EL ALMA DEL POETA
POESIA ESPIRITA
Una dulce canción mece su sueño;
Una lágrima rueda como la savia,
sobre la arrugada corteza del tiempo,
Pero su mirada evita el presente.
La sombra deformada de su cuerpo,
surge a la luz que la devora;
Pero el pensamiento insiste en sus palabras,
y se impone los hierros del torno.
Está allí para ser en todas partes al instante,
como una estrella en el firmamento;
El estruendo de las ciudades se hunde en el eco,
Está solo así al tirar la balsa.
El escalofrío de la historia humana,
atraviesa su quietud sin aflicción;
al recuerdo de aquellos que gimen,
Confiesa su odio de los cómplices
La guerra acarrea sangre,
a los campos de honor de los inocentes;
La tierra abre sus osarios,
para aquel que se aniquila primero.
La desesperación se escurre por las venas,
no en aquel que se toma el trabajo,
de construir el amor, la vida, las rosas,
al tiempo bendito de las cosas simples.
¿Habría que creer únicamente,
En lo que los ojos han visto?
¿Dónde dirigirse con el poeta sabio,
hacia la cumbre soleada de las nubes?
A riesgo de perder su alma,
Dios calienta con su llama,
cuando el sol enrojece la tarde,
las manos ardientes de la esperanza
Autor desconocido
Tomado de “LE JOURNAL SPIRITE N° 95 janvier 2014
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EN LOS DÍAS DIFICILES
En los días difíciles, reflexiona en los otros días difíciles que ya se fueron.
Después de atravesados trances y luchas que suponemos insuperables, no te supiste explicar a ti mismo de qué modo los venciste y de que fuentes sacaste las fuerzas necesarias para sustentarte y rehacerte, durante y después de las escaramuzas sufridas.
*****.
Viste la enfermedad en el ser amado asumir gravedad extraña y sin que lograses penetrar el fenómeno en todos los detalles, surgió la medicación o la providencias ideas que lo arrebataron de la muerte.
Experimentaste la visita del desanimo, frente a los obstáculos que te agravaron la vida, , más si que te dieses cuenta del amparo recibido, te despojaste del desaliento de las tinieblas y regresaste a la luz de la esperanza.
La crisis del sentimiento que se te figuraban invencibles, por el tenor de la angustia con que te alcanzaron lo íntimo del alma, desaparecieron como por encanto sin que consiguieses definir la intervención libertadora que te restituyó la tranquilidad.
Sufriste la ausencia de seres inmensamente queridos, llamados por la desencarnación, por tareas urgentes, a otras fajas de experiencias. Sin embargo, sin que realizases ningún esfuerzo, otras almas bendecidas aparecieron, pasando a nutriste el corazón con edificante apoyo afectivo.
****
Todo eso mientras tanto, sucedió porque persististe en la fe, aguardando y confiando trabajando y sirviendo, sin entregarte a la deserción o a la derrota, ofreciendo oportunidad a la bondad de Dios para actuar en tu beneficio.
En las dificultades actuales, considera las dificultades que ya venciste y comprenderás que Dios, cuyo infinito amor te sustentó entonces, también te sustentará hoy.
Para eso, sin embargo, es imperioso permanezcamos fieles al cumplimiento de nuestras obligaciones, una vez que la paciencia, en el centro de ellas, Es el don de la esperanza de Dios, cooperando con Dios, sin tener que buscar.
DAR OPORTUNIDAD A DIOS· J. Herculano Pires (Hermano Saulo)
Si el naufrago no se desespera, soportando la violencia de las olas para dar oportunidad al barco salvador, podrá ser salvado. Más, si el se entregara a la desesperación y cayera del bote o perdiera el salvavidas, es claro que sería tragado por las aguas. En las dificultades de la vida casi nos desesperamos y no damos oportunidad a la Providencia Divina para que nos socorra. Nos falta apoyo esencial, la fuerza intima de la fe que nos da serenidad para tener la confianza necesaria en los poderes superiores.
En otras palabras: en los días difíciles precisamos dar oportunidad a Dios. Claro que es Él el supremo poder, la inteligencia que nos creó y la fuerza que nos sostiene. Más Él es también libertad y no solo nos día libertad de ser y actuar, como también a respetar la libertad concedida para que podamos desarrollarla, adquiriendo más fuerza y poder en las bases de responsabilidad. El amor de Dios vela por nosotros en todas las circunstancias, no es el amor tirano que crea complejos y traumas, y si el amor libre que nos deja el derecho de aprender - el que solo adquirimos con la experiencia.
El mundo es, para el hombre, un campo de experiencias libres. O El hombre, el único hueco en el espesor de la libertad en el mundo, como Sartre señaló, puedes poner en el campo y disponer de sus decisiones. Porque él - el hombre - es el momento de la creación se hace consciente de sí mismo, comienza a reflejarse en la inteligencia y el poder creador de Dios. Por eso es preciso que su libertad sea respetada, y podemos decir que Dios se respeta a sí mismo al respetar la libertad humana. lo esencial en la experiencia del hombre es la adquisición de la fe, más la fe solo puede ser adquirida a partir de la confianza en sí mismo. Esa es la razón por la que la intervención de Dios depende de nosotros mismos.
Así como Lant fue crítico de la razón, Kardec fue crítico de la fe. No hizo una obra filosófica sistemática sobre la fe, más si la examinó en términos comprensibles, mostrando que solo podemos tener fe en aquello que conocemos. Existe, enseñó el, la fe, la fe humana y la fe divina. Para tener fe en Dios precisamos saber lo que es Él, conocerlo en nosotros mismos, descubrir nuestra naturaleza divina, los poderes ocultos que traemos en nuestra aparente fragilidad. Y basta recordar, entonces, que el simple hecho de existir es una prueba del poder de Dios, para confiar en El.
TIERRA PROMETIDA
Los familiares del poeta Cyro Costa fueron sorprendidos por la aparición de un soneto de su autoría al cierre del Pinga Fogo del Canal 4. Algunos de ellos estaban asistiendo al programa y quedaron sorprendidos al ver que Chico Xavier, al cierre psicografió el soneto “Segundo Milenio”, un alejandrino de innegable improviso, porque resumiendo el tema central de las preguntas hechas al médium. El estilo inconfundible de Cyro Costa fue la ficha de identidad que emocionó a sus familiares.
Días después, dos hijas del poeta hicieron una visita al Grupo Espirita Emmanuel, en San Bernardo del Campo, y llevaron de presente algunos libros de la Tierra prometida, el libro de poemas de Cyro Costa que la Librería José Olimpo Editora lanzó en 1938. En ese libro figura el famoso soneto “Madre Petra” , de que fueron editados los versos gravados en el Monumento la Madre Preta del Largo del Pisando, San Paulo. Como se ve, el Pinga Fogo con Chico Xavier continúa produciendo resultados imprevistos.
· Francisco Cándido Xavier (Emmanuel)
Artículo publicado originalmente en la columna dominical “Chico Xavier pide licencia” del jornal Diario de S, Paulo, en la década de 1970
Traducido al español por: M.C. R
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“Nadie es profeta en su tierra”
1. “Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas? Y se escandalizaron de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos” (San Mateo, 13:54 a 58).
2. Jesús enunció una verdad convertida en proverbio, una verdad de todos los tiempos, la
que podríamos detallar más, diciendo: Nadie es profeta en vida.
En el lenguaje usual, esta máxima se refiere al crédulo que un hombre goza entre los suyos y entre aquellos en medio de quienes vive, así como a la confianza que les inspira por la superioridad del saber y la inteligencia. Si hay excepciones, son raras y en todos los casos jamás son absolutas.
El principio de esta verdad es una consecuencia natural de la debilidad humana que puede
explicarse así:
La costumbre de verse desde la infancia, en las circunstancias vulgares de la vida, establece
entre los hombres una especie de igualdad material que, a menudo, lleva a rehusar el
reconocimiento de superioridad moral en quien fue compañero y comensal, salido del mismo medio y de quien se conocen ciertas debilidades. El orgullo sufre en razón del ascendiente que debe soportar. Quien quiera que se halle por encima del nivel medio siempre está expuesto a los celos y a la envidia. Quienes se sienten incapaces de llegar a su altura se esfuerzan por disminuirlo, denigrándolo, hablando mal y calumniándolo. Más pequeños se ven, más gritan, creyendo engrandecerse y eclipsarlo mediante el ruido que hacen. Tal fue y será la historia de la Humanidad, en tanto los hombres no comprendan su naturaleza espiritual y no se depuren en su aspecto moral.
1. “Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas? Y se escandalizaron de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos” (San Mateo, 13:54 a 58).
2. Jesús enunció una verdad convertida en proverbio, una verdad de todos los tiempos, la
que podríamos detallar más, diciendo: Nadie es profeta en vida.
En el lenguaje usual, esta máxima se refiere al crédulo que un hombre goza entre los suyos y entre aquellos en medio de quienes vive, así como a la confianza que les inspira por la superioridad del saber y la inteligencia. Si hay excepciones, son raras y en todos los casos jamás son absolutas.
El principio de esta verdad es una consecuencia natural de la debilidad humana que puede
explicarse así:
La costumbre de verse desde la infancia, en las circunstancias vulgares de la vida, establece
entre los hombres una especie de igualdad material que, a menudo, lleva a rehusar el
reconocimiento de superioridad moral en quien fue compañero y comensal, salido del mismo medio y de quien se conocen ciertas debilidades. El orgullo sufre en razón del ascendiente que debe soportar. Quien quiera que se halle por encima del nivel medio siempre está expuesto a los celos y a la envidia. Quienes se sienten incapaces de llegar a su altura se esfuerzan por disminuirlo, denigrándolo, hablando mal y calumniándolo. Más pequeños se ven, más gritan, creyendo engrandecerse y eclipsarlo mediante el ruido que hacen. Tal fue y será la historia de la Humanidad, en tanto los hombres no comprendan su naturaleza espiritual y no se depuren en su aspecto moral.
Tal prejuicio es propio de los espíritus mezquinos y vulgares, que lo refieren a su propia
personalidad.
Por otra parte, cuando sólo se conoce a los hombres por su espíritu se tiende a idealizarlos, y la lejanía en el tiempo y en el espacio engrandece tal ideal. Prácticamente, se los separa de la Humanidad. Es como si no debiesen hablar ni sentir como todos. Como si su lenguaje y sus pensamientos debiesen tener la altura constante de lo sublime, sin pensar que el espíritu no puede estar tenso de manera continua y en perpetuo estado de sobreexcitación. En el contacto diario de la vida privada, se conoce demasiado al hombre material, que en nada se distingue del hombre común.
El hombre corporal, que impresiona los sentidos, casi termina por desdibujar al hombre espiritual, que sólo conmueve el espíritu. De lejos, vemos únicamente los destellos del genio, de cerca, los descansos del espíritu.
Después de la muerte, ya no existe la comparación, el hombre espiritual se yergue solo y
parece tanto más grande cuanto que el recuerdo del hombre corporal se halla más distante. Por esa causa, los hombres que marcaron su paso por la Tierra mediante obras de auténtico valor, son más apreciados después de su muerte que en vida. Son juzgados con mayor imparcialidad, porque al desaparecer los envidiosos y los celosos, los antagonismos personales ya no existen. La posteridad es un juez desinteresado que estima la obra del espíritu, la acepta sin un entusiasmo ciego si es meritoria y la rechaza sin odio si carece de valor, haciendo abstracción de la individualidad que la produjo.
Tanto menos podía Jesús escapar a las consecuencias de ese principio inherente a la
naturaleza humana, siendo que vivía en un medio de escasa cultura y entre hombre dedicados por entero a la vida material. Sus compatriotas sólo veían en Él al hijo del carpintero, al hermano de hombres tan ignorantes como ellos mismos. Se preguntaban qué podía convertirlo en alguien superior a ellos y con derecho a censurarlos, motivo por el cual, después de comprobar que su palabra pesaba menos sobre los suyos, que lo despreciaban, que sobre los extranjeros, se fue a predicar entre quienes lo escuchaban y en medio de quienes hallaba simpatía.
Se puede apreciar qué tipo de sentimiento animaba a sus parientes por el siguiente hecho:
sus propios hermanos, acompañados por su madre, llegan a una reunión donde Él se encontraba para llevárselo, diciendo que estaba fuera de sí (San Marcos, 3:20 y 21, 31 y 35 y El Evangelio según el Espiritismo, cap. XIV).
Por una parte, los sacerdotes y fariseos acusaban a Jesús de obrar por el demonio. Por la
otra, era tachado de loco por sus parientes más cercanos. ¿No es así como obran en nuestros días con los espíritas? ( ¡¡ Siii !! ) ¿Deben éstos quejarse por no ser tratados por sus conciudadanos mejor de lo que lo fue Jesús? ( ¡¡ Nooo !! ) Sin embargo, este hecho, que no sorprende el que sucediera hace dos mil años en un pueblo ignorante, resulta inadmisible en el siglo XIX en naciones civilizadas.
Luz progreso y paz.
Marco Antuan
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