El “Infierno” . Relato de un espíritu.
( Extraido y traducido por el autor, de la obra “Después de la Vida”, del médium Divaldo Pereira Franco , del Espíritu de Gerson Almeida que se manifestó en el Centro Espírita “Camino de Redención”)
“ Tuve ocasión de oir decirme que se trataba de un crimen perpetrado en otra vida, antes de dejar el cuerpo a causa de la enfermedad, pero que todo iba a depender de mí. En verdad, he luchado mucho, y me esfuerzo más allá de cualquier posibilidad, pero la depresión me aplasta.
Afirmaban que yo morí y precisaba salir de esta situación para poder reencontrarme conmigo mismo.
Pasaron ya varios años, es lo que me dijeron, entre tanto para mí no se pasó ni un día, que es como una noche contínua, un vacío por el que me siento caer por un profundo abismo sin chocar contra nada que me detenga....
Y soy muy infeliz, profundamente infeliz, infinitamente infeliz ¡.
No tengo hogar ni familia; todos me abandonaron; se decían cansados, y sin embargo ¿Nó estoy yo cansado ? .
Siento dolores, siento nauseas, la cabeza es un horno y ya no tengo mas fuerzas.
Dios me abandonó!. Que alguien tenga piedad. Es preciso que alguien me tome las manos y me arranque estos grilletes .
¡ Ah sí, un infierno!. Yo estoy en un infierno de hielo; no se trata del fuego teológico. Suicida indirecto que soy, me someto a morir y me niego a vivir. No soporto más el dolor.
¡ Que me desmorone y aniquile, para que se me apague el raciocinio! “
Nota: Debido a la fijación autopiadosa, el enfermo espiritual, a pesar de ser aistido por sus Mentores espirituales, prosiguió en estado de sufrimiento. Cerrado en si mismo, no dejaba otra alternativa para poderlo socorrer. Siendo un espíritu en prueba, cuyo origen de su estado procedía de un crimen oculto, practicado en una anterior encarnación, conforme afirmó, no se liberó durante la vida física del complejo de culpa que degeneró en una psicosis depresiva que todavía le aflige.
Un ser espiritual al que se le permite aliviar su infierno espiritual que le aflige en la conciencia, durante su estancia en uno de los mundos espirituales infernales que interpenetran los mundos materiales de rango inferior, solo por el hecho de poder relatar sus experiencias a los todavía encarnados, para que no incurran en el estado que él se encuentra, muestra ser, sin duda, un espíritu que ya ha dado el primer paso para mejorar su estado y salir de “su infierno” personal.
Comunicado ilustrativo de una situación de “Cielo”.-
Este texto es un comunicado mediúmnico a través del médium brasileño Divaldo Pereira Franco, obtenido en el Centro Espírita “Camino de Redención”, en la ciudad brasileña de Salvador, capital del Estado de Bahía. El Espíritu comunicante es del Padre Manuel de la Natividad de María, que ejerció su actividad en la ciudad citada, y como Espíritu continúa sus actividades y trabajos desde su plano o estado espiritual (cielo), pero en el mismo ambiente físico, atendiendo a personas sufrientes de esta comunidad.
“Ejercí en esta ciudad el ministerio sacerdotal de la Iglesia Romana.
Muy pronto fui tocado por Jesús y abracé la carrera religiosa como una forma de integración con el espíritu de Cristo.
Siendo sacerdote católico es como encontré motivaciones poderosas para lograr una vida feliz.
Tuve como ejemplos a seguir al venerado santo de Asís con su apostolado de renuncia, y al excelso trabajador de francia, Vicente de Paul, con sus insuperables acciones de caridad. Ellos fueron la llave del secreto de mi felicidad, con el buen desempeño de las taréas abrazadas, amando a los hermanos pobres, y porque también yo era pobre, procuré vivir como viven ellos, para conocer de cerca sus problemas y poder disminuir sus aflicciones, sufriéndolas en mi propia carne.
Repartía las migajas que me llegaban solidariamente por alguna persona generosa o por simples concesiones que me ofrecía la oportunidad dichosa.
Así pasé largos años de existencia en la infatigable actividad de asistir a personas sufridoras necesitadas del consuelo de sus penas, explicándoles la finalidad de las mismas. El consuelo moral fluía a mis labios y las palabras eran el bálsamo para que no se entregasen a la desesperación causada por el dolor, que conduce a la alucinación, al suicidio o a la infeliz agresividad.
Deseé tener una larga vida de servicios, confiando en no sucumbir ante el compromiso abrazado; después podría descansar. Sin tener la inmediata pretensión de llegar a convivir con los ángeles, esperaba vivir un tránsito purgatorial pasajero para mi depuración final.
En la muerte me ví arrebatado en espíritu. Ante el dolor que ví en muchos de mis compañeros de lucha de los “Hijos del Calvario”, lloré y elevé una oración llena de ternura, como homenaje cariñoso a su pobre apostolado.
Sin embargo, no fui al purgatorio, ni descansé. El trabajo es el ritmo que mantiene el equilibrio y el orden universal. Despertando tras dejar el cuerpo, mejoré la visión de la vida y comprendí la espléndida misericordia del Padre, prosiguiendo la acción interminable de Su obra continuando con los hermanos de la retaguardia para ayudarles a consolidar el proceso de su espiritualización. Mejor instruido en cuanto a los fines de la vida y apoyado por Instructores bien fundamentados en la Ciencia del Conocimiento, me preparé para permanecer en esta ciudad auxiliando a estos valerosos campeones de la caridad y del Amor, promoviendo en los Espíritus reencarnados la búsqueda de su identidad con Dios. Continúo mejorando los queridos grupos en donde desarrollé las pasadas actividades, buscando infundir ánimo y esperanza en donde estos dejaron de existir.
Sin especular en torno a cuestiones transcendentes de la vida, integrado en el movimiento de servicio para la edificación de las vidas, paso a decir que la existencia física sirve para revestirnos del amor que depositamos en los demás.
La felicidad, la libertad, la paz, son los triunfos de una jornada bien conducida que el Espíritu cosecha cuando termina la etapa en la que se entregó movido por la abnegación y la entrega total.
El Cielo anhelado dilata sus límites en el mundo interior de cada uno, rumbo al infinito, siendo esta la estancia de bienestar personal que cada cual puede conseguir dentro de sí mismo.
Ante las graves coyunturas de este momento histórico que vive la Tierra, el cristiano en general y el espiritista en particular, iluminados con los amplios lentes de la comprensión y la excelencia de la vida, tienen la impostergable obligación de diferenciar entre lo que se era, lo que se es o lo que se pretende ser, marchando juntos en busca de un amanecer providencial que les corresponde desde ya, creando condiciones propicias para que todos los hombres las alcancen.
- Padre Manuel de Natividade de María –
“La dicha de los espíritus, siendo inherente a las cualidades que poseen, la toman en donde la encuentran, en la superficie de la Tierra, en medio de los encarnados o en el espacio”
- Allan Kardec-(El cielo y el Infierno)-
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