MÉDIUMS SEGUROS
“Cuando existe el principio, el germen de una facultad, esta se manifiesta siempre mediante señales inequívocas. Al limitarse a su especialidad, el médium puede destacarse y obtener cosas importantes y valiosas. Por el contrario, si se ocupa de todo, no obtendrá nada bueno. Notad, asimismo, que el deseo de ampliar indefinidamente el círculo de sus facultades es una pretensión orgullosa, que los espíritus nunca dejan impune. Los buenos abandonan siempre a los presuntuosos, que entonces se convierten en juguete de los espíritus embusteros. Lamentablemente, no es raro ver médiums que, no conformes con los dones que han recibido, aspiran, por amor propio o ambición, a poseer facultades excepcionales que les permitan llegar a destacarse. Esa pretensión les quita la cualidad más valiosa: la de médiums seguros.”
SÓCRATES
SÓCRATES
- Libro de los Médiums -
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EN LAS FRONTERAS DE LA EPILEPSIA
Dostoiewisk y Machado de Assis, portadores de epilepsia, figuraron de protagonistas de sus romances para describir sus propias crisis. Muchos ilustres de la Historia tuvieron epilepsia, pero para el hombre común es en la calle donde se tomará contacto con la violencia aterradora de las crisis convulsivas.
Aunque Hipócrates tenga en sus escritos hecha una brillante descripción de la crisis del Gran Mal, indicando al cerebro como responsable de toda esa sintomatología, la Epilepsia fue tenida como una dolencia mental por los siglos pasados, y solo después del surgimiento de la Neurología en el siglo pasado, la Epilepsia pasó a ser comprendida como una simple consecuencia de una lesión orgánica del cerebro.
Hoy se entiende la epilepsia como una descarga eléctrica desorganizada que afecta a las neuronas cerebrales, provocando síntomas correlacionados con el área cerebral afectada.
Aunque los relatos mediúmnicos del tamaño de En el Mundo Mayor y En los Dominios de la Mediúmnidad, dictados por el Espíritu André Luiz,se hagan descripciones inconfundibles de sintomatología epiléptica en sus protagonistas, sumisos a la interferencia espiritual francamente obsesora, la medicina de hoy rechaza cualquier presencia espiritual en la génesis de crisis epilépticas, especialmente por el temor de ver resurgir la nefasta participación de " los demonios" de los antíguos textos bíblicos, versión de la cual, la Edad Média y la Inquisición supieron sacar provecho.
Los exámenes sofisticados de hoy, identifican los traumas, las infecciones, los tumores y las degeneraciones entre diversas causas de naturaleza orgánica para la etiología de la Epilepsia, entre tanto, ninguno de esos exámenes es apropiado para detectar las vibraciones del plano espiritual que nos harían comprender mas profundamente la naturaleza esencial del problema de la Epilepsia.
Ni siquiera de lejos, pretendemos excluir la génesis cerebral de la manifestación epilèptica, pero la visión exclusivamente materialista de la Medicina tradicional, la envuelve en un oscurantismo estúpido que no le permite identificar otro universo de interferencia situado en la dimensión espiritual, que como causa o como agravante, interfiere en la frecuencia en la constelación de síntomas que el epiléptico manifiesta.
Negando la interferencia del Espíritu, la Medicina no consigue ver que a través del propio estudio de la Epilepsia, ella tendría mucho que aprender, por ejemplo, con lo que los pacientes epilépticos vivencian durante las llamadas "Crisis psíquicas", en las cuales se observa un riqueza de expresión clínica cognitiva, que la simple avería de neuronas en "corto circuito", no tienen argumentos para justificar.
En la clasificación de las crisis epilépticas, la Neurología destaca un tipo de crisis llamada Crisis Focal o Parcial en donde la consciencia no está comprometida y la sintomatología será según la parte del cerebro afectada por la descarga neuronal desorganizada. En el área motora, el paciente presenta contracciones musculares en la mano y en el brazo, en la pierna o en cualquier otra parte del cuerpo correspondiente a la región motora del cerebro afectado.
En un área sensitiva, los síntomas serán referidos como adormecimientos, sensaciones extrañas o dformaciones del miembro afectado.
En el grupo de las crisis focales en donde están incluidas las crisis psíquicas, en las cuales el paciente relata sensaciones subjetivas que experimenta espontáneamente, pudiendo tener duración de minutos, horas o días.
Las descripciones clásicas de las crisis psíquicas hacen referencia más comunmente a las crisis de "Dejá vú" y de "Jamás Vú". Esos dos cuadros son reconocidos como consecuencias de lesiones en la base del cerebro en la región de los lóbulos temporales
En el "Dejá vú" ( ya visto) el paciente relata una sensación de familiaridad con el ambiente o con las prsonas, aunque le sean extrañas y él las esté viendo por primera vez. En un lugar que le sea completamente desconocido, el paciente, al tener su crisis, siente una fuerte impresión de que ya conoce o ya estuvo en aquel lugar.
En la crisis del "Jamás vú" (Jamás visto ), el paciente manifiesa sensación de extrañeza en lugares conocidos o por personas de su convivencia.
Ambas situaciones que describimos pueden ocurrir ocasionalmente con cualquier persona normal, pero, no epiléptico, esas sensaciones son comunmente repetitivas y duraderas.
Muchos epilépticos presentan crisis psíquicas frecuentes pero destacan poco por parecer corrientes, como los cambios súbitos de humor, el entristecimiento súbito o una agresividad sin motivo y desproporcional, que puede terminar en violencia.
En este artículo, estoy interesado en relatar otros tipos de crisis psíquicas relativamente raras, en que los propios pacientes tienen mucha dificultad en encontrar términos adecuados para describirlas. Ellas merecen, a mi modo de ver, un estudio meticuloso, procurando valorizar las verdaderas sensaciones de esas experiencias subjetivas que los pacientes nos procuran transmitir, sientiendo inclusive, con frecuencia, la incredulidad que la mayoría de los médicos manifiesta al oírlos.
Los relatos de esas crisis, a primera vista, parecen inconscientes, inverosímiles, superficiales, mezclándose con los síntomas de la propia ansiedad con que los pacientes conviven cuando son víctimas de ese tipo de crisis. Ellas pueden ser muy demoradas en el tiempo y no tienen el caracter de espontáneidad de las crisis convulsivas. No hay una afectación de la consciencia pero sí de la percepción de funciones complejas como la noción del tiempo, del espacio, de la realidad , del movimiento, de la oción de Yo y hasta del pensamiento.
Esas variadas sensaciones al nivel de vivencia psíquica del individuo, a mi me parece que proporcionan una preciosa observación de la frontera entre las experiencias vividas física o espiritualmente por esos pacientes.
Unos pocos relatos que hicieron esos pacientes, me ayudaron a confirmar que el mundo mental de cada uno de nosotros, transita en una dimensión espiritual que transciende la experiencia física.
Uno de ellos es médico, frecuenta mi consultorio desde niño, por tener convulsiones debido a la neucisticercosis , recientemente me buscó acompañado de su esposa, con cierta inquietud, tratando de relatarme que en los últimos dos días, había perdido la capacidad de acompañar el paso del tiempo. No era la identificación del tiempo, de las horas del día o de la noche. Él decía que era una pérdida de la "noción del tiempo". Los acontecimientos se procesaban en su mente y cuando él se daba cuenta, esos acontecimientos ya habían ocurrido. Al dirigirse a su consultorio conduciendo su auto por la carretera, tomaba las curvas, pero siempre con la idéa de que eso no le tomaba tiempo porque ocurría en su mente, litaralmente hablando, antes de acontecer físicamente. Lo que tenía en mente, del trayecto que recorría, no era imaginación, sino su propio conocimiento. Decía que lo que hacía no lo había sentido antes o después, porque todo lo que ocurría en secuencia, él lo vivenciaba ocurriendo simultáneamente. Su esposa lo auxiliaba como auxiliar de anestesia y en la entrevista me contaba que a pesar de permanecer todo el tiempo con esas sensaciones que describía, él procedía normalmente en cuanto anestesiaba a sus pacientes, decía que toda lo que hacía después, le parecía que ya había sucedido, no como una premonición, sino como un acntecimiento "ya hecho", si así podemos decir, por él y al terminar la anestesia, para su mente, los hechos le parecían continuar aconteciendo.
La neurología describe también un estado de crisis psíquica en la que el paciente tiene la sensación constante de estar viviendo un sueño. Es llamado " Dreamy States" por los clásicos.
Tuvimos dos pacientes que nos relataron episodios en los que sentían una alteración que ellos llamaban "realidad". Una joven señora refería que esas sensaciones la perturbaban desde hacía años, principalmente por la noche y cuando estaba cerca de muchas personas. Esto la dejaba insegura. Parecía hacer las cosas por instinto. Insistía en decir que en las crisis tenía la sensación de estar viviendo en una " etapa ante la realidad".
Otro paciente con crisis semejantes la acrecentaba, diciendo que también tenía la impresión de "no estar viviendo la realidad" y todo lo que hacía, para él no tenía contenido emocional".
Dos niños y dos adultos jóvenes, que ya acompañábamos por tener antecedentes de convulsiones, nos relataron episodios de percepción alterada en el movimiento de los objetos y del propio pensamiento.
Escuché de ellos expresiones del tipo : "los movimientos de las cosas y de las personas parecen acelerados "; "cuando extiendo las manos para pegar un objeto, parece que mis gestos son muy rápidos"; " las personas parecen hablar muy rápido". Uno de los niños decía ser despertado por la crisis. Para uno de ellos, su propio pensamiento, cuando estaba en crisis, parecía acelerado.
En esas horas él evitaba el diálogo con recelo de no demostrar a los otros alguna perturbación. Uno de esos pacientes, con 23 años, es pintor y decía que en las crisis sentía que todo pasaba lentamente, sus propios gestos al lidiar con el pincel, le parecían ser hechos a cámara lenta, aunque sus colegas no confirmaron esa lentitud. Él se sentía así por más de una semana seguida, entrando y saliendo de las crisis sin ningún motivo aparente.
Una señora que también acompañábamos por tener desmayos, tenía un electroencefalograma con alteraciones focales en el hemisferio izquierdo y una tomografía cerebral típica de la neurocisticercosis. Ella contaba que venía teniendo episodios en los que parecía descolocarse, sintiendo que estaba muy lejos, " como si estuviera en otro mundo", "ocupando otro espacio". Esos episodios duraban 20 minutos y a continuación, quedaba siempre muy lúcida, pero con la cabeza vacía, quedaba pálida e hinchada. Otros cuadros, más complejos y a veces muy elaborados, han sido rotulados como alucinatorios y comunmente relacionados con las disritmias del lóbulo temporal o las patologías del sueño.
Algunos pacientes dicen sentirse fuera del cuerpo, sensación que la neurología llama de "despersonalización". Para otros, los objetos que ven o los sonidos que oyen, están aumentados, disminuidos o distorsionados. A veces hay una concentraciçón de escenas y episodios memorizados y el paciente, en un relane, recapitula toda su existencia. Se le da el nombre de "visión panorámica" de la vida.
Tuvimos, entre muchos otros, el caso de una niña de nueve años que nos consultaba debido a manifestaciones comunes de epilepsia.
Ella nos relató que en algunas ocasiones, estando absolutamente despierta, se sentía saliendo de su cuerpo en completa lucidez. En una de esas últimas crisis estaba sentada en el sofá, viendo televisión, cuando, súbitamente, se vió al lado del cuerpo físico. Le pregunté sobre sus miedos en esas ocasiones y cual era su actitud al verse en esa duplicidad.
Ella nos respondió con mucha simplicidad que, asustada, procuró dirigirse cerca de la televisión para ver si su cuerpo allí sentado la acompañaba.
Los cuadros que describimos no sorprenderían a cuallquier neurólogo habituado a atender casos de epilepsia. Seguramente serán atribuidos a la presencia de disturbios en la actividad neuronal, especialmente del lóbulo temporal y la mayoria de las veces se va a ver libre de esas crisis con la medicación disponible para actuar especificamente en las disritmias de esa región.
Entre tanto, es curioso como esas descripciones, los relatos de como esos pacientes vivencian o "descodifican" la noción del sentido del tiempo, de la aprensión de la realidad, de la relación espacio-tiempo en el desplazamiento de los objetos, de la síntesis y proyección del pensamiento, nos permite, sin pretensiones, conjeturar una serie de semejanzas con ciertas descripciones no académicas de la literatura espiritualista.
Los textos especializados en descripciones sobre técnicas de meditación, por ejemplo, revelan que los "grandes maestros" y "místicos" que alcanzan los grados más profundos de interiorización de la consciencia, hacen interesantes descripciones en relación al sentido del tiempo, al espacio ocupado por la materia, la velocidad de las partículas de materia/energía que sintonizan, bien como la turbulencia del flujo del pensamiento, descripciones estas, que a mi ver, tienen correspondencia muy provocativa con las de los epilépticos que aquí registramos.
Para nosotros, espíritas, los conceptos de tiempo en el mundo espiritual, de espacio en la dimensión extra física, de proyecciones del pensamiento, de dislocamiento del cuerpo espiritual, pueden ser facilmente reconocidos en esa serie de historias que registramos. Las lesiones objetivas que la masa cerebral evidencia en esos cuadros, son para mi, nada mas que puertas de interconexiones entre dos dimensiones, la expresión física de una realidad que el cuerpo nos permite palpar y la percepción espiritual que vivenciamos sin que las perciban los sentidos..
Autor: Núbor Orlando Facure (*)
Traducido por Jose L. Martín
El autor , es médico neurocirujano y espírita. Director del Instituto del Cérebro de Campinas – São Paulo, ex-Profesor Catedrático de Neurocirurgia de la Unicamp (Universidad de Campinas), escritor y expositor espírita, fue entrevistado en exclusiva en Brasil por el Jornal de Espiritismo en el Instituto del Cerebro que dirige desde 1987.
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La mente tiene la capacidad de sostener las creencias mentales de las dos posturas opuestas, más allá de los extremos esta la comprensión que surge de la experimentación directa de la realidad.
En la soledad, cara a cara con nosotros mismos, todos, ateos o creyentes, encontrémonos en un bando o en otro, sentimos que algo va mal, vemos que hay mucho sufrimiento, venimos a darnos cuenta de que no tenemos explicaciones a muchas cosas que nos suceden, no encontramos respuestas integrales a muchas de las circunstancias de nuestra propia vida y sentimos que algo nos falta. ¿Por qué? ¿Qué es eso que nos falta?
No podemos negar que hay dos corrientes en el mundo que luchan a muerte por la supremacía. En primer lugar tenemos la corriente ESPIRITUALISTA, formada por las religiones, escuelas y creencias. Por otra parte, tenemos nosotros la corriente MATERIALISTA, con su dialéctica, etc.
No hay efecto sin causa; nada procede de nada. Estos son los axiomas, es decir las verdades indiscutibles. Entonces, como se comprueba en cada uno de nosotros la existencia de fuerzas, de potencias que no pueden estar consideradas como materiales, es necesario, para explicar la causa, remontarnos a otra fuente distinta a la materia, a este principio que nombramos alma o espíritu.
Cuando, descendiendo en el fondo de nosotros mismos queremos aprender a conocernos, a analizar nuestras facultades; cuando, apartando de nuestra alma la espuma que acumula allí la vida, el envoltorio espeso cuyos perjuicios, errores y sofismas revistieron nuestra inteligencia, penetramos en los dobleces más íntimos de nuestro ser, nos encontramos allí cara a cara con estos principios augustos sin los cuales no habría grandeza para la humanidad: el amor al bien, el sentimiento de la justicia y del progreso.
Estos principios, que se reencuentran en grados diversos, tanto en casa del ignorante como en casa del hombre sabio, no pueden provenir de la materia, que está privada de tales atributos. Y si la materia no posee estas cualidades, ¿cómo podría formar, ella sola, seres dotados de ellas? El sentido de lo bello y de la verdad, la admiración que experimentamos hacia las obras grandes y generosas, no podrían tener el mismo origen que la carne de nuestros miembros o la sangre de nuestras venas. Estos son más bien como los reflejos de una luz alta y pura que brilla en cada uno de nosotros, lo mismo que el sol se refleja sobre las aguas, sean estas aguas fangosas o límpidas.
En vano pretenderíamos que todo es materia. Nosotros que sentimos realces poderosos de amor y de bondad, que amamos la virtud, la devoción, el heroísmo; el sentimiento de la belleza moral está grabado en nosotros; la armonía de las cosas y de las leyes nos penetra, nos arrebata; ¡y nada de todo eso nos distinguiría de la materia!
Sentimos, amamos, poseemos la conciencia, la voluntad y la razón; ¡y procederíamos de una causa qué no encierra estas calidades en ningún grado, de una causa que no siente, no ama ni sabe nada, que es ciega y muda! ¡Superiores a la fuerza qué nos produce, estaríamos más perfeccionados y seríamos mejores que ella!
Tal forma de ver las cosas no se sostiene. El hombre participa de dos naturalezas. Por su cuerpo, por sus órganos, deriva de la materia; por sus facultades intelectuales y morales, es espíritu.
Digamos más exactamente todavía, respecto al cuerpo humano, que los órganos que componen esta admirable máquina son semejantes a ruedas incapaces de actuar sin un motor, sin una voluntad que los ponga en movimiento. Este motor, es el alma. El tercer elemento conecta a la vez a los otros dos, transmitiendo a los órganos las órdenes del pensamiento. Este elemento es el periespiritu, la materia etérea que escapa a nuestros sentidos. Envuelve al alma, la acompaña después de la muerte en sus peregrinaciones.
Del libro de León Denis “El porque de la vida”
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RENACIMIENTO
"El alma,después de residir un período en el espacio,renace en condición humana,trayendo consigo una herencia buena o mala de su pasado.Renace niño,reaparece en la escena terrestre para representar un nuevo acto del drama de su vida,pagar las deudas que ha contraído,conquistar nuevas capacidades que le han de facilitar la ascensión,acelerar la marcha hacia adelante"
EL PROBLEMA DEL SER Y DEL DESTINO -
EL PROBLEMA DEL SER Y DEL DESTINO -
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Hijos existen en el mundo que reclaman comprensión más profunda para que la existencia se les torne psicologicamente menos difícil.
Nos referimos a los hijos adoptivos que llegan al hogar por las vías de las pruebas, sin dejar de ser criaturas que amamos tiernamente.
Coloquémonos en la situación de ellos para un más claro entendimiento del asunto.
Muchos de nosotros, en las existencias del pasado, hemos pisoteado los corazones afectuosos que nos acogieron en su casa, sea esclavizándolos a nuestros caprichos o apuñalándoles el alma a golpes de ingratitud. Desacreditándoles los esfuerzos y dilapendiandoles las energías, casi siempre les impusimos aflicción por reconforto, exigiéndoles sacrificios hasta que les ofrecimos la muerte en sufrimiento a cambio de la infancia que nos dieran de flores de esperanza.
Un día, no obstante, desembarcados en el Más Allá, nos dimos cuenta de la extensión de nuestros errores y, con la consciencia despierta, tuvimos compasión de nuestras propias faltas .
Corre el tiempo y, cuando aquellos mismos espíritus queridos que nos sirvieran de padres retornan a la Tierra en alegre comunión afectiva, ansiamos devolverles el calor de la ternura pero, en ese paso de la experiencia, los principios de la reencarnación, en muchas circunstancias, tan solamente nos permiten disfrutarles la convivencia en posición de hijos ajenos, a fin de aprender a atesorar el amor verdadero en los sustentáculos de la humildad.
Reflexionemos en eso. Y si tienes en la Tierra hijos en adopción, habitúate a dialogar con ellos, tan pronto cuanto te sea posible, para que se desenvuelvan en el plano físico bajo el conocimiento de la verdad. Ayúdalos a reconocer desde muy temprano, que son ahora sus hijos del corazón, buscan reajustarse en el hogar, a fin de que no sean traumatizados en la edad adulta por revelaciones a base de violencia, en que frecuentemente se les despiertan en el ser las llamas de la aflicción posesiva de otras épocas, en forma de celos y rebelión, envidia y desesperación.
Efectivamente, amas a los hijos adoptivos con la misma abnegación con que te empeñas en construir la felicidad de los brotes de la propia sangre. Entretanto, no les ocultes la realidad de la propia situación para que no te opongas a la Ley de Causa y Efecto que los trajo de nuevo a tu convivencia, con el fin de que olviden los desequilibrios pasionales que les marcaron la conducta en otro tiempo.
Para eso, recuerda que, en última instancia, sea cual sea nuestra posición en los equipos familiares de la Tierra, somos, por encima de todo, hijos de Dios.
Nos referimos a los hijos adoptivos que llegan al hogar por las vías de las pruebas, sin dejar de ser criaturas que amamos tiernamente.
Coloquémonos en la situación de ellos para un más claro entendimiento del asunto.
Muchos de nosotros, en las existencias del pasado, hemos pisoteado los corazones afectuosos que nos acogieron en su casa, sea esclavizándolos a nuestros caprichos o apuñalándoles el alma a golpes de ingratitud. Desacreditándoles los esfuerzos y dilapendiandoles las energías, casi siempre les impusimos aflicción por reconforto, exigiéndoles sacrificios hasta que les ofrecimos la muerte en sufrimiento a cambio de la infancia que nos dieran de flores de esperanza.
Un día, no obstante, desembarcados en el Más Allá, nos dimos cuenta de la extensión de nuestros errores y, con la consciencia despierta, tuvimos compasión de nuestras propias faltas .
Corre el tiempo y, cuando aquellos mismos espíritus queridos que nos sirvieran de padres retornan a la Tierra en alegre comunión afectiva, ansiamos devolverles el calor de la ternura pero, en ese paso de la experiencia, los principios de la reencarnación, en muchas circunstancias, tan solamente nos permiten disfrutarles la convivencia en posición de hijos ajenos, a fin de aprender a atesorar el amor verdadero en los sustentáculos de la humildad.
Reflexionemos en eso. Y si tienes en la Tierra hijos en adopción, habitúate a dialogar con ellos, tan pronto cuanto te sea posible, para que se desenvuelvan en el plano físico bajo el conocimiento de la verdad. Ayúdalos a reconocer desde muy temprano, que son ahora sus hijos del corazón, buscan reajustarse en el hogar, a fin de que no sean traumatizados en la edad adulta por revelaciones a base de violencia, en que frecuentemente se les despiertan en el ser las llamas de la aflicción posesiva de otras épocas, en forma de celos y rebelión, envidia y desesperación.
Efectivamente, amas a los hijos adoptivos con la misma abnegación con que te empeñas en construir la felicidad de los brotes de la propia sangre. Entretanto, no les ocultes la realidad de la propia situación para que no te opongas a la Ley de Causa y Efecto que los trajo de nuevo a tu convivencia, con el fin de que olviden los desequilibrios pasionales que les marcaron la conducta en otro tiempo.
Para eso, recuerda que, en última instancia, sea cual sea nuestra posición en los equipos familiares de la Tierra, somos, por encima de todo, hijos de Dios.
Emmanuel
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