felicidad, porque ésta sólo puede venir cuando el espíritu tiene la satisfacción del trabajo realizado, lo demás es algo artificial, un espejismo tan efímero como todo lo que pertenece a este mundo.
Como vemos no somos libres de por sí. Tenemos libre albedrío, pero la libertad es algo que se gana con el esfuerzo, con el trabajo de ir dominándonos día tras día, conociéndonos cada vez mejor, y sabiendo lo que nuestra estancia por la tierra nos demanda y debemos darle. La libertad no es un privilegio, es una conquista, es algo que sólo alcanzan los que están limpios de corazón, los que no se sienten atados por nada de este mundo y son libres para realizarse, para dedicar su vida a aquello que sienten y por lo que se saben comprometidos, y en ello ponen toda su voluntad. Cuanto más libre se es más puede uno darse a los demás, esto es la prueba de que se goza de plena libertad.
Fermín Hernández
(Artículo de la Revista Espírita "Amor Paz y Caridad", del Grupo de Villena )
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MÁS SOBRE LA OBSESIÓN
En la Tierra, el amor es, todavía, hijo de la inmediatez y de los intereses, no siempre arrimados a la nobleza de los sentimientos elevados, celando por la criatura querida.
Más siervo de la sensación que amigo de la emoción, se convierte en el arquitecto de tragedias que disimula con arremetidas sentimentalistas, evadiéndose cuanto más de él se necesita.
La saludable fraternidad no medrando en los corazones, como seria de desear, responde por la falta de preparación de las criaturas para los acontecimientos más graves y nobles, entre los cuales el amor asume un papel preponderante.
La existencia física, en la Tierra es un eslabón de inmensa cadena atando a la criatura a la Vida, o se convierte en un peldaño de larga escalera colocada en dirección a lo alto…
Considerando que la Revelación Espirita viene hoy concienciando a los hombres sobre su realidad espiritual, las leyes Karmica que rigen la vida, y los deberes morales que deben ser tenidos en cuenta, la vivencia evangélica como pauta de comportamiento, aun así, nos enfrentamos con criaturas distraídas que esperan recibir sin dar, merecer sin hacer cualquier esfuerzo, para conquistar valores íntimos. Cuentan con el perdón para las faltas, pero no las disculpan en el prójimo; esperan cariño, que no les gusta retribuir, admiran el trabajo, si bien solamente en palabras, desde que no se dedican a el; teorizan sobre innumerables cosas, no yendo más allá del verbalismo… Como es comprensible, se engañan, pero no convencen a nadie.
Billones de seres microscópicos, individualizados, trabajan para el comando de la mente, que retrata las adquisiciones anteriores, en la condición de conquistas o deudas, ajustados perfectamente a los implementos vibratorios del alma, emite y capta irradiaciones específicas, en la forma de oscilaciones electromagnéticas, que componen el cuadro de la individualidad humana…
En razón de la conducta mental, las células son estimuladas o bombardeadas por los flujos de los intereses que le placen, promoviendo la salud o siendo la génesis de los desequilibrios que derivan de la falta de armonía. En estado de mitosis, esas unidades, degeneran, ofreciendo campo a las bacterias patológicas que se instalan venciendo los factores inmunológicos, que por las hondas del mal humor, pesimismo, rebeldía, odio, celos, envidia, lubricidad y vicios son desactivados o debilitados transformados en poderosos agentes de la perturbación y del sufrimiento.
Existen obsesos porque hay deudas que rescatar. La obsesión resulta del connubio por afinidad de ambos compañeros.
El reflejo de una acción genera otro reflejo equivalente, cuando una actitud arremete recibe una respuesta de violencia, por el contrario, si el endeudado se presenta lleno de sanas intenciones con vistas al resarcimiento del debito encuentra benevolencia y comprensión para recuperarse.
La culpa consciente o inconscientemente instalada en el domicilio mental, emite ondas que sintonizan con inteligencias enfermas, habilitándose a mórbidos intercambios.
En el caso especifico de las obsesiones entre encarnados y desencarnados, identificando la irradiación enfermiza el desencarnado del endeudado, por ser también infelices, inician el cerco al adversario pretérito, a través de imágenes, mediante las cuales se hacen notar, sin necesitar las palabras para ser percibidos, insinuándose insistentemente hasta establecer el intercambio que pasan a comandar…
La mente, viciada y aturdida por las ondas perturbadoras que capta del obsesor, pierde el control armónico, automático sobre las células, facultando que las bacterias patológicas proliferen, dominadoras. Tal desarmonía propicia la degeneración celular en forma de cáncer, tuberculosis, lepra y otras enfermedades complejas que la Ciencia viene estudiando.
Solamente el radical cambio de comportamiento del obseso resuelve, definitivamente, el problema de la obsesión. Sin ejercicios de reflexión profunda, sin hábitos de edificación saludable del bien en si mismos; sin la constante oración como intercambio de fuerzas parafisicas, el hombre derrapa en actitudes imprevisibles, dirigiéndose hacia la mentirosa trampa del suicidio. Excitados en una profunda depresión, saltan en el largo derrotero de la alineación en cuadros neuróticos, sicóticos, esquizofrénicos…
Al principio, se manifiestan como una idea que se insinúa. Otras veces, son un relámpago fulgurante en las oscuras noches de los sufrimientos, como solución libertadora.
Posteriormente, se hacen fijación del pensamiento infeliz que se adentra, dominando los cuadros de la mente y comandando el comportamiento, surgiendo en forma de ser el suicidio la mejor actitud, como la más correcta solución ante los problemas y desafíos.
La obsesión es clamorosa enfermedad social que domina el pensamiento moderno, que desborda del imperio de factores disolventes, elaborados por la mecánica del materialismo simulado de idealismos voluptuosos, que incendian mentes y anestesian sentimientos.
La reflexión y el examen de la supervivencia del espíritu, el posicionamiento en una ética cristiana, el estudio de la ciencia y de la filosofía espirita, constituyen directrices seguras para conducir la mente con equilibrio, preservando las emociones con las cuales el hombre se equipa con seguridad para el proseguimiento en la escala evolutiva.
Cada suicida en potencial necesita, ciertamente, del apoyo fraternal, terapia espiritual, comprensión moral de cuantos le rodean y asistencia médica especializada.
Todo tratamiento quirúrgico, aunque es una oportunidad para la recuperación del paciente, es una delicada incursión en el organismo, cuyos equipamientos tienen su propia mecánica de creación, imprevisibles muchas veces.
La anestesia, por otro lado, no obstante las bendiciones de que es portadora, puede generar consecuencias y secuelas no esperadas; cualquier descuido, por tanto, puede ser factor de daños irreversibles o también muertes indeseadas.
El pasado es pesado carga que no siempre se consigue conducir como es deseable. Frecuentemente, muchos reinicio de actividades para la redención culmina en agravamiento de debitos que solamente las expiaciones lenitivas consiguen ajustar mediante procesos más drásticos para el ser espiritual.
El mundo mental, constituido por ondas que se mueven en franjas vibratorias especificas, faculta la sintonía de aquellas otras de la misma frecuencia, facilitando la identificación entre las criaturas, en el mundo físico, de estas con los desencarnados y entre estos últimos.
Somos el resultado de las experiencias adquiridas por la vivencia en el campo de la evolución. Hay un largo camino que quedó detrás, recorrido con dolor y sombras, sin embargo, al frente se abre, un inmenso trecho virgen para recorrer. Nadie consigue alcanzar el éxito, sin romper las cadenas con la retaguardia en la cual están las marcas de nuestro transito… Olvidados de vivir desde ayer las leyes del amor establecidas por los Códigos de la vida, nos hicimos verdugos del prójimo, en la caza del placer exorbitante y el poder alucinado, ofreciendo culto al personalismo y a los vicios en que nos ejercitamos ampliamente, sin intentar vencer los instintos más primarios. Para conseguir lo que nos agradaba, no vacilábamos en herir, ofender, destruir, traer la infelicidad.
Renovando el paisaje mental, sin embargo, con las almas mutiladas por los delitos practicados, cambiamos la forma de pensar, pero no la de actuar. La arrogancia y la presunción, generadoras de la prepotencia, no se subordinan a la genuina humildad ni al servicio fraternal desinteresado. Los que se reencarnan, olvidan a aquellos que les padecieron la impiedad y se arrojan a nuevas aventuras constrictivas, comprometiéndose más y lanzando debitos adelante, que los sorprenderán en el futuro, aun cuando parezcan olvidados…
Los actos infelices, deliberadamente practicados, en razón de la fuerza mental que necesitan, destruyen los sutiles tejidos del periespiritu que, resintiéndose por la desarmonía, dejaran matrices en la futura forma física, en la cual se manifestará las deficiencias purificadoras, y la caída del tono vibratorio especifico permitirá que los implicados en los hechos, en el tiempo y en el espacio, próximos o no, se vinculen por el proceso de una sintonía automática, de la que no podrán evadirse. Ahí se establecen las enfermedades de variada importancia. Los factores inmunológicos del organismo, padeciendo la arritmia vibratoria que los envuelve, son vencidos por bacteria, virus y toda suerte de microbios patológicos, que más tarde se desarrollan, siendo la génesis de las enfermedades físicas. En el área mental, por su parte, los conflictos y amarguras, los, los odios acerbos, las ambiciones delirantes y los tormentosos delitos ocultos, en el momento de la reencarnación, por estar insitos en el Espíritu endeudado, responden por las más variadas alteraciones psíquicas y alineaciones. Añadamos a estas predisposiciones la presencia de los cobradores desencarnados, cuya acción mental encuentra perfecto acoplamiento en el paisaje psicofísico de aquellos a quien persiguen, y tendremos la presencia de la constricción obsesiva. Es rara la enfermedad que no cuente con la presencia de un componente espiritual, cuando no sea directamente este su efecto. El cuerpo y la mente reflejan la realidad espiritual de la criatura.
Hay enfermedades y enfermedades.
Las primeras, ya se conocen varias patogénesis, son sabidos y estudiados sus innumerables factores propiciatorios. Las segundas, son aquellas en las cuales los enfermos, dotados de sensibilidad mediúmnica más aguzada, absorben fluidos desarmonizados y destructivos de Espíritus desencarnados con los cuales se vinculan; dando campo a una vigorosa sintonía que permite la transmisión de las sensaciones y dolores de los segundos para los que le sufren la acción, afligiendo y sometiendo las resistencias en estos que; si no son atendidas en tiempo, se convierten en enfermedades reales, a tenor de las razones ya expuestas. Se convierten en verdaderos fenómenos de incorporación, igual que ocurre en la psicofonía atormentada y consciente, este hecho es más habitual de lo que se piensa. Solamente cuando el hombre se de cuenta de la finalidad de la vida en la Tierra, y procure modificar sus actitudes, es que se renovará el paisaje que, de momento, se le hace campo de conquistas al peso del dolor y de la amargura; ya que todavía no le place crecer por el amor, ni por el deber para con el Bien.
Trabajo realizado por Merchita
Extraído del Libro de Divaldo Pereira Franco: Cuadros de la Obsesión
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