EN EL MUNDO DEL ADOLESCENTE
Mercedes Cruz Reyes
El equipo familiar en el mundo no siempre es un jardín de flores. A veces, es una espina de preocupaciones y de angustias, reclamando sacrificios. Aunque se necesite firmeza en las actitudes para la temperancia de la afectividad que es propia a los padres, jamás conseguirán sanar las heridas del ambiente particular con el látigo de la violencia o con el emplasto de la dejadez.
Los hijos son las obras preciosas que el Señor confía a todos los padres, solicitándoles cooperación amorosa y eficiente. Criar y educar a los hijos no es tarea fácil. La mayoría de los padres viven desviados, sea en los excesos de ternura o en la demasía de la exigencias, más a la luz del Evangelio caminaran todos rumbo al progreso, comprendiendo que, para ser padre o madre son necesarios profundos dotes de amor, al frente de esas cualidades debe brillar el divino don del equilibrio.
En la actualidad es muy grande la preocupación de los padres y profesores por las dificultades que se enfrentan, a diario, a la hora de criar a los hijos o impartir educación a sus alumnos. Existen relatos e historias de experiencias con hijos o alumnos “difíciles”. Jóvenes que prefieren un estilo diferentes para expresar sus ideas, sentimientos o llevar a cabo sus planes.
La realidad, es que el estilo de vida, ha cambiado en la actualidad, es muy diferente a como se vivía en la antigüedad.
Reflexionando acerca de los jóvenes, vemos que ellos agregan a las tendencias del pasado las experiencias adquiridas recientemente.
Con excepción de los que renacieron sometidos a la observación de la patología mental, todos han venido de la etapa infantil para dar cumplimiento a un noble destino.
¡Todos, sufren ansiedades y flagelaciones antes de afirmarse en el puerto seguro del deber a cumplir!...
Incuestionablemente, es preciso apoyarlos todo cuanto nos sea posible. Comprendiendo, sin embargo, de que ampararlos no será trazarles la obligación de copiarnos los tipos de felicidad o de vivencia.
Cuando Jesús nos recomendó no despreciar a los pequeñitos, esperaba de nosotros no solamente medidas providenciales alusivas al pan, y a la vestimenta. No basta alimentar el cuerpo, es imprescindible el abrigo moral que asegure al espíritu renacido el clima de trabajo necesario para su sublimación.
“Muchos jóvenes son víctimas del empobrecimiento y de la marginación social, de la falta de empleo, de una educación que no responde a las exigencias de la vida, del narcotráfico, de la guerrilla, de las pandillas, de la prostitución, del alcoholismo, de abusos sexuales”. Muchos jóvenes viven adormecidos por la propaganda de los medios de comunicación social y además por imposiciones culturales y por el pragmatismo inmediatista que ha generado nuevos problemas en la moderación efectiva de los adolescentes y jóvenes.
La juventud de hoy debe hacer un alto y reflexionar.
Quizás a tu alrededor tienes a jóvenes difíciles para dirigirlos convenientemente en la vida.
No tenemos el derecho de abandonarlos a si mismos cuando aun son inexpertos, eso está claro. Mientras tanto, eso no significa que debamos destruirles la vocación, frustrándoles la autenticidad en que se les caracteriza la existencia.
Soñaremos para nuestros hijos, en el mundo, envidiable destaque en las profesiones liberales, con primorosas titulaciones académicas, más es probable que haya renacido entre nosotros para servicios de la gleba, aspirando a adquirir duros callos en las manos, a fin de realizarse en la elevación que demandan.
Otras veces ideamos para ellos la formación del hogar en el que nos premien el ansia de poseer respetables descendientes. No en tanto, es posible que estén con nosotros para largas experiencias en condiciones de celibato, cargando problemas y pruebas que les dicen respecto al mejoramiento espiritual.
Algunas veces gritamos furiosos contra ellos, exigiendo nos adopten el modo de ser. Frecuentemente, sin embargo, si eso acontece, acabamos por perderlos en manos que los deslustran los sentimientos o les amargan la vida, cuando no los empujamos, inconscientemente, para la furnia de los tóxicos o para los despeñaderos del desequilibrio metal con los que se matriculan en los manicomios.
Compadécete de los hijos que parezcan diferentes a ti.
Ampáralos sin imposición y sin violencia.
Antes de surgir ante ti como hijos de tu amor, son hijos de Dios, cuyo amor infinito vela en nosotros y por nosotros.
Aun cuando evidencien características inquietantes, bendícelos y oriéntalos, cuanto te sea posible, a fin de que se mantengan como estilos vivos de rendimiento del bien en el bien común.
Y aun cuando no puedan compartir el techo y se aparten de tu compañía, a pretexto de independencia, bendícelos asimismo, comprendiendo que todos nosotros, desde que nos vinculamos al orden y al trabajo en el deber que nos compete, sin perjudicar a nadie, disfrutamos por ley divina el privilegio de descubrir cual es para nosotros el mejor camino a seguir y servir, vivir y sobrevivir.
El respetable cuadro que traen de las Esferas Superiores, se revela a través de sentimientos en forma de entusiasmo y sueños juveniles y se confunden con las deformaciones de la realidad terrestre que aguarda en ellos la redención que aportará el futuro.
Muchos abandonan la niñez mutilados moralmente por las manos mercenarias a las que fueron confiados desde la cuna; otros en cambio despiertan en el laberinto de los ejemplos lamentables, provenientes de aquellos de quienes esperaban recibir las orientaciones para la superación interior.
Muchos son arrojados a los problemas de la orfandad cuando más necesitan el apoyo amistoso, otros andan por el mundo como aves cuyo nido fue destrozado, abandonado sin rumbo en la tempestad de las pasiones inferiores.
Muchos en rebeldía por el lodo arrojado en sus esperanzas, descienden a los más sombríos cenagales del crimen, mientras que otros artos de miseria se refugian en prostíbulos dorados para concluir sus días en la condición de náufragos de la noche.
Se les reclama el porvenir, pero se les arruina el presente.
Se les adorna el aspecto, pero se les pervierte la conciencia.
Se les enseña el verbo refinado de la cultura académica pero en la intimidad se les comunica la palabra degradada del lenguaje vulgar.
Se exalta para ellos el ideal de la belleza de la virtud y se ríen de ellos cada vez que demuestran que no son modelos perfectos de la animalidad inferior.
Les hablamos de la glorificación del carácter pero atormentamos su alma en el delirio del alcohol o en la frustración de los estupefacientes.
Les suministramos abandono y criticamos su conducta.
No debemos condenar a los jóvenes cuando notemos que han caído en la demencia o en la inconsecuencia.
Cada niño o adolescente constituye en el mundo un proyecto de la Sabiduría Divina al servicio de la humanidad, y cada niño o adolescente desviado es un proyecto de la Sabiduría Divina al que la humanidad ha corrompido o menospreciado.
Recibamos a los jóvenes de todas las condiciones como a nuestros propios hijos y procuremos con todas nuestras fuerzas estimular en ellos el amor al trabajo y a la iniciativa de la educación.
Ellos que inician la lucha, necesitan, que los “comprendan y que velen por ellos” con el fin de que sepamos sembrar y construir, porque en todas las épocas, cuando se desampara a la juventud la vida se extingue.
La etapa de la juventud está cargada de interrogantes vitales y presenta el desafío de tener un proyecto de vida, personal y comunitaria. Un proyecto que dé sentido a su vida; que no la deje caer en un valor existencial, sino que le permita lograr a plenitud su realización como persona. La juventud cuestiona todo, tiene un espíritu de riesgo, de valentía y una capacidad creativa para responder a los cambios y exigencias del mundo en que vive.
Ella aspira a mejorar siempre como signo de esperanza, gozo y felicidad. Además, es muy sensible a los problemas sociales y exige autenticidad y veracidad. Rechaza con rebeldía una sociedad invadida por la hipocresía y los antivalores. Pero con sentimientos de dolor, podemos afirmar que nuestra sociedad actual está muy lejos de ser la sociedad en que tienen derecho a vivir él y la joven de hoy. Actualmente, son muchos los y las jóvenes que son víctima de:
Un empobrecimiento y marginación social producto de la gran injusticia social. Un rechazo ante sus conductas, motivadas quizás por los traumas psicológicos de ser hijos e hijas cínicos, mimados, consentidos; de padres y madres divorciados de un hogar donde no se dialoga, comprende, ama...
Un sistema educativo que no responde a sus inquietudes ni llena sus expectativas
Un estado que no proporciona estabilidad, seguridad e incentivo para el futuro; con salarios bajos, sin posibilidad para ejercer su profesión u oficio.
Un adormecimiento por la propaganda de los medios de comunicación que lo alienan con imposiciones culturales y con el pragmatismo, generando así nuevos problemas en su moderación psicológica y afectiva.
Una carencia de entusiasmo y amor por los grandes ideales de vida, de la patria, sus estudios...
Una sociedad que les propone la riqueza, el poder y el placer como el camino mejor para “Vivir la Vida”
Un narcotráfico y corrupción descarados. Unas guerrillas crueles.
La propaganda falaz que promueve la prostitución, el aborto, el alcohol, el consumismo... como productos de la época, del avance y la civilización.
Una música que aturde, excite y atolondra la mente.
La Juventud tiene derecho a vivir en otra sociedad donde:
La Familia: juegue su verdadero papel y en ella se ame, se corrija, se dialogue. Se aprendan los verdaderos valores. Donde haya un lugar de encuentro, de búsqueda, de soluciones, no de conflictos, donde vivir en armonía, con fidelidad, amor, tolerancia y comprensión.
El Estado: asuma su rol y ofrezca una educación basada en los derechos que señala el código de protección al niño; niña y adolescente que dice: “Todos los niños(as) y adolescentes, tienen derecho a la educación, encaminada al sano desarrollo de su persona, a fin de que puedan prepararse para ejercer plenamente sus derechos ciudadanos y por eso deben tener: Igualdad, Enseñanza Primaria, Acceso gratuito a Escuelas Públicas."
Además el estado debe dar a la juventud oportunidades para que se pueda realizar profesionalmente. Se debe crear un clima en el cual la juventud pueda adquirir un sentido crítico de la vida en la práctica de la justicia, la democracia, la paz, la igualdad social y vivir teniendo la seguridad personal sin violencia, ni drogas, ni prostitución...
La Sociedad debe ofrecer a los jóvenes la oportunidad de ser hombres y mujeres responsables, creativas, participativas, activas en las estructuras culturales, políticas, educativas, familiares para ser así protagonistas de su propio presente y futuro ejerciendo sus derechos y deberes.
En fin, los jóvenes de hoy tienen derecho a una sociedad en la que puedan realmente vivir y desarrollarse con dignidad como lo que son: Hijos e Hijas de Dios
.Para que los jóvenes se realicen como personas en todos los niveles, tienen que crecer y desarrollarse, no estancarse. Son diversas las áreas en las que, como personas, tienen que crecer para lograr un desarrollo integral y armónico.
Es decir, tener capacidad para adaptar su propia vida; lo que es, lo que tienes. Saberse y sentirse digno del lugar y las personas con que le ha tocado convivir. Así como poder tener relaciones con los demás, armónicas, amables, respetuosas. Han de e iniciar una búsqueda sincera de la verdad, la libertad y el gusto por los valores auténticos. Ir creando un juicio crítico frente a los acontecimientos, con equilibrio e imparcialidad. Lograr tener un espíritu de diálogo de comprensión, compromiso, que lo lleve a asumir responsabilidades familiares, sociales, políticas y trabajar por la paz y la justicia. Sentir la necesidad de prepararse, intelectual y espiritualmente; detener el deseo de superarse, de ser alguien y no algo. Apreciar y valorar su patria y todo lo que ella es y tiene.
En el área Intelectual; en la que se tiene deber de: Aprovechar las oportunidades que le brinda la familia o el estado para estudiar y tomar sus estudios con responsabilidad perseverancia y amor. Proponerse lograr una profesión u oficio que ofrezca beneficio para sí mismos, la familia y el estado. Ser también agentes multiplicadores de sus conocimientos para que otros(as) aprendan, se capaciten y sean útiles. Tener interés de seguir siempre perfeccionando sus estudios y capacitándose día a día; recordando que siempre es posible aprender algo, no importa la edad.
Todos los jóvenes precisan del amparo de los padres, sin embargo en la adolescencia, en general, la rebeldía de los hijos es inevitable. Una tradición de severidad paterna, pautada por el autoritarismo político o religioso, dio a los padres el concepto erróneo de que deben sujetar a los hijos – y particularmente a los jóvenes – a sus principios y maneras de ser. Más los jóvenes traen su propia personalidad o su propio camino en la vida, y justamente en esa fase de la adolescencia están afirmando su “yo” ante el mundo.
Es conocido el problema de la “crisis en la adolescencia”, sobre la cual Maurice Debesse escribió uno de sus libros más bellos y profundos. Más es en René Hubert, en el capítulo sobre “Psicología de la juventud”, de su Pedagogía general, donde encontramos mayor sintonía con los principios espiritas. Psicólogos y Pedagogos conocen bien ese problema que responde por el llamado “conflicto de las generaciones” Emmanuel nos da su llave al recordar que cada espíritu ya trae para la Tierra su prueba y su camino de servicio, escogidos libremente en la vida espiritual según sus necesidades de evolución y mejoramiento.
El amparo de los padres no puede ser dado por medio de imposición y autoritarismo, bajo pena de dejar de ser amparo para transformarse en tiranía. Si el “conflicto de generaciones” siempre existió en el mundo, ahora se muestra más violento porque el tiempo de la tiranía está finalizando porque la era de la transición en que vivimos acentúa en los jóvenes las ansias del futuro. Los padres solo podrán ampararlos si tuvieran amor suficiente para comprenderlos y ayudarlos sin exigencias. Esta es también una hora de aprendizaje para los padres. Y solo el amor verdadero por los hijos puede socorrerlos.
El joven de hoy es el hombre de mañana. Los tiempos cambian y no podemos querer sujetarlos a nuestro modelo. Cualquier coacción paterna solo podrá apartarlos de casa y de la familia, lanzándolos a medios y compañías peligrosos. La verdadera educación es el equilibrio entre el amor y la comprensión. La energía paterna y la disciplina filial brotan naturalmente entre esos dos márgenes, fluyendo como las aguas de una fuente en el paisaje de la vida.
La política que mejor conviene a los padres de adolescentes, si desean captar la estima, el respeto y la obediencia, consiste en procurar comprenderlos, ayudándoles a vencer las dificultades inherentes a esa etapa de su crecimiento, en usar de infinita paciencia con ellos y ser condescendientes con las cosas secundarias, reservando las exigencias apenas a aquello que sea esencial para su buena formación intelectual, moral y espiritual.
“Invóquese el auxilio de religiosos, profesores, filósofos y psicólogos, a fin de que la excesiva agresividad filial no alcance la línea de la perversidad o de la delincuencia para con los padres y tampoco que la excesiva autoridad de los padres violente los hijos, en nombre de extemporánea o cruel desvinculación. Padres e hijos son, originalmente, conciencias libres, hijos de Dios empeñados en el mundo a la obra de auto-burilamiento, rescate de débitos, reajuste, evolución.
Trabajo extraído del libro “Religión de los Espíritus” de Chico Xavier, de mensajes para la juventud de Emmanuel y de internet. Y de “Vida y Sexo” de Chico Xavier.
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LA MISIÓN DE KARDEC
Mi misión
Allan Kardec
Pregunta (a la Verdad) – Buen Espíritu, desearía saber qué pensáis de la misión que me ha sido asignada por algunos Espíritus: tened a bien decirme, os lo ruego, si es una prueba para mi amor propio.
Sin duda, lo sabéis, tengo el deseo más grande de contribuir para la propagación de la verdad, pero, del papel de simple trabajador al de misionero en jefe, la distancia es grande y no comprendo lo que podría justificar en mí una gracia tal, prefiriéndome a tantos otros que poseen talentos y cualidades que no tengo.
Respuesta – Confirmo lo que te ha sido dicho, pero te aconsejo mucha discreción si deseas triunfar. Más tarde sabrás cosas que explicarán lo que te sorprende hoy en día. No olvides que puedes triunfar, del mismo modo que puedes fracasar; en este último caso, otro te reemplazaría, pues los designios de Dios no dependen de una persona específica. Por lo tanto, jamás hables de tu misión; sería el medio de hacerla fracasar. Sólo puede ser legitimada por la obra realizada y nada has hecho todavía. Si la realizas, las propias personas sabrán reconocer tu misión tarde o temprano, pues es por los frutos que se reconoce la calidad del árbol.
Pregunta – Sin duda, no tengo ninguna voluntad de vanagloriarme de una misión en la que yo mismo creo con dificultad. Si estoy destinado a servir de instrumento para los designios de la Providencia, que ella disponga de mí; en ese caso, solicito vuestra asistencia y la de los buenos Espíritus para que me ayuden y me sostengan en mi tarea.
Respuesta – Nuestra asistencia no te faltará, pero será inútil si, de tu parte, no haces lo que es necesario. Tienes tu libre albedrío; te corresponde a ti emplearlo como lo entiendas; ninguna persona está obligada inevitablemente a hacer algo.
Pregunta – ¿Cuáles son las causas que podrían hacerme fracasar? ¿Será la insuficiencia de mis capacidades?
Respuesta – No; pero la misión de los reformadores está plena de escollos y de peligros; la que tienes es ruda, te prevengo, pues es al mundo entero al que se trata de remecer y de transformar. No creas que te bastará con publicar un libro, dos libros, diez libros, y quedarte tranquilamente en tu casa. No, te será necesario exponer a tu persona: suscitarás contra ti odios terribles; enemigos encarnizados conjurarán tu ruina; serás el blanco de la malevolencia, de la calumnia, de la traición incluso de aquellos que te parecerán los más abnegados; tus mejores instrucciones serán despreciadas y desnaturalizadas; más de una vez sucumbirás bajo el peso de la fatiga; en pocas palabras, es una lucha casi constante que deberás sostener, y sacrificarás tu reposo, tu tranquilidad, tu salud e incluso tu vida, pues, sin eso, vivirías mucho más tiempo. ¡Pues bien! Más de uno retrocede cuando, en lugar de un camino florido, no encuentra bajo sus pasos sino zarzas, piedras afiladas y serpientes. Para tales misiones, la inteligencia no basta. Son necesarios primeramente, para agradar a Dios, humildad, modestia y desinterés, pues Él abate a los orgullosos, a los presuntuosos y a los ambiciosos. Para luchar contra las personas, son necesarios valor, perseverancia y una firmeza inquebrantable; también son necesarios prudencia y tacto para conducir las cosas con discernimiento y no comprometer el éxito por medio de medidas o palabras intempestivas; en fin, es necesario tener dedicación, abnegación, y estar presto a todos los sacrificios. Como ves, tu misión está subordinada a condiciones que dependen de ti.
Espíritu Verdad
Yo. Espíritu Verdad, os agradezco vuestros sabios consejos. Acepto todo sin restricción y sin segunda intención. ¡Señor! Si os habéis dignado poner Vuestros ojos en mí para el cumplimiento de Vuestros designios, ¡que se haga Vuestra voluntad! Mi vida está en Vuestras manos, disponed de Vuestro servidor. En presencia de una tarea tan grande, reconozco mi debilidad; mi buena voluntad no faltará, pero tal vez mis fuerzas me traicionen. Suplid mi incapacidad; dadme las fuerzas físicas y morales que me sean necesarias. Sostenedme en los momentos difíciles y, con Vuestra ayuda y la de Vuestros mensajeros celestiales, me esforzaré para corresponder a Vuestros designios.
NOTA – Escribo esta nota el 1 de enero de 1867, diez años y medio desde que esta comunicación me fue dada, y constato que se ha cumplido en todos los puntos, pues he experimentado todas las vicisitudes que allí me fueron anunciadas. He sido el blanco del odio de enemigos encarnizados, de la injuria, de la calumnia, de la envidia y de los celos; libelos infames han sido publicados contra mí; mis mejores instrucciones han sido desnaturalizadas; he sido traicionado por aquellos en quienes había depositado mi confianza, pagado con ingratitud por aquellos a quienes había prestado servicio. La Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas ha sido un foco continuo de intrigas urdidas por aquellos mismos que se decían a mi favor y que, mientras mantenían las apariencias ante mí, me atacaban ferozmente por detrás. Han dicho que aquellos que tomaban partido a mi favor eran sobornados por mí con el dinero que recogía por medio del Espiritismo.
No he conocido más el reposo; más de una vez, he sucumbido bajo el exceso de trabajo, mi salud ha sido alterada y mi vida, comprometida. Sin embargo, gracias a la protección y a la asistencia de los buenos Espíritus que incesantemente me han dado pruebas manifiestas de su solicitud, estoy feliz de reconocer que no he experimentado ni siquiera un instante de debilidad y de desaliento, y que he proseguido en mi tarea constantemente con el mismo ardor, sin inquietarme por la malevolencia de la que era objeto. Según la comunicación del Espíritu Verdad, yo debía esperar todo eso y todo se ha verificado. Pero también, al lado de esas vicisitudes, ¡cuánta satisfacción he experimentado al ver que la obra crece de una manera tan prodigiosa! ¡Cuántas dulces compensaciones he recibido por mis tribulaciones! ¡Cuántas bendiciones, cuántos testimonios de real simpatía he recibido de parte de numerosos afligidos a quienes la Doctrina ha consolado!
Ese resultado no me había sido anunciado por el Espíritu Verdad, que, sin duda, intencionalmente, sólo me había mostrado las dificultades del camino. ¡Qué ingratitud mía sería, pues, si me quejara! Si dijera que hay una compensación entre el bien y el mal, no diría la verdad, pues el bien, quiero decir las satisfacciones morales, ha superado en mucho al mal. Cuando me sucedía una decepción, una contrariedad cualquiera, me elevaba por medio del pensamiento por encima de la humanidad; me ponía con anticipación en la región de los Espíritus y, desde ese punto culminante, desde donde divisaba mi punto de llegada, las miserias de la vida resbalaban sobre mí sin alcanzarme. He hecho de eso una costumbre tal que los gritos de los malos jamás me han perturbado.
Allan Kardec
Revista Espírita 1862-1865
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Analizando la Materia y al ser en su radio de acción
La Naturaleza, en sus diversos aspectos, nos ofrece un eterno encanto.
La materia es tan solo el agente de que se sirve el espíritu para realizar sus objetivos. A través de una serie de fenómenos, esa materia puede purificarse y llegar a un estado que permite confundirla con el principio primordial de la vida. Se podría creer que la materia se convierte en espíritu, porque ella es animada, pero nunca posee, por sí misma, un principio propio de vida.
La materia vive por reflejo, sigue la evolución de la vida y le sirve de soporte. La chispa emanada del foco divino evoluciona en la materia, recorriendo el Espacio y vuelve a su punto de partida, más pura y más luminosa.
El materialismo ha quitado a la Ciencia el carácter de grandeza y de elevación moral que la haría digna de recibir la revelación suprema, de recoger el depósito sagrado. El espíritu materialista, ensoberbecido con una conquista tal, se levantaría contra Dios. Pero el día en que, impregnado de un espíritu nuevo, el sabio haya asimilado esas radiaciones superiores que sintetizan toda la vida universal, reverenciará la obra Divina.
Es así como, en los planos superiores de la vida espiritual, el pensamiento, la voluntad y la fuerza se unen para realizar la obra sublime del cosmos, esa obra cuyo concierto encanta y arrebata a todos cuantos descubren sus leyes.
Desde la Tierra, solo podemos percibir algunos detalles, pero en el Más Allá las perspectivas aumentan y permiten que nuestros amigos invisibles conversen con nosotros con más competencia y amplitud sobre este magno asunto. Son ellos los que nos inician en las grandes obras que se elaboran en lo invisible y en los progresos que se preparan para la Ciencia humana en el conocimiento de las fuerzas universales.
“Desde el Más Allá, – nos dicen ellos – se emanan haces fluidicos de grupos de espíritus desencarnados y muy evolucionados que procuran siempre traspasar las nubes hechas de materia que envuelven la Tierra. Nosotros ya hemos producido algunas fisuras y por esas grietas o salidas esperamos despertar las chispas divinas que adormecen en el ser humano.”
“En el transcurso de los siglos, muchas existencias se han desarrollado sobre vuestro globo, un complejo de pasiones, de esperanzas y de fe, cuyas radiaciones constituyen una atmósfera fluídica que, frecuentemente, es como una barrera en torno a la Tierra. Cuando el aire se rarifica o se degrada en vuestro mundo, la vida se hace inestable y, a veces, se parte. Una correlación debe partir del Espacio, pero cuando la vida invisible no puede entrar en contacto con la vida material, el equilibrio se rompe, pueden ocurrir perturbaciones, sucesos trágicos, en el sentido de una evolución puramente material.”
León Denis nos dice que desearía abrir una ventana para hacernos comprender la marcha de los acontecimientos sobre la Tierra, para ello es preciso un impulso del alma, la plegaria, la fe que ilumina el camino y destruye los fluidos materiales que forman una barrera.”
“El Espiritismo es el gran inspirador de la fe. Es preciso utilizarlo con sinceridad. Habiendo más núcleos espíritas, más adeptos serán convencidos y de ese modo, hallarán en sí facilidades para la proyección de los fluidos vitales y regeneradores, bajo el punto de vista moral. Cada centro espírita, cada alma ardiente auxiliará con una fe viva, a atraer haces radiantes. De ese modo, podremos traspasar la capa material que os envuelve y purificar un ambiente aún tan cargado de elementos impuros”.
“Hasta el momento se han producido grietas, pues hay algunos focos iluminados; hay, por otro lado, regiones bastante sombrías. Mientras la obra de destrucción prosigue, los lugares sombríos se iluminan poco a poco. Tenemos la esperanza de que, si las perturbaciones se vuelven mayores, una nueva orientación se produzca en el espíritu de aquellos que dirigen los destinos de las naciones.”
A medida que el hombre vence las rampas difíciles que conducen a las cumbres de la Ciencia y del conocimiento, él ve la majestad del cosmos, y elesplendor de sus leyes se le aparece bajo aspectos cada vez más imponentes. Llega a comprender que el espíritu domina y rige el mundo, que la Naturaleza es su esclava. Las fuerzas son solamente agentes que sirven para realizar sus vastos planes y alcanzar el objetivo pretendido.
Él comprende que su alma no es más que un reflejo de la
Inteligencia Suprema que gobierna el Universo y que, a ejemplo suyo, él puede comandar la materia, las fuerzas radiantes y, evolucionando él mismo, trabajar para hacer progresar, para espiritualizar todo lo que le rodea, para elevar seres y cosas en dirección a estados siempre más perfectos.
Entonces, ya no es en las cosas exteriores, pasajeras e inciertas donde coloca su objetivo esencial, la finalidad de su vida. Él se dedica a accionar, por un desarrollo constante de sus facultades y de sus cualidades morales, las potencias y los recursos que adormecen en la médula de su ser.
Las instituciones políticas y sociales, las formas de los gobiernos y de las sociedades permanecerán vacías durante mucho tiempo, mientras el hombre no se perfeccione. Esto no está fuera de nosotros, sino que es dentro de nosotros donde reside el secreto de la felicidad. Como dice la sabiduría antigua: “Sabrás que los males que devoran a los hombres son fruto de su elección y que esos infelices buscan, lejos de sí, los bienes cuya fuente poseen.”
Estudiemos, pues, con persistencia, las leyes del Universo y las fuerzas prodigiosas que encierra; es penetrando el secreto de esas leyes y comprendiendo el control de esas fuerzas como el hombre podrá entrar en la gran comunión universal, cuyo principio está en Dios y fuera de la cual no hay felicidad.
Sin embargo, hay todavía pocos hombres que conocen la verdadera finalidad de la existencia y la ley de su destino. La gran masa humana, en vez de reaccionar contra la materia, sufre, servilmente, su yugo. Inmersa en las tinieblas, está sometida al imperio de los sentidos y solamente busca los placeres físicos. Y es que, para vencer las influencias groseras, para entrever el futuro del alma, enjuiciar su papel y su objetivo, es preciso enterarse de la vida en el Más Allá, haber entrado en relaciones profundas con el mundo invisible, haber recibido las enseñanzas de las grandes almas que han alcanzado las cumbres de la sabiduría y de la luz.
Ahora bien, solamente un pequeño número de estudiosos reúnen esas convicciones. Éstos han adquirido la certidumbre y la confianza, que son las fuerzas, por excelencia, para los momentos de luchas y de probaciones.
Todos los días, observamos a hombres que el laico califica como sabios y que, cuando quieren tratar de las cosas espirituales y de la vida en el Más Allá, demuestran una vacilación que asombra.
Y es que para abordar, con competencia, esas cuestiones profundas, no basta ni siquiera el estudio, es preciso haber madurado en el dolor.
El sufrimiento – despertador de consciencia – es la llave que abre nuestro entendimiento a la comprensión de las leyes eternas que rigen la vida y la muerte.
Poco a poco, a medida que el hombre avanza en la vía sagrada, la superioridad de su espíritu sobre la materia se afirma, al mismo tiempo que la fuerza creadora, de la cual Dios ha depositado una parcela en el hombre. En la evolución grandiosa de sus facultades y de sus cualidades morales, él llegará a realizar, dentro de sí, y a su alrededor, el reino de la justicia, de la sabiduría y del amor, que es el objetivo final, en función del cual todas las cosas han sido formadas.
Trabajo realizado por M. C. R.
Extraído del libro de “León Denis” El Espiritismo y las Fuerzas Radiantes.
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EL ESPIRITISMO EN SU MÁS SIMPLE EXPRESIÓN
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