LA ORACIÓN
En artículos anteriores hacíamos mención a la importancia del análisis de todas aquellas comunicaciones que desde el plano espiritual se reciben. Incluso se detallaba una clasificación acerca de los diferentes tipos de comunicaciones que pueden llegar hasta nosotros.
Pues bien, uno de los factores importantísimos, por no decir el que más, en el éxito y el buen desarrollo de la comunicación mediúmnica es el ambiente espiritual que reine entre los componentes de esa reunión y las intenciones, más o menos nobles y altruistas que tengan a la hora de asistir a un trabajo mediúmnico de este tipo.
La clave principal e indispensable de un buen ambiente espiritual en todo trabajo mediúmnico no es otra que LA ORACIÓN; la oración sentida y realizada de forma altruista, elevando nuestro pensamiento de amor hacia lo Alto, para que sea recogido por los seres de luz y elevación que nos ayudarán a realizar correctamente el trabajo mediúmnico, con resultados positivos y de gran ayuda hacia nuestro prójimo.
Es la mayor de las caridades, la más anónima, la que mayor satisfacción y progreso otorga al espíritu humano, pues se realiza internamente y produce en el espíritu humano su elevación hacia lo Alto.
“La oración debería ser la llave del día y el cerrojo de la noche.”
Thomas Fuller
Al mismo tiempo, la oración sirve internamente al espíritu como reconocimiento de su propia imperfección, de lo pequeños que somos espiritualmente y de la necesidad que tenemos de depender de lo Alto para solucionar muchos de los problemas que se nos presentan en la vida.
La oración conlleva una actitud de humildad para el espíritu, y por ello, nos hace mucha falta practicarla, a fin de eliminar paulatinamente el orgullo y la soberbia que nos atenaza, consiguiendo progresar espiritualmente en el amor cuando pedimos altruistamente por los demás, de forma anónima y callada.
Es tanta la necesidad espiritual de nuestro mundo de hoy; es tanta la necesidad de consuelo, de esperanza, de amor, de afecto, de comprensión y de tolerancia que, en la mayoría de las veces no encontramos las fuerzas internas necesarias que nos ayuden a sobrellevar las pruebas que la vida nos presenta. Es entonces cuando recurrimos a lo Alto y tenemos la seguridad de que la ayuda viene a nosotros en la misma medida en que lo pedimos, con la intensidad y la fe que depositamos en esa petición, con los ideales nobles que nos inducen a solicitar esa ayuda.
Por ello, diariamente, en cualquier oportunidad que se nos presente, incluso en nuestro lugar de trabajo, circulando por la calle, al levantarnos, al acostarnos, en cualquier momento la oración es positiva y beneficiosa para nosotros y para los demás; allá donde veamos una necesidad de consuelo, de afecto, de caridad, de miserias humanas, etc…, podemos ayudar de la mejor manera pidiendo por esas personas a lo Alto, para que los seres de luz y elevación conforten esas almas endeudadas, esas penurias que a veces destrozan el sentimiento y el alma del espíritu más fuerte.
Como podemos deducir de lo expuesto, la oración, no es sólo un instrumento de ayuda para nosotros, sino que es la fuente de ayuda más importante para nuestro prójimo. Allá donde se necesite ayuda espiritual, sea donde sea, por medio de la oración conseguiremos esa ayuda, y si ésta es solicitada para personas ajenas a nosotros mismos, esta ayuda es también más importante, pues se convierte en caridad y nuestro espíritu progresa enormemente.
La oración es también la defensa poderosa contra nuestros enemigos; cuando alguien no te desee el bien, es necesario y conveniente pedir por esas personas para que desde lo Alto les ayuden a darse cuenta que no actúan correctamente, para que cambien de actitud, para que la luz se haga en su entendimiento y comprendan que no se perjudican más que a sí mismos pensando o actuando en contra de los demás.
Es a través de esta actitud como ponemos en práctica la frase de nuestro maestro Jesús: “Amad a vuestros enemigos”. Algo realmente difícil y costoso de conseguir, por ello, comprendiendo que el espíritu egoísta y rencoroso actúa mal en base a sus imperfecciones, hemos de saber perdonarle primero y aprender a amarle después, comenzando por pedir por él para que le ayuden en su progreso espiritual. Devolvemos bien por mal y adquirimos la luz y el entendimiento preciso para que nuestro espíritu se encuentre fortalecido ante los acosos de las influencias negativas que puedan afectarnos.
La oración es aquí la expresión del amor, en una primera fase, y comprendiendo sus múltiples utilidades nos daremos cuenta de que cuando la empleamos para beneficio de nuestro prójimo estamos forjando un destino venturoso para nuestro propio espíritu sin apenas darnos cuenta. Es por ello, que en la educación mediúmnica toda persona que se interese por ello debe aprender a elevar su pensamiento, a tener por pauta y norma de conducta la oración sentida y realizada en beneficio del prójimo.
Como explicábamos al inicio del presente artículo, es imprescindible en todo trabajo mediúmnico la oración interna realizada con amor y sentimiento altruista, es la única manera de ayudar profundamente con auténtica caridad a todos aquellos que realmente lo necesitan tanto seres libres como seres encarnados.
Son enormes los beneficios que pueden conseguirse con la oración, pues no debemos olvidar que ésta produce su efecto benefactor porque en el plano espiritual existen millones de espíritus encargados de ayudarnos cuando les solicitamos esa ayuda. Son equipos espirituales destinados a ayudar a todos los que habitamos en la tierra, muchos de estos espíritus han vivido antes en la tierra, y desean ayudar en todo lo posible, pues así también progresan espiritualmente en el espacio.
Ante la gran necesidad espiritual que vive actualmente nuestra humanidad, Dios envía más ayuda que nunca, pues sabedor del cambio que se avecina y de las convulsiones por las que estamos viviendo no abandona nunca a sus hijos y por lo tanto está más pendiente que nunca de nosotros.
“La oración no cambia a Dios, pero sí cambia a quien ora”
Soren Kierkegard (Filósofo)
Es pues necesario saber que, nuestro Padre está siempre pendiente de nuestras actuaciones, y las oraciones realizadas en favor de los demás son puentes importantes que facilitan nuestro progreso hacia el destino final de nuestra evolución: La Perfección y la Felicidad.
Antonio Lledó Flor
©2015, Amor,paz y caridad
“No he logrado nada solo. Millones de personas en todo el mundo ansiaban la paz. Por eso digo que no hay que minusvalorar el poder de la oración.”
Kofi Annan – Secretario Gral. O.N.U
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COMUNICADO MEDIÚMNICO
El pensamiento positivo tiene que ser el pensamiento real, tu forma de ver y vivir la vida.
Es fundamental tener presente buenos pensamientos para una buena protección, para una vida llena de sentimientos de buena fe y alegría.
La vida es alegría por una nueva oportunidad que se nos da para solucionar cosas que teníamos pendientes para evolucionar de forma espiritual. Por eso no debemos de complicarnos sin sentido y cuando algo nos aflige después de nuestros primeros momentos de dudas levantarnos y seguir la vida con alegría, fe y amor.
Si nos apoyamos en Dios Padre no nos podemos permitir dudar, tener miedos, sería una falta de fe, sería una forma de dañarnos más a nosotros mismos y tenemos que saber en qué lado estamos y para qué hemos venido sin atormentarnos sin ninguna necesidad.
Todo es mucho más fácil y debemos solo comprender que estamos de paso y algún día nos tocará marcharnos.
No tener apego a la materia, pues materia es y debemos de mirar más allá dentro de nosotros mismos, dentro de nuestros corazones.
Sabemos la verdad, solo tenemos que apoyarnos en ella para darle el sentido que necesitamos.
Es la mejor forma de caminar por la vida porque muchas veces nosotros mismos somos nuestro peor sufrimiento.
Pensad lo que os digo y poner en práctica lo que pensáis.
La vida es más fácil de lo que pensáis, no la hagáis más difícil de lo que os toca.
A veces las decisiones no son correctas pero son vuestras decisiones y tiene un porqué. Pensadlo.
Hay que buscar el equilibrio.
La mente positiva siempre es una forma de llevar la vida espiritualmente con mucha más tranquilidad.
(Recibido por Mª Ángeles el 15-05-2015)
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La Ecologia a la Luz del Espiritismo
¿ Qué es la Ecologia?
¿ Qué es la Ecologia?
Antes de continuar, debemos saber cual es el significado del término Ecologia: oikos ,en griego quiere decir "casa", "lugar donde se vive", y logos, también del griego, significa, "estudio de".
Ecología, de forma literal, puede ser entendida como "el estudio de los organismos en su casa".
Pero, como definición, podemos dar la de que es el estudio de los organismos o de los grupos de organismos en relacción a su ambiente. O incluso, la ciencia de las interelaciones entre los organismos vivos y su ambiente.
Considerando que la ecología está relaccionada con la biología de grupos de organismos y con los procesos funcionales, en las tierras, océanos y aguas dulces, es más preciso decir que ecología es el estudido de la estructura y funciones de la naturaleza ( admitiendo a la humanidad como parte de ella); o aún: es la ciencia del "ambiente vivo" o simplemente "de la biología ambiental".
Por lo que puede verse, esto fue dicho en términos de conceptuaciones, el Hombre se interesó por la Ecología de una forma práctica, nada pragmática, desde muy temprano en su Historia. En las sociedades primitivas, cada indivíduo, para sobrevivir, necesitó tener un conocimiento definido de su ambiente, para saber valerse de él, precisó comprender las fuerzas de la Naturaleza, de sus diferentes reinos, a saber: el de los minerales, los vegetales y los demás animales.
El fruto de sus propias observaciones, llevó a ese hombre primitivo a observar los astros en su situación en el cielo, los vientos, la lluvia, las variaciones de temperatura, las corrientes marinas, las maréas, las estaciones del año, las plantas para ser cultivadas, por ejemplo, y así, empíricamente, más perfectamente integrado con todo lo que la naturaleza se le presentaba, permitió que su trayectoria evolutiva se procesase y llegase a donde estamos hoy, cuando la Ciencia y la Tecnología contemporáneas, ya permiten al hombre ir a explorar espacios y planetas como la Tierra, de modo que hace ya casi cuarenta años atrás, le fue permitido pisar el suelo lunar y regresar a la Tierra, sano y salvo.
El desajuste habido a lo largo del tiempo, llevó a nuestro planeta a la situación en que se encuentra en nuestros días, no necesitando acrecentar las crisis y los problemas que el propio hombre creó, pero de los que no se preocupó mucho en resolverlos, por lo menos, de forma objetiva y concreta.
Si consideramos que las crisis morales, sociales y filosóficas, engendradas por el Hombre, se repiten de modo inexorable, sobre el medio que lo rodea, ¿ cómo podemos esperar, por más autoregenerador que sea el Sistema de Gaia, que el Hombre encuentre un camino pacífico, obedeciendo los principios básicos de la Naturaleza para resolver los conflictos?
"La presión sobre el medio ambiente es, al mismo tiempo, causa y efecto de tensiones políticas y conflictos militares. Las naciones, frecuentemente lucharán para mantener el control de las materias primas, suministro de energía, tierras, cuencas hidrográficas, pasos marítimos, y otros recursos ambientales básicos. Esos conflictos tienden a aumentar a medida que los recursos escasean y aumenta la competición por ellos", este trecho encontrado en la página 325 del informe Brundtland, de 1.988, de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, en el libro "Nuestro futuro común", viniendo a corroborar lo que fué dicho anteriormente.
Si hoy podemos comprender que la religión es la religación del Hombre con Dios Creador, reconectarse con el informe Brundtland de la Vida, significa, dentro de la observancia de la Ley de Evolución, construir y alimentar comunidades sostenibles en las que podamos satisfacer nuestras necesidades futuras, intentando el hombre por todos los medios posibles, minimizar los efectos, por más nefastos que sean, de las disputas entre las naciones, sobre el medio ambiente.
A causa de eso, presisamos reaprender algunos principios básicos de Ecología.
Considerándose que, basicamente todos los sistemas vivos presentan los mismos principios de organización, todas las comunidades son redes organizadamente cerradas, pero abiertas a los flujos de energía y de recursos.
Por causa de eso, el Hombre precisa entender que para apenas comprender los ciclos de la Naturaleza, no le es necesario nada más que ´traer eso para todas las experiencias por las que pasa a lo largo de su vida. Además del principio de la interdependencia, esto es, de la dependencia mútua de todos los procesos vivos entre unos y otros, que en la naturaleza es todo relacionamiento ecológico que precisa ser igualmente incorporada, hay necesidad de comprender por qué determinadas crisis ocurren en ciertas regiones de la Tierra, como consecuencia de su inadecuada práctica en el uso y trato de la tierra, por ejemplo.
Comprender la interdependencia ecológica significa comprender la relación de las partes con el todo, de los objetos con los relacionamientos, del contenido con los patrones.
Por.: Izabel Gurgel
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(AMALIA DOMINGO SOLER)
Las memorias del Padre German, de nuestra querida Amalia domingo Soler, es la historia de un sacerdote, con el cual los que le hemos leído, hemos aprendido a valorar los ideales nobles, pese que nos encontremos en el lugar, menos propicio para conseguirlos y llevarlos a la práctica. Admiramos sus virtudes que no son otra cosa que el restricto cumplimiento de su deber.
El Padre German nos dice: No penséis, hijos míos, que hice nada de particular; hice lo que debían hacer todos los hombres; dominé mis pasiones, que son nuestros más encarnizados enemigos, esto os demostrará que sois injustos cuando decís que el clero está desposeído de buenas cualidades. En todos los tiempos ha habido excelentes sacerdotes; no os negaré que han sido los menos,y que los más han cedido a las tentaciones de la malicia, de la ambición, de la concupiscencia; mas no digáis nunca que las religiones, han sido nocivas a la sociedad, porque las religiones, en principio, todas son buenas, todas encaminan al hombre a la abstención de todos los vicios; que sus ministros no obedezcan sus mandatos, es otra cosa, pero el precepto divino siempre es grande.Tomad ejemplo en vuestra libertad: vosotros decís que la libertad es la vida, porque es el orden, es la armonía, y sin embargo, ¡Cuánta sangre ha regado la tierra, derramada en nombre de la libertad!... ¡Cuántos crímenes se han cometido! ¡Cuánto se ha esclavizado a los pueblos! Pues del mismo modo las religiones han sido la tea
incendiaria, cuando fueron creadas para pacificar y armonizar las razas, los sacerdotes han tenido en su mano la felicidad de estemundo, pero han sido hombres sujetos a deseos, a veleidades, se han dejado seducir, han cedido a la tentación, y pocos, muy pocos han sabido cumplir con su deber.
Yo, si cumplí con todos mis juramentos, no penséis que fue por virtud, sino que llega un instante decisivo en el cual el Espíritu cansado de sí mismo, se decide a cambiar de rumbo porque ya está (haciendo uso de vuestro leguaje) acribillado de heridas; ya no puede más, y dice: “Señor, quiero vivir”. Y como querer es poder, el Espíritu comienza a dominar sus pasiones, emplea su inteligencia en un trabajo productivo, y allí tenéis el comienzo de la regeneración; y cuando muchos espíritus en una nación están animados de ese gran sentimiento, entonces es cuando veis esas épocas brillantes de verdadera civilización, de inventos maravillosos, de mágicos descubrimientos. Si un Espíritu animado de un buen deseo puede servir de consuelo a cien o más individuos, calculad si millones de espíritus quieren ser útiles a sus semejantes, cuánto bien pueden hacer. Entonces es cuando veis las rocas convertidas en tierra laborable, los desiertos en pueblos llenos de vida, los asesinos en misioneros, las rameras enhermanas de la caridad; el hombre es el delegado de Dios en la Tierra; ya veis si puede metamorfosearla.
Cuando yo estuve en vuestro mundo, había pocos espíritus animados de buen deseo; fue una época de verdadero desconcierto, por eso mi conducta llamó más la atención, y a mi muerte me apellidaron el Santo, pero creedme; estuve muy lejos de la santidad, porque yo conceptúo que el hombre santo debe vivir en una calma perfecta, sin tener nunca ni una sombra de remordimiento, y yo, además de la lucha que sostuve cuando mi pobre madre estuvo en la aldea ¡Lucha terrible!, falta que aún a veces me atormenta, en los últimos meses de mi estancia en la Tierra estuve dominado por un remordimiento, pero por un remordimiento horrible, y mi hora postrera hubiera sido espantosa si Dios en su misericordia suprema no me hubiese dejado recoger el fruto de uno de mis más grandes afanes, que fue la conversión de Rodolfo, ese Espíritu rebelde aquien quise y quiero con un amor verdaderamente paternal. Si no hubiera sido por él, en los últimos instantes de mi vida terrena hubiese sufrido espantosamente. ¡Cuánto bien me hizo entonces!
Quiero daros, todos estos detalles, porque deseo presentarme a vosotros tal cual soy, no quiero que me creáis un Espíritu superior, estuve muy lejos de serlo; y por la madre que tuve que escoger, por las condiciones dolorosísimas de mi vida, debéis comprender que tenía grandes deudas que pagar. Lo que sí tuve fue un verdadero afán de progreso, una voluntad potente empleada en el bien; esas fueron mis únicas virtudes, si virtudes se pueden llamar a mis ensayos de regeneración. Alguno de vosotros ha llegado a ese momento decisivo; queréis comenzar a vivir, y como necesitáis enseñanza, yo os daré todas las instrucciones que me sean posibles, yo os diré los goces inefables que me proporcionaron las buenas obras que hice, y los sufrimientos que me ocasionó el dejarme dominar un momento por cierta influencia espiritual.
Estad siempre sobre aviso, preguntaos continuamente si lo que hoy pensáis está en armonía con lo que pensabais ayer; y si veis una notable diferencia,debéis poneros en guardia, y recordar que no estáis solos, que los invisibles os rodean, y estáis expuestos a sus asechanzas. Yo una vez fui débil, y os aseguro que me costó muchas horas de tormento mi fatal descuido.
Un año antes de dejar la Tierra, estaba yo una mañana en la iglesia; era a principios del otoño, y me encontraba triste, muy triste, mi cuerpo se reclinaba hacia la fosa, mi pensamiento estaba decaído, veía acercarse la hora de mi muerte, y como durante mi vida no había hecho más que padecer, siendo víctima de continua contrariedad, si bien tenía la certidumbre absoluta de la eterna vida e individualidad de mi alma, como en la Tierra es tan limitado el horizonte que contempla nuestros ojos, yo decía con profunda pena: ¡Me moriré sin haber vivido! En tantos años sólo algunas horas he podido contemplar el rostro de una mujer amada; pero ¡Qué contemplación tan dolorosa!... ¡Ella con las convulsiones de la muerte! Mi amor queriendo salvarla, y mi deber diciendo: “¡Llévatela, Señor, aparta de mí esta tentación!” Yo, que hubiera dado mil vidas por la suya… tuve que alegrarme de su fallecimiento. ¡Qué alegría tan amarga!... Me queda el infinito, es verdad; pero ahora, ahora no puedo recordar nada que me haga sonreír. Y me sentía desfallecer.
Tengo observado que el Espíritu se prepara con tétricos pensamientos cuando va a cometer una mala acción; y de igual manera, cuando va a hacer un acto meritorio, todo parece que le sonríe. Uno está contento sin saber por qué, y es que nos rodean almas benéficas atraídas por nuestros buenos pensamientos.
Cuando uno se empeña en verlo todo negro, atrae con su intemperancia a espíritus inferiores; y yo, aquella mañana estaba triste, muy triste, me encontraba hastiado de todo, quería orar y no podía, quería evocar algún recuerdo agradable, y sólo surgían de mi mente dolorosas reminiscencias.
Cuando más preocupado me encontraba, sentí ruido de caballos que se pararon delante de la iglesia; oí muchas voces confusas, y por último, vi entrar a una mujer en el templo, la que se dirigió hacia mí, y yo, en vez de salir a su encuentro, me retiré con ademán sombrío, y me senté en un confesionario; pero la mujer me siguió, y al estar cerca de mí, exclamó:
-Padre Germán, es inútil que os alejéis de mí; vengo de muy lejos para hablar con vos, ya me conocéis y sabéis que cuando yo quiero una cosa la consigo, así que es inútil vuestra resistencia.
Y se arrodilló delante del confesionario, pero con un ademán hostil, insultante; su cuerpo se doblegó por pura fórmula, pero se conocía que estaba dispuesta a emplear la fuerza para conseguir su deseo.
La voz de aquella mujer me crispó todos mis nervios y me irritó de tal manera,que cambió por completo mi modo de ser. La conocía hacía muchos años, sabía que era un reptil que se arrastraba por la tierra y que había causado más víctimas que cien batallas; sabía que cuando una mujer deshonraba el nombre de su padre, o el de su marido, y su deshonra se hacía visible, llamaban a aquella arpía, le daban un puñado de oro y ella se encargaba de estrangular el tierno ser, fruto inocente de ilícitos amores; sabía que ella había seducido a muchas jóvenes, y las había lanzado en brazos de la prostitución; sabía que aquella mujer era peor que Caín; sabía tantos detalles tan horribles de su existencia, que varias veces se había puesto en mi camino y había huido de ella, sintiendo una repugnancia invencible, y al verla tan cerca de mí, me exasperé y le dije con un acento furibundo:
-Me importa poco que vengáis de muy lejos; nada quiero escuchar que se relacione con vos, ¿Me entendéis bien? Pues marchaos de aquí y dejadme tranquilo; sé que pronto me iré, y tengo derecho a morir con tranquilidad, y sé que hablando con vos, perderé la paz de mi alma. -¿Y vos sois el santo que dicen, y arrojáis a los pecadores arrepentidos de la casa de Dios?-Es que no venís arrepentida; ya sé lo que deseáis: sin duda me diréis (pues ya tengo algunos indicios de vuestro plan) que queréis reedificar esta vieja iglesia, y levantar un soberbio santuario en “La fuente de la salud” que sirva de hospedería a los peregrinos. ¿Es verdad que ese es vuestro proyecto, pensando que si levantáis templos en la Tierra vuestra alma podrá entrar en el cielo? Y hasta quizá me diréis que, cansada de la lucha de la vida, queréis vestir el humilde sayal del penitente.
-Bien dicen que sois brujo y yo así lo creo; efectivamente: habéis adivinado mi pensamiento, los años me abruman con su peso, temo que la muerte me coja desprevenida, y bueno es prepararse para la eternidad, si es que el alma se da cuenta de sus actos, y si nada recuerda, siempre es grato ponerse bien con el mundo, y dejar una buena memoria que borre la huella de algunos desaciertos que he cometido, de los cuales la calumnia se ha apoderado y me han dado cierto renombre que no quiero de modo alguno para bajar a la tumba. El oro todo lo compra, sed razonable, dejaos de vanos escrúpulos, hagamos un contrato en regla; yo os daré todo el oro que me pidáis, y en cambio, haced vos cuanto creáis conveniente para que mi alma repose tranquila después de la muerte, y que me recuerden en la Tierra con respeto, con veneración. Mi pensamiento, como veis, es bueno: quiero borrar las huellas del delito y asegurar mi salvación eterna. Una buena confesión dicen que nos reconcilia con Dios, yo quiero reconciliarme con Él; así es que tenéis que escucharme, porque vuestra obligación es atender a los pecadores.
Así como la serpiente va fascinando a sus víctimas, del mismo modo aquella mujer me fascinó con su mirada diabólica, quise hablar y no pude, y ella, aprovechando mi forzado silencio, comenzó a contarme la historia de su vida.
Estuvo hablando cuatro horas seguidas, y yo, mudo, sin saber qué pasaba por mí, la escuché sin interrumpirla ni una sola vez; hubo momentos que quise hablar, pero tenía un nudo de hierro en la garganta, mis sienes latían apresuradamente, mi sangre parecía plomo derretido que, al circular por mis arterias, abrasaba mi ser, y cuando concluyó de hablar, como si una fuerza extraña se apoderara de mí; salí de mi entumecimiento, me estremecí violentamente, me levanté iracundo, salí del confesionario, la cogí del brazo y la hice levantar, diciéndole:
-Si yo creyera en sortilegios, creería que me habéis hechizado, cuando he tenido la paciencia para escucharte tanto tiempo; pero no: sin duda mi Espíritu ha querido convencerse de tu infamia, y por eso te he prestado atención, para persuadirme que eres peor que todos los Caínes, y Herodes, y Calígula, y Nerones de que nos habla la historia. Para mí no ha habido pecador que no haya encontrado en él un átomo de sentimiento; pero en ti no veo más que la más cruel ferocidad, pero una ferocidad inconcebible. Te has complacido en matar a los niños, que son los ángeles del Señor; no te has conmovido viendo su impotencia, nada te han dicho sus ojos, que guardan el resplandor de los cielos;te has apoderado de ellos como fiera sin entrañas y te has sonreído cuando les veías agonizar, y después de tantos crímenes, después de ser el oprobio y el horror de la humanidad, quieres levantar un templo, quieres profanar esta pobre iglesia, revistiéndola con mármoles comprados con un dinero maldito;quieres envenenar “La fuente de la salud” haciendo servir el manantial de Dios para tráfico infame, quieres comprar el reposo eterno con una nueva alevosía.
¡Miserable! ¡Sal de aquí! ¡Para ti no tiene Dios misericordia! Ahora piensas en el reposo… y tú no puedes reposar jamás… Tú tienes que ir, como el Judío Errante de la leyenda bíblica, corriendo el Universo; cuando pidas agua, los niños que tú asesinaste te presentarán su sangre mezclada con hiel, y te dirán:
“¡Bebe y anda!” y tú andarás y andarás siglos y siglos sin que la luz del Sol hiera tus ojos, y cerca de ti, muy cerca, oirás voces confusas que te dirán:
“¡Maldita, maldita seas!... “Y yo doy comienzo a decírtelo; yo te digo: “¡Sal de aquí, que las paredes de este santo templo parece que se agrietan, parece que quieren desplomarse para no servir de bóveda a tu cabeza, a tu horrible cabeza, donde no han germinado más que las ideas del crimen! Yo, que para todos he tenido compasión, y que he ocultado a tantos malhechores, para ti no tengo más que el anatema y la excomunión. ¡Huye de aquí, maldita de los siglos! ¡Huye de aquí, leprosa incurable! ¡Huye de aquí, que el sol se nubla porque no quiere contagiarse contigo!” Y como si la naturaleza quisiera ayudarme, se desencadenó una tempestad de otoño, arreció, rugió el huracán, y aquella mujer tuvo miedo, tembló de espanto, creyó llegado el juicio final y gritó con verdadera angustia: “¡Misericordia, Señor!” “¿De quién la has tenido tú? –Repliqué con tremenda ira. -¡Huye de aquí, que tal horror me inspiras, que si más tiempo te contemplara me convertiría en vengador de tus víctimas!”
No sé qué debieron revelar mis ojos, porque ella me miró, lanzó un grito aterrador y huyó como una exhalación. Yo me quedé mirando algunos instantes la dirección que había tomado; sentí un dolor agudísimo en el corazón, y caí desplomado en tierra. Cuando entré de nuevo en la vida de relación, supe por Miguel que había estado dos días sin sentido. Los niños, con sus caricias, habían querido hacerme despertar, pero todo había sido inútil.
Volvieron los pequeñitos y rodearon mi lecho con la más tierna solicitud, los miré con infantil alegría; pero enseguida recordé lo que había pasado y les dije: “Dejadme, hijos míos, yo no soy digno de vuestras caricias”. Los niños me miraron y no comprendieron, yo les repetí las palabras anteriores, y uno de ellos dijo a los demás: “Vamos a decirle a María que el Padre Germán está muy malo”.
Tenían razón, tenía enfermo el cuerpo, tenía herida el alma. Desde entonces no tuve un momento de reposo, ni en la tumba de ella. A veces, se me aparecía la niña de los rizos negros; me miraba tristemente, y yo le decía: “¿Es verdad que ya no soy digno de ti? He arrojado a un pecador del templo”. La hermosa aparición me parecía que lloraba, y yo, al ver sus lágrimas, lloraba como ella, y exclamaba: “¡Desventurado! ¿Quién soy yo para maldecir? Aquella infeliz tuvo miedo, y en lugar de decirle: “¡Espera, espera, que la misericordia de Dios es infinita!” Le dije: “¡Sal de aquí, maldita de los siglos!” ¡Yo sí que he profanado esta vieja iglesia! ¡Parece mentira! Yo que sólo he sabido amparar… ¿Por qué una vez rechacé a un infeliz pecador? ¿Por qué? Y me iba al campo solo; no quería que los niños me acompañaran, porque no me conceptuaba digno de su compañía.
Las tardes de otoño son muy tristes; los últimos rayos del Sol parecen los hilos telegráficos de Dios, que transmiten al hombre un pensamiento de muerte. Yo los miraba y decía: “¿Es verdad que me decís que voy a morir pronto?” Y como si la naturaleza respondiera a mi pensamiento, las sombras envolvían una parte de la Tierra, y yo veía la figura de la judía errante que corría delante de mí, y únicamente me calmaba cuando las estrellas me enviaban sus sonrisas luminosas.
En aquella ocasión Rodolfo me prestó un gran consuelo, no me dejaba casi nunca solo, parecía mi sombra, dondequiera que yo iba, venía a buscarme y me decía:
-No seáis así; si con una pecadora habéis sido inflexible, en cambio muchos culpables os deben su salvación, sed razonable, qué pesará más en la balanza divina:¿Un ser o mil? Pues más de mil habéis salvado de la desesperación. Ya estáis enfermo, hay que tener en cuenta muchas cosas, vamos, animaos. Y me acariciaba como a un niño, y hacía que yo me apoyase en su brazo. Por momentos me animaba, pero volvía a caer en mi abatimiento. Y así estuve sufriendo un año, siempre pensando por qué habría sido yo tan intolerante con aquella mujer, cuando mi tolerancia era proverbial; cierto que era el reptil más repugnante que yo había conocido, pero ¿Quién era yo para condenar? Y esta idea tenaz me fue minando poco a poco, hasta que caí en mi lecho para no levantarme más. Rodolfo y María fueron mis enfermeros, y todos los habitantes de la aldea rodeaban mi humilde cama.
Los niños me decían:
-¡No te vayas… Levántate!... Ve a “La fuente de la salud”, verás como bebiendo aquel agua, te pones bueno.
Y yo les contestaba:
-¡Hijos míos, ya no sirve para mí “La fuente de la salud” que hay en este lugar; me hace falta “La fuente de la salud” que hay en el infinito! Las jóvenes lloraban y me decían: “Padre Germán, no os vayáis”. Y más de una joven pareja se arrodilló ante mi lecho, como si este fuera un altar, diciéndome: “Padre,bendecid nuestra unión, y así aseguraremos nuestra felicidad”. Y los ancianos me miraban con profunda pena, y decían: “Tú no debes morir nunca, porque tú eres el mejor consejero que hemos conocido, en las horas de tribulación”.
Todas estas pruebas de cariño me conmovían y me avergonzaban, y al fin, queriendo descansar en algo mi conciencia, les dije dos días antes de morir:
“Hijos míos, quiero confesarme con vosotros, escuchadme”. Y les conté lo que había hecho con la mujer culpable, diciendo al terminar: “Quisiera purificar la iglesia que yo profané; quizá el tiempo se encargue de ello (y en aquel instante tuve sin duda Espíritu profético, porque algunos años después destruyó el fuego el templo que yo mancillé con mi intolerancia). Por el momento coged mi vieja capa, sacadla en medio de la plaza y quemadla, que si bien a muchos culpables cubrí con ella, a un pecador le negué abrigo, y el manto del sacerdote que no cobija a todos los pecadores merece quemarse y arrojar sus cenizas al viento; en cuanto a mi cuerpo, no le impongo ese suplicio, porque no fue mi materia la que pecó, fue mi Espíritu, y éste ya sufre hace tiempo la tortura del remordimiento; ¡Fuego que abrasa sin consumir! Mas no creáis que mi condenación será eterna, porque yo me purificaré por medio de obras meritorias en mis sucesivas encarnaciones. Rodolfo me miraba, diciéndome con sus ojos “¡No te vayas, que yo no quiero!” Y yo le decía: es inútil tu demanda, llegó el fin del plazo, mira como yo muero, toma ejemplo, no es mi hora postrera como yo pensaba, creí morir tranquilo y mi mal proceder con aquella infeliz me hace temblar. Si una mala acción tanto me hace sufrir, calcula cómo morirás tú si a tus pasados desaciertos acumulas nuevos extravíos. Júrame que no olvidarás mis consejos y así moriré más tranquilo”.
Rodolfo no podía hablar, pero estrechaba mis manos contra su pecho, y sus ojos me decían: “¡Vive, vive por mí!” ¡Cuánto bien me hacían aquellas miradas!...
Porque, cuando apartaba mi vista de él, veía a la judía errante que corría; yo la seguía y los dos corríamos hasta que yo caía desvanecido. ¡Cuánto sufría en aquella carrera vertiginosa que, a pesar de ser imaginaria, a mí me parecía una horrible realidad!
Rodolfo, comprendiendo mi estado, tuvo una buena inspiración: yo había enseñado a los niños a cantar en coro en las festividades de la iglesia, yo les componía la música y la letra de cantos sencillos, y había escrito uno para la muerte de un anciano muy querido en la aldea, cuyas estrofas hablaban al corazón; una de ellas, traducida literalmente a vuestro idioma, decía así:
“¡Anciano, no te vayas, quédate con nosotros! En la Tierra está el cuerpo de Dios, en el misterio de la Eucaristía; bien puedes quedarte tú”. “¡Hay mujeres que aman, niños que sonríen y ancianos que bendicen; no te vayas, quédate con nosotros!”
“Aquí hay flores, hay aves, hay agua y rayos de Sol; no te vayas, quédate con nosotros”. Las vocecitas de los niños, cantando estas estrofas, producían un efecto dulcísimo y conmovedor. Rodolfo salió de mi estancia, y volvió a entrar a los pocos momentos, diciéndome: “¡Padre, escuchad, escuchad lo que dicen los niños!” Yo presté atento oído, y al oír el canto de los pequeñitos, acompañado de los acordes del órgano, sentí un bienestar; mi mente se tranquilizó como por encanto, huyeron las sombras del terror y vi mi estancia inundada de una luz vivísima; figuras hermosísimas rodearon mi lecho, descollando entre todas ellas la niña de los rizos negros que, inclinándose sobre mi frente, me dijo con voz acariciadora:
-Escucha alma buena; escucha el último canto que elevan por ti en la Tierra, escucha las voces de los pequeños, ellos te dicen: “¡Bendito seas!”Aquellos momentos me recompensaron con creces de toda una vida de sufrimiento. En la Tierra me llaman los niños, en el espacio me llaman los ángeles. ¡Todos me querían!... ¿Puede haber mayor felicidad? No. Rodolfo me estrechaba contra su corazón. María sostenía mi cabeza, y yo, sin sacudimiento y sin fatiga, me desprendí de mi cuerpo, sobre el cual se precipitaron todos los niños; y aunque en la Tierra los muertos inspiran repugnancia, mi cadáver no la inspiró; todos los habitantes de la aldea acariciaron mis restos, que permanecieron insepultos muchos días, respetando órdenes superiores de la autoridad eclesiástica, que al fin profanó mi cuerpo, poniendo en mis sienes la mitra que usan vuestros obispos; y todo el tiempo que permaneció mi cuerpo en la iglesia no dio señales de descomposición, efecto sin duda de mi extremada delgadez, puesto que parecía una momia, pero que la gente sencilla atribuyó a la santidad, y todas las tardes entonaban los niños el último canto que yo les enseñé.
Supe después (para mi consuelo) que cuando arrojé a la pecadora del templo,fui fiel intérprete de otros espíritus que se apoderaron de mí, aprovechándose de mi debilidad y de mi descontento, y de no haber sido por la buena inspiración de Rodolfo, mi hora postrera hubiera sido horrible; mi desesperación me envolvía en densas sombras, y como yo no quería salir de ellas, como sufriendo me parecía que lavaba mi culpa, no daba paso, no ayudaba a mis protectores de ultratumba para que llegasen hasta mí.
Hijos míos, ya veis; por un momento de debilidad, por dejarme vencer por el hastío, serví de instrumento a espíritus vengativos y yo sé lo que sufrí. Sed resignados, nunca os desesperéis, nunca, haced todo el bien que podáis, y así obtendréis lo que yo alcancé, que, a pesar de mis defectos y de mis debilidades, mi muerte fue la muerte del justo. Los pequeñitos me decían: “¡No te vayas!” y los espíritus del Señor repetían en el espacio: Escucha, alma buena;
escucha el último canto que elevan por ti en la Tierra, escucha la plegaria de los niños, ellos te dicen: “¡Bendito seas!”
Extraído del libro de Amalia Domingo Soler “La Luz del Futuro”
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Ismael Batista da Silva |
MUERTES VIOLENTAS:
¿ POR QUÉ ALGUNAS PERSONAS MUEREN DE ESA FORMA?
Al escribir el primer artícullo sobre las muertes violentas, yo no imaginaba que les interesaría a tantas personas, como aconteció, siendo precedente para muchos otros cuestionamientos que se relacionan con el tema. Entre tantas preguntas que me llegaron y que procuré responder cada una de ellas en particular,una se me quedó en el recuerdo. ¿ Por qué tantas personas desencarnan de esa forma?.
Analizando las muertes trágicas solamente por el prisma material, realmente quedamos sorprendidos y entristecidos, con innumerables dudas que despuntan en relación a la bondad y el amor de Dios para con sus hijos.
¿ Qué nos quiere mostrar Él con eso?.¿Por qué ese castigo para nosotros?. ¿Por qué eso sucedió a gente que no merecía una muerte así?. Casi siempre esos los cuestionamientos mas comunes entre familiares y amigos de personas que tuvieron una muerte violenta.
No, Dios no quiere mostrar nada a nadie de esa forma. Él no precisa de eso, ni tampoco castiga a uno de sus hijos. Somos muy amados por Él y Su amor es distribuido de igual modo para todos.
Observando la temática bajo el prisma espiritual, o sea, con el conocimiento de las leyes de la vida y de sus mecanismos, tan bien expuestos por el Espiritismo, cambia totalmente la visión de esos acontecimientos. Con ojos de ver, conforme aseveró Jesús, entenderemos que todos nos valemos del amor incondicional del Padre y por Él estamos sometidos a sus leyes, Sabias y justas. Él apenas permite y nos faculta las oportunidades necesarias para que evolucionemos, liberándonos de nosotros mismos, ampliando nuestras potencialidades múltiples y dilatando las virtudes del alma, que vibran en cada uno de nosotros, pues somos artífices de nosotros mismos. Estamos constryendo cada día lo que deseamos ser.
Esa es la visión que tenemos de nosotros mismos, cuando estamos aún enel Mundo Espiritual y que, llegando aquí, envueltos por el velo del olvido, a veces nos rebelamos contra aquello que pedimos, imploramos, para pasar cuando estuviésemos aquí reencarnados.
En esa linea de raciocinio, entiendo que cuatro son las principales causas que pueden llevar a las personas a desencarnar en muertes trágicas:
Expiación.- Rescates de débitos que contraimos en existencias pasadas con acciones delictuosas. Para entender mejor el análisis de la cuestión, podemos observar que hoy, conocemos bien a las personas con las que convivimos y hasta a nosotros mismos, pero no sabemos lo que fuimos o hicimos antes para tener que rescatar los débitos de forma tan trágica.
Solo para que tengas una idéa, reflexiona: Si en el presente, aun disfrutando de algún conocimiento espiritual, a veces sin embargo, nos encontramos haciendo algo contrario al amor, que ni nosotros mismos aprobamos, ¿ Te imaginas lo que debemos haber hecho hace muchos siglos atrás, cuando estábamos envueltos en densa ignorancia espiritual y materializados?
En la vida espiritual, conforme vamos detectando esos compromisos pasados y teniendo consciencia del mal que hicimos, pedimos y hasta imploramos rescatarlos, liberándonos así de la consciencia culpable.
Recordemos que el amor apaga una multitud de pecados, o sea, con nuestras acciones benéficas, muchos karmas negativos son apagados, no precisando así, de pasar por el mismo mal que provocamos en otros, Dios no quiere que sus criaturas queden sufriendo. Él permite apenas, que con el dolor seamos reeducados para la vivencia en el amor. El dolor será necesario hasta que aprendamos a amar incondicionalmente.
Importante es rcordar también, que nadie nació para hacer que alguien rescate sus débitos. Nadie vino al mundo a provocar tragedias en la vida de otros. No. Los propios mecanismos de la vida ofrecen las contingencias y circunstancias para tal. Ejemplo: No es porque maté a alguien en la existencia pasada, que alguien precise reencarnar para matarme ahora.
Otra cosa muy importante a saber: Somos cobrados en apenas un diez por ciento de aquello que hicimos en el campo del mal, pues eso ya bastará para que un espíritu sea reeducado para el amor. Ejemplo: Puedo haber teminado con la vida de innumerables personas, en vida pretéritas, pero bastará que yo pierda la vida física una vez, sea en un accidente, en una cirugía mal hecha, en una tragedia natural u otro acontecimiento inesperado, para que eso ya me de una nueva conciencia y me haga sentir en la piel, la im portancia de la existencia física para la evolución del espíritu.
Prueba.- Cuando el espíritu al reencarnar pasa por muchos desafíos, dificultades, dolores, pérdidas para desenvolver en sí, experiencias que aún no posee, virtudes que desea mucho obtener, potencialidades que quiere dilatar en el alma y muchas otras conquistas a que el espíritu aspira.
Es importante recordar que, generalmente las pruebas son pedidas por el propio espíritu antes de reencarnar. Cuando son justas y necesarias para la evolución de aquel espíritu y él, teniendo ya las condiciones para soportarlas, será entonces cuando Dios lo autorice.
Por ejemplo: Para el espiritu deseoso de aprender la virtud del desprendimiento y salir del materialismo que en él impera, llevándolo para el campo de la espiritualización, las muertes inesperadas, trágicas, son muy oportunas para esas enseñanzas.
Misión.- Muchos espíritus, ya evolucionados, vienen a la Tierra con la misión de ayudar en la evolución de la humanidad, trabajando en algún área. Llegando aquí, en un mundo en donde el mal predomina, son, a veces muy agredidos, atacados, violentados, pues la luz que esparcen incomodaráa la oscuridad . La propia historia de la humanidad nos da cuenta de las grandes cifras de bien que hicieron en alguna época y fueron matados en este mundo. El mayor ejemplo de lo que hablo es el propio Cristo. Lo que hicimos con Él y después con aquellos que vinieron a recordarnos Su enseñanza?. Destruimos sus vidas físicas utilizando las cruces, as fieras, las hogueras santas, las armas de fuego y las penitenciarías inmundas del mundo.
Hoy día, todo eso aún continúa sucediendo, ahora, con los respaldos crueles de la ciencia y de la tecnología. Muchos benefactores son sacrificados, muertos de la forma más sutil, sin dejar rastro siquiera de criminalidad, utilizada para el mal, o entonces, las muertes de ellos quedarán por cuenta de los fallos de los equipos médicos o tecnológicos que no funcionaron bien como deberían, o, sino, por un fallo humano que no ha sabido usar bien los recursos de la modernidad.
Para nuestra alegría, esos espíritus evolucionados, aunque desencarnando en forma violenta, dejaron sus legados vibrando en nuestras mentes y conciencias, convidándonos, motivándonos y sustentándonos en la idea de que podemos ser mejores seres humanos para el planeta, para ue el planeta pueda ser la mejor morada para la humanidad futura.
Peligros naturales de un mundo material en transformación.- Sabemos por la propia ciencia material, que todo lo que está en el Universo, está en constantes transformaciones. Nuestro mundo no es diferente, él no está listo, experimenta muchas transformaciones y por contra de aquellos cambios, principalmente de aquellos que ocurren en sus entrañas más íntimas, corremos el riesgo de ser golpeados por los efectos de alguna de ellas, como por ejemplo, un terremoto, un huracán, un tsunami, un volcán y otros tantas conmociones naturales.
Cuando estamos en las escuelas espirituales preparándonos para reencarnar en la Tierra, seamos espíritus poco evolucionados, de evolución mediana o de gran evolución, se nos recuerda que podemos ser alcanzados por esas ocurrencias , pero lo que va a determinar eso en nuestra vida, será siempre nuestra historia espiritual.
En la erraticidad se nos recuerda también que nos estaremos internando en un mundo en donde predomina el mal, y con eso, podremos ser alcanzados por los frutos de la maldad encontrados en los corazones menos evolucionados, pero eso va a depender siempre de nuestra historia espiritual pasada.
Ante todo eso, lo más importante es estar siempre convencidos de que nada en nuestras vidas ocurre por casualidad y que nadie es víctima de nada ni de nadie. Que aquí, en el planeta, ninguno de nosotros está siendo castigado y que no existe ningún sufridos inocente. Como afirmó Jesús: "A cada uno según sus obras". Y el Espiritismo cree racionalmente: "A cada uno según sus necesidades de evolución y crecimiento".
Por tanto, viva como si nunca tuviese que morir, pero preparado para morir en cualquier instante. Eso es sabiduría espiritual.
¡ Viva la vida !, pues nadie fue creado para la muerte, fuimos todos creados para vivir la inmortalidad que solo existe para el alma.
Autoría: Isamael Batista da Silva
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