PROPUESTA PARA LA MEJORA DE LA EDUCACIÓN.
La preocupación con la educación no es sello distintivo, apenas, de los educadores.
En 1828, el profesor Rivail, director de la escuela de la academia de París, Francia, y miembro de diversas sociedades científicas, escribió un opúsculo titulado “Plan Propuesto para la Mejora de la Educación Pública.”
En sus escritos el profesor Rivail considera a la criatura como un ser extremadamente imprevisible desde su nacimiento, y tal vez antes, lo que nos hace suponer que aquel pedagogo admitía la preexistencia del alma.
Llamo la atención de los educadores para evitar, cuidadosamente, todo lo que pudiese hacer que la criatura experimentase impresiones negativas.
No consideraba como malas impresiones apenas el ejemplo del vicio, los malos consejos o las conversaciones poco adecuadas.
Mas alerto sobre un gran número de otras sutilezas que ejercen una influencia frecuentemente más perniciosa que el triste espectáculo del vicio.
Y en esas sutilezas incluyo la debilidad de los padres y la demasiada rigidez de los maestros.
Cuando cedemos, por ejemplo, a sus caprichos, cuando toleramos sus defectos bajo vanos pretextos, cuando nos sometemos a sus caprichos, en fin, cuando dejamos a la criatura percibir que somos víctimas de sus artimañas
O, aun, cuando no buscamos saber el móvil de sus acciones y tomamos defectos o gérmenes de vicios por cualidades, lo que ocurre frecuentemente.
Cuando no consideramos las circunstancias sutiles que pueden modificar tal o cual acción de la criatura, o cuando no tomamos en cuenta los matices de su carácter.
Todo eso hace que la criatura experimente impresiones que pueden constituir una fuente de graves vicios.
Una sonrisa, cuando se precisa ser serio; una flaqueza cuando sería preciso ser firme; la severidad cuando sería preciso la dulzura; una palabra sin pensar, en fin, bastan, algunas veces, para producir una impresión y hacer germinar un vicio.
¿Qué acontecerá, entonces, cuando esas impresiones sean resentidas desde la cuna y, comúnmente, durante toda la infancia?
Las puniciones también constituyen un triste capitulo en la historia de la educación de la infancia, pudiendo contribuir en gran parte en los defectos y vicios.
Frecuentemente muy severas o infligidas con parcialidad y en un momento de mal humor, ellas irritan a la criatura en vez de convencerla.
¡Cuántas artimañas, cuantos medios de desvío, cuantos fraudes ella no emplea para evitarlas¡
Es así que se maneja en ellas las simientes de la mala fe y de la hipocresía, y este es, muchas veces, el único resultado que obtienen.
La criatura irritada en vez de persuadida, se somete a la fuerza. Nada le prueba que ella actuó mal; ella sabe apenas que no actuó conforme a la voluntad del maestro; y esta voluntad ella la considera, no justa n razonable, más como un capricho y una tiranía.
Pensando un poco sobre esas cuestiones, llegaremos a la conclusión de que debemos establecer lazos de afecto y confianza recíprocos entre nosotros y nuestros educadores, para que la educación sea totalmente basada en la superioridad moral y en la persuasión y no en la fuerza física.
***
¿Usted sabia que el profesor Rivail era discípulo de Pestalozzi, el gran pedagogo suizo?
¿Y que Pestalozzi fue discípulo de Rousseau? Todos herederos de las ideas de Comenius, el gran padre de la escuela moderna.
Así, vale la pena consideremos sus lecciones relativas a la educación, pues proceden de grandes maestros de la pedagogía occidental.
Redacción De Momento Espirita
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