No todos los científicos niegan los fenómenos protagonizados por médiums. En realidad, quienes han decidido investigar el tema en profundidad y sin ideas preconcebidas han descubierto que estos canalizadores esconden un gran y sorprendente secreto. Por primera vez, un estudioso norteamericano ha intentado desvelarlo...
Allison DuBois se ha convertido en la médium más conocida del mundo gracias a la serie de televisión "Médium", que emite en España la cadena Cuatro. Pero, seguramente, lo que más le sorprenderá al lector es saber que se trata de un caso real. Y es que la "ayudante del fiscal" que resuelve crímenes gracias a sus sueños y sus visiones no es producto de un imaginativo guionista. Allison DuBois existe. Investiga crímenes -y los resuelve- gracias a sus "revelaciones" procedentes del más allá. Además, su caso ha sido investigado por científicos como el Dr. Gary Schwartz, de la Universidad de Arizona, quien además ha estudiado desde 1997 a otros singulares personajes similares a DuBois como John Edgard, Suzane Northrup, Lori Campbell y George Anderson.
Comunicaciones post-mortem
Gary Schwartz es profesor de psicología, medicina, neurología, psiquiatría y cirugía en la Universidad de Arizona y se doctoró en Harvard, una de las universidades americanas más prestigiosas. Sin duda, se trata de un académico más que cualificado para estudiar la mediumnidad. Que Schwartz haya concluido que las dotes de los médiums proceden de las comunicaciones que reciben de los muertos ha provocado gran controversia, pero las pruebas para sostener sus afirmaciones se encuentran en su libro The Afterlife Experiments, en el cual detalla todos los experimentos que ha realizado.
Schwartz comenzó a investigar el asunto de la vida tras la muerte en 1993. Ese año conoció a la doctora Linda Russek, que acababa de perder a su padre e intentaba obtener pruebas para averiguar si, de algún modo, su progenitor había sobrevivido a la muerte. Posteriormente, Schwartz se casó con Russek: "Podría decirse que me vi empujado allí por la ciencia, pero también por el amor, por el amor de Linda a su padre", explica Schwartz al referirse al impulso inicial que le condujo a estudiar la mediumnidad, alejándose así de la idea predominante entre los científicos, que adoptan posiciones más materialistas y descartan -en gran medida- cualquier posibilidad de que la conciencia sobreviva tras la muerte, puesto que consideran que se trata de un producto del cerebro que deja de existir cuando llega la muerte.
Sin embargo, la ciencia todavía no ha demostrado que el cerebro sea la fuente de la conciencia. Además, existen suficientes testimonios que contradicen esta visión gracias a las investigaciones que sostienen la posibilidad de que la conciencia sobreviva a la muerte, disciplina que se conoce como "investigación de la supervivencia" y que examina las llamadas experiencias extracorpóreas, los encuentros cercanos a la muerte -ECM-, la reencarnación y la mediumnidad. La mediumnidad puede expresarse de varias formas. En un extremo de la escala está la "mediumnidad mental", gracias a la cual el médium puede, supuestamente, transmitir mensajes de los muertos.
En el otro está la "mediumnidad física", en la que el médium -normalmente en estado de trance profundo- emite una suerte de energía sutil que podría ser utilizada por los espíritus para generar efectos psicoquinéticos como levitaciones, movimientos de objetos sin contacto físico e incluso la materialización completa de presuntos espíritus.
Mediumnidad física y mental
En términos de escrutinio científico, la mediumnidad física tiene ventaja sobre la mental porque, supuestamente, puede producir efectos tangibles que son experimentados por cualquier persona presente. Probablemente, el mejor ejemplo de esto sea el "Experimento Scole", que tuvo lugar en Gran Bretaña en los años noventa y que se considera uno de los mejores testimonios de la supervivencia tras la muerte.
La mediumnidad mental corresponde a un área mucho más difícil de evaluar, ya que es difícil probar que los médiums se comunican realmente con los difuntos. Por ejemplo, cuando los médiums suministran información al consultante pueden estar haciendo generalizaciones tan vagas que podrían aplicarse a esa persona o a cualquier otra. Podrían decir "tengo a tu madre aquí y dice que te quiere" o bien "me dice que cuando vivía tenía dolores en el pecho". Naturalmente, esto no confirma nada.
Los escépticos también descartan a los médiums mentales, acusándoles de utilizar una técnica llamada "lectura fría", que se utiliza con frecuencia por manipuladores profesionales como los que se dedican al mundo de las ventas y que se basa en el empleo de preguntas específicas y una pronta habilidad para extraer información. Por ejemplo, los médiums fraudulentos saben que por cada afirmación que hacen sobre el consultante y que éste rechaza como inexacta, también hacen una que recibe su aprobación.
Además, el fraudulento también sabe que el consultante se acuerda mejor de los aciertos que de los fallos; de este modo, gran parte de la información puede ser extraída de los consultantes mediante esta técnica. El último recurso de los escépticos es invocar la denominada hipótesis super-psi, según la cual la información ofrecida por los médiums ha sido obtenida mediante canales extrasensoriales como la telepatía. De ese modo, si el médium aporta información sobre el consultante que es exacta y puede verificarse, los escépticos pueden afirmar que lo han hecho de forma inconsciente -leyendo la mente del consultante o la de personas cercanas a ellos- atribuyendo esta información, de forma errónea, al mundo de los espíritus.
Sin embargo, la hipótesis del super-psi no se puede probar ni rebatir, pero sí se pueden realizar experimentos que intenten excluir cualquier posibilidad de fraude. Y eso es exactamente lo que Schwartz se dispuso a hacer en su primera serie de experimentos, todos ellos efectuados siguiendo protocolos establecidos de forma científica.
Experimentos controlados
Schwartz inició sus experimentos con la médium Lori Campbell, cuyas supuestas dotes psíquicas le tenían impresionado de antemano. Y siguió haciéndolo, puesto que, durante su primer encuentro, ella le facilitó no sólo una exacta descripción física de su madre fallecida, sino un detallado mensaje que le impresionó aún más. "Con Lori hemos llevado a cabo estudios sencillos y de doble ciego. En los sencillos, la médium desconocía la identidad del consultante y a la gente fallecida relacionada con él.
En los de doble ciego, la médium no sabía la identidad del consultante y la de sus allegados fallecidos, pero además, tampoco los consultantes estaban presenten durante la lectura", explica Schwartz. Los resultados de estos experimentos fueron lo bastante alentadores para que Schwartz se animara a diseñar nuevas pruebas con controles incluso más estrictos. La siguiente serie de experimentos fue financiada por la HBO, una empresa americana de televisión por cable que rodó un documental sobre el trabajo de Schwartz.
El investigador pudo disponer entonces de cuatro médiums para sus experimentos. Uno de ellos era John Edgard, que luego se hizo muy popular gracias a un espectáculo de televisión. Los dos consultantes para los experimentos se seleccionaron con sumo cuidado. Cada uno había tenido seis desgracias significativas en los últimos diez años. Los médiums no los conocían y, además, se tomaron todas las medidas necesarias para que ni médiums ni consultantes descubrieran quién era quién.
En un intento de minimizar o eliminar la lectura fría, se colocó una mampara opaca de separación entre ellos. Además, los consultantes, "vigilados" con electroencefalgramas durante todo el experimento, sólo podían contestar a los médiums diciendo "sí" o "no". Al término de cada sesión se analizaban los resultados y se elaboraban las tablas estadísticas pertienentes, cuyos cálculos dejaron estupefacto al investigador.
"Cada uno de los cinco médiums obtuvo información exacta y detallada: nombres, descripciones físicas, causas de la muerte.", señala el estudioso al tiempo que recuerda cómo todos esos datos los ofrecía sin conocer a las personas sobre las que hablaba. Y es que mucha de esta información era tan específica que resultaba imposible que la conociera alguien que no perteneciera a la familia", explica Schwartz. Y es que los médiums alcanzaron hasta un 83% de aciertos.
Sin embargo, como estos éxitos podrían atribuirse también a "adivinación inteligente", Schwartz tuvo que diseñar un experimento que permitiera estimar qué porcentaje de las lecturas podía obtenerse de este modo. Él y su ayudante en la investigación, la doctora Julie Beischel, prepararon un cuestionario basado en setenta de las declaraciones correctas hechas por los médiums, con la salvedad de que dicho cuestionaro fue reescrito en forma de preguntas.
Por ejemplo, si el médium daba correctamente el nombre de la madre fallecida del consultante, la pregunta era: "¿Cuál es el nombre de la madre del consultante?". Este cuestionario fue entregado a 68 personas que actuaron como controles y a las que se pidió que adivinaran las preguntas correctas, algo que lograron en el 36% de las ocasiones, frente al 83% de aciertos obtenidos por los médiums.
¿Casualidad? Las tablas estadísticas señalaban que podía ser coincidencia, sí, pero que sólo lo sería en una de cada diez millones de pruebas. En lo relativo a la veracidad de los médiums, estos resultados son notables. Pero como los escépticos alegaron que incluso con respuestas concretas -"sí" o "no"- podría manifestarse la lectura fría, Schwartz decidió hacer una nueva serie de lecturas en total silencio. De este modo, cuando el médium hacía las preguntas, el consultante sólo podía responder con un movimiento de cabeza que el médium no podía ver, de modo que los éxitos objetidos sólo podrían alcanzarse en tres de cada cien casos.
El psicólogo e investigador británico David Fontana, antiguo director de la Society for Psychical Research y veterano investigador de lo paranormal, cree que los niveles más bajos de aciertos en este experimento podrían deberse a que sólo se analizaron 15 transcripciones, pero cree que aquí influyeron las dotes variables de los médiums. Es decir, que no fueron tan efectivos como en otros experimentos. Cree también que otro factor significativo pudieron ser las condiciones en que trabajaron los médiums. "Podríamos argumentar que, al no poder ver ni oír a los consultantes, desaparecían las pistas verbales y visuales sobre las que dependía el médium para 'adivinar' la información.
Pero, igualmente, podríamos decir que el médium precisa alguna forma de relación 'emocional' con el consultante y que un estado de ánimo determinado por su parte -objetivo, no crédulo ni hostil- podría ser esencial para obtener un número de aciertos significativos", escribe Fontana en su libro Is there an afterlife?
¿Pruebas significativas?
Schwartz no estima que los experimentos sean una prueba definitiva de que haya vida después de la muerte: "Sin embargo, los consideramos muy valiosos para la hipótesis de la supervivencia y nos permitieron diseñar más experimentos controlados que eliminaran por completo factores como la lectura fría", indica. Algunos de estos experimentos se llevaron a cabo estando el consultante y el médium en lugares distantes, y entre los cuales, sólo era posible la comunicación vía telefónica.
En ellos, a los consultantes sólo se les facilitaba el nombre del médium, y a éste, se le decía que tal vez fuera uno de los médiums elegidos entre varios sujetos consultantes. Luego se le pedía que "invitara" a una persona fallecida con la que deseara contactar mientras el médium intentaba conectar, mentalmente, con el consultante por teléfono y daba los nombres de estas personas o de cualesquiera otras que surgieran. En ningún momento se permitió que el médium y el consultante hablaran entre sí.
A pesar de estos estrictos controles, este experimento fue todo un éxito, porque el médium dio el nombre correcto de las cuatro personas "invitadas" por el consultante. Además, facilitó el nombre de pila del consultante y la primera letra de su perro muerto. En la actualidad, Gary Schwartz sigue investigando a médiums en su laboratorio.
Sin embargo, a pesar de los ataques del mundo escéptico, está convencido de que la explicación más sencilla y satisfactoria es plantearse que la conciencia sobrevive a la muerte, lo que le ha obligado a adoptar una visión del mundo muy distinta a la que tiene la mayoría de sus colegas científicos: "Cuando analizo las investigaciones sobre la mediumnidad y la supervivencia de la conciencia tras la muerte, la conclusión a la que llego es que resulta coherente lo que algunos físicos están diciendo y muchas enseñanzas espirituales han planteado durante mucho tiempo, es decir, que la conciencia es de hecho primaria y que la materia es, en realidad, una expresión de la conciencia.
Si la conciencia es primaria, las ideas sobre las que se apoya la ciencia tendrán que ser revaluadas. No sorprende, pues, que la mayoría de los científicos se muestren escépticos y tengan dificultades para aceptar esta conclusión".
Allison DuBois se ha convertido en la médium más conocida del mundo gracias a la serie de televisión "Médium", que emite en España la cadena Cuatro. Pero, seguramente, lo que más le sorprenderá al lector es saber que se trata de un caso real. Y es que la "ayudante del fiscal" que resuelve crímenes gracias a sus sueños y sus visiones no es producto de un imaginativo guionista. Allison DuBois existe. Investiga crímenes -y los resuelve- gracias a sus "revelaciones" procedentes del más allá. Además, su caso ha sido investigado por científicos como el Dr. Gary Schwartz, de la Universidad de Arizona, quien además ha estudiado desde 1997 a otros singulares personajes similares a DuBois como John Edgard, Suzane Northrup, Lori Campbell y George Anderson.
Comunicaciones post-mortem
Gary Schwartz es profesor de psicología, medicina, neurología, psiquiatría y cirugía en la Universidad de Arizona y se doctoró en Harvard, una de las universidades americanas más prestigiosas. Sin duda, se trata de un académico más que cualificado para estudiar la mediumnidad. Que Schwartz haya concluido que las dotes de los médiums proceden de las comunicaciones que reciben de los muertos ha provocado gran controversia, pero las pruebas para sostener sus afirmaciones se encuentran en su libro The Afterlife Experiments, en el cual detalla todos los experimentos que ha realizado.
Schwartz comenzó a investigar el asunto de la vida tras la muerte en 1993. Ese año conoció a la doctora Linda Russek, que acababa de perder a su padre e intentaba obtener pruebas para averiguar si, de algún modo, su progenitor había sobrevivido a la muerte. Posteriormente, Schwartz se casó con Russek: "Podría decirse que me vi empujado allí por la ciencia, pero también por el amor, por el amor de Linda a su padre", explica Schwartz al referirse al impulso inicial que le condujo a estudiar la mediumnidad, alejándose así de la idea predominante entre los científicos, que adoptan posiciones más materialistas y descartan -en gran medida- cualquier posibilidad de que la conciencia sobreviva tras la muerte, puesto que consideran que se trata de un producto del cerebro que deja de existir cuando llega la muerte.
Sin embargo, la ciencia todavía no ha demostrado que el cerebro sea la fuente de la conciencia. Además, existen suficientes testimonios que contradicen esta visión gracias a las investigaciones que sostienen la posibilidad de que la conciencia sobreviva a la muerte, disciplina que se conoce como "investigación de la supervivencia" y que examina las llamadas experiencias extracorpóreas, los encuentros cercanos a la muerte -ECM-, la reencarnación y la mediumnidad. La mediumnidad puede expresarse de varias formas. En un extremo de la escala está la "mediumnidad mental", gracias a la cual el médium puede, supuestamente, transmitir mensajes de los muertos.
En el otro está la "mediumnidad física", en la que el médium -normalmente en estado de trance profundo- emite una suerte de energía sutil que podría ser utilizada por los espíritus para generar efectos psicoquinéticos como levitaciones, movimientos de objetos sin contacto físico e incluso la materialización completa de presuntos espíritus.
Mediumnidad física y mental
En términos de escrutinio científico, la mediumnidad física tiene ventaja sobre la mental porque, supuestamente, puede producir efectos tangibles que son experimentados por cualquier persona presente. Probablemente, el mejor ejemplo de esto sea el "Experimento Scole", que tuvo lugar en Gran Bretaña en los años noventa y que se considera uno de los mejores testimonios de la supervivencia tras la muerte.
La mediumnidad mental corresponde a un área mucho más difícil de evaluar, ya que es difícil probar que los médiums se comunican realmente con los difuntos. Por ejemplo, cuando los médiums suministran información al consultante pueden estar haciendo generalizaciones tan vagas que podrían aplicarse a esa persona o a cualquier otra. Podrían decir "tengo a tu madre aquí y dice que te quiere" o bien "me dice que cuando vivía tenía dolores en el pecho". Naturalmente, esto no confirma nada.
Los escépticos también descartan a los médiums mentales, acusándoles de utilizar una técnica llamada "lectura fría", que se utiliza con frecuencia por manipuladores profesionales como los que se dedican al mundo de las ventas y que se basa en el empleo de preguntas específicas y una pronta habilidad para extraer información. Por ejemplo, los médiums fraudulentos saben que por cada afirmación que hacen sobre el consultante y que éste rechaza como inexacta, también hacen una que recibe su aprobación.
Además, el fraudulento también sabe que el consultante se acuerda mejor de los aciertos que de los fallos; de este modo, gran parte de la información puede ser extraída de los consultantes mediante esta técnica. El último recurso de los escépticos es invocar la denominada hipótesis super-psi, según la cual la información ofrecida por los médiums ha sido obtenida mediante canales extrasensoriales como la telepatía. De ese modo, si el médium aporta información sobre el consultante que es exacta y puede verificarse, los escépticos pueden afirmar que lo han hecho de forma inconsciente -leyendo la mente del consultante o la de personas cercanas a ellos- atribuyendo esta información, de forma errónea, al mundo de los espíritus.
Sin embargo, la hipótesis del super-psi no se puede probar ni rebatir, pero sí se pueden realizar experimentos que intenten excluir cualquier posibilidad de fraude. Y eso es exactamente lo que Schwartz se dispuso a hacer en su primera serie de experimentos, todos ellos efectuados siguiendo protocolos establecidos de forma científica.
Experimentos controlados
Schwartz inició sus experimentos con la médium Lori Campbell, cuyas supuestas dotes psíquicas le tenían impresionado de antemano. Y siguió haciéndolo, puesto que, durante su primer encuentro, ella le facilitó no sólo una exacta descripción física de su madre fallecida, sino un detallado mensaje que le impresionó aún más. "Con Lori hemos llevado a cabo estudios sencillos y de doble ciego. En los sencillos, la médium desconocía la identidad del consultante y a la gente fallecida relacionada con él.
En los de doble ciego, la médium no sabía la identidad del consultante y la de sus allegados fallecidos, pero además, tampoco los consultantes estaban presenten durante la lectura", explica Schwartz. Los resultados de estos experimentos fueron lo bastante alentadores para que Schwartz se animara a diseñar nuevas pruebas con controles incluso más estrictos. La siguiente serie de experimentos fue financiada por la HBO, una empresa americana de televisión por cable que rodó un documental sobre el trabajo de Schwartz.
El investigador pudo disponer entonces de cuatro médiums para sus experimentos. Uno de ellos era John Edgard, que luego se hizo muy popular gracias a un espectáculo de televisión. Los dos consultantes para los experimentos se seleccionaron con sumo cuidado. Cada uno había tenido seis desgracias significativas en los últimos diez años. Los médiums no los conocían y, además, se tomaron todas las medidas necesarias para que ni médiums ni consultantes descubrieran quién era quién.
En un intento de minimizar o eliminar la lectura fría, se colocó una mampara opaca de separación entre ellos. Además, los consultantes, "vigilados" con electroencefalgramas durante todo el experimento, sólo podían contestar a los médiums diciendo "sí" o "no". Al término de cada sesión se analizaban los resultados y se elaboraban las tablas estadísticas pertienentes, cuyos cálculos dejaron estupefacto al investigador.
"Cada uno de los cinco médiums obtuvo información exacta y detallada: nombres, descripciones físicas, causas de la muerte.", señala el estudioso al tiempo que recuerda cómo todos esos datos los ofrecía sin conocer a las personas sobre las que hablaba. Y es que mucha de esta información era tan específica que resultaba imposible que la conociera alguien que no perteneciera a la familia", explica Schwartz. Y es que los médiums alcanzaron hasta un 83% de aciertos.
Sin embargo, como estos éxitos podrían atribuirse también a "adivinación inteligente", Schwartz tuvo que diseñar un experimento que permitiera estimar qué porcentaje de las lecturas podía obtenerse de este modo. Él y su ayudante en la investigación, la doctora Julie Beischel, prepararon un cuestionario basado en setenta de las declaraciones correctas hechas por los médiums, con la salvedad de que dicho cuestionaro fue reescrito en forma de preguntas.
Por ejemplo, si el médium daba correctamente el nombre de la madre fallecida del consultante, la pregunta era: "¿Cuál es el nombre de la madre del consultante?". Este cuestionario fue entregado a 68 personas que actuaron como controles y a las que se pidió que adivinaran las preguntas correctas, algo que lograron en el 36% de las ocasiones, frente al 83% de aciertos obtenidos por los médiums.
¿Casualidad? Las tablas estadísticas señalaban que podía ser coincidencia, sí, pero que sólo lo sería en una de cada diez millones de pruebas. En lo relativo a la veracidad de los médiums, estos resultados son notables. Pero como los escépticos alegaron que incluso con respuestas concretas -"sí" o "no"- podría manifestarse la lectura fría, Schwartz decidió hacer una nueva serie de lecturas en total silencio. De este modo, cuando el médium hacía las preguntas, el consultante sólo podía responder con un movimiento de cabeza que el médium no podía ver, de modo que los éxitos objetidos sólo podrían alcanzarse en tres de cada cien casos.
El psicólogo e investigador británico David Fontana, antiguo director de la Society for Psychical Research y veterano investigador de lo paranormal, cree que los niveles más bajos de aciertos en este experimento podrían deberse a que sólo se analizaron 15 transcripciones, pero cree que aquí influyeron las dotes variables de los médiums. Es decir, que no fueron tan efectivos como en otros experimentos. Cree también que otro factor significativo pudieron ser las condiciones en que trabajaron los médiums. "Podríamos argumentar que, al no poder ver ni oír a los consultantes, desaparecían las pistas verbales y visuales sobre las que dependía el médium para 'adivinar' la información.
Pero, igualmente, podríamos decir que el médium precisa alguna forma de relación 'emocional' con el consultante y que un estado de ánimo determinado por su parte -objetivo, no crédulo ni hostil- podría ser esencial para obtener un número de aciertos significativos", escribe Fontana en su libro Is there an afterlife?
¿Pruebas significativas?
Schwartz no estima que los experimentos sean una prueba definitiva de que haya vida después de la muerte: "Sin embargo, los consideramos muy valiosos para la hipótesis de la supervivencia y nos permitieron diseñar más experimentos controlados que eliminaran por completo factores como la lectura fría", indica. Algunos de estos experimentos se llevaron a cabo estando el consultante y el médium en lugares distantes, y entre los cuales, sólo era posible la comunicación vía telefónica.
En ellos, a los consultantes sólo se les facilitaba el nombre del médium, y a éste, se le decía que tal vez fuera uno de los médiums elegidos entre varios sujetos consultantes. Luego se le pedía que "invitara" a una persona fallecida con la que deseara contactar mientras el médium intentaba conectar, mentalmente, con el consultante por teléfono y daba los nombres de estas personas o de cualesquiera otras que surgieran. En ningún momento se permitió que el médium y el consultante hablaran entre sí.
A pesar de estos estrictos controles, este experimento fue todo un éxito, porque el médium dio el nombre correcto de las cuatro personas "invitadas" por el consultante. Además, facilitó el nombre de pila del consultante y la primera letra de su perro muerto. En la actualidad, Gary Schwartz sigue investigando a médiums en su laboratorio.
Sin embargo, a pesar de los ataques del mundo escéptico, está convencido de que la explicación más sencilla y satisfactoria es plantearse que la conciencia sobrevive a la muerte, lo que le ha obligado a adoptar una visión del mundo muy distinta a la que tiene la mayoría de sus colegas científicos: "Cuando analizo las investigaciones sobre la mediumnidad y la supervivencia de la conciencia tras la muerte, la conclusión a la que llego es que resulta coherente lo que algunos físicos están diciendo y muchas enseñanzas espirituales han planteado durante mucho tiempo, es decir, que la conciencia es de hecho primaria y que la materia es, en realidad, una expresión de la conciencia.
Si la conciencia es primaria, las ideas sobre las que se apoya la ciencia tendrán que ser revaluadas. No sorprende, pues, que la mayoría de los científicos se muestren escépticos y tengan dificultades para aceptar esta conclusión".
Autor: Tim Coleman
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