FILOSOFÍA
DE LA DOCTRINA ESPIRITA
Mi respuesta al
ítem VI del Libro de los Espíritus
El Espiritismo,
después de haber sido tanto tiempo escarnecido, menospreciado, se
impone definitivamente por el poder de sus hechos, y la belleza moral
de su doctrina. Se ha convertido en una fuerza radiante que se
extiende progresivamente por el mundo.
El Espiritismo,
teniendo como objeto el estudio de uno de los dos elementos
constitutivos del universo, toca forzosamente a la inmensa mayoría
de las ciencias; podía venir sólo después de su elaboración, y
nació, por las circunstancias, de la imposibilidad de explicar todo
con la única ayuda de las leyes de la materia.
El solo hecho de
que exista la posibilidad de comunicarse con los seres del mundo
espiritual tiene consecuencias incalculables de la más alta
gravedad; es todo un mundo nuevo que se nos revela, y que tiene tanta
importancia, que alcanza a todos los hombres sin excepción. Este
conocimiento no puede dejar de aportar, generalizándose, una
modificación profunda en las costumbres, en el carácter, y en las
creencias que tienen una gran influencia en las relaciones sociales.
Si Cristo no dijo
todo lo que hubiera podido decir, es que creyó que debía dejar
ciertas verdades en la sombra hasta que la humanidad tuviera edad de
comprenderlas. De su confesión, su enseñanza era pues incompleta,
ya que anuncia la llegada del que debe completarlo; preveía pues que
la gente se confundiría con sus palabras, que se desviaría de su
enseñanza; en una palabra, que se desharía lo que hizo, ya que
todas las cosas deben ser restablecidas; y sólo restablecemos lo que
ha sido deshecho.
El Espiritismo,
tomando su punto de partida en las mismas palabras del Cristo, como
Cristo tomó el suyo en Moisés, es una consecuencia directa de su
doctrina.
A la idea vaga de
la vida futura, añade la revelación de la existencia del mundo
invisible que nos rodea y puebla el espacio, y ahí precisa la
creencia; le da un cuerpo, una consistencia, una realidad en el
pensamiento.
Define los lazos
que unen el alma y el cuerpo, y levanta el velo que ocultaba a los
hombres los misterios del nacimiento y de la muerte.
Por el Espiritismo,
el hombre sabe de dónde viene, donde va, por qué está sobre la
Tierra, por qué sufre en ella temporalmente, y ve en todo la
justicia de Dios.
No siendo los
Espíritus otros que las almas de los hombres, comunicándonos con
ellos no salimos de la humanidad, circunstancia capital que hay que
considerar. Los hombres de talento que fueron las antorchas de la
humanidad vinieron pues del mundo de los Espíritus, como volvieron
allí dejando la Tierra. Desde que los Espíritus pueden comunicarse
con los hombres, estos mismos genios pueden darles instrucciones bajo
la forma espiritual, como lo hicieron bajo la forma corporal; pueden
instruirnos después de su muerte, como lo hacían en su vida; son
invisibles en lugar de ser visibles, he aquí toda la diferencia. Su
experiencia y su saber no deben ser menores, y si su palabra, como
hombres, tenía autoridad, no la debe tener menos porque estén en el
mundo de los Espíritus.
Pero no son
solamente los Espíritus superiores los que se manifiestan, lo hacen
los Espíritus de todo orden, y esto es necesario para iniciarnos en
el carácter verdadero del mundo espiritual, mostrándonoslo es todos
sus aspectos; por ello, las relaciones entre el mundo visible y el
mundo invisible son más íntimas, el enlace es más evidente; vemos
más claramente de dónde venimos y donde vamos: tal es el fin
esencial de estas manifestaciones. Todos los Espíritus, cualquiera
que sea el grado que hayan alcanzado, nos enseñan alguna cosa, pero
como son más o menos alumbrados, nos toca discernir lo que hay en
ellos de bueno o de malo, y obtener el provecho que contiene su
enseñanza; entonces todos ellos, cualesquiera que sean, pueden
enseñarnos o revelarnos cosas que ignoramos y que sin ellos no
sabríamos.
Los Espíritus no
vienen a liberar al hombre del trabajo del estudio y de las
búsquedas; no le aportan ninguna ciencia totalmente desarrollada;
sobre lo que él mismo puede encontrar, le dejan a sus propias
fuerzas; eso es lo que perfectamente saben hoy los espíritas.
Dios, juzgando a la
humanidad madura para penetrar el misterio de su destino y contemplar
conscientemente las nuevas maravillas, permitió que el velo que
separaba el mundo visible del mundo invisible fuera levantado. El
hecho de las manifestaciones no tiene nada extrahumano; es la
humanidad espiritual que viene para conversar con la humanidad
corporal y decirle:
"Existimos,
pues la nada no existe; he aquí lo que somos, y he aquí lo que
seréis; el futuro os pertenece como nos pertenece. Andabais por las
tinieblas, venimos para alumbrar vuestro camino y abriros la vía;
ibais al azar, os mostramos el fin.
Los Espíritus no
vienen para resolver los problemas de la ciencia, ni para dar
conocimiento a los ignorantes y a las personas perezosas los medios
de enriquecerse sin dificultad. Sin embargo, el fruto que el hombre
debe recoger de ello no es solamente para la vida futura; gozará de
ello sobre la Tierra por la transformación que estas nuevas
creencias necesariamente deben obrar sobre su carácter, sus gustos,
sus tendencias y, como consecuencia, sobre las costumbres y las
relaciones sociales. Poniendo fin al reino del egoísmo, del orgullo
y de la incredulidad, preparan el del bien, el que es el reino de
Dios anunciado por Cristo.
Trabajo realizado
por Mercedes Cruz Reyes
Extraído de libros
espiritas.
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¿Puede el Espíritu hacer su elección mientras se encuentra encarnado?
- Su deseo podrá tener influencia. Ello depende de la intención que lo anima. Pero cuando es Espíritu desencarnado ve a menudo las cosas de una manera muy diferente. En todos los casos es el Espíritu el que escoge. Pero también podrá hacerlo en la vida material, porque el Espíritu tiene siempre momentos en que es independiente de la materia que habita.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC
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MÉDIUMS EN LA TIERRA
Los Médiums: Tema siempre de actualidad en la Doctrina Espírita.
Son comparables a los árboles, según la acertada definición de Allan Kardec. Sin embargo, a fin de contar con árboles útiles, es imprescindible que les sepamos proporcionar la necesaria irrigación y el justo cuidado, de manera que estén protegidos de los aventureros de los caminos que recogen sus frutos con afán destructor.
Recurramos a otros ejemplos.
Imaginémoslos como violines, por medio de los cuales los amigos que pueblan el Mundo Espiritual logran ejecutar las melodías de los mensajes que les son propios. No obstante, es un deber natural colaborar para que ellos conserven sus cuerdas armoniosamente afinadas.
Serán puentes de comunicación entre dos vidas, más, si a ellos les quitamos los puntos de apoyo, no lograrán soportar el transito indispensable.
Tendremos en ellos el socorro semejante al de las fuentes de agua, dado que por su intermedio absorberemos lo que nos reconfortará y fortalecerá nuestro animo, pero si quisiéramos obtener agua limpia es preciso no agitar su fondo terroso.
Entre los hombres no existen Médiums que no sean humanos.
Por consiguiente, frente a una criatura de buena voluntad que desempeña en nuestro favor la tarea de mediador del alma, es necesario ver en ella a una persona tan humana como nosotros, Espíritus vinculados a la Tierra y en una condición muy lejana a la de los Ángeles.
Somos de aquellos que prefieren la crítica constructiva para cualquier tipo de labor mediúmnica y no cultivamos condescendencias o mimos impropios con los instrumentos medianímicos con los que nos relacionamos, en razón de que ningún bien se hará sin trabajo disciplinado; sin embargo, no debemos olvidar que muchos compañeros se alejan de las tareas mediúmnicas por no soportar los martillazos de la injuria, el frío de la desconsideración y del abandono, la supresión de los medios justos y razonables para el ejercicio de las funciones a las que fueron convocados y las luchas enormes, provocadas arteramente por los ataques de las tinieblas, de las que muchos no han logrado liberarse, hipnotizados por los agentes de la obsesión.
Si tienes algún médium de buena voluntad en el círculo de tus relaciones, auxílialo con bondad y comprensión, seguridad y respeto.
Si el mediador cae en un desequilibrio, recurre a la caridad a los fines de llevarlo a su estado normal.
Si prosigue en el camino verdadero, ayúdalo igualmente para que no se extravíe.
Frente a las leyes de Dios, cualquier médium en el mundo, por más que opere o coopere con la Espiritualidad Superior en la divulgación de la verdad y de la luz, es siempre una criatura humana, y, la mayoría de las veces, una criatura frágil, tal como somos muchos de nosotros.
Extraído del libro: “COMPAÑERO” de Francisco Cándido Xavier
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Los que conocemos la reencarnación y seguimos la Doctrina espirita nos tomamos muy en serio, la otra
vida. Dejamos de mirar un poco la casa de la Tierra para empezar a forjarnos la del “cielo”. Eso nos hace
el que cada día nos esforcemos en ser mejores, en limar nuestras asperezas, y conseguir ser hombre de bien.
En cambio los que no creen, es sobre todo porque no conocen y solo miran para las cosas de la Tierra, no se
preocupan por las cosas del cielo, ya que son tantas las preguntas que afloran a su mente, tantas, que muchas
veces ante la impotencia para contestarlas, y la falta de conocimiento para responderlas, termina por desistir,
por desechar todas las ideas, que no le parecen lógicas y que son inadmisibles.
Lo que el hombre nunca debe hacer es darse por vencido, dejar el tiempo transcurrir y partir para la otra
vida, sin nada realizado a su favor, si todos hubieran optado por lo mismo, nada se habría conseguido, y
Dios que nos ve partir hacia nuestras conquistas, no puede dejarnos a la deriva, sin control de ninguna clase
,por eso llega un momento en el que despertamos y ya no paramos hasta que encontramos respuestas que nos
convenzan y que nos marquen un destino, un fin. Y la finalidad del Hombre es llegar a Dios.
La reencarnación tiene un gran valor para el hombre en la Tierra, porque así tiene la esperanza de volver
a encontrarse con sus seres queridos, pensando en que volverán, que los encontrarán al otro lado, pero
cuando realmente valoramos la reencarnación, es cuando estamos al otro lado, cuando nos sentimos deudores
y queremos rectificar, y es para el espíritu deudor un motivo de júbilo y de glorificación el recibir las sublimes
posibilidades de rescate y de pago. Considerando que es una oportunidad divina para su futuro espiritual.
Allí sufrimos queriendo regresar a un cuerpo carnal, allí observamos lo que de verdad nos puede servir de
legitimo provecho, vemos claramente que la tempestad es nuestra bienhechora; la dificultad, nuestra maestra;
el adversario, el instructor eficiente. Modificando nuestros pensamientos, recibimos las aclaraciones como luz
bendita que amorosamente aceptamos como el mejor bien para rectificar.
Es siempre muy fácil amar a los amigos, admirar a los buenos, comprender a los inteligentes, defender a los
familiares, entronizar las afecciones, conservar a los que nos estiman, loar a los justos y ensalzar a los héroes
conocidos; más si somos respetables en semejantes posiciones intimas, es preciso reconocer que ellas
representan servicio realizado en nuestro proceso evolutivo.
No debemos permitir la intromisión de fuerzas negativas y destructoras en el campo íntimo de
nuestra alma. Siempre es posible transformar el mal en bien, cuando hay firme disposición de la criatura
en el servicio de fidelidad al Señor. Toda reconciliación es difícil cuando somos ignorantes en la
práctica del amor, pero sin la reconciliación humana, jamás sería posible nuestra integración gloriosa con la
Divinidad.
Somos aprendices y podemos ganar mucho si somos aplicados y aprendemos las lecciones llevándolas a la
práctica. La justicia divina nunca fue ejercida sin amor. Cuando la fidelidad sincera al Señor permanece
viva en el corazón de los hombres, hay siempre lugar para “el aumento de misericordia” la que se refería
Jesús en su apostolado.
Cada hombre, como cada espíritu, es un mundo por sí mismo, y cada mente es como un cielo… Del
firmamento, descienden rayos de sol y lluvias benéficas para la organización planetaria, pero también, en el
instante de la lucha de los elementos atmosféricos, de ese mismo cielo proceden chispas destructoras. Así es
la mente humana. En ella se originan las fuerzas equilibradas y restauradoras para los trillones de células
del organismo físico; pero, cuando se halla perturbada, emite rayos magnéticos de alto poder destructivo
para las comunidades celulares que la sirven. Solo el amor proporciona vida, alegría y equilibrio.
Sembremos el amor en nuestras vidas, instalemos el amor en nuestro corazón, abriguemos y amparemos a
todos los que nos dificultan la estabilidad emocional, aquellos que nos sacan de quicio, que nos hacen
perder los objetivos que nos trazamos para elevar nuestro patrón vibratorio, y sigamos adelante, la vida
continua y en todos lados, está Dios, esperando que nosotros lleguemos a El.
Aprovechemos el tiempo, quizás está existencia nos costó mucho el conseguirla, las posibilidades favorables
para nuestras realizaciones, no están a todas horas, a nuestro alcance. Un minuto es importante, un segundo
también, en ambos se puede perder la vida orgánica, y nos pesará haber dejado los deberes sin hacer, el
tiempo perdido, por eso puesto que aun estamos aquí, caminemos sin soltar los aparejos que Dios nos puso
en las manos para construir un futuro mejor.
Merchita
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