Cierta vez, un espíritu sublime dejó las estrellas, se revistió de un cuerpo humano y vino a habitar entre los hombres.
Porque fuese un eximio artista plástico, habituado a modelar las formas celestes, componiendo astros y globos planetarios, tomó de la madera bruta y le dio formas útiles.
Durante años, de Sus manos brotaron mesas y bancos, donde amigos y hermanos se sentaban para repartir el pan. Para recibir los cuerpos cansados, al final del día, Él preparó camas confortables y, porque amase a todos los seres vivientes, no olvidó de facilitar establo y bebedero donde los animales pudiesen vencer el hambre.
Porque fue artista de otras artes, cierto día dejó las herramientas con que moldeaba la madera, y partió por los caminos polvorientos.
Tomó del laúd natural de un lago, en Genesaré, y allí tejió las más bellas canciones.
Su canto atraía niños, viejos y jóvenes. Venían de todas las bandas.
A la entonación de Su voz callaba el llanto de los bebés y los dolores arrecian en los corazones de las viudas y de los desesperados.
Las armonías que componía tenían el don de secar lágrimas y sensibilizar corazones endurecidos.
Como sabía componer poemas de rara belleza, subió a un monte y derramó versos de bienaventuranzas, que enaltecía la misericordia, la justicia y el perdón.
Porque Su sensibilidad se compadecía de los dolores de la multitud, multiplicó panes y peces, saciándoles el hambre física.
Delicado en la postura, gentil en el hablar, por donde pasaba, dejaba impregnado el perfume de Su esperanza.
Poseía tanto amor que lo exhalaba de Sí a los que Lo rodeasen. Una pobre mujer enferma le tocó el pico del manto y recibió los fluidos sanadores que le restituyeron la salud.
Dócil como un cordero, abrazó niños, colocándolos en Sus rodillas y Les habló del Padre que está en los Cielos, que viste la hierba del campo y facilita alimento a las aves del cielo.
Enérgico en los posicionamientos morales, usó Su voz para el discurso de la honra, defendiendo el templo, la Casa del Padre, de los que deseaban herir al pueblo ya de por sí sufrido y humillado.
Enalteció a los pequeños y en Su grandeza, atendía a los detalles mínimos.
Miró para la higuera e invitó a un cobrador de impuestos a descender de ella a fin de estar con Él más estrechamente.
Creían que Él tomaría un trono terrestre y gobernaría por años, con justicia. Él prefirió penetrar los corazones de los hombres y vivir en su intimidad, para que ellos usufructuasen la paz y la tuvieran en abundancia.
Su nombre es Jesús, el Amigo Divino que permanece con los brazos abiertos, declamando los versos de Su poema de amor:
“Venid a Mí, vosotros que estáis afligidos y sobrecargados y Yo os aliviaré…”
(Agradecemos el aporte del Dr. João Cabral, Presidente da ADE-SERGIPE
( Ver los blog y direcciones siguientes: inquietudesespiritas.blogspot.com)
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