(Emmanuel)
Recibamos la experiencia, por más difícil, con la luz de la confianza en el Señor que, que ofreciéndonos la lucha depuradora, nos posibilita la propia regeneración.
Podemos y debemos esposar nuestra iniciación, en el mejoramiento para la Vid Superior, comenzando a ser buenos.
Despierta y has algo que te impulse hacia delante en el camino de elevación.
La vida no te reclama actitudes sensacionales, gestos impracticables, espectáculos de súbita grandeza…
Pide simplemente seas cada día mejor para aquellos que se crucen en tu camino.
En el hogar, en la profesión, en los templos de la fe, en la intimidad en la vida pública, somos invitados al bien que Jesús dio testimonio, a fin de que nuestra directriz, a de expresarse en el ejemplo, proyectarse en las mentes que nos rodean, induciéndonos a la renovación.
Si la simiente rechazase el sacrificio en el seno de la gleba en la que aprende a morir para resurgir en beneficio de otros, no cogeríamos el grano que nos suple el granero y, y si el grano repeliese la piedra de molino que lo desintegra, a pretexto de conservarse, no dispondríamos del recurso indispensable del pan que nos alimenta.
No olvidemos que, tanto como nos sea posible, en vez de rogar auxilio, antes de todo, debemos auxiliar, en la certeza de que, si nuestra palabra elucida y reanima, solamente nuestra actitud positiva en la práctica de los principios que propagamos será bastante fuerte para reformarnos.
Observa, alrededor de ti mismo, la gran familia humana reclamándote pan y luz, esperanza y consuelo.
Guardemos la correcta actitud del aprendiz del Señor que no desconoce el sacrificio de sí mismo como único camino para la ascensión que se propone.
Los fenómenos mediúmnicos serán siempre motivo de experimentación y de estudio, tanto favoreciendo la convicción, como nutriendo la polémica, más la educación evangélica y ejemplo en el servicio, definición y actitud, son fuerzas morales inamovibles de la orientación y de la lógica, que resisten a la duda en cualquier parte.
Mediúmnidad es instrumento vibrátil y cada criatura consciente puede sintonizarla con el objetivo que procura.
“Hallarás lo que buscas” enseña el Evangelio, y podemos acrecentar “harás lo que deseas”.
Siendo así, si te relegas a la maledicencia, en breve te constituirás en vehículo de los genios infelices que se dedican a la injuria y a la crueldad.
Si te detienes en la caza del placer de los sentidos, más tarde o más temprano te convertirás en el intérprete de las inteligencias magnetizadas por los vicios de variada expresión.
…Todavía si te empeñas en la buena voluntad para con los semejantes, imperceptiblemente tendrás el corazón impelido por los mensajeros del Eterno Bien al servicio que puedas desempeñar en la construcción de la felicidad común.
Observa el propio rumbo para que no te surjan problemas de compañía.
Elévate en el perfeccionamiento propio y tu espíritu caminará respirando con el concurso de aquellos pioneros de la evolución que te procedieron en la jornada de luz, conduciéndote en las aspiraciones para las victorias del alma.
…No nos olvidemos, sin embargo, de que el movimiento es de intercambio.
Si el hombre recibe el concurso de los Espíritus Benefactores, es natural que los Espíritus Benefactores algo esperen igualmente del hombre.
Nada existe sin permuta o sin resultado.
El labrador planta las simientes y recogerá los frutos.
El lapidario auxilia a la piedra, que le retribuye, más tarde, con su belleza y brillo.
…¿Y nosotros, que tanto hemos recibido de Jesús, que ofrecemos a cambio?
Mediúmnidad sin ejercicio en el bien es semejante al título profesional sin la función que le corresponde.
No procures al médium el concurso de los Espíritus Benefactores como si fueses enfrentado por un ser sobrenatural.
El médium es un compañero.
Es un trabajador.
Es un amigo.
Y es sobre todo nuestro hermano, con dificultades y problemas análogos a aquellos que asedian la mente de cualquier espíritu encarnado.
No alegues la supuesta ingratitud de los otros para desertar de la cosecha del Bien.
En el engranaje de la vida, cada cual de nosotros es pieza importante con funciones específicas.
Nadie recibe el conocimiento superior tan solo para provecho propio.
Sepamos dividir el tesoro de la comprensión en parcelas de bondad.
Sea cual sea el contratiempo que se te erija en obstáculo en el camino a recorrer, actúa para el bien.
No siempre conseguirás materializar a los amigos de la Vida Mayor para satisfacer la sed de verdad que tortura a muchos de nuestros compañeros en la Tierra, más siempre puedes justificar esa o aquella providencia susceptible de proporcionarles tranquilidad y consuelo.
No siempre obtendrás el mensaje de determinado amigo que reside en el Más Allá, para la edificación inmediata de los que sufren en el Plano Físico; entre tanto, siempre puedes improvisar algún recurso con el que les restaurarás la energía y el buen ánimo.
No siempre lograrás la cura de ciertas enfermedades en el cuerpo de hermanos que padecen; todavía, siempre puedes animarles el corazón y aclararles el alma con el apoyo fraterno, habilitándoles la mente para la cura espiritual.
La tierra es médium de la flor que se materializa, tanto como la flor es medianera del perfume que embalsama la atmosfera.
El Sol es el médium de la luz que sustenta al hombre, tanto como el hombre es el instrumento del progreso planetario.
Todos los aprendices de la fe pueden convertirse en médiums de la caridad, a través del cual opera el Espíritu de Jesús de mil modos diferentes, en cada sector de nuestra marcha evolutiva.
Ampara a tus semejantes y encontrarás la mejor fórmula para el seguro desenvolvimiento psíquico.
Se amontonaban gusanos donde se congregan frutos desaprovechados o podridos, así como la luz brilla donde encuentra fuerza o material que le sirva de combustible.
El médium, para servir a Jesús de modo positivo y eficiente, en el campo de la Humanidad, precisa perfeccionarse por la educación, al conocimiento, por la preparación y por la propia mejoría, a fin de que se haga filtro de luz y paz, elevación y engrandecimiento para la vida y para el camino de las criaturas.
Quien desee crecer para la Espiritualidad Superior no puede menospreciar el alfabeto, el libro, la enseñanza y la meditación.
Jesús es nuestro Divino Maestro.
Eduquémonos con El, a fin de que podamos realmente educar.
Por más que se hable de mediúmnidad, es forzoso referirnos siempre a la disciplina que solo la Doctrina Espirita consigue orientar para bien.
Actuar en el bien es buscar la simpatía de los Espíritus Sabios y Benévolos, encontrándolos.
Para curar, es preciso tener el corazón lleno de amor y, quien realmente ama, no encuentra deseo de reclamar.
Libro:Anotaciones de la Mediúmnidad – Francisco Cándido Xavier.
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EN EL NOMBRE DE DIOS
Se ha abusado tanto de la idea de Dios a través de los siglos; se han torturado e inmolado en su nombre a tantas inocentes víctimas; bajo el nombre de Dios se ha regado de tal manera el mundo con sangre humana, que el hombre moderno se ha apartado de El. Consideramos que la responsabilidad de este estado de cosas ha de recaer sobre los que han hecho del Dios de bondad y de eterna misericordia un dios de venganza y de terror. Pero no nos corresponde el establecer responsabilidades. Nuestro objeto es más bien el de buscar un terreno de conciliación y de aproximación en el que todos los buenos Espíritus puedan reunirse.
Sea lo que fuere, los hombres modernos, en gran mayoría, reniegan de cargar sobre ellos las ideas de Dios, de ley y de obligación alguna; no quieren comprender que la libertad sin la sabiduría y sin la razón es impracticable. La libertad sin la virtud conduce a la licenciosidad, y ésta a la corrupción, al relajamiento de los caracteres y de las conciencias, en una palabra, a la anarquía. Solamente cuando hayan pasado por nuevas y más duras pruebas, consentirán en reflexionar. Entonces la verdad se abrirá paso y la grande frase de Voltaire se mostrará evidente ante nuestros ojos: "¡El ateísmo y el fanatismo son los dos polos de un mundo de confusión y de horror!"
Es verdad que se nos habla mucho de altruismo, o, dicho de otra manera, del amor a la humanidad, y se pretende que este sentimiento debe bastar. Pero, ¿cómo se hará del amor a la humanidad una cosa vívida, realizable, cuando no se llega, no ya a quererse, sino a soportarse los unos a los otros? Para agrupar los sentimientos y las aspiraciones es preciso un ideal poderoso. ¡Pues bien!, este ideal no lo encontraréis en el ser humano, finito y limitado; como tampoco lo hallaréis en las cosas de este mundo, todas pasajeras y transitorias. Sólo existe en el Ser infinito, eterno. Él sólo es lo bastante vasto para recoger y absorber todos los anhelos, todas las fuerzas, todas las aspiraciones del alma humana para avivarlas y fecundarlas. ¡Este ideal es Dios!
Mas, ¿qué es este ideal? Es la perfección. ¡Siendo Dios la perfección realizada es al mismo tiempo el ideal real, el ideal viviente!
EL GRAN ENIGMA
LEÓN DENIS
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El hombre de bien, en fin, respeta en su semejante todos los derechos que dan las leyes de la Naturaleza como quisiera que los suyos fuesen respetados.
Esta no es la relación de todas las cualidades que distinguen al hombre de bien; pero cualquiera que se esfuerce en poseerlas, está en camino de poseer las demás.
LOS BUENOS ESPÍRITAS
* El Espiritismo bien comprendido, pero, sobre todo, bien sentido, conduce forzosamente a los resultados expresados anteriormente, que caracterizan al verdadero espírita como al verdadero cristiano, que son la misma cosa. El Espiritismo no creó ninguna moral nueva; facilita a los hombres la inteligencia y la práctica de la moral de Cristo, dando una fe sólida y esclarecida a los que dudan o vacilan.
Pero muchos de los que creen en los hechos de las manifestaciones, no comprenden ni sus consecuencias, ni su alcance moral; o, si los comprenden, no se las aplican a sí mismos. ¿A qué
se debe esto? ¿A falta de precisión de la doctrina? No, porque no contiene ni alegorías ni figuras que puedan dar lugar a falsas interpretaciones; su esencia misma es la claridad y esto es lo que constituye su fuerza, porque va directo a la inteligencia. Nada tiene de misteriosa y sus iniciados no están en posesión de ningún secreto oculto para el vulgo.
Para comprenderla, ¿es preciso una inteligencia fuera de lo común? No, porque se ven hombres de una capacidad notoria que no la comprenden, mientras que inteligencias vulgares y aun de jóvenes apenas salidos de la adolescencia, comprenden sus matices más delicados con admirable precisión. Esto depende de que la parte de algún modo material de la ciencia, sólo requiere vista para observar, mientras que la parte esencial requiere cierto grado de sensibilidad que se puede llamar la madurez del sentido moral, madurez independiente de la edad y del grado de instrucción, porque es inherente al desarrollo, en un sentido especial, del Espíritu encarnado.
En algunos, los lazos de la materia son aún muy tenaces para permitir al Espíritu desprenderse de las cosas de la Tierra; la niebla que los rodea les quita la vista del infinito; por esto no rompen fácilmente ni sus gustos, ni sus costumbres, ni comprenden nada mejor de lo que ellos poseen; la creencia en
los Espíritus es para ellos un simple hecho, pero modifica muy poco o nada, sus tendencias instintivas; en una palabra, sólo ven un rayo de luz insuficiente para conducirles y darles una aspiración poderosa y capaz de vencer sus inclinaciones. Se apegan más a los fenómenos que a la moral, que les parece banal y monótona; piden sin cesar a los Espíritus que les inicien en nuevos misterios, sin preguntar si se han hecho dignos de entrar en los secretos del Creador. Estos son los espíritas imperfectos, de los cuales algunos se quedan en el camino o se alejan de sus hermanos en creencia,porque retroceden ante la obligación de reformarse, o reservan sus simpatías para los que participan de sus debilidades o de sus prevenciones. Sin embargo, la aceptación del principio de la doctrina es un primer paso que les hará el segundo más fácil en otra existencia.
El que puede con razón ser calificado de verdadero y sincero espírita, está en un grado superior de adelantamiento moral; el Espíritu que domina más completamente la materia, le da una percepción más clara del porvenir; los principios de la doctrina hacen vibrar en él las fibras que permanecen mudas en los primeros; en una palabra, fue tocado en el corazón; su fe es también a toda prueba. Uno es como el músico que se conmueve con ciertos acordes, mientras que el otro sólo comprende los sonidos. Se reconoce al verdadero espírita por su transformación moral y por los esfuerzos que hace para dominar sus malas inclinaciones; mientras el uno se complace en un horizonte limitado, el otro, que comprende alguna cosa mejor, se esfuerza para librarse de él y lo consigue cuando tiene
una voluntad firme.
Esta no es la relación de todas las cualidades que distinguen al hombre de bien; pero cualquiera que se esfuerce en poseerlas, está en camino de poseer las demás.
LOS BUENOS ESPÍRITAS
* El Espiritismo bien comprendido, pero, sobre todo, bien sentido, conduce forzosamente a los resultados expresados anteriormente, que caracterizan al verdadero espírita como al verdadero cristiano, que son la misma cosa. El Espiritismo no creó ninguna moral nueva; facilita a los hombres la inteligencia y la práctica de la moral de Cristo, dando una fe sólida y esclarecida a los que dudan o vacilan.
Pero muchos de los que creen en los hechos de las manifestaciones, no comprenden ni sus consecuencias, ni su alcance moral; o, si los comprenden, no se las aplican a sí mismos. ¿A qué
se debe esto? ¿A falta de precisión de la doctrina? No, porque no contiene ni alegorías ni figuras que puedan dar lugar a falsas interpretaciones; su esencia misma es la claridad y esto es lo que constituye su fuerza, porque va directo a la inteligencia. Nada tiene de misteriosa y sus iniciados no están en posesión de ningún secreto oculto para el vulgo.
Para comprenderla, ¿es preciso una inteligencia fuera de lo común? No, porque se ven hombres de una capacidad notoria que no la comprenden, mientras que inteligencias vulgares y aun de jóvenes apenas salidos de la adolescencia, comprenden sus matices más delicados con admirable precisión. Esto depende de que la parte de algún modo material de la ciencia, sólo requiere vista para observar, mientras que la parte esencial requiere cierto grado de sensibilidad que se puede llamar la madurez del sentido moral, madurez independiente de la edad y del grado de instrucción, porque es inherente al desarrollo, en un sentido especial, del Espíritu encarnado.
En algunos, los lazos de la materia son aún muy tenaces para permitir al Espíritu desprenderse de las cosas de la Tierra; la niebla que los rodea les quita la vista del infinito; por esto no rompen fácilmente ni sus gustos, ni sus costumbres, ni comprenden nada mejor de lo que ellos poseen; la creencia en
los Espíritus es para ellos un simple hecho, pero modifica muy poco o nada, sus tendencias instintivas; en una palabra, sólo ven un rayo de luz insuficiente para conducirles y darles una aspiración poderosa y capaz de vencer sus inclinaciones. Se apegan más a los fenómenos que a la moral, que les parece banal y monótona; piden sin cesar a los Espíritus que les inicien en nuevos misterios, sin preguntar si se han hecho dignos de entrar en los secretos del Creador. Estos son los espíritas imperfectos, de los cuales algunos se quedan en el camino o se alejan de sus hermanos en creencia,porque retroceden ante la obligación de reformarse, o reservan sus simpatías para los que participan de sus debilidades o de sus prevenciones. Sin embargo, la aceptación del principio de la doctrina es un primer paso que les hará el segundo más fácil en otra existencia.
El que puede con razón ser calificado de verdadero y sincero espírita, está en un grado superior de adelantamiento moral; el Espíritu que domina más completamente la materia, le da una percepción más clara del porvenir; los principios de la doctrina hacen vibrar en él las fibras que permanecen mudas en los primeros; en una palabra, fue tocado en el corazón; su fe es también a toda prueba. Uno es como el músico que se conmueve con ciertos acordes, mientras que el otro sólo comprende los sonidos. Se reconoce al verdadero espírita por su transformación moral y por los esfuerzos que hace para dominar sus malas inclinaciones; mientras el uno se complace en un horizonte limitado, el otro, que comprende alguna cosa mejor, se esfuerza para librarse de él y lo consigue cuando tiene
una voluntad firme.
EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO
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Consecuencias filosóficas y morales que se desprenden de la reencarnación
La idea de la reencarnación del espíritu inmortal, aporta múltiples y profundas consecuencias morales, dando un sentido mas profundo de nuestra realidad individual y existencial dentro del Universo, porque por ella se cumple el propósito moral de nuestra existencia , cual es la evolución del Ser.
Esta idea nos lleva a comprender la necesidad de llegar a amar a toda la Creación y a nuestros semejantes, siendo cada vez mas solidarios y altruistas , en coherencia con el conocimiento de la ley del Amor y de la ley de las consecuencias de nuestros actos durante la vida, pues por ella sabemos que el ayudar a los demás supone estar ayudándonos a nosotros mismos. Estos principios éticos nos señalan que al ser naturalmente libre el espíritu humano, podemos actuar siempre plenamente conscientes de nuestra íntima libertad para pensar y decidir, por lo que cada individuo debería ser instruido sobre las consecuencias de sus actos, pero sin imposición alguna en aras del respeto a su libertad.
De la idea de la reencarnación y de la Ley de Consecuencias, se deduce la gran importancia de poner en nuestras vidas los sagrados principios evangélicos de la Caridad y de la Fraternidad humanas.
La honradez de vida que se plantea ante nuestras conciencias se desprende también del conocimiento de la reencarnación y de las demás leyes espirituales que la acompañan; es la esencia misma del sentido moral que debe primar en cada ser humano. La persona honrada y buena hace el bien por el bien mismo, sin buscar aprobación ni recompensa, sin buscar nada a cambio, ignorando odios y venganzas, y perdonando siempre; el honrado es afable con todos y caritativo para con los más débiles sobretodo; la tolerancia y el respeto son la bandera que ondea en su corazón.
Los conceptos éticos y morales que se desprenden de la idea reencarnacionista y de las demás leyes espirituales, tal como las presenta el Espiritismo, podrían contribuir enormemente al progreso espiritual del Ser humano y por tanto de toda la sociedad humana en general, porque la aceptación de la existencia del Espíritu y de su reencarnación, resultan un serio oponente a los conceptos materialistas y egoístas de la vida, que por sus nefastas consecuencias son la mayor plaga que sufre la Humanidad.
Por la reencarnación, comprendemos como evolucionamos de existencia en existencia humana, haciendo del progreso espiritual el objetivo esencial de la vida , dándonos la posibilidad de perfeccionarnos continuamente a través de nuestro esfuerzo por adquirir cada vez una mayor capacidad intelectual y moral, siempre ilimitadas, lo que nos abre un vasto e ilimitado horizonte de progreso humano, moral y espiritual.
Quien tenga asumidos los principios éticos y morales que aporta el sentido espírita de la reencarnación, procurará en vez de imponer castigos o venganzas a los culpables de cualquier delito, mejor instruirlos para su reforma moral como enfermos del alma a los que se debe ayudar a sanar, removiendo sus conciencias y previniendo sus acciones, porque sabrá que la venganza y el castigo no reforman a nadie; en muchos casos agravan más aún el sentir de los culpables y delincuentes, lo que demuestra que estos son inútiles para su mejoramiento y regeneración. Además sabrá creer y confiar en los mecanismos de actuación de la Justicia Divina, porque comprenderá como cada mala acción lleva implícita en sí misma, antes o después, su propio castigo o corrección.
El conocimiento espírita sobre las leyes de la reencarnación y la de Causa y Efecto, nos llevan a comprender la necesidad que todos tenemos de rechazar pensamientos y sentimientos negativos, así como del esfuerzo por ayudar a los demás y de lo necesario e importante que es mantener el cuerpo físico en buen estado, conociendo que es un valiosísimo instrumento para nuestra evolución.
Si la reencarnación fuese más comprendida y aceptada por la humanidad dejaría de tener sentido en nuestro mundo la existencia de lacras como el racismo, la xenofobia y todos los separatismos por razón de diferencias de lenguaje, de sexo o de cualquier clase Nadie podría despreciar a nadie por diferencias de la clase que sean , porque sería como despreciarse a sí mismo ya que en el pasado o en el futuro cada uno podríamos ser o haber sido como lo que ahora nos diferencia.
El conocimiento de las leyes que rigen la Vida, sobre todo el de la Reencarnación y la de Consecuencias, nos lleva a saber desprendernos de todo lo que nos empequeñece o rebaja moralmente, enseñándonos cómo debemos vivir en armonía con nosotros mismos, con la Naturaleza y con los demás, dándonos a realizar esfuerzos para crecer espiritualmente cada vez más.
Así llegaremos a comprender la igualdad absoluta y la solidaridad que debe unir a los seres humanos a través de nuestras vidas colectivas, lo que supone una lucha contra el orgullo y el egoísmo que nos impiden esta unión. ( Recordemos que cada uno recibe, antes o después, la cosecha de lo sembrado anteriormente).
Cuando comprendemos y aceptamos la idea de la reencarnación junto a las demás leyes cósmicas que le dan forma y sentido, aunque a veces es difícil, llegamos a sentir una mayor benevolencia y comprensión hacia los que consideramos más débiles o imperfectos moralmente , así como hacia los que a veces nos molestan con sus pasiones y defectos humanos.
También nos lleva a comprender el por qué debemos asumir con ánimo y resignación, el dolor o las circunstancias desfavorables de la vida así como las desigualdades e injusticias que suframos, porque estas no son caprichos arbitrarios de Dios o producto de la casualidad, sino que las generaron nuestros propios actos del pasado . Asimismo otras veces constituyen por si mismas pruebas necesarias para nuestro progreso espiritual, elegidas y aceptadas por nosotros mismos desde antes de regresar a este mundo.
Por el conocimiento de la reencarnación, también llegamos a comprender la necesidad de desarrollar la paciencia y la resignación ante los problemas de la vida, sabiendo que son pruebas que debemos asumir y superar para nuestra evolución espiritual, y que cada cosa llega en su momento adecuado y cuando debe de llegar. En cualquier caso, lo que sucede conocemos que es siempre para nuestro bien aunque a veces venga disfrazado de mal. Por eso debemos siempre aceptar todo lo que nos venga en la vida, aunque no lo comprendamos sin pedir nada más y sin rebelarnos ante el dolor o ante las injusticias humanas que padecemos , porque ya sabemos que no son casualidades ni mala suerte, sino que son pruebas necesarias para nuestro fortalecimiento y adelanto espiritual, y en cualquier caso, siempre son para nuestro bien. Por supuesto esto no significa que no debamos luchar contra la injusticia humanamente hablando, pues a veces estas pruebas son precisamente para que nos sacudamos la indolencia, desarrollemos nuestra voluntad y nuestra inteligencia, y nos fortalezcamos en el esfuerzo por erradicarlas.
El conocimiento de la Reencarnación y las consecuencias morales que se desprenden de ella así como de las demás leyes espirituales que la acompañan, nos debe conducir al bien y a la virtud, escapando así del engranaje de la ley de Consecuencias por la que cada acción , buena o mala, genera una reacción particular del mismo signo.
Todo lo dicho hasta aquí se podría concretar en:
• Que tenemos el derecho y el deber de ser íntimamente libres y de gobernarnos a nosotros mismos y a nuestros actos, en cualquier área de actividad.
• Que somos siempre responsables de las consecuencias de nuestras obras.
• Que tenemos el derecho y el deber de procurar ser felices y de hacer felices a los demás..
• Que nuestros derechos terminan allí en donde comienzan los derechos ajenos.
- Que debemos respeto y amor a los demás tanto como a nosotros mismos.
• Que tenemos obligación de cuidar nuestras de nuestras facultades y nuestra salud.
• Que debemos Amor a la Vida , a la Verdad y a la Libertad.
• Que la honradez total en la vida es algo básico fundamental..
• Que debemos guiarnos en la vida por un sentido ético y justo, rechazando la tentación de beneficiarnos de privilegios e injusticias.
• Que debemos considerarnos como simples depositarios y responsables por las riquezas que tengamos, y beneficiar con ellas a quienes lo necesiten.
• Que debemos dejar siempre una puerta abierta al arrepentimiento y no condenar nunca a nadie.
• Que debemos tratar a los demás como queremos ser tratados nosotros mismos.
• Que debemos perdonar siempre de corazón y engrandecer nuestro espíritu devolviendo bien por mal.
• Que podemos disfrutar solamente de los placeres que no perjudiquen ni hagan mal a nadie ni a nosotros mismos.
• Que debemos amar la Naturaleza respetando sus leyes y todos sus sistemas ecológicos, respetando a los seres que la habitan.
• Que debemos aceptar en conciencia que cada día que amanece , supone una nueva y maravillosa ocasión de hacer algo por los demás, o de reconciliarnos con ellos. Cada día es una nueva oportunidad , como un regalo diario que se nos hace para que nos podamos sentir en paz y felices haciendo algo por los demás o por nuestro propio mejoramiento.
El conocimiento y aplicación de todos estos conceptos espirituales , son puramente éticos y un factor determinante para la transformación de la actual conciencia planetaria a fin de poder alcanzar en el futuro de este mundo nuestro, una vida mas armónica y feliz dentro de unas sociedades humanas mas justas, fraternas, libres y solidarias en el nuevo Mundo de Regeneración que un día no muy lejano será este planeta.
- José Luis Martín-
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“No desees hablar. Bien está hablar poco; mejor aún es callar del todo, a menos que estés perfectamente seguro de que lo que vas a decir es verdadero, bueno y útil. Antes de hablar, considera atentamente si lo que vas a decir reúne estas tres cualidades, si no es así, guarda silencio”.
-Krishnamurti-
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