CONSTRUCCIÓN
En asuntos alusivos a la edificación del Reino de Dios en nosotros, no podríamos olvidarnos de hacer una comparación con relación a los requisitos necesarios para cualquier construcción terrestre.
Cualquier obra, para que se levante, exige planificación, servicio y orden.
Planificación que incluye dirección, orientación. Servicio que se define por la actividad,el deber y el orden que se expresa por cooperación y ajustamiento.
En suma, la disciplina es la síntesis de todos los programas y obligaciones para que hasta el menor edificio se concrete en la esfera humana.
No podría ser diferente en la edificación de nuestra vida espiritual. No podemos construir los mínimos tópicos de elevación espiritual en el propio Espíritu si no nos aplicamos con alegría al trabajo que nos compete.
Precisamos pensar en cómo está nuestra vida espiritual, si tenemos dedicada una pequeña cuota de tiempo para los compromisos espirituales.
Podemos creer que siempre tendremos obligaciones para con nuestra fe en Dios, obligaciones que no se resumen solamente en frecuentar templos religiosos, sino que se extiende desde la familia hasta la sociedad en que vivimos.
Por esto, debemos valorar más las buenas ideas, los propósitos nobles que deseamos alcanzar, en el trabajo incesante de la caridad, de buena voluntad con todos aquellos que nos rodean, para que así estemos colaborando como herramientas de amor en la edificación de un mundo mejor en nosotros mismos.
Somos material inteligente en las manos sabias del Creador.
El Señor, no obstante, no opera en nosotros a través del constreñimiento, porque el Reino de Dios debe surgir en nosotros a través de nuestros propios esfuerzos.
Y podemos comenzar desde ahora a estructurar ese reino en nuestro corazón. Basta que dediquemos unos minutos de nuestras vidas, a la meditación, la oración, la reflexión en torno a como anda nuestra vida íntima.
Buscando el auxilio edificante de la oración, encontraremos una aproximación mayor con el Padre. De ahí el consejo de Jesús cuando recomienda : Orad y vigilad.
En la meditación vamos encontrando mayor equilibrio para las realizaciones y en la reflexión actuamos casi siempre con más acierto.
Por eso, para enseñar como se debe actuar, vivir, crecer y trabajar, servir y morir en la edificación del reino eterno, estuvo el propio Maestro entre nosotros.
Viviendo en régimen de simplicidad en las bendiciones de la naturaleza, creciendo sin ilusiones, trabajando en apagada carpintería, sirviendo sin exigencias y muriendo injustamente en la cruz, sin revueltas y sin odio, para que aprendamos a buscar primeramente los designios de Dios, cuyo plan, es luz y felicidad para todas las criaturas.
Autor desconocido
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" Vivir es de todos, pero la convivencia es el factor que nos enseña la comprensión y la solidaridad de los unos para con los otros"
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EL GRUPO
No olvides que somos partes de un vasto grupo de almas, como puntos integrantes de un círculo.
Más allá de la familia consanguínea, tenemos el equipo espiritual al que nos imantamos por los más fuertes lazos del corazón.
Nadie odia sin haber amado profundamente y nadie experimenta animosidad sin haber conocido antes la bendición de la simpatía.
Por eso mismo los desafectos constituyen también fuerzas de nuestro conjunto, que no podemos eliminar y aun por esa razón es que el santuario doméstico o la oficina de trabajo son siempre preciosos educadores en donde las sombras y luces se mezclan para nosotros.
Aprendamos con Jesús a usar la química del amor, en la intimidad de nuestros pensamientos, practicando cada día pequeños ejercicios de tolerancia, si nos proponemos efectivamente elevar la fraternidad que nos arrojará a las gloriosas cimas de la vida.Reconozcamos que todos los obstáculos son medidas de nuestra fe y que todos los dolores son oportunidades valiosas a nuestro engrandecimiento y, fortaleciendo el cariño donde ya existía la confianza y exaltando la siembra de bondad donde aún repuntan los espinares de la aversión, sepamos vivir con el amor que Cristo nos enseñó, en la certeza de que nuestros mínimos actos de renuncia y ternura, de entendimiento y gentileza, de auxilio y generosidad, se presentan como decisivos.
El esfuerzo de nuestra alma, no está solo en nuestra elevación, sino también en el argumento salvador de nuestro grupo entero.
Espírito: EMMANUEL
Médium: Francisco Cândido Xavier
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Del mismo modo que los fenómenos de incorporación nos inician en las leyes profundas de la psicología, la reconstitució n de las formas de espíritus va a familiarizarnos con los estados menos conocidos de la materia. Al mostrarnos la acción que la voluntad puede ejercer sobre los imponderables, nos descubrirá los más íntimos secretos de la creación, o mejor aún, de la eterna renovación del Universo.
Sabemos que el fluido universal o fluido cósmico etéreo representa el estado más simple de la materia; es tan grande su sutileza que escapa a todo análisis. Y no obstante, de este fluido proceden, mediante condensaciones graduales, todos los cuerpos sólidos y pesados que constituyen el fondo de la materia terrestre. Estos cuerpos no son tan densos ni tan compactos como a primera vista nos parece; son atravesados con la mayor facilidad por toda clase de fluidos, y aun los mismos espíritus los atraviesan sin dificultades. Éstos, por la concentración de su voluntad, ayudados por la fuerza psíquica, pueden disgregarlos, disociar sus elementos, volverlos al estado fluídico, trasladarlos y reconstituirlos luego en su primer estado. Así se explican los fenómenos de traslación de objetos materiales a través de obstáculos materiales también. Recorriendo estos grados sucesivos de rarefacción, vemos a la materia pasar del estado sólido al líquido, de éste al gaseoso y finalmente al fluídico. Los cuerpos más duros pueden de este modo volver al estado invisible y etéreo. En sentido inverso, también el fluido más sutil puede cambiarse, gradualmente, en un cuerpo opaco y tangible . La Naturaleza entera nos demuestra el encadenamiento de las transformaciones que conducen a la materia desde el estado etéreo más puro al más grosero estado físico.
A medida que se verifica y se hace más sutil, la materia va adquiriendo propiedades nuevas, fuerzas de una intensidad creciente. Los explosivos, las radiaciones de ciertas substancias, la potencia de penetración de los rayos catódicos, la acción a grandes distancias de las ondas Hertz, nos dan de ello abundantisimos ejemplos, llevándonos a considerar el éter cósmico como medio en que la materia y la energía se confunden, constituyendo el gran foco de las actividades dinámicas, la parte de las fuerzas inagotables que la voluntad divina dirige y de donde surgen en ondas incesantes las armonías de la vida y el pensamiento eternales.
¡Pues bien! y aquí la cuestión va a tomar una no esperada amplitud, la acción ejercida por la potencia creadora sobre el fluido universal para dar vida a sistemas de mundos, vamos a encontrarla en manifestaciones más modestas, aunque sometida a leyes idénticas, en la acción del espíritu reconstituyendo las formas pasajeras que han de establecer, a los ojos de los hombres, su existencia y su identidad.
Las mismas nebulosas, agregados de materia cósmica condesada, germen de mundos, que nuestro telescopio nos muestra en el fondo de los espacios, van a aparecer también en la primera fase de las materializaciones de espíritus. Por este camino vemos cómo la experimentació n espirita nos conduce a las más amplias consecuencias. La acción del espíritu sobre la materia puede hacernos comprender de qué modo se elaboran los astros y se desenvuelve la obra gigantesca del Cosmo.
LEÓN DENIS
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