EL DESTINO DE LAS NACIONES
“Es, en gran parte, en el seno de las familias donde se prepara el destino de las naciones.”
Esa afirmación es del papa León XIII y tiene un sentido muy profundo.
Al decir que el destino de las naciones es preparado en el seno de las familias, por cierto el papa quiso referirse a los valores que son practicados dentro de los hogares.
Sí, porque aquellos que hoy gobiernan los países y conducen el destino de sus ciudadanos, ya fueron niño y convivieron en el seno familiar.
En tesis, en sus decisiones siempre tendrán gran peso las directrices por las cuales fueron conducidos a lo largo de la infancia y juventud.
Quien contesta esa tesis, estará negando, por eso mismo, la eficacia de la educación.
Henri Lacordaire, el ilustre vicario de la catedral de Notre-Dame, de París, dice: “La sociedad no es más que el desenvolvimiento de la familia: si el hombre sale de la familia corrupto, corrupto estará para la sociedad.”
Los valores morales vividos en la familia, principalmente por los padres, son decisivos en la formación del hombre de bien de cualquier país.
Es así que el destino de las naciones es resuelto en el seno de las familias, pues es el hogar que forma al ciudadano.
Es el hogar que forma o deforma al profesional de todas las áreas.
Es la familia que traza el camino que sus miembros deben recorrer.
Es por esa razón que el cultivo de las virtudes dentro de los hogares es esencial para mejorar esa célula básica de la sociedad llamada familia.
En las resoluciones tomadas en el día a día de cualquier persona, pesaran las lecciones aplicadas en la formación de sus caracteres desde la infancia.
Si las lecciones fueron de corrupción, de falta de respeto a la vida, de supremacía de la fuerza bruta, de egoísmo y de preconceptos variados, esas serán las directrices que irán a guiar sus actos.
Si las lecciones fueran de honestidad, respeto por el semejante, fraternidad, valorización de la vida en su más amplio sentido, esas virtudes van a basar sus decisiones.
Es así que la construcción de un mundo mejor depende de las lecciones que están siendo pasadas hoy en el seno de las familias.
Que no se construye un edificio comenzando por el tejado, sino por las bases, por los pilares. Y la base de cualquier sociedad, son los hogares.
Si en las bases fueran quedando los pilares sólidos de las virtudes, todo el edificio tendrá seguridad y nobleza.
Pero, si las bases estuviesen podridas por la corrupción de las costumbres, entonces el edificio estará gravemente comprometido y tiende a desmoronarse.
Es necesario y urgente que las familias piensen en eso con cariño, pues el edificio social depende de cada uno de nosotros.
Si no deseamos guerras, corrupción, violencia, necesitamos obrar hoy, fundamentando los pilares de los hogares con los pilares de la paz, de la honestidad, de respeto a la vida.
Ese es el único camino, no hay otro. No habrá un país moralizado sin ciudadanos moralizados. No habrá una nación pacificada sin la pacificación de sus habitantes.
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La moral, como enseñó Jesús, el Sabio de todos los tiempos, es la regla del bien proceder.
Por eso, existen algunos valores que no pueden ser olvidados ni sin negligencia en el contexto educacional: la justicia, el amor y la caridad.
Esas son las virtudes básicas para una sociedad más feliz. Jesús las vivió y enseñó como el resumen de todas las leyes, de la siguiente forma: “amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a sí mismo”.
Una enseñanza simple y eficaz. Basta hacer. He ahí el gran desafío para quien desea construir una familia pacificada, una ciudad justa, una nación de bien, un planeta mejor.
Redacción del Momento Espírita
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EN PAZ
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
Amado Nervo |
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
(La tumba no es paz, no es reposo, no es sueño. Es la iniciación de otra vida más espléndida, plena de posibilidades: cosecha merecida para el espíritu que sembró belleza, esperanza y amor en los corazones. Y fué Don Salvador Sellés, el magnífico poeta español, que en notable poesía contestó el pensamiento de Nervo, diciéndole:
NO, AMADO NERVO! NO DIGAS ESO POR SANTA DESPEDIDA!
! Ah, no! No digas eso por santa despedida,
Jamás, Jamás estamos en paz con nuestra vida,
La vida es la señora, la Diosa, la Maestra,
La Vida !Qué de cosas recóndidas nos muestra!
Viniste con la frente desnuda a sus vergeles,
y partes coronado de palmas y laureles.
Si entramos y salimos lo mismo por el mundo,
inútil es la vida y el paso es infecundo.
El que los rosales planta, no siempre coge rosas;
más veces coge espinas, que flores olorosas;
más las espinas esa de pérfido rosal,
nos hieren y nos curan por Ley Providencial.
Las vidas sucesivas, son místicas escalas:
por ellas, en el éter, abrimos grandes alas.
Las existencias buenas corrigen a las malas,
y el alma va vistiendo del serafín las galas.
No hay como la vida, ni cáliz de amargura;
fué el premio del martirio y el don de aquella vida.
Cuando murió el Gran Mártir, en lo alto de la cruz,
apareció una estrella que lo inundó de luz.
La estrella de los cielos sobre Jesús venida,
que se nos vuelva néctar si por amor se apura.
Por AMADO NERVO
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SOBRE FINADOS • Francisco Cándido Xavier
“En una de nuestras reuniones públicas, fue comentada la cuestión de nuestros homenajes a los hermanos desencarnados. ¿Cómo se sienten ellos con nuestras conmemoraciones y recuerdos?
En torno a esa pregunta, fueron entretejidos numerosos comentarios. Y, al inicio de nuestras tareas, el Libro de los espíritus nos ofreció para estudio la cuestión nº 353, que se vincula al asunto, las explicaciones de los compañeros fueron de las más diversas.
Al término de la reunión, nuestro querido Emmanuel escribió la páginas que aquí se expone. Es una oración que nos sensibilizó y nos hizo recordar a todos el Día de los Difuntos.”
NOTA – El problema de las conmemoraciones del día de los Difuntos, también como el de los funerales y de homenajes prestados a los muertos, mereció un tópico especial del capítulo VI de El Libro de los Espíritus. La posición doctrinaria, al contrario de lo que generalmente se piensa, es favorable para esos homenajes, desde que son sinceras y no solo apenas convencionales. Los Espíritus, respondiendo a la pregunta de Allan Kardec al respecto, mostraron que los lazos de amor existentes entre los que partieron y los que quedaron en la Tierra justifican esos actos. Y declararon que en el Día de los Difuntos los cementerios quedan repletos de espíritus que se alegran por el recuerdo de los parientes y amigos.
ORACIÓN POR LOS CASI MUERTOS· Emmanuel
¡Señor Jesús!...
Mientras que los hermanos de la Tierra el resto de nosotros – los compañeros desencarnados – en las fronteras de la cenizas, rogándote amparo a nuestro favor, también nosotros, de corazón reconocido, te suplicamos apoyo y auxilio para todos ellos, principalmente considerando aquellos que corren el riesgo de marginalizarse en las tinieblas!...
Por los que perdieron la fe, recusando el sentido real de la vida, y yacen casi muertos de desesperación; por los que desertaron de las responsabilidades propias, anestesiando transitoriamente el propio raciocinio, y surgen casi muertos de inanición espiritual; por los que se entregaron a la ambición desmesurada y se rodearon sin cualquier provecho de los recursos de la Tierra, y repuntan de lo cotidiano casi muertos de penuria en el alma; por los que se hipertrofiaron en su sepultura de inteligencia , helando el corazón para el servicio de la solidaridad, y aparecen casi muertos al frio de la indiferencia; por los que acreditaron en la fuerza ilusoria de la violencia, lanzándose al fuego de la rebeldía, y se destacan casi muertos de vacia angustia; por los que se perturbaron por ausencia de esperanza, confiándose al desequilibrio, y se revelan casi muertos de inútil aflicción; por los que abrazaron el desanimo por norma de acción, parando de trabajar, y reposan casi muertos de inercia; y por lo que se hirieron hiriendo a los otros, encarcelándose en las cadenas de la culpa, y están casi muertos de tardío arrepentimiento!...
¡Señor!...
Para todos nuestros hermanos que atraviesan la experiencia humana casi muertos de sufrimiento y agravios, complicaciones y problemas creados por ellos mismos, nosotros te rogamos auxilio y bendición!...
Ayúdalos a liberarse del visco de sombra en la que se enredaron y tráelos de nuevo a la luz de la verdad y del amor, para que la luz del amor y de la verdad les revitalice la existencia, a fin de que puedan encontrar la felicidad real contigo, ahora y para siempre.
EL CREDIARIO DE LA MUERTE · J. Herculano Pires (Hermano Saulo)
La muerte solo existe para los que quieren morir. La necrofilia o el amor a la muerte – en el sentido negativo de la palabra – es una dolencia mental y psíquica, una tendencia mórbida de ciertos temperamentos, hoy bien definidos en psicología. No se trata de la aberración sexual a la que se aplicaba la palabra tiempos atrás, más si de aquella “aberración de la inteligencia”, a la que se refería Allan Kardec, que lleva al individuo a negar su propia capacidad de vivir y de sentir la vida.
Todo aquel que le gusta destruir y se destruye a sí mismo, aniquila sus propias fuerzas vitales y mata las esperanzas de vida que los otros alientan y defienden, es necrófilo. Sabemos que la muerte no existe, porque nada se acaba, todo se transforma. El aniquilamiento total del ser por el simple fenómeno de la muerte – un fenómeno biológico de mutación – no puede ser más admitido por una persona ilustrada, pues el avance actual del conocimiento positivo supero mucho las ilusiones negativas del materialismo.
A pesar de esa nueva, innegable realidad, los necrófilos se apegan a la idea de la muerte como total aniquilamiento del ser. Y por eso se desesperan, entregándose a la propia destrucción, apresando a la propia muerte “en el muérdago de sombra en la que se enredaron”, según la expresión de Emmanuel. Y entregándose al escepticismo auto destructor, compran la muerte por anticipación, en el breviario “del desespero y de las aflicciones inútiles”. Son esos los “casi muertos” por los cuales los “muertos” en el día de Finados, oran del lado de allá de la vida.
La oración de Emmanuel por los “casi muertos” no es una oración de efecto religioso o literario. Es una señal de los tiempos, revelándonos que, al otro lado de la vida, aquellos que en nuestra ignorancia llamamos muertos velan por “los casi muertos” de la tierra y poden a Dios por ellos. El verdadero muerto no es el que dejó su cuerpo en el túmulo, más si el que se sirve del cuerpo para vivir en la tierra como un muerto ambulante. Que esa oración nos recuerde las palabras de Isaías: “Tus muertos vivirán”.
Artículo publicado originalmente en la columna dominical “Chico Xavier pide licencia” del periódico Diario de S. Paulo, en la década de 1970
Traducido al Español por : M. C. R
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