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domingo, 1 de mayo de 2011

Mediumnidad en los niños ( I )


COMO MANEJAR LA MEDIUMNIDAD EN LOS NIÑOS

Un niño es como un libro que acaba de ser abierto, con muchas sorpresas para los que se disponen a leerlo. Así es para los padres la vida de sus hijos, siempre son sorprendidos por las anomalías que estos  presentan. Frutos todas ella de su imperfección.

No sabemos los padres el secreto que en su inocencia esconden los niños; no sabemos lo que son, lo que han sido y ni lo que serán, ellos son seres que Dios envía a nuevas existencias; y para que no se les pueda imponer  una severidad demasiado grande, El les da todas las apariencias de la inocencia; incluso en un niño de mala índole, se cubren sus acciones malas con la no conciencia de sus actos.

Los espíritus entran en la vida corporal para perfeccionarse, para mejorarse; la fragilidad  los vuelve flexibles, accesibles a los consejos de la experiencia y a la de aquellos que deben hacerlos progresar; es entonces cuando se puede reformar  su carácter y reprimir sus malas tendencias.

Un periodo de incertidumbres e inseguridad surge en las casas donde hay niños y alguno de ellos  presenta mediumnidad  ostensiva en los primero años de su vida. El conocimiento de la Doctrina Espirita favorece  la forma adecuada de conducir estos procesos.

En el capítulo XVIII del Libro de los Médiums, el Maestro de Lión, Allan Kardec, nos presenta esta cuestión sobre la posibilidad o la existencia de la mediumnidad en los niños, siendo este un tema de mucho interés e importancia para el estudio, pues en las tempranas edades del desarrollo físico pueden presentarse eventos que necesitan de nuestra atención y comprensión.

Pongamos varios ejemplos:

El niño Marcos del Sur tenía cuatro años cuando contó haber presenciado la muerte del bisabuelo, fallecido antes de su nacimiento. Para convencer a su familia el  imitó al viejo  con perfección. En otra ocasión, dijo haber presenciado la imagen de un niño, hijo de una migo de su madre, siendo atropellado por un coche rojo. Rita de Cassia, la madre, fue para la casa de la familia del accidentado, confirmó la veracidad de la escena y llevó al hijo a un centro espírita, donde su mediumnidad fue reconocida. Al final del 2006, a los doce años, el describió los atentados en que unos traficantes incendiaron un autobús y provocaron la muerte de ocho pasajeros en Rió. El decía: “Lo veo todo negro y veo cosas. No tengo miedo, más siento dolores”.

La mediumnidad de Giovanna  aun choca a la familia.  A los dos años, la pequeña sólo dormía en la alfombra y despertaba siempre cuando intentaban colocarla en la cuna. Durante la noche, bastaba aproximarse a la cuna con ella en el cuello para Giovanna  volver a los llantos. Un neurólogo prescribió remedios para la disritmia cerebral. Claudia Geminiani, la madre, prefirió procurar un centro espirita. “Una médium explicó que un rapaz que había sido hijo de Giovanna  en otra encarnación la perseguía a la cuna en busca de cariño”, cuenta Claudia. “Ella tenía el rostro desfigurado y los miembros comprimidos, por eso asustaba a mi hija. “Una vez Giovanna llegó a proferir  palabras agresivas en un tono de voz diferente al suyo. Lecturas Evangélicas ayudaron a suavizar la crisis. Hoy con tres años  y ocho meses, Giovanna frecuenta un curso de evangelización y hace una oración siempre que alguna entidad la asusta.

Desde los ocho años; Camila no conseguía dormir en su propio cuarto. La visión de un cachorro feroz la impedía quedarse allí. La madre, Carla de Almeida Olivera, no olvida los gritos que la niña, hoy con cuatro años, daba cuando iba para la cuna. “Ella lloraba mucho,  con los ojos siempre cerrados. Sólo paraba con mucha oración”. Carla siendo espírita, no entendía como durante las sesiones del culto del evangelio en el Hogar, el  miedo que su hija sentía. Pues en esas ocasiones, Camila acostumbraba a ver una bruja por la casa, lo que la hacia sufrir. Cuenta su madre: “Cuando tiene visiones, mi hija se transforma en otra persona. Queda con una fuerza tan grande que ella mal conseguía dominarla.

Relatos como estos,  de comunicaciones con espíritus revelan que la mediumnidad es común en la infancia. Y los padres precisan a prender a lidiar con la situación.

En el inicio del retorno al cuerpo físico se generan una serie de procesos en el que el espíritu encarnado va acoplándose y amoldándose al nuevo cuerpo que habita, en ese momento de la vida el vehículo físico va sufriendo cambios en vías de su acondicionamiento a la vida material, y por su puesto, direccionándose para lo que será el cumplimiento de las necesidades del espíritu. A su vez el espíritu debe pasar también por muchos cambios a nivel periespíritual y psíquicos, pues debe ir elaborando nuevas facetas de su personalidad con el fin de ir mejorando sus condiciones para el cumplimiento de sus compromisos adquiridos en la vida espiritual que le permitirán el adelantamiento moral y el equilibrio.

Estudiada por religiosos, psiquiatras y hasta neurólogos, la mediumnidad es la capacidad de ver y oír espíritus o realizar fenómenos paranormales – como incorporación y clarividencia – por intermedio de agentes externos. O sea, de entidades espirituales que utilizan el cuerpo del médium como vehículo para manifestarse.

La psicología y la medicina, entretanto, buscan otras formas de justificar esos fenómenos. Si la criatura parece poseída por una entidad sobrenatural, por ejemplo, es tomado como un trastorno  de la personalidad o estado de trance o posesión, cuyo tratamiento es la psicoterapia y medicamentos.  La comunicación con los amigos invisibles a los ojos de los padres acostumbra ser encarada como mera fantasía. Hay momentos que la ilusión predomina y la criatura transforma en real lo que apenas es un deseo  inconsciente”.

Todos sabemos que la mediumnidad es el canal que liga a todas las criaturas vivas al mundo invisible o de los Espíritus. Su finalidad básica es la de excitar al espíritu encarnado en la materia, a vivir  sus experiencias evolutivas. En los vegetales y animales la mediumnidad se encuentra apenas en estado rudimentario. Se va tornando más amplia y compleja a medida en que se considera la evolución de esos seres animados  a través de las reencarnaciones.

La criatura es un adulto en potencia. Como nacemos trayendo predisponibilidad que nos posibilitan el intercambio mediúmnico, en algunas criaturas la Mediumnidad se presenta precozmente.

El libro de los Médiums nos dice en el capitulo XVIII  ítem 221 que es muy peligroso el desarrollar la mediumnidad en los niños; porque estos son organizaciones demasiado tiernas y delicadas se conmoverían demasiado y su joven imaginación se sobreexcitaría; los padres por esta razón deben alejarlos de estas ideas o al menos sólo les hablaran de ellas bajo un punto de vista de las consecuencias morales.

Cuando la mediumnidad en el niño es espontánea es porque esta, está en su naturaleza y que su constitución se presta a ella; eso no es lo mismo que cuando es provocado y sobreexcitado. El niño que tiene visiones, se impresiona generalmente poco por ellas; le parece una cosa muy natural, en la cual sólo se fija débilmente, más tarde el hecho se le presenta en la memoria  y se lo explica fácilmente si conoce el Espiritismo.

El desarrollo del ser humano puede dividirse en ciclos de 7 años en donde podemos observar los cambios y las adaptaciones orgánicas necesarias para la madurez del cuerpo, pero en estos ciclos esta incluido también el proceso de maduración del espíritu quien es el que define las modificaciones del vehículo carnal cumpliendo con la planificación establecida en los planos espirituales, en donde la definición de las características de su cuerpo orgánico le permitirá ciertas condiciones en provecho de la mejoría de sus deficiencia, sirviendo este nuevo cuerpo para la prueba o expiación.

En el primer ciclo, comprendido entre el alumbramiento y los 7 años de edad, el niño se encuentra en una condición ambivalente al respecto de estado de libertad espiritual, pues en esa etapa su espíritu y su cuerpo físico aún no establecen los lazos finales que le permitirán la culminación efectiva de la encarnación.

Su cuerpo aun inmaduro es apenas un vehículo en desarrollo en donde los controles periespirituales no son tan definidos, permitiendo al espíritu gozar de cierta libertad en cuanto a la percepción sensorial del entorno, experimentando por igual ambos estados de la existencia, es decir que el espíritu del niño al no haber establecido los vínculos profundos con la carne tiene la posibilidad de vivir en dos mundo a la vez, pues en su naturaleza espiritual puede verificar todo lo que le rodea en el plano físico, pero también puede percibir todo lo que se produce en el entorno invisible, siendo su espíritu protector el primero en mantener un contacto permanente con su tutelado.

En base a esto, las características presentadas por el niño definen mas una condición anímica que mediúmnica, pues lo que se produce no es otra cosa que la manifestación de las propiedades espirituales que todos poseemos al encontrarnos liberados de los lazos físicos, siendo en el caso del infante la expresión de sus propias condiciones espirituales.


La visión, la audición, incluso la posibilidad de conversar con los espíritus, son sólo eventos naturales para el niño, pues al no tener la posibilidad de diferenciar ambos estados de la existencia no existe en él ningún tipo de temor o de rechazo hacia algo que le parece normal, es luego en su crecimiento cultural e intelectual que se van estableciendo las convenciones sociales que le pueden dirigir su percepción sobre las cosas, generando según su educación ciertas fobias sobre la vida espiritual que en su mayoría son proyectadas por los adultos de su entorno, producto de la ignorancia y de los preceptos culturales sin fundamento.

Durante la niñez pueden presentarse eventos mediúmnicos relevantes, pues hay seres que en sus planificaciones establecieron la posibilidad del trabajo mediúmnico desde el inicio de su encarnación, ya sea por un proceso probatorio o por una misión en particular, expresando pues el espíritu encarnado desde el principio sus condiciones de medianero, teniendo sus padres la necesidad de auxiliar y dirigir estas manifestaciones en beneficio del crecimiento moral e intelectual del niño.

La práctica de la mediumnidad no tiene una edad prefijada  para el niño,  eso depende enteramente del desarrollo físico y mucho más del desarrollo moral; hay niños de doce años que se afectaran menos  que muchas veces los adultos. Si los hombres son víctimas de los espíritus mentirosos la infancia y la juventud están aun más expuestas por su inexperiencia. La edad está subordinada  a las circunstancias, al temperamento y al carácter del niño.

La constatación de la edad es muy difícil pues hay  bebés que tienen incorporaciones. Cada criatura tiene sus características propias y su mediumnidad aflora de acuerdo con sus condiciones. La practica de la mediumnidad entretanto, debe ser incentivada cuando el joven estuviera maduro lo suficiente  para un ejercicio seguro dentro los padrones de comportamiento conducidos con seriedad y responsabilidad de que se reviste el trabajo mediúmnico.

LA mediumnidad en los niños es más común de lo que se piensa. El adulto, por ya ser dueño de si mismo, entiende mejor el surgimiento de la misma, y procura una  forma de ajustarse a ella. Sea en los diversos Centros Espíritas o no. Cuando los hechos mediúmnicos estén surgiendo en la niñez de nuestros hijos, sabemos con seguridad, que su ángel protector estará atento para tal hecho. Esa asertiva, no nos excluye, entre tanto, a los padres y educadores, de nuestra responsabilidad de buscar la mejor forma de disminuir esos efectos. Deberemos estar siempre dentro de las orientaciones   de la codificación Kardeciana, y seguros del amparo de nuestros amigos espirituales para conducirnos con claridad hacia el camino marcado por Jesús.

La práctica de la mediumnidad presenta peligros e inconvenientes contra los cuales debemos precavernos. Muchos que trabajan en actividades mediúmnicas improductivas están bajo el imperio evidente de obsesión y de fascinación.

Lo que el libro de los médiums nos dice bien claro es que no se debe excitar el desarrollo de la mediumnidad en los niños cuando no es espontánea, y que en todos los casos es preciso usar de esta con gran circunspección; que tampoco se debe alentar en personas débiles, a los que den señales de excentricidad en las ideas o debilidad en las facultades mentales, porque hay en ellas predisposición evidente a la locura que cualquier  causa sobreexcitante puede desenvolver.

Aunque no se vea u oiga a los espíritus, es la mediumnidad la que hace que una criatura sea capaz de sentir si un ambiente está cargado y hacerla llorar cuando un extraño con energías ruines la pega en el cuello. Es preciso antes de afirmar que una criatura está bajo la influencia de un espíritu, descartar las hipótesis de fantasía  y de disturbios psíquicos. La primera etapa es entrevistar al paciente en busca de elementos que no podrían ser dichos por él. “Es difícil diagnosticar como fantasiosa una criatura  de  tres años que se pone a analizar cuadros de Botticelli o a conversar  en francés sin conocer ese idioma” por poner un ejemplo. Finalmente, exámenes neurológicos facilitarían el verificar si la actividad en el cerebro es equivalente  a la registrada en convulsiones o ataques de epilepsia. Normalmente la reacción es otra.

( continúa en la siguiente publicación )


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