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martes, 15 de julio de 2014

LA VIDA DE LOS SERES HUMANOS


                     
              LA VIDA DEL SER HUMANO

La vida es solo amarguras, ilusiones, cansancios…. ¿Por qué el amor y el odio, la alegría y el disgusto, la cuna y la tumba, el bien y el mal, ese constante díptico el flagrante oposición?
“Todo es perfecto en la Creación Divina. El orgullo humano es el que nos impide tener una clara visión de las causas, por estar pendiente del utilitarismo de los defectos mezquinos. Deambulante del instinto, de donde llego, el hombre retiene los llamados a la violencia y a las pasiones a las cuales llegó antes que brillen en él los astros de la felicidad que lo elevaran en la búsqueda de los tesoros de la alegría pura y de las fortunas intransferibles que deberá conseguir con su esfuerzo personal. Vivir, es también despedirse del cuerpo, muriendo en parte, en la argamasa celular, a fin de vivir sin el cuerpo, liberado de él en la plenitud de la Vida.”
El hombre en la Tierra, no es un paria del destino. Se torna execrable cuando lo quiere, e infame por propia elección. La Naturaleza lo incita a la belleza, el dolor a la renovación, tanto como la poda al reverdecimiento; la vida lo emula a la solidaridad, así como el infortunio a la bondad; la esperanza lo vitaliza para crecer, en cuanto a la dificultad lo inclina a la sumisión y lo desafía para el combate. Solamente que las armas, deberán estar hechas de elementos no agresivos ni vengativos.
La Divinidad nos favorece con el aire, la lluvia, el sol y el paisaje; nos facilita la adquisición del pan, la preservación de la salud, la convivencia social y nos impulsa a crecer… Los limitados, aquellos para los que escasean los recursos, están inscriptos en los códigos del equilibrio, que proponen resarcimiento y redención. La lluvia que renueva el arroyo está constituida por las partículas que el sol extrajo del riachuelo… Siempre hay retornos hasta que el sol de la intemperancia, apaciguándose, no absorba nuevos compromisos que tendrá que devolver… Por tanto, nadie alzará el vuelo hacia el triunfo, partiendo de un suelo de cadáveres, de víctimas indefensas…
El hombre está predestinado a la ventura. Los tropiezos e impedimentos que le dificultan el camino ascensional los puede apartar en base a honorables sacrificios. ¿Qué es la vida en la Tierra? Un instante comparado con la elocuencia de la Eternidad. ¿Qué es el poder en el mundo? Un halito de la nada ante la grandeza del Infinito. Por todos esos nadas el hombre desperdicia la paz malbarata esperanzas, saltando al pozo inmediato de la desventura donde desaparece poco a poco, consumido, alucinado. En el hombre son innatas la ideas de Dios, de la Inmortalidad, de la Justicia que recompensa con premios o latigazos, del Amor… sin embargo lo entorpece en orgullo que expele miasmas mefíticos, terminando por intoxicar a aquellos que los producen. La felicidad tan anhelada, pues, está al alcance de una conciencia tranquila, que surge de un carácter recto y de una mente sana. La tranquilidad jamás asfixiará a los remordimientos y el poder de cualquier talante nunca adquirirá la fortuna de la paz, si no se basa en la humildad, en la honorabilidad, en el bien. El poder real es aquel que no puede ser borrado y que tiene su génesis en el espíritu: los valores intrínsecos, incorruptibles.
Todas las cosas mantienen una correlación entre sí. Es tan importante el Sol que dona su luz y calor como el gusano que abre canales en la tierra para la aireación de las raíces; es tan valioso el brillante que refleja los astros como el grano de trigo que produce el pan. Sin aquel se puede pasar, sin este, es más difícil. En el mundo escasean los panes en cuanto se multiplican las gemas y la miseria irrumpe incontrolable.
Nadie puede convertirse en árbitro de la vida o de la muerte. Ninguna persona puede tomar en sus manos del destino de otra y hacer de el lo que le plazca. La Tierra no es una nave a la deriva en el océano de oxigeno que la envuelve ni el hombre es un objeto para ser consumido por las pasiones.
No hay tesoro más valioso que la paz ni posesión más preciosa que la rectitud del comportamiento. Todo pasa, menos las acciones practicadas que fomentan la libertad o producen crueles grilletes, matrices que se transforman en la producción de implementos futuros para el Espíritu.
Hagamos silencio, y escucharemos a Dios, porque el late en nosotros, entreguémonos sin recelos.
Hoy caminamos, ignorando la ruta del mañana. No perjudiquemos el porvenir, vencidos por las inquietudes. No nos afanemos por las cosas materiales. ¡Despertemos y vivamos!... Siempre es tiempo, aunque las oportunidades pasen. Aprovechémoslo.
Merchita
Extraído del libro “Del Abismo a las estrellas” Divaldo Pereira Franco

                                                   
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                        ¿ Existencia de los Espíritus ?
     

La duda concerniente a la existencia de los Espíritus,tiene como primera causa la ignorancia de su verdadera naturaleza.
Se les figura generalmente como seres aparte en la creación, y cuya necesidad no está demostrada. Muchos solo los conocen por los cuentos fantásticos que han oído desde la cuna, poco más o menos como se conoce la historia por las novelas; sin investigar si estos cuentos, separados los accesorios ridículos, se apoyan sobre un fondo de verdad, solo les impresiona lo absurdo; no quieren tomarse el trabajo de quitar la corteza amarga para descubrir la almendra y rehusan el todo, como hacen con la religión los que, por ver ciertos abusos, todo lo confunden en la misma reprobación.
Cualquiera que sea la idea que se forme de los Espíritus,esta creencia está necesariamente fundada sobre la existencia de un princípio inteligente fuera de la materia, y es incompatible con la negación absoluta de este principio. Tomamos, pues, nuestro punto de partida en la existencia, la supervivencia y la individualidad del alma, de lo que el Espiritualismo es la demostración teórica y dogmática, y el Espiritismo la demostración patente. Hagamos, por un instante, abstracción de las manifestaciones propiamente dichas, y raciocinando por inducción, veamos a qué consecuencia llegaremos. 

"El Libro de Los Médiums" Allan Kardec.

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                LIBRO DE LOS MEDIUMS - ALLAN KARDEC
                     

20. ¿La evocación es una cosa agradable o penosa para los
Espíritus? ¿Vienen con gusto cuando se les llama?


Esto depende de su carácter y del motivo por que se les llama. Cuando el objeto es laudable y cuando el centro les es simpático, para ellos es una cosa agradable y atractiva; los Espíritus son siempre felices por la afección que se les tiene. Para Algunos es una gran felicidad el comunicarse a los hombres y sufren por el abandono en que se les deja. Pero como he dicho ya, esto depende igualmente de su carácter; entre los Espíritus los hay también misántropos, que no les gusta que les estorben y cuyas respuestas indican su malhumor, sobre todo cuando son llamados por personas que les son indiferentes y por las cuales no se interesan. Muchas veces un Espíritu no tiene ningún objetopara venir al llamamiento de un desconocido que le es indiferente y casi siempre está movido por la curiosidad; si viene, generalmente hace cortas apariciones, a menos que no haya un objeto formal e instructivo en la evocación.

Observación. – Hay personas que sólo evocan a sus parientes para preguntarles las cosas más vulgares de la vida material; por ejemplo, el uno para saber si alquilará o venderá su casa, el otro para conocer los beneficios que podrá sacar de su comercio, el paraje en que se ha escondido dinero, si tal negocio será o no ventajoso. Nuestros parientes de ultratumba se interesanpor nosotros en razón a la afección que les tenemos. Si todo nuestro pensamiento se limita a creerles hechiceros, si sólo nos acordamos de ellos para pedirles indicios, no pueden tener por nosotros grande simpatía y no debe uno maravillarse si nos demuestran poca benevolencia. 

21. ¿Hay diferencia entre los buenos y malos Espíritus con respecto a venir pronto al llamamiento que se les hace? 
La hay muy grande; los Espíritus malos sólo vienen a gusto cuando esperan dominar y engañar; pero experimentan una viva contrariedad cuando están obligados a venir para confesar sus faltas; sólo desean marcharse, como cuando se llama a un estudiante para reprenderle. Pueden ser obligados por Espíritus superiores, como castigo, y para la instrucción de los encarnados. La evocación es penosa para los buenos Espíritus cuando se les llama inútilmente por cosas de ninguna importancia; entonces no vienen, o bien se retiran.

Vosotros podéis decir que, en principio, los Espíritus, cualquiera que sean, no les gusta como a vosotros, servir para distracción de los curiosos. Muchas veces no tenéis otra idea evocando a un Espíritu que el saber lo que os dirá, o preguntarle sobre las particularidades de su vida que no desea haceros conocer, porque no tiene ningún motivo para haceros sus confidencias. ¿Creéis que va a sentarse en el banquillo para que os divierta? Desengañaos: lo que él no os hubiera dicho cuando vivía tampoco os lo dirá como Espíritu.

Observación. – La experiencia prueba, en efecto, que la evocación es siempre agradable a los Espíritus cuando se hace con un objeto formal y útil; los buenos vienen con placer para instruirnos; los que sufren encuentran consuelo en la simpatía que se les manifiesta; los que hemos conocido están satisfechos de nuestro recuerdo. Los Espíritus ligeros quieren ser evocados por personas frívolas, porque esto les proporciona una ocasión de divertirse a sus expensas; están poco a gusto con personas graves.

Tomado del Libro de los Mediums
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