LA SEÑORA DEL ESPIRITISMO
LA FE ESPIRITA
Amalia Domingo Soler
No reconocemos más que una autoridad y un dogma, la verdad. Antes que nuestras creencias se arraiguen en nuestra conciencia, han sido analizadas por nuestra razón. Nuestra fe ha sido ayer nuestra duda, y nuestras dudas de hoy grandes porque es mucho lo que nos queda que saber todavía, porque es insignificante lo que hemos explorado en el campo que descubrimos, será nuestra fe de mañana.
La facilidad con que todas las religiones se han subdividido hasta ahora en sectas que formaron cuerpo de doctrina aparte del centro originario donde se habían creado, es una prueba de lo ingratas que han sido con la razón humana, de la violencia con que han planteado sus dogmas. Y por consiguiente de la inarmonía en que han vivido con la verdad y hasta con la naturaleza, esa providencia inevitable a través de la cual tiene que buscar el alma a su Creador.
Las religiones han cumplido con su misión. Las hemos visto no sólo encauzar el sentimiento de los hombres según sus necesidades y aspiraciones de los pueblos sobre los cuales han dominado, sino también responder inmediatamente al deseo que induce al corazón humano a creer y esperar en algo concreto y definido, sin género de vacilaciones y dudas.
El Espiritismo cumplirá también con la suya. No se funda en la necesidad arbitraria de un deseo, sino en la necesidad de la razón. Viene lentamente, con esa lentitud con que la pequeña nube invade todo el cielo, marchando con la ciencia del mal, que sin existir, su sola idea ha dejado sobre las pasadas generaciones densas tinieblas, huellas de sangre, ignorancia y horrores sin cuento.
El Espiritismo no se presenta, pues, envuelto en el misterio. Viene con la naturaleza, rechaza lo violento e inarmónico. Sus dogmas tendrán que ser axiomas cuando fije como incontestables los principios que sustenta. No necesita ciegos prosélitos ni apasionados campeones, sino amigos insaciables del bien y constantes partidarios en el campo de la sabiduría.
El Espiritismo lo invade todo. Busca el medio de mejorar las condiciones así morales como materiales del hombre. Busca su bienestar así en la Tierra como en los cielos. Estudia en la historia a la Humanidad, con el geologo el planeta, con el químico la materia, con el antropólogo y el fisiólogo al hombre, con el astrónomo el movimiento de los mundos. Registra desde el génesis hasta el Apocalipsis, desde los Vedas y Confúcio hasta los libros de las teogonías más modernas, para rebuscar en ese sagrado depósito humano algo tradicional que añadir a la verdad.
Nuestra fe nadie nos la impone, nosotros nos la creamos. Y sentimos que así que nuestro corazón se ensancha, y que nuestro espíritu se agita. Algo hay en torno nuestro sobre nuestras cabezas y a nuestros pies. Y este algo lo invocamos y nos responde y nos alienta para marchar al porvenir. Y marchamos seguros de encontrar más allá el bien. La razón nos guía, y con ella cada vez vemos más claro el camino que emprendemos, Siendo esta luz inextinguible, ¿cuál será nuestra felicidad?...
No, no reconocemos más que una autoridad y un dogma, la verdad.
(Este fue el primer artículo espirita de Amalia Domingo Soler, habiendo sido publicado en la página de rostro del periódico espirita “El Criterio” en su número 9, año 1872. Obtenido del Portal Plenus)
(Ver Blog inquietudesespiritas.blogspot.com )
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