FANATISMO
(Rev. Amor, Paz y Caridad)
En innumerables ocasiones nos hemos encontrado con personas que padecen
de esa situación, y hemos percibido lo negativo que resulta para el
individuo, para los que le rodean, y el perjuicio que ocasionan a las
ideas que predica.
Buena parte de la mala fama que tiene el Espiritismo, proviene de
muchas personas que se han dejado llevar por las redes del fanatismo, y
con su mal ejemplo han enturbiado la ya pobre impresión que se tiene
sobre esta gran filosofía.
¿A qué es debido que en una ideología que se basa principalmente en el
uso del raciocinio, algunos de sus seguidores caigan en ese error? Pues
precisamente por eso, por no hacer uso de la razón y el sentido común.
Cuando no se analizan las ideas y lo admitimos todo sin pensar, unido
ello al pensamiento de que somos los únicos portadores de la verdad, se
llega a desembocar en un comportamiento impositivo e intransigente que
raya en el fanatismo más irracional.
Dentro de los ambientes espiritas puede producirse esta lamentable
situación al dejarnos llevar en exceso por las comunicaciones que se
reciben a través de médiums. Sobre todo si llegamos a creer que todo lo
que recibimos desde el otro lado son siempre comunicaciones positivas y
están exentas de engaño.
Nunca hemos de olvidar que toda comunicación, por muy altruista y
beneficiosas que aparente ser, puede tener procedencia negativa, lo que
sucede es que nos negamos a creer que a través de nosotros se reciban
esas comunicaciones de espíritus poco elevados. Nuestra prepotencia nos
juega una mala pasada y nos predispone a escuchar sin ningún tipo de
análisis esos mensajes que nos incentivan la vanidad y nos confunden.
Los espíritus de baja condición únicamente buscan hacer mal, y una
forma de hacerlo es sembrar confusión a su paso, por tal razón es muy
conveniente que los mensajes sean debidamente analizados y como norma,
hemos de rehuir toda comunicación que nos halague en exceso y nunca nos
aconseje sobre nuestros errores e imperfecciones.
Cuando una persona se deja llevar de forma exacerbada por el fanatismo,
comienza a rechazar las opiniones ajenas sin tan siquiera escucharlas,
dando una pobre impresión sobre las ideas que predica.
F.M.B
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¿Qué significa
Karma?
El karma
es una Ley espiritual equivalente a la Ley de Consecuencias o Ley de Causa y
Efecto. Es una Ley natural de justicia,
reequilibradora y correctora del
Ser espiritual, que actúa siempre retribuyendo y equilibrando el resultado de
nuestros actos buenos o malos cometidos
en esta vida. Podemos afirmar que esta
ley acompaña al espíritu desde su primera encarnación en
donde inició su camino evolutivo como ser humano..
Esta
Ley está en la naturaleza misma del
espíritu humano en donde precisamente
por eso, su acción reguladora de las
vidas humanas y de sus acontecimientos, es permanente.
La
palabra “Karma”, tiene origen oriental que procede del Sánscrito “Karman”, y precisamente significa
“Acción y Consecuencia”.
Este
nombre oriental es el más popularizado, pero en Occidente, además del término "Karma", gracias a la difusión de la Doctrina Espírita, también se le conoce como Ley de Causa y Efecto, Ley de Consecuencias, Ley de Retribución, Ley de siembra y cosecha, etc.
También esta ley afecta a la
materia, y es conocida en Física donde fue promulgada por Isaac Newton como Ley
de Acción y Reacción. Esta ley física
fue promulgada así: “ A toda
acción realizada en un determinado sentido, corresponde una reacción de la
misma intensidad en dirección opuesta”, o sea, que es una ley equilibradora
de los actos y de sus consecuencias.
Ella ajusta y equilibra los méritos y
los deméritos de cada uno. Conforme
ahondamos en su comprensión, vemos más claramente como las casualidades en realidad no existen. En general todos los
actos y situaciones que nos sobrevienen en la vida, suponen una Causalidad que determina la relación de
esa causalidad con el efecto
correspondiente que produce: Todo hecho
pude ser considerado como un efecto o
como consecuencia de algo y no hay efecto sin causa por lo que
no hay casualidades sino solamente “causalidades”, aunque no siempre lo
comprendamos así o lo aceptemos.
Es fácil
llegar a comprender la lógica de que si tenemos libre albedrío y
voluntad propia para dirigir conscientemente nuestras vidas, también debemos
tener la responsabilidad de nuestros actos y sus consecuencias. Por ella, Dios
deja al tiempo el cuidado de hacer derivar sobre cada uno de nosotros los
efectos de las causas que los originaron. Funciona haciendo que cada uno
recibamos obligadamente las
consecuencias de nuestros actos de los que somos responsables, por cuanto hacemos
voluntariamente a los demás o a nosotros mismos. Supone una especie de compensación de los
actos del pasado a la que estamos sometidos todos los seres humanos, en el
presente o en el futuro, tanto a nivel individual como colectivo.
Esta, es una Ley que nos corrige y nos incentiva en nuestras vidas; es ante todo perfecta, inmutable, automática, soberanamente justa y además al
mismo tiempo está relacionada
estrechamente con la Ley del Amor, porque ofrece eternamente al Espíritu
humano la posibilidad de evolución.
Es de
señalar que la Ley de Consecuencias puede actuar corrigiendo o sancionando
acciones negativas, pero también lo hace premiando y compensando
las buenas acciones de consecuencias
positivas en cada Ser humano. Su comprensión representa y engrandece el concepto de la Justicia Divina que siempre se cumple inexorablemente y
nos indica que para nadie existen privilegios ni
concesiones.
Esta Ley cósmica también nos explica el gran interrogante
de las desigualdades humanas, y nos aclara los mecanismos de actuación de la
Justicia Divina de forma sencilla, pero categórica: De lo que sembramos en este
mundo libre y voluntariamente, recogemos la cosecha obligatoria buena o mala, antes o
después. Hay quien equivocadamente cree que la muerte hace que muchos no
recojan esas consecuencias buenas o malas de lo que en vida sembraron, pero
esto es a causa de que olvidan que con la muerte no termina la vida del
espíritu y que en la reencarnación de este en nuevas vidas es en donde recogerá
el resultado de sus anteriores siembras, ya sea positivo o negativo, según se
haya hecho.
La Ley de
Consecuencias muestra la gran Inteligencia Justicia y Previsión de Quien la
puso en marcha como medio de evolución del espíritu humano pues nos conduce en
el proceso evolutivo al hacer que nos guíe a un equilibrio espiritual, porque
repetidamente nos confronta siempre con los mismos problemas, hasta que
por fin aprendemos y somos capaces de superarlos.
Asimismo
esta ley administra los destinos de
todos los Seres espirituales, proporcionándonos
las circunstancias y las pruebas de la vida que necesitamos para progresar, aunque no
siempre las aceptemos de buen grado ni comprendamos el por qué nos sobrevienen, pero que finalmente nos lleva a reflexionar sobre el tiempo
pasado y el futuro. Simplemente nos plantea situaciones y circunstancias
humanas, pero no actúa en contra de nuestra libertad, sino que la respeta
totalmente, y es la respuesta obligada que obtenemos de aquello que hacemos
voluntariamente en uso nuestro libre
albedrío. Por eso, por esta ley siempre se nos
devuelve el bien o el mal, en esta existencia o en otras futuras.
También esta Ley nos hace comprender la lógica de la Reencarnación cuando, por ejemplo, explica como
muchas de las fobias humanas en la vida presente, suelen tener su origen en traumas padecidos
en el pasado, y como a través de las nuevas y a veces múltiples experiencias en
la materia, finalmente el espíritu evoluciona reequilibrándose y adquiriendo
nuevos valores y experiencias..
Finalmente, la ley del Karma siempre ha actuado en la vida individual y también en la colectiva de los pueblos, que
se han movilizado vida tras vida y
generación tras generación mediante sus actuaciones, comportamientos y actos.
- Jose Luis Martín -
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“ Si quieres conocer el pasado, mira el presente que es su resultado. Si
quieres conocer el futuro, mira el presente que es su causa.”
- Proverbio japonés -
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Misión Colectiva
Los hechos que suceden en nuestras vidas destinados a tocar e influenciar a otros, los mensajes que mandamos al mundo con pensamientos, palabras, hechos y posturas, la forma como nos relacionamos con el exterior es allí donde interactuamos y aportamos para despertar conciencias y activar la sanación colectiva.
Revisemos nuestras habilidades, dones y gustos que están en nuestro interior allí encontraremos la fuente de la verdadera misión espiritual.
No la misión colectiva, sino la misión individual.
Nuestro Mundo Necesita Amor esa es nuestra mayor Misión y Bálsamo Superior para sanar a la humanidad.
- Lorena Dorante -
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LA PASCUA
Hermanos, hoy quiero hablaros sobre la semana santa, que como sabéis, es una fiesta que celebran algunas religiones para conmemorar la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo.
Es digno de mencionar la enorme devoción que despierta esta manifestación tan popular y arraigada en este País. Como bien sabéis, las imágenes que pasean por las calles de muchas ciudades, se pueden considerar como verdaderas obras de arte, todas ellas vestidas con ricos trajes cuajados de pedrerías, suntuosas imágenes de vírgenes portando valiosos mantos bordados en oro y plata, algunas con incrustaciones de piedras preciosas, mantones de terciopelo con dorados ribetes multicolores, vírgenes con el corazón atravesado por puñales de oro y platino, colgando de sus manos infinidades de rosarios de plata y oro, cruces y medallones que valen una fortuna, donados por fervorosos cofrades para agradecer algún imaginado milagro concedido a algún ser querido que se salvó de la muerte, borlones de oro fino y policromados por costosos artesanos y un sinfín de candelabros de oro blanco y fino cristal de bohemia; en fin, un derroche de dinero en todos los sentidos y eso sin contar los miles de claveles y flores variadas que adornan los pasos.
Empieza la procesión y delante las dignísimas autoridades, con el semblante rígido, poniendo cara de circunstancias, trajeados con vestimenta para la ocasión, adornados con grandes medallones de oro y plata, cordones de oro al cuello y provistos de doradas varas de mando indicativas de su suprema autoridad; luego el cortejo de penitencia en disciplinadas filas, unos descalzos, otros arrastrando cadenas, otros con una cruz a cuestas imitando al Nazareno y detrás los obispos, los párrocos, los sacristanes y los monaguillos balanceando los incensarios impregnando el ambiente de olor a incienso, todo esto precedido por una gran banda de cornetas y tambores, los cuales abren paso y anuncian el evento, después el esperado y pesadísimo paso, o trono, como también le dicen, portado por costaleros a los cuales no les importan destrozar sus hombros con tal de que su trono sea el que mejor se mueva, horas y horas debajo de aquella estructura, sudando y faltándole la respiración, teniendo a veces que ser relevados al faltarles las fuerzas para seguir bajo aquel potro de tortura, algunos salen deshidratados, exhaustivos y vomitando. Por último, otra banda de música cierra la comitiva tocando marchas fúnebres y otros temas rebuscados, con objeto de sensibilizar a las personas que se agolpan para ver pasar la procesión. A lo largo de toda la calle se aglomeran todo tipo de criaturas, las cuales y salvo honrosas excepciones, se dedican a criticar todo lo que se les pone delante, aquel penitente que lleva la túnica muy corta, el otro que la lleva descolorida, otro que cojea, el que lleva el capirucho ladeado y mientras esperan que pase el resto de la cofradía, se dedican a reír las gracias del que está al lado contado chistes, otros y entre ellos algunos penitentes, con el pretexto de ir al servicio, entran en el bar y se toman varias copas de aguardiente: en fin, que para la mayoría estas fiestas son una tapadera para echarse a la calle, pasarlo bien y tener un motivo para emborracharse sin que nadie lo critique.
Mientras tanto, en los asilos, los ancianos impedidos, esperan que unos brazos fuertes como los de los mencionados costaleros, vayan a empujarles la silla de ruedas para poder salir al patio, pues se mueren de pena al no poder tomar un ratito el sol. También esperan que algunos de aquellos fervorosos cofrades, se acerquen a hacerles un poco de compañía, vayan a escucharles y a decirles algunas palabras de consuelo, pero no sucede así ya que el mundo no está por esa labor, el mundo los ignoran y por aquel lugar no aparece nadie, pues allí no hay público, ni banda de música, ni motivo de distracción, así mismo muchos hermanos enfermos a los cuales nadie visita, esperan la llegada de esas piadosas mujeres que van de promesa tras el trono, descalzas y rezando el rosario detrás de los palios de las vírgenes de barro, pero pasa el tiempo y nadie llega junto a sus lechos de dolor para inyectarles esperanzas; otros hermanos nuestros que duermen en portales y a la intemperie, comiendo de los contenedores de basura, esperan que esas imágenes sean vestidas más humildemente y ese oro sea invertido en procurarles cobijo y llenar sus estómagos, pero eso tampoco llega pues el mundo quiere pompas y boatos, prefieren seguir adorando al becerro de oro. Quien puede ayudar se olvida de sus obligaciones más sagradas y solo piensan en brillar, ocupando los primeros lugares, ignorando que aquellos que padecen hambre y soledad, que aquellos que duermen en las calles y pasan frío, también son sus hermanos.
En fin queridos hermanos, que os voy a contar que ya no sepáis, ¿es acaso todo esto que está ocurriendo, lo que nos recomendó Nuestro Amado Maestro Jesús?, ¿es lícito que después de veinte siglos sigamos teniendo crucificado al Divino redentor?
Si el Maestro nos pidió que asistiésemos al desnudo, que diéramos de comer al hambriento, que visitáramos a los enfermos, que enseñáramos al que no sabe y sobre todo que amásemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, ¿es esto lo que estamos haciendo con esta forma de actuar? Si no es así, pues somos culpables ante la Ley Divina.
La verdad queridos hermanos, que se podrían llenar infinidades de páginas, todas relacionadas con la ceguera del hombre, millones de criaturas en todo el mundo carecen de lo necesario, mientras las grandes fortunas se emplean en lujosas mansiones, grandes capitales se emplean en la fabricación de mortíferas armas, sofisticados ingenios inventados para destruir al hombre, máquinas infernales son empleadas para combatir los derechos humanos, el vicio y la locura campea por todo el orbe terrestre, los espíritus de Amor y bondad lloran con desconsuelo ante tan doloroso cuadro, pero no, no ha de ser así, pronto, muy pronto el mundo despertará y las almas buenas conquistarán la tierra, pues como bien sabéis, es voluntad Divina que la luz domine a las tinieblas y los espíritus inocuos serán expulsados de esta esfera, serán relegados a otros confines más en consonancia con su rebeldía y al fin el paraíso prometido por Nuestro Amantísimo Padre Celestial, se hará una realidad eterna.
LA CARIDAD ES EL ÚNICO CAMINO PARA ALCANZAR EL REINO DE LOS CIELOS
Bueno amados hermanos, nada más por ahora, solo que sepáis que os queremos muchoy que rogamos a Dios por todos vosotros y por vuestras queridas familias.
Vuestro más pequeño hermano,
FRATERNALMENTE:Hermano Bras.
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Preferencias
Nada hay más repulsivo que las preferencias inmerecidas: éstas me han separado desde mi niñez de la religión católica. Los llamados y los elegidos me hicieron dudar un día hasta de la existencia de Dios, pues mi espíritu se sublevaba ante los niños pordioseros que gemían y pasaban hambre y frío sin haber pecado.
Recuerdo a una pobre niña de nueve años, pálida y enfermiza, con una camisita de un blanco ceniciento y un refajillo de bayeta, amén de algún pañuelo desteñido, que completaba su mísero atavío. Sin medias ni zapatos, llevaba los pies sucios y ensangrentados, y la infeliz se los contemplaba a menudo, sin duda porque se hallaba rodeada de muchísimas niñas lujosamente vestidas: una de éstas era yo. No recuerdo qué título de Castilla había costeado una función religiosa, habiendo invitado a las directoras de los mejores colegios de Sevilla, que fueron con todas sus educandas.
Llenóse el templo de niñas vestidas de sedas y encajes, con zapatitos de raso y sombreros bellísimos, adornados unos con plumas y otros con flores; y entre aquel enjambre de muñecas vivientes tan vistosamente ataviadas, veíase a la pequeña pordiosera, de la cual todas las chicuelas huían con visible repugnancia, como temiendo contagiarse con su pobreza. La inocente mendiga, viendo que huían de ella, se acercaba con más insistencia a todas, y mirándolas con cierto asombro, les iba diciendo:
-¡Dame una limosnita, por amor de Dios!
Cuando se acercó a mí, instintivamente hice el mismo movimiento de repulsión que las demás. Notólo mi madre y me dijo en tono de reconvención :
-¿Por qué huyes de esa pobre criatura? ¡Harta desgracia tiene con haber nacido en la miseria!
-¿Y por qué ha nacido pobre?
-Porque Dios lo habrá querido así.
-¡Dios!… ¿Dios quiere que algunos de sus hijos estén de más en todas partes? Pues es un padre muy malo. ¡Pobrecilla! Tienes razón, madre mía: esta niña es muy digna de compasión. ¡No sabía yo que Dios tenían preferidos!
Y desde aquel día contaría yo a la sazón unos once años abjuró mi alma la religión católica, pues no podía admitir un Dios que hiciera nacer niños pobres, que fuesen despreciados por los niños ricos. Las preferencias divinas de los llamados, de los elegidos, de los predestinados, de los ángeles y de todos los seres que nada más porque sí eran superiores a los demás, las rechazó mi espíritu con toda la energía de su voluntad. Y si las preferencias de Dios eran inadmisibles en mi amor inmenso a la justicia, las de los míseros mortales no lo han sido menos; y he sufrido y sufro cuando veo uno de esos cuadros de familia en que aparecen varios hijos, uno de ellos adorado y mimado hasta la exageración, y tratados los otros como si estorbasen en su propio hogar, con glacial indiferencia por los autores de sus días.
¡Cuántas desgracias nacen de esas preferencias odiosas! ¡Cuántas niñas mueren moralmente asesinadas por la misma mujer que las llevó en su seno! Conozco una familia, un matrimonio con dos hijos, un niño y una niña, siendo ésta una de esas almas que vienen a la Tierra para suspirar por el infinito. Etelvina siente la nostalgia del cielo: en sus ojos hay acumuladas todas las tristezas y amarguras de la vida. Nada más sombrío que el fondo de aquellos grandes ojos: no son los de una niña, no; hay en ellos todo el desencanto del escepticismo, y sus miradas cuentan una historia de dolores: ¡pobre Etelvina!
No hace muchos días que hablé con ella, y preguntándole qué edad tenía, contestóme con amargo acento:
-¡Doce años! ¡Doce años de continuas contrariedades!
-¿Tú con contrariedades? ¿Teniendo tus padres, tu hermanito y lo bastante para vivir desahogadamente?
-Yo no tengo a nadie. Bien sabe usted que mi padre, como es marino, siempre está viajando, y apenas le vemos una vez al año. En cuanto a mi madre, no me quiere. Prefiere a mi hermano en todo y para todo: para él quiere vivir muchos años; para él ambiciona ser muy rica; para él sueña con la conquista de un mundo, y para mí… ni la ropa más precisa cree que me hace falta. Me envía al colegio sin libros, y ni siquiera me compra tijeras para bordar. ¡Yo no sé para qué habré nacido en este mundo! Todos cuantos niños miro, son más felices que yo; hasta los pordioseros si tienen madre, porque yo… ¡yo no la tengo! i Si Dios quisiera acabar conmigo!…En fin, ¡quién sabe! Por de pronto ya comienzo a echar sangre por la boca.
Y efectivamente, el blanco pañuelo de Etelvina se cubrió de manchitas rojas cuando se limpió los labios, y la pobrecilla ahogó un gemido. En aquellos instantes, ¡cuánto era mi dolor! En el rostro de Etelvina no había la expresión de la niña candorosa, sino el amargo desencanto de la mujer desengañada. Su mirada vaga era tan triste, tan triste… que dejaba adivinar un torrente de lágrimas, las cuales, torciendo su curso natural, en vez de resbalar por las pálidas mejillas, caían gota a gota, como plomo derretido, sobre el corazón.
II
¡Cuánta responsabilidad para la madre de Etelvina en ésta su existencia! Ella será la causa de todas las desgracias de su hija. Si ésta vive, si la fuerza de la juventud domina los síntomas fatales de su enfermedad, abandonará su ingrato hogar en cuanto un hombre murmure en su oído una palabra de amor; y sin preguntarse a sí misma si le ama, sin consultar con su familia si aquel hombre por sus costumbres le conviene, Etelvina le dará su mano por huir del infierno de su casa. ¡Y quién sabe los resultados! ¡Porque los casamientos que se hacen por huir de la casa paterna, conducen muchas veces a la mujer al abismo insondable de un lupanar!…
La mujer que teniendo familia crece sola sin el amor bendito de sus padres, sin ese calor que sólo se encuentra en el hogar, crece en el hastío, no tiene en estima su propia dignidad, puesto que ha vivido sumergida en la humillación, y está expuesta a descender por la pendiente del vicio sin saber dónde y cuándo se detendrá.
¡Pobre Etelvina, cuántas niñas como tú viven sin vivir! Si por el contrario, antes que vista las galas de la mujer, su palidez aumenta, la tos desgarra su pecho, se doblega su talle como los lirios marchitos y exhala su último suspiro sin recibir en su frente los apasionados besos de su madre; muriendo de frío en la primavera de la vida, ¡qué triste!… ¡Qué triste debe ser! ¡Qué impresión tan dolorosa se llevará el espíritu de la Tierra! ¡Pobre Etelvina! He aquí una víctima de esas preferencias odiosas que tanto han influido en la existencia de muchos seres, y para las cuales no tiene marcado el Código ningún castigo, aunque son la causa de grandes infortunios. Muchos criminales, muchas prostitutas han declarado, al hacer su última confesión, que en su hogar no habían recibido sino frialdades y humillaciones de los que les dieron el ser.
Crecer sin el calor familiar, porque la muerte o causas poderosas dejen al niño en la orfandad o separado de sus deudos, es menos triste, menos doloroso que tener familia y vivir proscrito en ella. ¡Ay de los niños que deseen huir del hogar! Son las víctimas de esas preferencias odiosas que tanto perjudican a la armonía social. Siempre he dividido a las mujeres en dos clases, compuestas la una de hembras fecundas, que sirven para la multiplicación de la especie humana, nada más que para la multiplicación, inferiores en sentimiento maternal a las hembras irracionales que quieren, cuidan y atienden de un modo admirable a sus hijuelos.
La otra clase se compone de mujeres madres, que lo son por su delicado sentimiento, aunque su organismo sea estéril, y que, si llegan a tener hijos, no prefieren ni a éste, ni a aquél, sino que procuran despertar en ellos el mutuo afecto y la tolerancia recíproca, la paciencia en los mayores para sobrellevar las exigencias de los pequeñitos hacia aquellos que les enseñan a dar los primeros pasos. ¡Cuán hermosa es la misión de la madre que sabe cumplir con su deber!
Amalia Domingo Soler
Extraído del libro “Cuentos espiritistas”
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