Momentos de Reflexión
Jesús y la tolerancia
En términos de psicología profunda, la cuestión del juicio de las faltas ajenas constituye una grave infracción de deshumanizad en relación a aquel que se equivoca.
El problema del pecado pertenece a quien lo practica, que se encuentra, a partir de ahí, inmerso en un doloroso proceso de auto-flagelación, buscando inconscientemente, librarse de la falta que le pesa como culpa en la economía de la conciencia.
La culpa es sombra perturbadora en la personalidad, responsable de enfermedades desapacibles, causantes de desgracias de variado orden.
Esculpida en los paneles profundos de la individualidad, programa, por automatismos, los procesos reparadores para sí mismos.
Toda contribución de impiedad, mediante los juicios arbitrarios, genera, a su vez, mecanismos de futura aflicción para el acusador.
Juzgando las acciones que considera incorrectas de su prójimo, realiza un fenómeno de proyección de su sombra en forma de auto-justificación, que no consigue liberarlo del impositivo de sus propias acciones.
La tolerancia, en razón de eso, a todos se impone como terapia personal y fraternal, comprendiendo las dificultades del caído, en cuanto que le tiende manos generosas para resurgir.
En la acusación de juicio de los errores ajenos, suministramos propósitos ocultos de venganza-placer al constatar la flaqueza de los otros individuos, que siempre merecen la misericordia que todos esperamos encontrar en circunstancias y equivalentes.
Jesús siempre fue severo en la educación de los juzgadores de la conducta ajena.
Ciertamente, hay tribunales y autoridades acreditadas para el ministerio de saneamiento moral de la sociedad, encargadas de los procesos que envuelven a los delincuentes.
Y los juzgan, estableciendo los instrumentos reeducativos, nunca punitivos, puesto que, incidirían en errores idénticos, sino, más graves.
El juicio personal, que ignora las causas generadoras de los problemas, demuestra el primitivismo personal del hombre, todavía “lobo” de su hermano.
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El Maestro estableció la perfecta imagen del hombre que tiene una viga dificultándole la visión, y no ve la paja en el ojo de su prójimo.
La propuesta es rigurosa, portadora de claridad evidente, que no concede pauta para cualquier fuga de responsabilidad.
Él mismo, delante de la multitud afligida, equivocada, perversa, insana, en vez de juzgar, “se llenó de compasión” y la ayudó.
Naturalmente no solucionó todos los problemas, ni atendió a todos, como ellos deseaban.
A pesar de todo, compadecido, los amó, envolviéndoles en ternura y enseñándoles las técnicas de liberación para la paz perfecta.
Ten compasión de quien cae. Su perfección será su juicio.
Ayuda a aquel que hace caer. Su flaqueza ya le constituye su castigo.
Tolera al infractor. Él es tu futuro, en caso de que no dispongas de fuerzas para proseguir en el bien.
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¿Por
qué fracasan a veces las terapias psiquiátricas
convencionales en los tratamientos de tantos enfermos
psíquicos?.-
Precisamente porque todavía una parte de la ciencia
ignora la realidad existencial del espíritu humano como origen y
causa de su “enfermedad” o desequilibrio psíquico, que tantas
veces es de carácter y origen espiritual. Entre tanto la
Psiquiatría y la Psicología convencionales, pasan por alto el
meollo y primordial causa de su origen, que es precisamente la
existencia y actuación del espíritu humano independiente de su
cuerpo físico.
Así mismo, también se empeñan en ignorar, la
existencia real de espíritus desencarnados que pueden ser origen y
motor de tantos casos de perturbaciones mentales como abundan por
toda la Humanidad y que se encasillan exclusivamente como
enfermedades o desequilibrios mentales de origen orgánico o
psicológico. Médicos y científicos tenidos como serios,
menosprecian esta posibilidad como “ridícula” y la mantienen
fuera de todo cauce académico, por lo que ni siquiera quieren oír
hablar de ello como posibilidad real, y si acaso se atreven, hacen
del tema algún chiste o burla.
Sin embargo, en ciertos países Sudamericanos, existen
desde hace algunos años, Instituciones Espíritas en las que se ha
logrado mediante el adoctrinamiento de Espíritus obsesores,a través
de una mediumnidad, multitud de curaciones de muchas de estas
demencias. Existen en ellos cátedras universitarias tan serias como
cualquier otra disciplina, en las que la Parapsicología se estudia
libremente hasta una Licenciatura universitaria y la Filosofía
espírita se trata al menos en las Facultades de Filosofía.
Solamente la ignorancia se sigue riendo de estos temas.
Estos conocimientos demuestran a quienes los quieren estudiar
seriamente, la realidad del ser humano completo y global, con doble
naturaleza: la física, semejante a la naturaleza animal, y la
psíquica o del alma, de la naturaleza espiritual, así la
continuación de la existencia del Espíritu después de la muerte
del Ser humano que lo contenía, y anterior a la reencarnación del
mismo, siendo este un indicativo de las extraordinarias
posibilidades y alcances que con el conocimiento espírita y con el
estudio de la Reencarnación, tiene ante sí la Ciencia
contemporánea.
Parece ser que la Ciencia , aún de criterio
materialista, o ciertos científicos en nombre de la misma, confunden
el estudio serio del fenómeno de la muerte y de la mediumnidad,
posibilitadora de la comunicación entre ambos planos de la
existencia del ser, y que demuestran la realidad del espíritu humano
antes y después de la misma. Pero sin embargo, es de considerar que
tienen también por delante los postulados religiosos y dogmáticos
de ciertas religiones cuyos dogmas de fe y sus creencias se
sostienen solo por la fe ciega, y cuyos criterios religiosos tantas
veces chocan de frente con estas realidades del espíritu que no se
atreve a considerar la ciencia médica y psiquiátrica, porque las
religiones occidentales, siendo como son todavía dominadoras y
manipuladoras de las creencias o no creencias de la sociedad donde
están infiltradas, por evitar enfrentamientos con sus dignatarios,
que les compliquen la vida a nivel político y social, suelen
rechazar sistemáticamente todo lo que parece tener relación con
ellas para no tener que dar opiniones serias sobre algo que no desean
aceptar, tanto más aún, cuando su aceptación o creencia condiciona
sus libertades morales y es como una cadena mental que les impide
gozar la vida sin esos criterios morales y religiosos impuestos en
sus conciencias, que les coartarían la libertad de su existencia, y
así se resisten por lo general a aceptar seriamente estas
posibilidades trascendentes, tal como lo es la existencia del alma
humana procedente y subordinada al Alma Universal, que las
religiones llaman “Dios” en sus diversas acepciones. Además de
lo expuesto, este materialismo científico tan de moda, está
acompañado por el ateísmo consecuente y lógico, ambos como residuo
de las ideas esparcidas por las universidades y sociedades en
general, por el marxismo difundido más abiertamente que otras
doctrinas, como panacea para solucionar todos los problemas sociales.
- Jose Luis Martín -
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“La
Ciencia que niega la Fe es tan irracional como la Fe que niega a la
Ciencia”
-Paul Levy (1886-1971)-
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EL ESPIRITA ANTE EL SÍNDROME DEL MIEDO
En una situación de crisis, sea de orden económico o agravamiento de la inseguridad pública, como suele ocurrir en los días de hoy, las relaciones sociales, personales y familiares se alteran. Ante ese cuadro, es perfectamente normal que sintamos miedo. En verdad, sentir miedo nos lleva a la inmovilización, pues esa fobia aumenta, considerablemente, con el temor de que una actitud podrá causar. Pensar que no conseguiremos enfrentar una dolencia, nuestros errores, la pérdida del empleo o de los bienes, la vejez, la soledad, la pérdida de un amor y así en adelante, nos amedrentamos, nos causa ansiedad y desconfort psicológico.
Si tuviésemos certeza en el suceso, de las actitudes a tomar, no tendríamos miedo de cosa alguna. No debemos, pues, desconsiderar nuestros miedos, más, antes, valorizarlos como fuente de transformaciones a ser realizadas dentro de nosotros mismos. Cuando es usado como instrumento de coerción, control y ejercicio del poder y de autoridad sobre los otros, se compromete la conciencia de los individuos, creando, en ellos, la necesidad de mentir. Es cuando profesores y padres usan los miedos para limitar a sus alumnos e hijos. Cuentos e historias infantiles, que pueden ser usados como armas para amedrentar y controlar a las criaturas, están ayudando a realizar la tarea de la anti pedagogía. Es la anti enseñanza. Es la deseducación.
André Luis enseña que “el coraje soporta las dificultades, superándolas. El temerario afronta los peligros sin ponderarlos.” (1) ¡Es verdad! Hay actitudes que, frente a los miedos, pueden ser fruto de nuestra irresponsabilidad. Se trata de un error de percepción o de nuestra incapacidad de juzgamiento. Sin medir las consecuencias de nuestros actos, sea cual sea la razón, enfrentamos la amenaza y el peligro, sin, antes, analizarlos. Somos, muchas veces, inconsecuentes en nuestros actos, no valoramos la imprudencia que cometemos. Ejemplos comunes de irresponsabilidad son las actitudes impulsivas o exhibicionistas practicadas por quien no piensa en correr cualquier riesgo con tales actitudes. La muerte y la vida le son indiferentes.
Por esas razones es preciso que aceptemos nuestros propios miedos, a fin de dar inicio a nuestro auto conocimiento. Consiste, eso, en admitir que tenemos miedos. Es el primer y decisivo paso para iniciar el camino que nos llevará a superarlos y, consecuentemente, a la superación de sí mismo.
La inestabilidad psíquica y emocional hace parte rutina de todos. Es necesario tener”nervios de acción” para sobrevivir en las modernas y grandes ciudades. Mientras el miedo sea un sentimiento natural, la drástica realidad de lo cotidiano está transformando, en patología crónica, un sentimiento que es fundamental para nuestra sobrevivencia. “Nadie podrá decir que toda enfermedad esté vinculada a los procesos de elaboración de la vida mental, más todos pueden garantizar que los procesos de elaboración de la vida mental guardan positiva influenciaciones sobre todas las dolencias”. (2) El miedo es normal cuando es moderado. Cuando es excesivo, se torna dolencia, pasa a perjudicar nuestra vida.
Toda emoción sobre el cuerpo es semejante a duro golpe sobre el engranaje de una maquina sensible, y toda aflicción cobijada es como oxido destructor, perjudicándole el funcionamiento”. (3) El miedo excesivo (fobias) es lo mismo que sembrar arbustos de zarza magnéticos y fecundarlos en la tierra emotiva de nuestra existencia, e intoxicar, por cuenta propia, la tesitura de la vestimenta corpórea, estragando los centros de nuestra vida íntima y arrasando, consecuentemente, sangre y nervios, glándulas y vísceras del cuerpo que Dios nos concede con vistas al desenvolvimiento de nuestras facultades para la Vida Eterna.
Para Sigmund Freud, una emoción como el miedo, por ejemplo, “es una preparación para enfrentar el peligro. Es un estado biológicamente útil, ya que, sin él, la persona se hallaría expuesta a graves consecuencias. De él derivan la fuga y la defensa activa. Cuando, sin embargo, el desenvolvimiento de ciertos estados van más allá de determinados límites, pasa a contrariar el objetivo biológico y da lugar a las formas patológicas”. (4)
Los ansiosos (estresados) visitan, cinco veces más, a los médicos que una persona normal. El síntoma crónico del miedo está generando problemas físicos y emocionales, tales como el infarto de miocardio, ulcera e insomnio. Ese síndrome repercute en el organismo de varias maneras. En el cerebro, puede provocar insomnio y depresión. En el corazón, surgen arritmias y la hipertensión. El sistema endocrino puede sufrir baja tasa de azúcar en la sangre y problemas con la tiroides; en el sistema gastrointestinal, indigestión y colitis. Por tanto, el stress (5) del miedo desenvuelve la ulcera, la ansiedad, las tristezas y los pánicos. “El miedo [patológico] es uno de los peores enemigos de la criatura, por alojarse en la ciudadela del alma, atacando las fuerzas más profundas”. (6)
Para nosotros, estudiosos del Espiritismo, la solución para el miedo es, sin duda, el ejercicio “de la fe que remueve montañas” (7), mostrándonos el rumbo de la victoria. Es, igualmente, la certeza de la reencarnación, la convicción de que la vida terrena no es más que un largo día ante la eternidad real de la vida del Espíritu. Somos seres pensantes e inmortales y, ante esas verdades, podemos enriquecer nuestra actividad mental, indefinidamente, rumbo a los objetivos superiores. Podemos desenvolver recursos que nos conduzcan a un relacionamiento humano y social saludable, a través del trabajo solidario y fraternal, aprendiendo a entender los dolores y angustias de nuestros compañeros, a tener compasión, y finalmente, “a amar al prójimo como a nosotros mismos”. (8)
Fundamentalmente, la fe debe apoyarse en la razón, para no ser ciega. Por eso, fe no es un “don” ofrecido por Dios para alguien en especial, sea por esa o aquella actitud exterior, más sin el producto de nuestra conquista personal en la búsqueda de la comprensión del camino correcto, de las verdades que penetran la esencia de nuestras propias vidas, por medio del conocimiento, de la vivencia de la experiencia, de las reflexiones personales y por el esfuerzo que hacemos en modificarnos para vivir con más amor, por entender que el amor es la causa de la vida, y la vida es el efecto de ese amor. En el mensaje del Maestro, aprendemos la lección del coraje y del optimismo vivo, factores psicológicos, esos, capaces de renovar nuestras inclinaciones, haciendo que el miedo, la depresión y la angustia se aparten de nuestra mente.
- Jorge Hessen -
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