MEDIUMNIDAD. Reflexión.
Las personas que tienen mediumnidad pero no estan nada moralizadas, ni tienen ninguna inquietud por instruirse y moralizarse, qe uutilizan su mediumnidad para cosas mundanas, vulgares y se lucran económicamente, estan asistidos por espíritus imperfectos como ellas, de muy baja o nula moralidad. En consecuencia, estos espíritus pueden transmitirles malos sentimientos y malos pensamientos, depresiones y enfermedades mentales.Una mediumnidad practicamente sin ningun provecho.
Es realmente peligroso tener mediumnidad y no estar instruido y moralizado.
De lo cual se deduce la importante y necesaria necesidad de estudiar la Doctrina Espirita, moralizarse y evolucionar espiritualmente.
Angeles Calatayud Martinez
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LA FAMILIA, ESCUELA DE LOS ESPÍRITUS
Vinimos al mundo a aprender, y la escuela en la que Dios nos situó, es nuestro hogar, que no es precisamente como nosotros pensamos, las cuatro paredes de nuestra casa, sino la familia que Dios nos dio, a la cual debemos bendecir aportando nuestra parte dentro de ella, respetando a todos los que la constituyen, por ser ellos también parte integrante de ese grupo, que vienen a trabajar juntos, con la misión de respetarse, amarse y ayudarse unos y otros.
Tanto si somos mujer como hombre no deberemos olvidar que nacimos para funciones diferentes pero complementarias.
En el ambiente doméstico, la madre debe procurar ser el exponente divino de toda la comprensión espiritual y de todos los sacrificios por la paz de la familia. Dentro de esa esfera de trabajos, en la más santificada tarea de renuncia personal, la mujer cristiana enciende la verdadera luz para el camino de los hijos a través de la vida. “El trabajo de la mujer es siempre la misión de amor, extendiéndose hasta el infinito".
El amor materno y la autoridad paterna son dos elementos esenciales para el buen equilibrio de las relaciones familiares. Sin olvidar que la verdadera autoridad jamás se impone por la violencia. Sino un en un decorrer de las cualidades paternas, que deben ser: ser autentico, ser justo, ser educador, ser coherente, ser cordial, ser comprensivo, ser clarividente, ser conciliador, estar presente en el hogar, acompañando a sus hijos, tener serenidad, tener firmeza, tener espíritu abierto, tener estabilidad emocional, tener madurez, tener prestigio, estas son cualidades que todo buen padre debe procurar adquirir.
Muchos son los padres que lamentan ser infelices por culpa de sus hijos, porque no les combatieron desde un principio las malas tendencias, por flaqueza o indiferencia, dejaron que en ellos desenvolviesen los gérmenes del orgullo, del egoísmo y de la vanidad, que producen la sequedad en el corazón. Para que eso no ocurra, tomemos en serio la función que nos ha tocado realizar dentro de la familia, no demos la espalda al primer deber que nos define la vida en el grupo donde nos colocó.
Los padres deben procurar comprender a los hijos y cuando estos son adolescentes si desean captar su estima , su respeto , obediencia, han de procurar comprenderles, ayudándoles a vencer las dificultades, y tener mucha paciencia con ellos siendo condescendientes con las cosas secundarias, reservando solo las exigencias para aquello que sea esencial para la buena formación intelectual, moral y espiritual.
Dentro del papel por el que estamos realizando dentro la familia, tomemos muy en serio nuestra labor, ya que todos estamos prendidos a ella como si fuera en una cadena, y dentro de esa cadena, todos debemos procurar que ningún eslabón quede desprendido.
- Merchita-
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-Condiciones indispensables para la armonía en el hogar.
-El
hogar como medio para la unión de las almas y progreso espiritual.
-Responsabilidad
de los cónyuges ante la ley.
En
la primera parte de este tema, se hizo hincapié en la necesidad
de
evitar todo comienzo de desarmonía en el hogar,
adoptando como norma de conducta, el diálogo razonado, indispensable
para un hogar armónico.
Continuando en la
exposición del tema, analicemos ahora algunos otros aspectos, tales
como el lenguaje y ademanes en las relaciones familiares, y sus
efectos.
De grandísima
importancia para la armonía en el hogar y en la vida de relación,
es el lenguaje: palabras y frases suaves, así como los ademanes.
¡Cuántos
matrimonios fracasan ya desde el comienzo mismo, por una palabra
hiriente o frase despectiva, que hieren las almas sensibles;
contribuyendo inconscientemente a ir marchitando el amor conyugal,
que
debe mantenerse siempre.
Para la felicidad en el hogar!.
Algunas
personas hay que, para demostrar su desagrado por algo, reaccionan
con ademanes bruscos, evidenciando con ello su baja condición, su
ordinariez, que
hieren
profundamente las almas sensibles.
Condición ésa, que
los padres pueden contribuir a evitar, con una educación adecuada y
buenos ejemplos a sus hijos, especialmente en la infancia, que es la
edad de mayor receptividad.
Toda palabra dura u
ofensiva, produce un fuerte impacto en las almas sensibles. Y si esa
palabra o frase es proferida por la persona amada, o por algunos de
los hijos ya mayores, el efecto es perturbador.
Sólo
las personas vulgares y ordinarias,
pueden caer tan bajo como para proferir palabras duras o frases que
puedan lastimar, o ademanes bruscos, que le asemejan al bruto.
Es de personas dignas y
bien educadas, no caer en esa degradación, ni echar en cara los
defectos del cónyuge, ya que nadie es perfecto.
Y si
en un momento de ofuscación aconteciere (que debe evitarse por todos
los medios),
es
de obligación.
Expresar el error cometido, y pedir disculpas y perdón por lo
ocurrido, desoyendo la "voz" del orgullo que tratará de
interponerse.
Necesario es hacer
hincapié en la necesidad de controlar la emotividad, poniendo en
práctica diaria la palabrita mágica, armonizadora:
¡Calma!
¡Calma! ¡Calma!
Para la paz y armonía
mental-emocional, es completamente necesario evitar todo comienzo de
discusión y disputa.
Y si
por el estado de ánimo alterado de una de las partes no hubiere
posibilidad de diálogo en el momento, aplazar
el objeto-motivo para otro momento más propicio.
Sin
detrimento de la personalidad, el cónyuge más sensato y prudente
tomará la iniciativa en
el ceder
y en
el callar:
porque, quién sepa ceder a tiempo, demostrará mayor sensatez y
superioridad moral, superioridad que ejercerá siempre con amor.
Dijo
el Maestro: "Bienaventurados
los..mansos"
Siendo la feminidad
expresión de dulzura y delicadeza, por lógica corresponde a la
mujer manifestar esos bellos atributos, tomando la iniciativa en el
ceder y en el callar, en los momentos que surja cualquier dificultad.
Como sabemos, la
ternura es más propia de la naturaleza femenina, con lo que puede
suavizar y hasta aminorar el temperamento agresivo de la naturaleza
masculina.
Por
ello, la
mujer que sabe ceder y sabe callar a tiempo, mantendrá la armonía
en el hogar y conquistará el aprecio y respeto de su marido y demás
miembros de la familia.
Y esa unión conyugal se fortalecerá más y más, a medida que los
años pasen.
No me refiero a un
callar pasivo, sino a un callar prudente.
Y la
mujer que no sabe callar y no sabe ceder, debe
aprender a hacerlo,
debe ejercitarse en esa práctica, a fin de crear ese hábito
maravilloso; pues, de lo contrario, su matrimonio puede naufragar, y
ella sería la más perjudicada.
A más de lo expuesto,
necesario es tener en cuenta que, tanto las palabras como los
ademanes, así como los detalles de la vida familiar, se graban en la
mente de los hijos, especialmente en la infancia, e influirán en su
futuro.
Los
altercados entre cónyuges que no hay armonía, pueden
producir traumas psíquicos en los hijos,
en diversa intensidad.
Y
ampliando un poco en este aspecto de los hijos, los
padres jamás deberán contradecirse delante de ellos.
Cualquier
diferencia de opinión, deberá analizarse a solas, en
una modalidad razonada;
pero, ambas deberán respetar las decisiones que una de las partes
haya tomado en relación con los hijos.
Si la madre indicó una
tarea determinada, por ejemplo, el padre no deberá contradecirla ni
indicar lo contrario en modo alguno; pues sería desautorizar a su
consorte y las consecuencias serían perniciosas. Y lo mismo
corresponde a la madre.
Y algo que todo padre y
madre debe saber, es que, todo hijo es un ser espiritual que viene a
ese hogar con el propósito de progreso, mediante una educación
apropiada.
Y es responsabilidad de
los padres dar esa educación. Educación, va más allá de la
cultura académica.
Las incomprensiones,
tan frecuentes en algunas familias, tiene su origen en el
egocentrismo de sus componentes. Generalmente, no tratamos de
comprender a aquellos con quienes convivimos, sino de que nos
comprendan.
No sabemos o no
queremos escuchar, esforzándonos, sin embargo, en que nos escuchen.
Y con ello, adoptamos inconscientemente, una actitud de
intransigencia que nos impide razonar; llegando así, a la
incomprensión y falta de entendimiento entre los miembros de la
familia.
Y a
los jóvenes adolescentes, digo: con
vuestros mayores, dialogad en calma y razonadamente, ya que mucho o
algo podréis aprender de sus experiencias. No os dejéis influenciar
por snobismos o tendencias de mentalidades juveniles inmaduras.
Que
en su irreflexión o inferioridad pretendan induciros a tomar una
actitud de rebeldía hacia vuestros padres que,
salvo algunas excepciones, pueden
enseñaros el fruto de sus experiencias, si a ellos os acercáis.
Respetad a vuestros padres, ya que también a padres llegaréis a
ser.
Seamos
comprensivos, y no nos aferremos nunca
a nuestro punto de vista, para no ofuscarnos; porque, esa actitud nos
conducirá a la intransigencia generadora de desarmonía.
Escuchemos
y analicemos siempre las razones de la otra parte, esposa o esposo,
y de aquellos con quienes convivimos.
Aprendamos
a ceder.
El más inteligente, el más sensato es, aquel que sabe ceder a
tiempo en el comienzo de cualquier divergencia, aun cuando considere
tener la razón o estar en lo cierto.
Ya que la verdad de la
cosa en cuestión, habrá de conocerse y verse con claridad, horas o
días después; con lo qué, la parte que haya sabido ceder, será la
más gananciosa.
Adoptando
una actitud mental de observación y control de la emotividad,
podremos evitar muchos disgustos, que son perjudiciales
para la salud
y la
armonía necesaria en el hogar.
Y de ese modo mantener
viva la llama del amor conyugal y familiar, indispensable para un
hogar más feliz; así como afianzar la unión de esas almas que, en
su eterno camino de ascensión espiritual vienen unidas en familia.
Necesario es conocer
que, son muchísimas las familias que sus componentes vienen unidos
ya desde vidas anteriores: ya por lazos de amor, ya por lazos de
odio.
Y que, en este último
caso encarnaron con el compromiso y propósito de trasmutar ese odio
en amor, a través de los lazos de la sangre y convivencia familiar.
Sabemos que, la gran
mayoría de las uniones conyugales son reajustes de viejos desajustes
en vidas pasadas, y en muchos casos, enemigos o litigantes que, la
Ley une por medio de los lazos de la carne.
Para
que en esa unión del diario vivir en los intereses comunes, vayan
creando ese acercamiento espiritual necesario. Por ello, hemos
de hacer todo el esfuerzo posible para mantener la armonía en el
hogar,
por medio de la comprensión mutua, que lleva a un ceder prudente.
Y de ese modo vaya
surgiendo el amor espiritual, que conduce a la armonía plena de las
almas. Armonía que va sublimando el Espíritu de los cónyuges y
demás miembros de la familia, para alcanzar los planos de felicidad
en la otra vida, y continuar ascendiendo en la escala evolutiva.
Muchos son los
espíritus que encarnan unidos en familia, para el reajuste de viejos
desajustes y errores.
Y
cuando ese reajuste no llega a efectuarse en la encarnación actual,
por rechazo de alguna de las partes del compromiso hecho antes de
encarnar, esas
vicisitudes volverán a presentarse en vidas humanas posteriores,
que pueden ser más difíciles.
Por
ello, necesario y conveniente es superar, ahora,
toda desavenencia. Si alguno de vosotros tiene por compañera o
compañero - esposa o esposo - a un ser dificultoso o incomprensivo,
no dejéis de hacer todo
el esfuerzo posible para ayudarle en su evolución.
Aun cuando tengáis que
desafiar opiniones o prejuicios ambientales (de familiares o
amistades), ya que de ese modo superaréis la prueba que os
corresponda.
Debéis saber que, a la
hora de la muerte física, cada uno seguirá al plano espiritual que
le corresponda por su grado de evolución. Y que, si os mantenéis
unidos por el amor, continuaréis unidos en la vida espiritual.
No olvidéis que,
venimos a la vida humana para realizar (interna y externamente) y
para aprender a superar aquellos aspectos que nos impiden continuar
la ascensión espiritual.
Y
que todo atraso en esta realización, por desidia, es
de sufrimiento para el Espíritu,
especialmente después de la vida humana. De urgente necesidad es,
revisar nuestra conducta en los aspectos citados.
Necesario es cambiar de
actitud mental y afectiva hacia una mayor comprensión en las
relaciones conyugales, así como entre todos los miembros de la
familia.
A fin de mantener la
armonía indispensable en las relaciones del hogar, y así contribuir
a que, el hogar sea un refugio de paz y amor, y de progreso
espiritual.
Concluimos
esta exposición, pidiéndoos que, no
permitáis, jamás, que la desarmonía comience en vuestro hogar.
Vosotros, que estáis
ya en el comienzo de las superaciones, que habéis comenzado a
transitar por el camino de la ascensión espiritual.
Proponeos
firmemente,
ya como esposos, ya como hijos y hermanos, a evitar
toda desarmonía en el hogar, todo enfado,
que perjudican la salud del cuerpo y del alma, amargan la vida y
producen un envejecimiento prematuro.
Y lo más importante
es, que retardan el progreso espiritual que, como bien sabéis ya, es
el verdadero objeto de la vida humana.
Con sentido amor
fraterno.
-Sebastián de Arauco -
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Francisco Cándido Xavier
En nuestra reunión de la noche, el ítem 116 del capítulo X de El
Evangelio Según el Espiritismo, relacionados con los imperativos de la
indulgencia, fue el tema principal en los comentarios.
Luchas e inquietudes de la actualidad fueron expuestas por los
oradores que emitieron opiniones contrarias unas a las otras. Al término de
las tareas, nuestro querido Emmanuel escribió la página apoyo y bendición.
Nota – El ítem 116 del capítulo X de El Evangelio Según el espiritismo es un mensaje psicografica
recibido en Bordeus, en Francia, en 1863. Trae la asignación de un espíritu protector que daba
simplemente el nombre de José. La tónica de esa mensaje está en la segunda frase: “Sed severos con
vosotros mismos e indulgente para con los demás.
APOYO Y BENDICIÓN · Emmanuel
Indiscutiblemente, cuantos te rodean precisan de ti, tanto como, hasta cierto punto, tú,
necesitas de cada uno de ellos.
Entretanto, por encima de todos los auxilios, te solicitaran aquel que se erige
en el socorro del entendimiento, con el fin de que no les falte cobertura espiritual en
el camino.
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Asegura protección a los hijos queridos en todo cuanto se relaciones con la providencia en el plano
físico, más cuando no piensen por tus principios, no les niegues apoyo y bendícelos siempre.
El esposo y la esposa, el compañero y la compañera, los amigos y los colegas cuentan contigo en
la solución de las dificultades de orden material. No en tanto, cuando erren, creándote problemas y
luchas, ampáralos con los beneficios de tu propia comprensión, para que, de simples errores, no vayan
a salir para grandes calamidades domestico-sociales.
Si tienes contigo padres difíciles y violentos, auxílialos a través de la propia tolerancia con la cual el tiempo
efectúa prodigios de concordia y felicidad.
¿Familiares y amigos abrazando ideas contrarias a las tuyas? No les recuses la aplicación de las recetas
de benevolencia de las cuales disponías, de modo a que se reencuentren, cuando en desacierto, en las
bendiciones de la vida.
En verdad, todos precisamos unos de los otros, sea para compartir el pan que la Tierra extiende con
hartura, sea para disfrutar el agasajo, que la naturaleza nos ayuda a entretejer, en todas las direcciones.
Mas todos nosotros, en cualquier tiempo y en todas las situaciones, necesitamos, por encima de todo,
de comprensión y bondad, estimulo y simpatía – las fuerzas vivas del amor que nos hacen mejores
para que vivamos sirviendo y conviviremos – sobreviviendo a todos los problemas y
experiencias de la vida, invariablemente unidos por el esfuerzo constante de ascensión a la Divina Luz.
LA LÁMPARA ENCENDIDA J. Herculano Pires
La vida puede oscurecer a nuestro alrededor, más si mantenemos la
lámpara encendida, los contornos de las criaturas amadas no
desaparecerán en las tinieblas. El entendimiento es la lámpara
mental que cargamos en el escafandro del cuerpo, como el
escafandrista carga el suyo en el fondo del mar. Dejemos que la
lámpara se apague y no veremos nada más a nuestro alrededor.
El mundo en cambio es como un día de eclipse solar. Cuando menos
se espera, el sol se apaga en el cielo y las tinieblas invaden la Tierra. La evolución se acelera en nuestros
días y el carro de la vida se precipita en baches y curvas inesperadas. Precisamos de equilibrio y firmeza
para mantenernos en nuestro lugar y de la luz del entendimiento para esclarecer el camino.
En casa, con los familiares, en el servicio, con los compañeros; en la calle, con la multitud; en todo
momento nos enfrentamos con sorpresas impresionantes. Las costumbres se modifican, la vieja rutina se
rompe, las normas de relacionamiento humano se subvierten. Es el mundo que está cambiando y, por
más que todo nos parezca errado, la verdad es que el cambia para mejor, bajo el impulso irrefrenable
de las leyes de la evolución.
Hasta ahora nos orientamos – a pesar de las lecciones milenarias del Evangelio- por la moral egocéntrica
de la impotencia personal. Los conceptos de honra y dignidad que cultivamos son herencias bárbaras.
El melindre, la susceptibilidad exagerada, el poco respeto a si mismo, auto consideración
orgullosa, creaban conflictos insanables por todas partes. Esposas e hijos no eran compañeros, sino
esclavos y algunas veces hasta incluso objetos. Hablamos de indulgencia y comprensión, pero como
tiranos que solo las dejasen para sí mismos.
Hoy la evolución nos fuerza a comprender que estamos todos interligados por dependencias de orden
moral y espiritual. Precisamos comprender a los otros, entender las situaciones ajenas y auxiliar siempre
para que seamos también auxiliados. Los imperativos de la indulgencia resultan de la necesidad
de convivencia. Comprender, personar, y ayudar es la única manera de cumplir nuestros deberes de
padres, de hijos, de hermanos, a la luz de los principios cristianos.
Un siglo es una década después del mensaje de José, en Francia, Emmanuel precisa darnos un nuevo
mensaje al respecto de la indulgencia, procurando acordarnos de mantener la lámpara encendida.
Artículo publicado originalmente en la columna dominical “Chico Xavier pide licencia” del jornal Diario de
S. Paulo, en la década de 1970.
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