Tomado del libro " Obras Póstumas" Allan Kardec Manifestaciones de los Espíritus Carácter y Consecuencias Religiosas de las Mismas Preliminares 1. Las almas o Espíritus de los que han vivido constituyen el mundo invisible que puebla el espacio y en medio del cual vivimos. De aquí resulta que desde que existen hombres, existen Espíritus, y que si éstos tienen el poder de manifestarse,han debido hacerlo en todas las épocas. Así lo patentizan la historia y las religiones de todos los pueblos. En estos últimos tiempos, empero, las manifestaciones de los Espíritus han adquirido un gran desenvolvimiento y un carácter de mayor autenticidad, porque estaba en las miras de la Providencia poner término a la plaga de la incredulidad y del materialismo con pruebas evidentes, permitiendo a los que han dejado la tierra, venir a atestiguar su existencia y revelar su situación feliz o desgraciada. 2. Viviendo el mundo visible en medio del invisible, con el que esta en perpetuo contacto, resulta que incesantemente reacciona el uno con el otro. Esta reacción es origen de una multitud de fenómenos que se han considerado como sobrenaturales por ignorarse su causa. La acción del mundo invisible sobre el visible y viceversa, es una de las leyes, una de las fuerzas de la naturaleza, necesaria a la armonía universal como la ley de atracción; si cesara de funcionar se perturbaría la armonía, como si se separase una rueda de las de un mecanismo. Estando semejante acción fundada en una ley de la naturaleza, se deduce que todos los fenómenos por ella producidos, nada tienen de sobrenaturales. Sólo han parecido tales, porque no se conocía su causa, como así ha sucedido con ciertos efectos de la electricidad, de la luz, etc. 3. Todas las religiones tienen por base la existencia de Dios y por objeto el porvenir del hombre después de la muerte. Este porvenir, que es para el hombre de capital interés, esta necesariamente enlazado con la existencia del mundo invisible. Por esta razón, el conocimiento de semejante mundo ha sido en todo tiempo objeto de las investigaciones y preocupaciones de aquel. Su atención ha sido naturalmente atraída hacia los fenómenos que tienden a probar la existencia del mundo invisible, y no los había más concluyentes que los de la manifestación de los Espíritus, por cuyo medio sus mismos habitantes revelaban su existencia. He aquí por que, los tales fenómenos han constituido la base de la mayor parte de los dogmas de todas las religiones. 4. Teniendo naturalmente el hombre intuición de un poder superior, ha sido inducido, en todos los tiempos, a atribuir a su acción directa, los fenómenos cuya causa le era desconocida, y que eran para él prodigios y efectos sobrenaturales. Esta tendencia es considerada por los incrédulos como consecuencia del apego del hombre a lo maravilloso, pero no inquieren la causa de tal apego, que reside sencillamente en la intuición mal definida de un orden de cosas extra corporal. Con el progreso de la ciencia y el conocimiento de las leyes de la naturaleza, esos fenómenos han pasado poco a poco del dominio de lo maravilloso, al de los efectos naturales, de tal modo, que lo que en otro tiempo parecía sobrenatural, no lo es en la actualidad, y lo que hoy lo es, no lo será mañana. Los fenómenos que dependen de la manifestación de los Espíritus, han debido proporcionar, por su misma naturaleza, un abundante contingente a los hechos tenidos por maravillosos; pero había de llegar un tiempo en que, siendo conocida la ley que los rige, entrarían, como los otros, en el orden de los hechos naturales. Ha llegado el tiempo y, dando a conocer semejante ley, el Espiritismo ofrece la clave de la mayor parte de los pasajes incomprensibles de las sagradas Escrituras que a él hacen alusión y de los hechos considerados como milagrosos. 5. El carácter del hecho milagroso, es el de ser insólito y excepcional, es una derogación de las leyes de la naturaleza. Desde el momento en que un fenómeno se produce en condiciones idénticas, es porque está sometido a una ley y no es milagroso. Esta ley puede ser desconocida, pero no deja por ello de existir; el tiempo se encarga de darla a conocer. El movimiento del sol, o mejor de la tierra, detenido por Josué, sería un verdadero milagro, porque fuera una derogación manifiesta a la ley que rige el movimiento de los astros; pero si el hecho pudiera reproducirse en condiciones dadas, sería porque estaba sometido a una ley y dejaría, por consiguiente, de ser milagroso. 6. Sin razón, se sobrecoge la Iglesia al ver que se estrecha el circulo de los hechos milagrosos, puesto que Dios prueba mejor su grandeza y poderío por el admirable conjunto de sus leyes, que por algunas infracciones de las mismas, tanto mas cuanto que ella atribuye al demonio el poder de hacer prodigios, lo que implicaría que, pudiendo el demonio interrumpir el curso de las leyes divinas, seria tan poderoso como Dios. Atreverse a decir que el Espíritu del mal, puede suspender la acción de las leyes de Dios, es una blasfemia y un sacrilegio. La religión, lejos de perder su autoridad, porque hechos tenidos por milagrosos pasen al orden de los hechos naturales, no puede menos que ganar. Ante todo, porque si un hecho es tenido sin razón por milagroso, es un error y la religión no puede dejar de perder, apoyándose en un error, sobre todo si se obstina en mirar como un milagro lo que no lo es. En segundo lugar, no admitiendo muchas personas la posibilidad de los milagros, niegan los hechos reputados milagrosos, y por consiguiente, la religión que en ellos se apoya. Si, por el contrario, la posibilidad de tales hechos es demostrada como consecuencia de las leyes naturales, no hay lugar a rechazarlos, como tampoco a la religión que los proclama. 7. Los hechos evidenciados por la ciencia de un modo perentorio, no pueden ser impugnados por ninguna creencia religiosa contraria. La religión no puede menos de ganar en autoridad, siguiendo el progreso de los conocimientos científicos, y de perder, quedándose rezagada o protestando contra esos mismos conocimientos en nombre de los dogmas; porque ninguno de estos podrá prevalecer contra las leyes de la naturaleza ni anularlas. Un dogma, fundado en la negación de una ley de la naturaleza, no puede ser expresión de la verdad. El Espiritismo, fundado en el conocimiento de las leyes no comprendidas hasta ahora, no viene a destruir los hechos religiosos, sino a sancionarlos, dandode ellos una explicación racional. Solo viene a destruir las falsas consecuencias que han sido deducidas a causa de la ignorancia de aquellas leyes o de su errónea interpretación. 8. Induciendo al hombre la ignorancia de las leyes de la naturaleza a buscar causas fantásticas a los fenómenos que no comprende, es el origen de las ideas supersticiosas, de las que son algunas debidas a los fenómenos espiritistas mal comprendidos. El conocimiento de las leyes que los rigen, destruye las ideas supersticiosas, reduciendo las cosas a su realidad y demostrando el límite de lo posible |
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