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miércoles, 12 de enero de 2011

El sabiode los sabios


En una noche que se perdió en polvo del tiempo, una Estrella  de primera grandeza brilló en el firmamento…
Poseedor de un conocimiento jamás igualado hasta los días actuales, ese Sabio de los sabios quedo conocido por todos los pueblos como Jesucristo.
Nadie, hasta hoy, sabe lo que Él sabía ni hace lo que El hacía.
Cuando los astrónomos  sondean los espacios procurando pruebas de la existencia de vida en otros planetas, El, profundo conocedor del universo, hace dos mil años afirmo: “en la casa de mi padre hay muchas moradas.”
Cuando los meteorólogos procuran las causas de los fenómenos climáticos, El, como quien conocía las leyes que rigen la naturaleza ordenó a la tempestad que se quitase, y así se hizo.
Mientras los modernos fisiólogos  sondean las moléculas del cuerpo humano para conocer sus peculiaridades, Él,  utilizando la voluntad, reconstituyo los tejidos carcomidos por la lepra, diciendo simplemente: “Yo quiero. Se limpio.”
Excelente Físico, desafío la ley de la  gravedad, andando sobre las aguas. Proeza que hasta ahora ningún científico oso imitar.
Genético hábil, esclareció  que el que nace de la carne es carne, y lo que nace del espíritu es espíritu. Hablo con sabiduría de esa dualidad humana, esclareciendo que el espíritu sopla  donde quiere, y nadie sabe de donde el viene, ni para donde va.
Psicopedagogo jamás igualado, usó los más excelentes métodos de educación, enseñando con una maestría incomparable.
Psicoterapeuta poco común, atendía con eficiencia  la intimidad de las criaturas, balsamizando los corazones dilacerados por el dolor.
 Hablaba en Su lengua patria y todos, venidos de las más variadas procedencias, Lo entendían. Más importante:  habla al aire libre para cientos de espectadores y todos Lo oían, sin utilizar aparatos de amplificación de la voz, hoy conocidos.
 Poeta Divino, hizo vibrar las cuerdas más sutiles del harpa de la viva del corazón humano, cantando las bienaventuranzas eternas.
Médico poco común, restituyo la visión a los ciegos, curo paralíticos del cuerpo y del alma, restableció la esperanza a los desalentados.
Magnetizador excelente, con un simple gesto reanimo  a personas dadas como muertas.
Orador incomparable, impresionó a los doctores de la ley con Sus palabras lucidas y coherentes, despertando temor y admiración al mismo tiempo.
 Anunciado por los antiguos profetas, Él fue el Mesías que vino a traer luz a las tinieblas de la ignorancia, y alentó a los sufridores sinceros.
Hoy, como entonces, continúa resucitando corazones tomados por la muerte de la indiferencia y del debilitamiento, enviando Sus propuestas a los círculos del dolor  e incomprensión.
Jesús es y continuará siendo el mayor de todos los sabios…
Incansable, Él continúa repitiendo el sublime convite: “quien quiera venir en pos de mi, tome su cruz , se niegue a si mismo, y me siga”.

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Jesús es el modelo de  perfección moral a que el hombre puede aspirar en la Tierra.
Creado mucho antes que la humanidad terrestre, vino a enseñar el camino que conduce a la felicidad, por el ya andado.
En ese sentido es que el Apóstol Juan señalo, en el capítulo 8, versículo 58 las siguientes palabras del Maestro: “antes que Abrahán existiese, yo soy”.


 (Texto del Equipo de Redacción de  Momento Espírita)