COMO
MANEJAR LA MEDIUMNIDAD EN LOS NIÑOS
Un
niño es como un libro que acaba de ser abierto, con muchas sorpresas
para los que se disponen a leerlo. Así es para los padres la vida de
sus hijos, siempre son sorprendidos por las anomalías que estos
presentan. Frutos todas ella de su imperfección.
No
sabemos los padres el secreto que en su inocencia esconden los niños;
no sabemos lo que son, lo que han sido y ni lo que serán, ellos son
seres que Dios envía a nuevas existencias; y para que no se les
pueda imponer una severidad demasiado grande, El les da todas las
apariencias de la inocencia; incluso en un niño de mala índole, se
cubren sus acciones malas con la no conciencia de sus actos.
Los
espíritus entran en la vida corporal para perfeccionarse, para
mejorarse; la fragilidad los vuelve flexibles, accesibles a los
consejos de la experiencia y a la de aquellos que deben hacerlos
progresar; es entonces cuando se puede reformar su carácter y
reprimir sus malas tendencias.
Un
periodo de incertidumbres e inseguridad surge en las casas donde hay
niños y alguno de ellos presenta mediumnidad ostensiva en los
primero años de su vida. El conocimiento de la Doctrina Espirita
favorece la forma adecuada de conducir estos procesos.
En
el capítulo XVIII del Libro de los Médiums, el Maestro de Lión,
Allan Kardec, nos presenta esta cuestión sobre la posibilidad o la
existencia de la mediumnidad en los niños, siendo este un tema de
mucho interés e importancia para el estudio, pues en las tempranas
edades del desarrollo físico pueden presentarse eventos que
necesitan de nuestra atención y comprensión.
Pongamos
varios ejemplos:
El
niño Marcos del Sur tenía cuatro años cuando contó haber
presenciado la muerte del bisabuelo, fallecido antes de su
nacimiento. Para convencer a su familia el imitó al viejo con
perfección. En otra ocasión, dijo haber presenciado la imagen de un
niño, hijo de una migo de su madre, siendo atropellado por un coche
rojo. Rita de Cassia, la madre, fue para la casa de la familia del
accidentado, confirmó la veracidad de la escena y llevó al hijo a
un centro espírita, donde su mediumnidad fue reconocida. Al final
del 2006, a los doce años, el describió los atentados en que unos
traficantes incendiaron un autobús y provocaron la muerte de ocho
pasajeros en Rió. El decía: “Lo veo todo negro y veo cosas. No
tengo miedo, más siento dolores”.
La
mediumnidad de Giovanna aun choca a la familia. A los dos años, la
pequeña sólo dormía en la alfombra y despertaba siempre cuando
intentaban colocarla en la cuna. Durante la noche, bastaba
aproximarse a la cuna con ella en el cuello para Giovanna volver a
los llantos. Un neurólogo prescribió remedios para la disritmia
cerebral. Claudia Geminiani, la madre, prefirió procurar un centro
espirita. “Una médium explicó que un rapaz que había sido hijo
de Giovanna en otra encarnación la perseguía a la cuna en busca de
cariño”, cuenta Claudia. “Ella tenía el rostro desfigurado y
los miembros comprimidos, por eso asustaba a mi hija. “Una vez
Giovanna llegó a proferir palabras agresivas en un tono de voz
diferente al suyo. Lecturas Evangélicas ayudaron a suavizar la
crisis. Hoy con tres años y ocho meses, Giovanna frecuenta un curso
de evangelización y hace una oración siempre que alguna entidad la
asusta.
Desde
los ocho años; Camila no conseguía dormir en su propio cuarto. La
visión de un cachorro feroz la impedía quedarse allí. La madre,
Carla de Almeida Olivera, no olvida los gritos que la niña, hoy con
cuatro años, daba cuando iba para la cuna. “Ella lloraba mucho,
con los ojos siempre cerrados. Sólo paraba con mucha oración”.
Carla siendo espírita, no entendía como durante las sesiones del
culto del evangelio en el Hogar, el miedo que su hija sentía. Pues
en esas ocasiones, Camila acostumbraba a ver una bruja por la casa,
lo que la hacia sufrir. Cuenta su madre: “Cuando tiene visiones, mi
hija se transforma en otra persona. Queda con una fuerza tan grande
que ella mal conseguía dominarla.
Relatos
como estos, de comunicaciones con espíritus revelan que la
mediumnidad es común en la infancia. Y los padres precisan a prender
a lidiar con la situación.
En
el inicio del retorno al cuerpo físico se generan una serie de
procesos en el que el espíritu encarnado va acoplándose y
amoldándose al nuevo cuerpo que habita, en ese momento de la vida el
vehículo físico va sufriendo cambios en vías de su
acondicionamiento a la vida material, y por su puesto,
direccionándose para lo que será el cumplimiento de las necesidades
del espíritu. A su vez el espíritu debe pasar también por muchos
cambios a nivel periespíritual y psíquicos, pues debe ir elaborando
nuevas facetas de su personalidad con el fin de ir mejorando sus
condiciones para el cumplimiento de sus compromisos adquiridos en la
vida espiritual que le permitirán el adelantamiento moral y el
equilibrio.
Estudiada
por religiosos, psiquiatras y hasta neurólogos, la mediumnidad es la
capacidad de ver y oír espíritus o realizar fenómenos paranormales
– como incorporación y clarividencia – por intermedio de agentes
externos. O sea, de entidades espirituales que utilizan el cuerpo del
médium como vehículo para manifestarse.
La
psicología y la medicina, entretanto, buscan otras formas de
justificar esos fenómenos. Si la criatura parece poseída por una
entidad sobrenatural, por ejemplo, es tomado como un trastorno de la
personalidad o estado de trance o posesión, cuyo tratamiento es la
psicoterapia y medicamentos. La comunicación con los amigos
invisibles a los ojos de los padres acostumbra ser encarada como mera
fantasía. Hay momentos que la ilusión predomina y la criatura
transforma en real lo que apenas es un deseo inconsciente”.
Todos
sabemos que la mediumnidad es el canal que liga a todas las criaturas
vivas al mundo invisible o de los Espíritus. Su finalidad básica es
la de excitar al espíritu encarnado en la materia, a vivir sus
experiencias evolutivas. En los vegetales y animales la mediumnidad
se encuentra apenas en estado rudimentario. Se va tornando más
amplia y compleja a medida en que se considera la evolución de esos
seres animados a través de las reencarnaciones.
La
criatura es un adulto en potencia. Como nacemos trayendo
predisponibilidad que nos posibilitan el intercambio mediúmnico, en
algunas criaturas la Mediumnidad se presenta precozmente.
El
libro de los Médiums nos dice en el capitulo XVIII ítem 221 que es
muy peligroso el desarrollar la mediumnidad en los niños; porque
estos son organizaciones demasiado tiernas y delicadas se conmoverían
demasiado y su joven imaginación se sobreexcitaría; los padres por
esta razón deben alejarlos de estas ideas o al menos sólo les
hablaran de ellas bajo un punto de vista de las consecuencias
morales.
Cuando
la mediumnidad en el niño es espontánea es porque esta, está en su
naturaleza y que su constitución se presta a ella; eso no es lo
mismo que cuando es provocado y sobreexcitado. El niño que tiene
visiones, se impresiona generalmente poco por ellas; le parece una
cosa muy natural, en la cual sólo se fija débilmente, más tarde el
hecho se le presenta en la memoria y se lo explica fácilmente si
conoce el Espiritismo.
El
desarrollo del ser humano puede dividirse en ciclos de 7 años en
donde podemos observar los cambios y las adaptaciones orgánicas
necesarias para la madurez del cuerpo, pero en estos ciclos esta
incluido también el proceso de maduración del espíritu quien es el
que define las modificaciones del vehículo carnal cumpliendo con la
planificación establecida en los planos espirituales, en donde la
definición de las características de su cuerpo orgánico le
permitirá ciertas condiciones en provecho de la mejoría de sus
deficiencia, sirviendo este nuevo cuerpo para la prueba o expiación.
En
el primer ciclo, comprendido entre el alumbramiento y los 7 años de
edad, el niño se encuentra en una condición ambivalente al respecto
de estado de libertad espiritual, pues en esa etapa su espíritu y su
cuerpo físico aún no establecen los lazos finales que le permitirán
la culminación efectiva de la encarnación.
Su
cuerpo aun inmaduro es apenas un vehículo en desarrollo en donde los
controles periespirituales no son tan definidos, permitiendo al
espíritu gozar de cierta libertad en cuanto a la percepción
sensorial del entorno, experimentando por igual ambos estados de la
existencia, es decir que el espíritu del niño al no haber
establecido los vínculos profundos con la carne tiene la posibilidad
de vivir en dos mundo a la vez, pues en su naturaleza espiritual
puede verificar todo lo que le rodea en el plano físico, pero
también puede percibir todo lo que se produce en el entorno
invisible, siendo su espíritu protector el primero en mantener un
contacto permanente con su tutelado.
En
base a esto, las características presentadas por el niño definen
mas una condición anímica que mediúmnica, pues lo que se produce
no es otra cosa que la manifestación de las propiedades espirituales
que todos poseemos al encontrarnos liberados de los lazos físicos,
siendo en el caso del infante la expresión de sus propias
condiciones espirituales.
La
visión, la audición, incluso la posibilidad de conversar con los
espíritus, son sólo eventos naturales para el niño, pues al no
tener la posibilidad de diferenciar ambos estados de la existencia no
existe en él ningún tipo de temor o de rechazo hacia algo que le
parece normal, es luego en su crecimiento cultural e intelectual que
se van estableciendo las convenciones sociales que le pueden dirigir
su percepción sobre las cosas, generando según su educación
ciertas fobias sobre la vida espiritual que en su mayoría son
proyectadas por los adultos de su entorno, producto de la ignorancia
y de los preceptos culturales sin fundamento.
Durante
la niñez pueden presentarse eventos mediúmnicos relevantes, pues
hay seres que en sus planificaciones establecieron la posibilidad del
trabajo mediúmnico desde el inicio de su encarnación, ya sea por un
proceso probatorio o por una misión en particular, expresando pues
el espíritu encarnado desde el principio sus condiciones de
medianero, teniendo sus padres la necesidad de auxiliar y dirigir
estas manifestaciones en beneficio del crecimiento moral e
intelectual del niño.
La
práctica de la mediumnidad no tiene una edad prefijada para el
niño, eso depende enteramente del desarrollo físico y mucho más
del desarrollo moral; hay niños de doce años que se afectaran menos
que muchas veces los adultos. Si los hombres son víctimas de los
espíritus mentirosos la infancia y la juventud están aun más
expuestas por su inexperiencia. La edad está subordinada a las
circunstancias, al temperamento y al carácter del niño.
La
constatación de la edad es muy difícil pues hay bebés que tienen
incorporaciones. Cada criatura tiene sus características propias y
su mediumnidad aflora de acuerdo con sus condiciones. La practica de
la mediumnidad entretanto, debe ser incentivada cuando el joven
estuviera maduro lo suficiente para un ejercicio seguro dentro los
padrones de comportamiento conducidos con seriedad y responsabilidad
de que se reviste el trabajo mediúmnico.
LA
mediumnidad en los niños es más común de lo que se piensa. El
adulto, por ya ser dueño de si mismo, entiende mejor el surgimiento
de la misma, y procura una forma de ajustarse a ella. Sea en los
diversos Centros Espíritas o no. Cuando los hechos mediúmnicos
estén surgiendo en la niñez de nuestros hijos, sabemos con
seguridad, que su ángel protector estará atento para tal hecho. Esa
asertiva, no nos excluye, entre tanto, a los padres y educadores, de
nuestra responsabilidad de buscar la mejor forma de disminuir esos
efectos. Deberemos estar siempre dentro de las orientaciones de la
codificación Kardeciana, y seguros del amparo de nuestros amigos
espirituales para conducirnos con claridad hacia el camino marcado
por Jesús.
La
práctica de la mediumnidad presenta peligros e inconvenientes contra
los cuales debemos precavernos. Muchos que trabajan en actividades
mediúmnicas improductivas están bajo el imperio evidente de
obsesión y de fascinación.
Lo
que el libro de los médiums nos dice bien claro es que no se debe
excitar el desarrollo de la mediumnidad en los niños cuando no es
espontánea, y que en todos los casos es preciso usar de esta con
gran circunspección; que tampoco se debe alentar en personas
débiles, a los que den señales de excentricidad en las ideas o
debilidad en las facultades mentales, porque hay en ellas
predisposición evidente a la locura que cualquier causa
sobreexcitante puede desenvolver.
Aunque
no se vea u oiga a los espíritus, es la mediumnidad la que hace que
una criatura sea capaz de sentir si un ambiente está cargado y
hacerla llorar cuando un extraño con energías ruines la pega en el
cuello. Es preciso antes de afirmar que una criatura está bajo la
influencia de un espíritu, descartar las hipótesis de fantasía y
de disturbios psíquicos. La primera etapa es entrevistar al paciente
en busca de elementos que no podrían ser dichos por él. “Es
difícil diagnosticar como fantasiosa una criatura de tres años
que se pone a analizar cuadros de Botticelli o a conversar en
francés sin conocer ese idioma” por poner un ejemplo. Finalmente,
exámenes neurológicos facilitarían el verificar si la actividad en
el cerebro es equivalente a la registrada en convulsiones o ataques
de epilepsia. Normalmente la reacción es otra.
Algunos
médicos y pensadores materialistas clasifican a los médiums como
personas enfermas. Generalmente, esos científicos emiten pareceres
fundamentales en los conceptos de ciencia materialista y no se dan al
trabajo de examinar los libros espíritas, puesto que ni los conocen.
Estudiada
por los religiosos, psiquiatras y hasta neurólogos, la mediumnidad
es la capacidad de ver u oír a los espíritus o realizar fenómenos
para normales – como la incorporación y la clarividencia- por
intermedio de agentes externos, o sea, de entidades espirituales que
utilizan el cuerpo del médium como vehículo para manifestarse.
Normalmente
en esos casos, el fortalecimiento por el pase, el agua fluidificada y
la oración son poderosos instrumentos de los que se vale la
espiritualidad para la solución del problema. Nuestros mentores
espirituales, con certeza, miraran el tratamiento de forma que,
siguiendo correctamente las instrucciones de la espiritualidad
superior, podamos tener ayuda y seguridad.
Los
padres deben mostrarse aptos para efectuar cambios en la conducta
diaria en su recinto doméstico. Todo lo que sea para elevar el
padrón vibratorio debe ser cultivado, al mismo tiempo en que se
ofrecen para apartar toda conducta que lleve a lo contrario. Buenos
libros, buenos films, comportamiento mental pautado en las enseñanzas
del Evangelio, aliados al respeto y cariño mutuo, son factores de
envolvimiento de los hijos en un halo protector, beneficiando así,
a todos los espíritus que conviven en el núcleo. El hábito de la
oración y la institución de una pequeña reunión para el estudio
doctrinario del evangelio a la luz de las revelaciones espíritas son
de fundamental importancia. Con certeza, en los Centros espíritas,
existen equipos formados para enseñar a los neófitos como se
instituyen esas pequeñas reuniones, recordando que el objetivo no es
el desarrollo mediúmnico, y si la evolución espiritual del grupo
familiar, y que el intercambio entre espíritus encarnados y
desencarnados debe ser efectuado dentro de los locales apropiados en
las Casas espíritas.
Si
el pequeño demuestra miedo es bueno que los padres acompañen en las
sesiones necesarias al tratamiento espiritual, hasta que ellos se
acostumbren con naturalidad a tal hecho. El ambiente de la sala de
pases, o locales destinados para tal, a pesar de ser locales simples,
destituidos de mucha decoración, puede ser intimidante para un niño
que ya debe estar asustado con los hechos que por ventura ya le están
ocurriendo. Normalmente luego ellos se acostumbran, desde que los
padres estén tranquilos y pasen para ellos esa tranquilidad. Si la
criatura ya está alfabetizada, un buen libro conveniente a su edad
le ayuda mucho, principalmente porque contiene enseñanzas morales
propias a su elevación espiritual. En las librerías espíritas,
existen ya un buen número de títulos dedicados a los niños. Si el
niño no esta en la edad de leer, se le pueden contar cuentos e
historias basadas en los libros infantiles para que el se familiarice
poco a poco con la Doctrina. Vigilar los síntomas ver si van
disminuyendo y al mismo tiempo apartados hasta que la normalidad se
establezca a la espera de la hora apropiada para el correcto
desarrollo y ejercicio de la mediumnidad.
Cuando
un jovencito descubre que tiene mediumnidad, la forma mejor de
desenvolverla es frecuentando las reuniones apropiadas para los
jóvenes en los Centros espíritas, pues allí los dirigentes
experimentados podrán orientarle sobre esa cuestión. Sin olvidar
que no se puede atribuir mediumnidad a cualquier disturbio que la
criatura presenta. Sólo el estudio de la Doctrina Espirita dará
subsidios para la identificación de los fenómenos pues es una
observación bastante cuidadosa.
Cuando
un niño pequeñito mira a su alrededor como viendo algo, con gran
temor en el rostro, o se asusta como observando a alguien que no se
ve, es aconsejable darle pases magnéticos, agua fluidificada y
concienciación de la familia para los actos relacionados con la
Doctrina Espirita.
Muchos
niños son sonámbulos y presentan alguna alteración en un
determinado estado del sueño. Durante esa fase el niño está en un
estado intermediario entre el sueño y la vigilia. A pesar de no
mostrarse consciente de todo lo que pasa a su alrededor, la persona
puede realizar pequeñas tareas, como alimentarse, vestirse,
sentarse, mirar para algún lugar, conversar. Siendo cuestionada
verbalmente las respuestas son incoherentes y murmuradas.
Usualmente
ocurre en las primeras horas del sueño pudiendo durar algunos
segundos o pocos minutos. Durante el episodio el paciente se muestra
apático estableciendo poco contacto con el medio, pareciendo no
reconocer a las personas y familiares. Raramente realiza un
procedimiento más elaborado como cambiarse de ropa u orinar en el
lugar adecuado.
Para
un sonámbulo, despertar durante la crisis puede ser un momento
difícil. Principalmente en el adulto, existe la posibilidad de tener
una reacción violenta si es abordado, si juzga estar sufriendo
alguna amenaza. A la mañana siguiente, normalmente, no recordará el
episodio.
También
se sabe que ese es un trastorno típicamente de la infancia, siendo
presentado esporádicamente en asta un tercio de los niños entre los
tres y diez años de edad. En esta misma faja están los episodios
que acostumbran a ser regulares. A lo largo de la pubertad van
disminuyendo y apenas un pequeño grupo continua teniendo episodios
de sonambulismo durante la edad adulta.
No
se debe en las Casa espíritas en los trabajos de pases para los
niños, admitir que el pase sea efectuado también por los niños,
el Libro de los Médiums iten 222, aborda la cuestión, cuando hace
referencia a los peligros e inconvenientes de la Mediumnidad
practicada por los niños.
El
equipo debe estar formado por adultos, que por fuerza de la madurez
y el estudio sabrán conducir con seguridad cualquier caso que se
presente. Una criatura por muy acostumbrada que esté con los
fenómenos espíritas, no tendrá condiciones de tratar y salir bien
ante la sutileza enmascarada con que se revisten algunos obsesores.
El estimulo para la espiritualización de los niños debe ser dado de
acuerdo con la edad de cada uno, al conducirlos a una sala de
conocimientos evangélicos doctrinarios, existentes en los diversos
ciclos de mocedad en las Casas espíritas.
Muchos
niños juegan con amiguitos imaginarios. Ese procedimiento es común
en las criaturas que se sienten solitarias y carentes. Algunas
criaturas realmente tienen contacto con entidades. Ese fenómeno
tiende a desaparecer cuando llegan a la edad de los siete u ocho
años.
La
manifestación de los fenómenos mediumnicos no está sujeta a la
voluntad de los padres. Ese es un atributo exclusivo de la criatura.
Ella nació dotada de ese don. Los padres el deber que tienen para
sus hijos y lo que pueden hacer en el caso de ellos tener mediumnidad
es tratar de que ellos reciban un tratamiento espiritual, para que
los fenómenos sean apartados y puedan seguir su curso normal,
reapareciendo, cuando el individuo este en una fase más madura.
Muchas
criaturas demuestran tener una sensibilidad mayor que otras, y captan
del ambiente y de las personas de su alrededor, las energías que se
presentan, tanto positivas como negativas. Para estar seguros y ver
esta constatación en los niños es preciso un examen minucioso de
los hechos y llevarlos a una casa espirita. En las horas de crisis es
aconsejables mucha paciencia y una dosis extrema de amor para ella,
para que con seguridad puedan ayudarla. Algunas veces es aconsejable
consultar a una psicóloga infantil para auxiliarla en esos procesos.
Existen buenos profesionales en ese área médica, que abrazan los
principios espíritas y son de gran ayuda
Muchos
niños no les gusta frecuentar la casa Espirita. Normalmente a esa
edad algunas criaturas precisan mucha persuasión. Muchos dicen que
sólo van bajo “libre y espontánea presión”. Luego más tarde
lo asimilan mejor y se convierten en jóvenes trabajadores en las
Casas espíritas que frecuentan. Los jóvenes al ver el
comportamiento de los más viejos también se integran en la medida
de lo posible.
Cuando
nos encontramos en un caso de mediumnidad en una criatura de catorce
años con la aparición de fenómenos mediumnicos, es preciso buscar
orientación segura. Descartado la cura por la Ciencia es hora de
buscar la ayuda de la Doctrina Espírita. Mientras tanto tales
fenómenos pueden darse simultáneamente. Se debe buscar ayuda en la
ciencia aliada a un tratamiento eficaz en la casa espírita.
Antes
de cualquier actitud, los padres deben concienciarse de la
responsabilidad ante esa criatura, y conducir el caso con naturalidad
y racionalidad. Muchos por desconocer el fenómeno mediúmnico tratan
de forma inadecuada la cuestión, lo que acarrea perjuicio para la
criatura en el futuro. Como consecuencia, cuando adulto, la criatura
podrá tener una visión distorsionada de los fenómenos que
envuelven la mediumnidad. Es muy común los padres que castigan
físicamente a sus hijos en esa fase.
La
naturalidad debe ser la tónica para envolver la cuestión. El
desarrollo mediúmnico es desaconsejable, visto que la criatura no
posee defensas que la ayuden cuando se encuentren con algún enemigo
del pasado. Como ya hemos dicho anteriormente, un tratamiento
efectuado dentro de una casa espírita dará subsidios para que sean
apartados esos síntomas, que volverán a aflorar en momento
oportuno, cuando las condiciones de madurez física de la criatura
permitan que ella haga buen uso de sus fuerzas mediumnicas.
¿Se
sabe que la mediumnidad en los niños perturba el desenvolvimiento de
los mismos, más cuando ella trae una tarea predeterminada en el
plano espiritual, se debe bloquear este desarrollo?
Aquí
no diremos bloquear. Conforme sea la edad de la criatura puede ser
que ella presente condiciones de madurez que le permitan el uso de
sus facultades de forma que no la perjudique en nada.
Se
sabe por experiencia, que la mediumnidad puede aparecer en cualquier
edad, más existen médiums, que por su aptitud natural presentan
condiciones para el ejercicio de la mediumnidad aun en criaturas o
adolescentes, haciéndolo de forma consciente y responsables. Citamos
aquí el caso de las hermanas Baudin que auxiliaron a kardec en la
fase de la Codificación, o nuestro bondadoso Chico Xavier y otros
que se esparcen por Brasil o por el mundo.
Médicos
adeptos del espiritismo afirman que la infancia es el periodo en que
la acción de la glándula pineal está en el auge, aunque la
criatura no tenga el armazón intelectual necesario para interpretar
los estímulos de forma consciente. Con el desarrollo completo del
cerebro, la mediumnidad sería sublimada en la mayoría de las
personas. La volvería aun más fuerte en aquellos que aprendieron a
ejercitarla. Muchas criaturas sienten dolor porque el cuerpo no está
preparado para recibir ese impacto. Por ese motivo, en general los
padres son orientados a no incentivar a los hijos a ejercerla.
La
dedicación, la paciencia y renuncia son los caminos del crecimiento
mediúmnico. El orgullo y los malos Espíritus son sus obstáculos.
La
mediumnidad es cuchillo de dos filos. Si por un lado es fuente de
benditas alegrías, por otro, puede ser también de profundas
decepciones, para orientarse en el desarrollo mediúmnico, podría
ser hecha citación de innumerables obras respetables. Sin embargo,
lo más correcto es la utilización del viejo y buen Libro de los
Médiums. Por lo tanto los que se ven afectados por ella, deben
comenzar por el principio, conociendo las obras de Kardec y
estudiarlas con profundidad.
En
todas las situaciones, nuestra postura debe ser la de la más
absoluta tranquilidad, una vez que la relación entre encarnados y
desencarnados hace parte del propio contexto evolutivo de cada ser.
Estamos, siempre, rodeados de espíritus, creamos en ellos o no,
siendo espíritas o no. Al percibir las “conversaciones” de
criaturas con la “nada”, tengamos serenidad y procuremos
“entender” el proceso, y hacernos dueños de la situación.
Se
recomienda a los padres y pariente más próximos el diálogo con las
criaturas sin interrogatorios o curiosidad excesiva, más, procurando
”entrar” en la historia, participar del contexto, para percibir,
en la naturalidad de la conversación, cuales son los “personajes”
que efectivamente se hallan presentes junto a la criatura.
Como
se trata de cosas naturales, cuanto mayor sea la naturalidad con que
encaremos tales acontecimientos, menos las criaturas y nosotros los
adultos, quedaremos asustados o “con miedo”. Al final, en
términos de envolvimiento espiritual, los lazos que nos ligan a los
espíritus (encarnados o desencarnados) no son rotos en razón de la
alteración de nuestro estado vivencial (en la carne o fuera de ella)
por el contrario se fortalecen y perduran.
Ame
a su hijo con problemas del cuerpo o de la mente, o de ambos,
cooperando con ellos, con mucha paciencia y con el gesto de ternura,
para que puedan salir victoriosos de la expiación terrena, avanzando
para más altos vuelos rumbo a nuestro Creador.
Llénese
de cariño, de paciencia, de tranquilidad interior, viendo en estos
hijos las joyas bendecidas que el Padre confía a nuestras manos para
que las pulamos.
Usted
podrá haberlos recibido por renuncia y elevado amor de su parte,
más, puede ser que usted este ligado directamente a las causas que
determinan la situación que viven hoy, debiendo auxiliarles e
incentivarlos para la propia recomposición, usted, igualmente
avanza para el Creador, sufriendo a su vez, al verlos rescatar, sin
otra opción que no sea abrazarlos y colocarse, usted y ellos, bajo
la Luz del amor de Dios, resignadamente.
Merchita
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BIENAVENTURADOS LOS AFLIGIDOS.
Justicia de las aflicciones.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. -
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos. -
Bienaventurados los que padecen persecuciones por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. (San Mateo, cap. V, v. 5, 6 y 10).
La compensación que Jesús promete a los afligidos de la tierra, no puede tener lugar sino en la vida futura; sin la seguridad del porvenir, esas máximas no tendrían sentido, o serían, mejor dicho, un engaño. Aun con esta certeza difícilmente se comprende la utilidad de sufrir para ser feliz. Se dice que se hace para tener más mérito;
pero entonces se pregunta uno: ¿por qué los unos sufren más que los otros?, ¿por qué los unos nacen en la miseria y los otros en la opulencia, sin haber hecho nada para justificar esta posesión?, ¿por qué a los unos nada les sabe bien, mientras a los otros todo parece sonreirles? Pero lo que aún se comprende menos es el ver los bienes y los males tan desigualmente distribuídos entre el vicio y la virtud, y ver a los hombres virtuosos sufrir al lado de los malos que prosperan. La fe en el porvenir puede consolar y hacer que se tenga paciencia; pero no explica esas anomalías que parecen desmentir la justicia de Dios.
Sin embargo, desde que se admite a Dios no se le puede concebir sin que sea infinito en perfecciones; debe ser todo poder, todo justicia, todo bondad, sin lo cual no seria Dios. Si Dios es soberanamente bueno y justo, no puede obrar por capricho ni con parcialidad. "Las vicisitudes de la vida tienen, pues, una causa, y puesto que Dios es justo, esta causa debe ser justa". Todos deben penetrarse de esto. Dios ha puesto a los hombres en el camino que conduce a esta causa por medio de la enseñanza de Jesús, y juzgándoles hoy en buena disposición para comprenderla, se la revela completa por medio del Espiritismo, es decir, por la "voz de los espíritus".
EL EVANGELIO SEGUN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.
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¿
Cómo actúa la ley de Consecuencias ?
La envoltura
periespiritual del Ser, se puede depurar, iluminar u oscurecer, según
la clase de pensamientos y actuaciones del mismo que en ella se
reflejan, de modo que todo acto y todo pensamiento, de la clase que
sea, no pasa desapercibido, sino que actúa sobre el periespíritu,
quedando registradas en él las consecuencias inevitables de sus
actos.
Antes de
renacer de nuevo como persona, el Ser Espiritual, de antemano lleva
grabados en su periespíritu las matrices de cómo será su cuerpo
físico futuro, según lo que necesita para su evolución en esa
existencia humana, con las expiaciones físicas que le son
necesarias experimentar.
La Ley de Causa
y Efecto valora y registra las vibraciones de los pensamientos,
sentimientos, deseos y acciones de la vida de cada Ser humano,
determinando así la clase de existencia, las pruebas y demás
situaciones que tendrá que afrontar en el futuro, siempre buscando
el reajuste y el equilibrio del Ser dentro de la Ley del Amor. Es
una forma sabia de enseñarnos a no repetir los mismos errores. Así
se comprende que Dios mediante esta Ley no castiga, sino que
corrige.
De hecho los
que componemos la Humanidad actual no somos nada mas que los mismos
Seres espirituales que ya vivimos en otro tiempo como seres humanos,
y hemos venido a esta vida a afrontar las consecuencias de nuestros
actos del pasado que , a juzgar por como son las circunstancias
que afectan en general a la Humanidad en su conjunto, debieron tener
un balance negativo; por eso se dice con razón que la felicidad no
es de este mundo.
Estas
consecuencias las tendremos que afrontar para valorar finalmente lo
positivo o negativo de nuestra conducta, conduciéndonos así a
adquirir un recto pensar, un recto sentir y un
recto actuar, para que toda nuestra vida
discurra dentro de los cauces que señala la Ley del Amor, y el
karma negativo que podamos afrontar actualmente, lo transformemos en
positivo..
Todas nuestras
acciones pasadas y presentes, y todas las circunstancias
particulares en las que se desenvuelve nuestra vida, se relacionan y
se enlazan respectivamente con el presente y con el futuro, no
existiendo ninguna circunstancia que no tenga que ver con lo vivido
anteriormente.
Las
actuaciones y pensamientos de cada uno, actúan como una Causa que
genera unos efectos que se manifiestan en el plano físico, a veces
de forma no inmediata, a modo de reajuste para equilibrar las
consecuencias. Pero esto no supone fatalismo, porque si durante la
vida humana el Ser adquiere méritos de valor moral, se desarticulan
los condicionamientos impuestos para el sufrimiento y se restablece
la armonía de los centros psicosomáticos que pasan a generar
vibraciones de equilibrio que se manifiestan en el cuerpo físico
en forma de salud, equilibrio mental, alegría etc. Por el
contrario, si por indolencia, frivolidad o indiferencia, se acomoda
en la vida sin hacer nada positivo, termina por despertar el
mecanismo de la advertencia, desorganizando su salud física y
causando como consecuencia el desajuste molecular del cuerpo físico
,así como las condiciones orgánicas favorables para que las
enfermedades y dolencias aparezcan. Puesto que esta ley no es la de
la fatalidad, en cada encarnación el karma se pude modificar a
través de los actos positivos y la experiencia que se vive en la
materia. La educación y las costumbres del pueblo en donde el Ser
nace y vive, le dan nuevas características morales e intelectuales.
La
ley de Consecuencias es, sin duda, una ley cósmica de justicia,
porque hace que antes o después experimentemos en nosotros mismos el
resultado de nuestras acciones, “dándonos a beber de nuestra
propia medicina”, que a veces nos resulta tan desagradable y amarga
como saludable, porque, de paso, se equilibran y borran de nuestra
Alma las consecuencias negativas de los errores del pasado, en esta
vida o en otras anteriores.
Asimismo
viene a significar el destino de las personas en cada vida, y este
no es ciego o producto de la buena o mala casualidad o de la suerte,
sino el resultado de esta ley justa y equitativa que nos proporciona
las experiencias que necesitamos asimilar para corregirnos y
evolucionar.
Tal
y como dijo Einstein,
Dios no juega a los dados la suerte del Ser humano; no
existe, por tanto, la casualidad ni el azar en el entorno y
circunstancias humanas; todo tiene una causa y un por qué, aunque
no siempre seamos capaces de comprenderlo así.
Del
mismo modo que esta ley, actúa para corregir acciones de mal,
también funciona igualmente cuando actúa en el bien, recogiendo los
beneficios del mismo, por eso cuando se actúa haciendo el bien a
los demás, o incluso simplemente deseandolo para otro, ya se
comienza a percibir el fruto correspondiente al recibir este bien
para uno mismo, sintiéndolo en forma de satisfacción, paz
interior, alegría, etc.
Por
lo expuesto, vemos como esta Ley Espiritual y natural, tiene
eminentemente un carácter moral y es conductora del Espíritu
humano por los caminos de una correcta evolución. También es
retributiva , pues siempre nos devuelve una retribución a modo de
cosecha del mismo género de lo que cada uno sembramos antes
voluntariamente. Al meditar en esta Ley, se comprende mejor esta el
alcance de esta frase de Jesucristo:
“ No hagas a tu hermano lo que no quisieras que te hicieran a ti”.
-Jose Luis Martín-
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“ El
mal que haces a los demás es lo mismo que hacerte mal a tí mismo.
El día que comprendas esto, el perdón será muy fácil para tí”
-Toni
de Mello-“Testigo de la Luz”
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