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lunes, 8 de junio de 2015

Los tiempos son llegados (continuación y final)


Las Cinco Alternativas de la Humanidad

Edson Rocha

Son muy pocos los hombres que viven sin inquietarse por el día de mañana.
Si, pues, se inquietan por lo que sucede un día de veinticuatro horas, con más razón es natural preocuparse por lo que será de nosotros después del día claro de la vida, porque no se trata nada más que de algunos instantes, en la eternidad.
¿Viviremos o no viviremos más?
No hay término medio; es una cuestión de vida o de muerte; ¡es la suprema alternativa!
Interrogándose  el sentimiento intimo  de casi todos los hombres, todos responderán: “Viviremos”
Esa esperanza es para ellos un consuelo.
Mientras tanto, una pequeña minoría se esfuerza, hace algún tiempo sobre todo, en probarles que no vivirán.
Esa escuela hizo prosélitos, es preciso confesar, y principalmente entre aquellos que temen la responsabilidad del futuro, encuentran más cómodo gozar el presente sin preocuparse, sin ser perturbados por la perspectiva de las consecuencias.
Más no está ahí sino la opinión de un pequeño número.
¿Si viviremos, como viviremos?
¿Estaremos en condiciones?
Aquí los sistemas varían con las creencias religiosas y filosóficas.
Entre tanto, todas las opiniones sobre el futuro del hombre pueden reducirse a cinco alternativas principales, que vamos a resumir sumariamente, a fin de que su comparación sea más fácil y cada uno pueda discernir, con conocimiento de causa, aquella  que le parezca  más racional y mejor responde a sus aspiraciones personales y a las necesidades de la sociedad.
Estas cinco alternativas son las que resultan de las doctrinas del materialismo, del panteísmo, del deísmo, del dogmatismo, y del Espiritismo.

I.                   La Doctrina Materialista

La inteligencia del hombre es una propiedad de la materia; nace y muere con el organismo.
El hombre no es nada antes, nada después de la vida corpórea.
Consecuencias: el hombre, no siendo nada más que materia, nada hay de real ni de envidiable  sino los goces materiales; los afectos morales no tiene futuro; los lazos morales son rotos  sin retorno en la muerte; las miserias de la vida  son sin compensación; el suicidio se torna el fin racional y lógico de la existencia, cuando el sufrimiento es sin esperanza de mejora; es inútil imponer un mejoramiento para vencer sus  malas inclinaciones; vivir para sí lo mejor posible, mientras esté aquí; siendo una estupidez el preocuparse y sacrificar su reposo, su bienestar, por otro, quiero decir, por seres  que serán aniquilados, a su turno , y que jamás volverán a ser vistos; deberes sociales  sin base, el bien y el mal son cosas de convención; el frio social es reducido al poder material de la ley civil.
Nota: Tal vez no será inútil recordar aquí, a nuestros lectores, algunos pasajes de un artículo que publicamos sobre el materialismo, en la Revista de Agosto de 1868
“El materialismo, decíamos, se hace notar  como no lo hiciera en otra época, colocándose como regulador supremo de los destinos morales de la Humanidad, tuvo por efecto asustar a las masas por las consecuencias inevitables de sus doctrinas para orden social; por eso mismo provocó, a favor de las ideas espiritualistas, una enérgica reacción que debe probarle que está lejos de tener las simpatías tan generales como suponía, y que se hace extraña ilusión esperando un día imponer sus leyes al mundo.
“Seguramente, las creencias espiritualistas de tiempo pasados insuficientes para este siglo; no están en el nivel intelectual de nuestra generación; están, sobre muchos puntos, en contradicción con los datos ciertos de la ciencia; dejan en el espíritu ideas incompatibles con la necesidad de lo positivo que domina en la sociedad moderna; tiene, más allá de eso, el error inmenso de imponer por la fe ciega y prescribir el libre examen; de ahí, sin ninguna duda, el desenvolvimiento de la incredulidad entre el mayor numero; es bien evidente que, si los hombres no fuesen nutridos, desde su infancia, sino con ideas que son más tardes confirmadas por la razón, no habría incrédulos.
¿Cuántas personas, reconducidas  a la creencia  por el Espiritismo, nos dijeron:
¡Si se hubiese siempre presentado a Dios, al alma y la vida futura de manera racional, jamás habríamos dudado!
“Del hecho de que en un principio reciba mala o falsa explicación, se sigue que haya rechazo!
Hay cosas espirituales, como de la legislación y de todas las instituciones sociales, que es preciso apropiarlas al tiempo bajo pena de sucumbir.
Más, en lugar de presentar una cosa mejor que el viejo espiritualismo, el materialismo prefiere  suprimir todo, o que dispensa procurar, y parece más cómodo  a aquellos que la idea de Dios y del futuro inoportuna.
¿Qué se pensaría de un médico que, Hallando el régimen de un convaleciente  no está bastante substancial para su temperamento, le recetase no comer nada?
“Lo que se admira encontrar, en todos los materialistas de la escuela moderna, es el espíritu de intolerancia, llevado a sus últimos limites, ellos que reivindican, sin cesar, el derecho de libertad de conciencia…
“Hay, en este momento, de parte de un cierto partido, una revuelta contra las ideas espiritualistas en general, en la cual el Espiritismo se encuentra naturalmente envuelto.
Lo que procura no es un Dios mejor y más justo, es el Dios materia, menos incomodo porque no hay que rendirles cuentas.

Nadie quita, a ese partido, el derecho de tener su opinión, de discutir las opiniones contrarias; más lo que no se podría concederle  es la pretensión, al menos singular para los hombres que se colocan como apóstoles de la libertad, de impedir, a los otros, creer a su manera  y discutir doctrinas que no  comparten.
Intolerancia por intolerancia. Una no vale más de los que la otra.

II.               Doctrina Panteísta

El principio inteligente o alma, independiente de la materia, en el nacimiento es aspirado del todo universal; se individualiza en cada ser durante la vida, y, en la muerte, retorna a la masa común, como las gotas de lluvia en el Océano.
Consecuencias. Sin individualidad, y sin conciencia de si mismo, el ser es como si no existiese; las consecuencias morales de esta doctrina son exactamente las mismas que las de la doctrina materialista.
Nota: un cierto número de panteístas admite que el alma, aspirada en el nacimiento  en todo el universo, conserva su individualidad durante un tiempo indefinido, y que ella no retorna a la masa sino después de haber llegado al último grado de la perfección
Las consecuencias de esta variedad de creencia son absolutamente las mismas que las de la doctrina panteísta propiamente dicha, porque es perfectamente inútil darse al trabajo para adquirir algunos conocimientos, de los cuales debe perder conciencia aniquilándose después de un tiempo relativamente corto; si el alma, generalmente, recusa admitir semejante concepción, cuando  debería ella  estar más penosamente afectada, pensando que, en el instante en que lograse el conocimiento y la perfección suprema, seria  cuando seria condenada  a perder el fruto de sus labores, perdiendo su individualidad.

III Doctrina Deísta

El deísmo comprende dos categorías bien distintas de creyentes: los deístas independientes y los deístas providenciales.
Los deístas independientes creen en Dios; admiten  todos sus atributos como creador.

Dios, dicen ellos, estableció las leyes generales que rigen el Universo, más esas leyes  una vez creadas, funcionan solitas, y su autor no se ocupa de ella más.
Las criaturas hacen lo que quieren o pueden, sin que con eso se inquiete.
No hay, providencia; Dios, no ocupándose de nosotros, nada hay que agradecerle, ni pedirle.
Aquellos que niegan toda intervención de la providencia en la vida del hombre son como criaturas que se creen bastante razonables para cuidar de su tutela, de los consejos  y de la protección de sus padres, o que piensan que sus padres no deben ocuparse de ellas más, desde que las coloco en el mundo.
Bajo el pretexto de glorificar a Dios, siendo, muy grande, para rebajarse hasta sus criaturas, hacen de él un gran egoísta y lo bajan al nivel de los animales que abandonan sus progenitores a los elementos.
Esta creencia es resultado del orgullo; es siempre el pensamiento de estar sometido a una fuerza superior  que ofende  el amor propio y de la cual procura libertarse.
Al paso que unos rechazan absolutamente esa fuerza, otros consienten en reconocer su existencia, más la condenan a la nulidad.
Hay una diferencia esencial entre el deísta independiente de los cuales acabamos de hablar, y el deísta providencial; este último, con afecto, cree  no solo en la existencia  y en el poder creador de Dios, en el origen de las cosas; creen aun en su intervención incesante en la creación y las incesantes llamadas,  más no admite el culto  exterior y el dogmatismo actual.

IV: Doctrina Dogmatica
El alma, independiente de la materia, es creada en el nacimiento de cada ser; sobrevive y conserva su individualidad después de la muerte; su suerte, desde ese momento esta, irrevocablemente echada; sus progresos ulteriores son nulos; ella será, consecuentemente, por toda la eternidad intelectual y moralmente, lo que era durante la vida.
Siendo los malos condenados  a castigos perpetuos e irremisibles  en el infierno,  de eso  resulta, para ellos, la inutilidad completa del arrepentimiento; Dios parece, así, rehusar  darles la  oportunidad de reparar el mal que hicieron.
Los buenos  son recompensados por la visión de Dios y la  contemplación perpetua en el cielo.
Los casos que pueden merecer, por eternidad, el cielo o el infierno, son dejados para decisión  y juzgamiento de hombres falibles, a quienes les es dado  absolver o condenar.
(Nota.  Si  se objetase, a esta última proposición, que Dios juzga en última instancia, se podría preguntar cuál es el valor de la decisión pronunciada por los hombres,  una vez que puede ser revocada.)
Separación definitiva y absoluta  de los condenados y de los elegidos.
Inutilidad de los auxilios morales y del consuelo para los condenados.
Creación de Anjeles o almas privilegiadas exentas de todo trabajo para llegar a la perfección, etc.; etc.
Consecuencias. Esta doctrina deja sin solución los graves problemas siguientes:
1º De donde vienen las disposiciones innatas, intelectuales y morales, que hacen  que los hombres nazcan buenos o malos, inteligentes o idiotas?
2º ¿Cuál es la suerte de las criaturas que mueren en tierna edad?
¿Por qué entran  ellas en la vida feliz sin el trabajo al cual otras están sujetas durante largos años?
¿Por qué son recompensadas  sin haber podido hacer bien, o privadas de la felicidad sin haber hecho el mal?
3º ¿Cuál es la suerte de los deficientes mentales, que no no tienen conciencia de sus actos?
4º ¿Dónde está la justicia de la miseria y de las enfermedades de nacimiento, una vez que no son el resultado  de ningún acto presente?
 ¿Cuál es la suerte del salvaje y de todos aquellos que mueren  forzosamente en el estado de inferioridad moral, donde se encuentran colocados por la propia Naturaleza,  si no les es dado progresar ulteriormente?
6º ¿Por qué Dios crea alas más favorecidas, unas que las otras?
7º ¿Por qué llama, prematuramente, a aquellos que habrían podido mejorarse  si hubiesen vividos más largo tiempo, desde el instante  que no les es dado avanzar después de la muerte?
8º ¿Por qué Dios creó ángeles, llegados a la perfección sin trabajo, al paso que otras criaturas están sometidas a las más rudas pruebas, en las cuales tienen más  facilidad de sucumbir que de salir victoriosas? Etc., etc.

V. Doctrina Espirita

El principio inteligente es independiente de la materia.
El alma individual preexiste y sobrevive al cuerpo. El mismo punto de partida para todas las almas, sin excepción: todas son creadas simples e ignorantes, y son sometidas  al progreso indefinido.
Ninguna criatura privilegiada es más favorecida, una que las otras; los Anjeles son seres llegados a la perfección después de haber pasado por donde las otras criaturas, por todos los grados de la inferioridad.
 Las almas, o Espíritus, progresan más o menos rápidamente en virtud de su libre albedrio, por su trabajo y su buena voluntad.
La vida espiritual es la vida normal; la vida corpórea es una fase temporal de la vida del Espíritu, durante el cual el reviste, momentáneamente, un envoltorio material  del que se despoja en la muerte.
El Espíritu progresa  en el estado corporal y en el estado espiritual.
El estado corporal es necesario al Espíritu hasta que el  logre cierto grado de perfección; en el se desenvuelve por el trabajo al que está sujeto por sus propias necesidades, y adquiere conocimientos prácticos especiales.
Una única existencia corporal es insuficiente para hacerlo adquirir todas las perfecciones, retoma un cuerpo  tan frecuentemente como sea necesario, y, cada vez,  y cada vez llega con el progreso que alcanzó  en sus existencias anteriores  y en la vida espiritual.
Cuando adquirió  en el mundo todo aquello  que en el puede adquirir, lo deja para ir a otros mundos más avanzados, intelectual y moralmente, cada vez menos materiales, y así continuamente hasta la perfección, a la cual la criatura es susceptible.
El estado feliz  o infeliz de los Espíritus es inherente a  su adelantamiento moral; su punición es la consecuencia de su endurecimiento en el mal, de  suerte que, perseverando en el mal, se punen ellos mismos; más la puerta del arrepentimiento jamás  les es cerrada; y pueden, cuando quieren, retornar al camino del bien  y llegar, con el tiempo, a todos los progresos.
Las criaturas que mueren  en tierna edad pueden ser más o menos avanzadas, porque ya vivieron en existencias anteriores, donde pudieron hacer el bien o cometer malas acciones.
La muerte  no las libra de las pruebas que deben sufrir, y recomienzan, en el tiempo útil,  una nueva existencia sobre la Tierra, en mundo superiores, según su grado de elevación.
El alma de los deficientes mentales es de la misma naturaleza que la de cualquier encarnado;  frecuentemente, su inteligencia es superior, y sufren la insuficiencia de los medios,  que tiene para entrar en relación con sus compañeros de  existencia, como los mudos  por no poder hablar.
Abusaron de su inteligencia, en sus existencias anteriores, y, aceptaron voluntariamente, estar reducidos  en  la imposibilidad para expiar el mal que cometieron. Etc.…

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  DESTINO, PREDESTINACIÓN Y LÍBRE ALBEDRÍO


por Francisco Marengo 

La casualidad no existe, así como no existe una  única cadena de acontecimientos. Esa  cadena puede ser mutable, de acuerdo con el camino tomado. Sin embargo, no podemos negar que pueda haber una predestinación, Esa predestinación parece estar íntimamente ligada a nuestro ser, como si de un camino previamente trazado e idealizado por nosotros, incluso antes del nacimiento en el plano físico, La analogía que hago es como si fuésemos a hacer un viaje, e hiciésemos todos los preparativos para tal,  rutas, recursos, salidas alternativas. En un momento dado, por más que  nos hubiésemos esforzado para que todo saliese según lo planeado, algo acontece, que cambia drásticamente el destino de nuestras vidas. En ese momento somos puestos a prueba, somos motivados a razonar y a crear maneras de adaptarnos a aquellos acontecimientos, intentando evitar al máximo el desvío de nuestras ideas. Pero pocos saben que ese rastro, esa predestinación, ya está alineada con nuestra Verdadera Voluntad. Y el acceso a esa verdad interior, nos guía y nos hace estar en consonancia con aquello que somos, vivimos y soñamos.

  Cuando nos percibimos de esto, sentimos que ya no estamos descolocados en la vida. de no adaptarnos a aquellos acontecimientos, tratando de evitar al máximo el desvío de nuestros ideales. Entretanto, pocos saben que ese rastro, esa predestinación, ya está alineada con nosotros en nuestra Verdadera Voluntad. Y el acceso a esa verdad interior nos guía y nos hace tener consonancia con lo que somos, vivimos y soñamos. cuando nos apercibimos de esto, sentimos que ya no estamos descolocados en la vida. Y sí pegando la embarcación a favor de la corriente. Esa Verdadera Voluntad, es un profundo estado del Ser, de integración consigo mismo. Usted nació predestinado, pero puede ahora cambiar su destino. Esa predestinación es circunstancial. Las personas pueden vivir sus vidas, recluídas en sus vidas, recluidas en sus conchas, porque no quieren despertar de su matriz, de su zona de conformismo. Esas personas se sienten vacías, saben que algo está equivocado pero no tienen el coraje de emprender determinados cambios que la reodenen con esa predestinación. Hay siempre un precio a ser pagado por cualquier cambio que hagamos, independientemente de cual ese cambio. El futuro está dentro de un universo probable. ¿ Cual es el futuro que el universo le reserva?. La trascendencia del ser podrá darle la respuesta. La Verdadera Voluntad es esencial, la verdadera voluntad solo es despertada si fuesen honestos consigo mismos.

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LOS TIEMPOS SON LLEGADOS
 ( Continuación)

«Cuando se os diga que la Humanidad llegó a un periodo de transformación en que la Tierra tiene que elevarse en la jerarquía de los mundos, nada de místico veais en esas palabras; ver por el contrario, la ejecución de una de las grandes leyes fatales del Universo, contra las cuales se quiebra toda la mala voluntad humana. ARAGO » 
- Sí, de cierto que la Humanidad se transforma, como ya se transformó en otras épocas, y cada transformación se señala por una crisis que es, para el género humano, lo que son para los indivíduos las crisis del crecimiento. Auquellas se tornan muchas veces penosas, dolorosas y arrebatan consigo las generaciones y las instituciones, pero son siempre seguidas de una fase de progreso material y moral.
" La Humanidad terrestre, habiendo llegado a uno de esos periodos de crecimiento, desde hace casi un siglo, en el trabajo de su transformación, por lo que vemos agitarse de todos los lados, presa de una especie de fiebre y como impelida por una invisible fuerza. Así continuará hasta que se haya estabilizado otra vez sobre nuevas bases. Quien la observe entonces, la encontrará muy cambiada en sus costumbres, en su caracter, en sus leyes, en sus creencias, en una palabra, en todo su estado social.
"Una cosa que os parecerá entrañable, y por eso no dejará de ser una rigurosa verdad, es que el mundo de los Espíritus, mundo que os rodea, experimenta el contrachoque de todas las conmociones que avalan el mundo de los encarnados. Digo igual que aquel que tomas parte activa en esas conmociones. Nada tiene esto de sorprendente, para quien sabe que los Espíritus hacen cuerpo con la Humanidad; que ellos salen de ella y a ella tienen que volver, siendo pues, natural que se interesen por los movimientos que se operan entre los hombres. Quedar por tanto, ciertos de que cuando una revolución social se produce en la Tierra, avala igualmente al mundo invisible, donde todas las pasiones, buenas y malas, se exacerban, como entre vosotros. Indecible efervescencia entra a reinar en la colectividad de los Espíritus que aun pertenecen a vustro mundo y que aguardan el momento de volver a él.
" La agitación de los encarnados y desencarnados se juntan a veces  y frecuentemente al mismo tiempo, ya que todo se conjuga en la Naturaleza, las perturbaciones de los elementos físicos. Entonces, durante un tiempo se produce una confusión general, que pasa con furia, despues de la cual, el cielo vuelve a estar sereno y la Humanidad reconstituida sobre nuevas bases, imbuida de nuevas ideas, comienza a recorrer una nueva etapa de progreso.
" Y en el periodo que ahora se inicia, el Espiritismo florecerá y dará frutos. Trabajais por tanto, más para el futuro que para el presente. Era, por tanto, necesario que esos trabajos se preparasen anticipadamente, porque ellos trazan las sendas de regeneración por la unificación y racionalidad de las creencias.
Dichosos los que de ellos se aprovechan ya. Tantas penas se salvarám, cuantos serán los provechos que de ellos surgirán. Coctor Barry-"
-De lo que precede, resulta que a consecuencia del movimiento de traslación que ejecutan en el espacio los cuerpos celestes, ejercen unos sobre otros, mayor o menor influencia, conforme a la proximidad en que se hallen entre sí en sus respectivas posiciones; que esa influencia puede acarrear una perturbación momentánea a sus elementos constitutivos y modificar las condiciones de vitalidad de sus habitantes; que la regularidad de los movimientos determina la vuelta periódica de las mismas causas y de los mismos efectos; que, si es demasiado corta la duración de ciertos periodos para que los hombres los aprecien, otros ven pasar generaciones y razas que ellos no perciben, y de las cuales se figura normal el estado de cosas que observan. Por el contrario, las generaciones contemporáneas de la transición, sufren el contrachoque y todo les parece fuera de las leyes ordinarias. Esas generaciones ven una causa sobrenatural, maravillosa, milagrosa, en vez de realidad que es la ejecución de las leyes de la Naturaleza.
Si, por el encademaniento y la solidaridad entre causas y efectos, los periodos de renovación moral de la Humanidad coinciden, como todo lleva a creer, con las revoluciones físicas del globo, pueden los referidos periodos, ser acompañados o precedidos de fenómenos naturales, insólitos para los que ellos no están familiarizados, de meteoros que parecen extraños, de recrudescencia e intensificación desusadas de los flagelos destructores, que no son ni causa ni presagio sobretanural, sino una consecuencia del movimiento general que se opera entre el mundo físico y el mundo moral.
Anunciando la época de renovación que se había de abir para la Humanidad y determinar el final del viejo mundo, a Jesús pues, le fue lícito decir que se señalaría por fenómenos extraordinarios, temblores de tierra, flagelos diversos, señales en el cielo, que no son mas que meteoros, sin derogación de las leyes naturales. El vulgo, vió en esas palabras la predicción de hechos milagrosos.
- La previsión de los movimientos progresivos de la Humanidad, nada representa de sorprendente, cuando hecha por seres desmaterializados que vienen con el fin de atender todas las cosas, teniendo alguno de ellos, conocimiento directo del pensamiento de Dios. Por los movimientos parciales, esos seres ven en que época vendrá a operarse un movimiento general, del mismo modo que el hombre puede calcular de antemano el tiempo en que un árbol dará frutos, del mismo modo que los astrónomos calculan la época de un fenómeno astronómico, por el tiempo que un astro gasta para efectuar su revolución.
-La Humanidad es un ser colectivo en el que operan las mismas revoluciones morales por las que pasa todo ser individual, con la diferencia de que unas se realizan de año en año y las otras de siglo en siglo. Acompáñese a la Humanidad en sus evoluciones a través de los tiempos y véase la vida de las diversas razas marcada por periodos que dan a cada epoca una fisonomía especial.
 - De dos maneras se opera, como ya dijimos, la marcha progresiva de la Humanidad: una, gradual, lenta, imperceptible, si se consideran las épocas consecutivas, a traducirse por sucesibas mejoras en las costumbres, en las leyes, en los usos, mejoras que son como la continuación, se pueden percibir, como los cambios que las corrientes de agua ocasionan en la superficie del globo, otra, por movimientos relativamente bruscos, semejantes a los de un torrente que, rompiendo los diques que la contenían, traspone en algunos años el espacio que llevaría siglos recorrer. Y entonces, un cataclismo moral se traga en breves instantes las instituciones del pasado y al cual sobreviene un nuevo orden de cosas que poco a poco se estabiliza a medida que se restablece la calma y que acaba por tornarse definitiva.
Aquél que viva bastante para abrazar con la vista las dos vertientes de la nueva fase, le parecerá que un mundo nuevo surgió de las ruinas del antíguo. El caracter, las costumbres, los usos, toda ha cambiado. Y en efecto, surgirán hombres nuevos, o mejor, regenerados. Las idéas que la generación que se extinguió llevo consigo, cederán lugar a ideas nuevas que aparecen con la generación que se levanta.
- Una vez adulta, la Humanidad tiene nuevas necesidades, aspiraciones más vastas y más elevadas; comprende el vacío con que fué embalada, la insuficiencia de sus instituciones para darle felicidad; no encontró en ese estado de cosas, las satisfacciones legítimas a las que se siente con derecho. Se despojó en consecuencia, de las fases infantiles y se lanza, impelida por iresistible fuerza, a las márgenes desconocidas, en busca de menos horizontes menos limitados.
Y es a uno de esos periodos de transformación , o, si lo prefieren, de crecimiento moral que ahora llega a la Humanidad. De la adolescencia llega al estado viríl. El pasado ya no puede bastar a sus nuevas aspiraciones, a sus nuevas necesidades; ya no puede ser conducida por los mismos métodos; ya no se deja llevar por ilusiones, ni fantasmagorias; su razón madurada reclama  alimentos más sustanciosos. Es demasiado efímero el presente; ella siente que más amplio  su destino es que la vida corpórea es excesivamente restringida para encerrarlo enteramente. Por eso se sumerge y mira en el pasado y en el futuro, a fin de descubrir uno u otro misterio de su existencia y adquirir una consoladora certeza.
Es el momento en que ella se encuentra muy  apretada en la esfera material, en que transbordante se encuentra la vida intelectual, en donde el sentimiento de la espiritualidad le desarrolla en el interior, ¡ que hombress que se dicen filósofos pretenden llenar el vacío con las doctrinas del nadismo y del materialismo!, ¡ Singular aberración !. Esos mismos hombres, que intentan impulsar a la Humanidad, se esfuerzan por circunscribirla en el estrecho círculo de la materia, donde ella ansía por escaparse. Le velan el aspecto de la vida infinita y le dicen, apuntando para el túmulo: "¡ Non plus ultra !"
- Quien quiera que haya meditado sobre el Espiritismo y sus consecuencias y no circunscriba la producción de algunos fenómenos, habrá comprendido que él abre a la Humanidad una  carretera nueva y le despeja los horizontes del infinito. Iniciándonos a los misterios del mundo invisible, le muestra el verdadero papel en la creación, papel perpétuamente activo, tanto en estado espiritual como en estado corporal. El hombre ya no camina a ciegas: sabe de donde viene, a donde va y por qué está en la Tierra. El futuro se le revela en su realidad, despojado de los prejuicios de la ignorancia y de la superstición. Ya no se trata de una vaga esperanza, sino de una verdad palpable, tan cierta como la sucesión del día y la noche. Él sabe que su ser se halla limitado a algunos instantes de una existencia transitoria; que la vida espiritual no se interumpe por efecto de la muerte; que ya vivió y volverá a vivir y que nada se pierde de lo que haya ganado en perfección; en sus existencias anteriores depara con la razón de que es hoy y reconoce que de lo que él es hoy, cual se hizo a sí mismo, podrá deducir lo que vendrá a ser un día.
- Con la idea de que la actividad y la cooperación individuales en la obra general de la civilización, se limitan a la vida presente, que antes la criatura nada fue y nada será después, ¿ Que le puede interesar al hombre el progreso de la Humanidad?. ¿Qué le importa que en el futuro los pueblos sean mejor gobernados, más dichosos, más esclarecidos, mejores unos para los otros?. ¿Nó queda perdido para él todo el progreso, pues este de ningún provecho servirá?. ¿De que le sirve trabajar para los que han de vivir después, si nunca le será dado conocerlos, si sus descendientes serán criaturas nuevas, que poco después volverán después a la nada?
Bajo el dominio de la negación del futuro individual, todo forzosamente, se empequeñece a las insignificantes proporciones del momento y de la personalidad. Por el contrario, ¡ qué amplitud da el pensamiento al hombre, la certeza de la perpetuidad del ser espiritual!  ¡ Qué de mas racional, de más grandioso, de más digno del Creador, que la ley según la cual la vida espiritual y la vida corpórea son apenas dos modos de existencia que se alternan para la realización del progreso!. !Qué de más justo hay y de más consolador que la idea de estar con  los mismos seres y progresar incesantemente, primero, a través de las generaciones en un mismo mundo, de mundo en mundo después, hasta la perfección sin solución de continuidad!
Todas las acciones tienen entonces, una finalidad, por cuanto, trabajando para todos, cada uno trabaja para sí y recíprocamente, de suerte que nunca se pueden considerar infecundos ni el progreso individual ni el progreso colectivo. De ambos progresos se aprovecharán las generaciones y las individualidades por venir, que otras no vinieron a ser sino las generaciones y las individualidades pasadas, en más alto grado de adelantamiento.
- La fraternidad será la piedra angular del nuevo orden social; pero no hay fraternidad real, sólida, efectiva, sino la asentada sobre  base inavalable y esa base es la fe, no la fe en tales o cuales dogmas particulares, que cambian con los tiempos y los pueblos y que mutuamente se apedrean, por cuanto anatematizándose unos a otros, alimentan el antagonismo, pero la fe en los principios fundamentales  que toda la gente pueda aceptar, será aceptada: Dios, el alma, el futuro, el progreso individual indefinido, la perpetuidad de las relaciones entre los seres. Cuando todos los hombres estuvieren convencidos de que Dios es el mismo para todos; de que ese Dios soberanamente justo y bueno, nada de injusto puede querer; que todos los hombres, bien o mal, todos se consideren hijos del mismo Padre y se tiendan las manos unos a otros.
Esa es la fe que el Espiritismo faculta y que en adelante será el eje en torno al cual girará el género humano, cualquiera que sean los cultos y las creencias particulares.
- El progreso intelectual realizado hasta el presente, en las más largas proporciones, constituye un gran paso y marca una primera fase en el avance general de la Humanidad; impotente para él regenerarla. En cuanto que el orgullo y el egoísmo lo dominen, el hombre se servirá de su inteligencia y de sus conocimientos para satisfacer sus pasiones y sus intereses personales, razón por la que  los aplicará en perfeccionar los medios de perjudicar a sus semejantes o de destruirlos.
- Solamente el progreso moral puede asegurar a los hombres la felicidad en la Tierra, restringiendo las malas pasiones; solamente ese progreso puede hacer que entre los hombres reine la concordia, la paz y la fraternidad. Será este progreso quien dejará por tierra las barreras que separan los pueblos, que hará caer los preconceptos de casta y que se callen los antagonismos de las sectas, enseñando a los hombres a que se consideren hermanos que tienen el deber de auxiliarsen mutuamente y no destinados a vivir unos a costa de otros.
Será el progreso moral que secunadado entonces por la inteligencia, confundirá a los hombres en una misma creencia fundada en las verdades eternas, no sujetas a controversias y, en consecuencia, aceptables por todos.
La unidad de creencia será el lazo más fuerte, el fundamento más sólido de fraternidad universal, obstaculizada desde siempre por los antagonismos religiosos que dividen a los pueblos y a las familias, que hacen que sean unos, los disidentes, vistos por los otros, como enemigos a ser evitados, combatidos, exterminados, en vez de hermanos para ser amados.
- Semejante estado de cosas presupone un cambio radical del sentimiento de las masas, un progreso general que no se podía realizar sino fuera del círculo de ideas  vergonzosas y corrientes que fomentan el egoísmo.
En diversas épocas, hombres   especiales, procuraron impulsar a la Humanidad por ese camino; pero aún muy jóven, ella se conservó sorda y las enseñanzas que ellos les dieron, fueron como la buena simiente caída en el pedregal.
Hoy, la Humanidad está madura para lanzar su mirada a las alturas que nunca intentó divisar, a fin de alimentarse de ideas más amplias y de comprender lo que antes no comprendía.
La generación que desaparece llevará consigo sus errores y prejuicios; la generación que surge retemplada en fuente más pura, imbuida de ideas más sanas, imprimirá al  mundo ascensional movimiento, en el sentido del progreso moral que señaalará la nueva fase de evolución humana.
- Esa fase ya se revela por señales inequívocas, por tentatias de reformas útiles y que comienan a encontrar eco. Así, vemos fundarse una inmensidad de instituciones protectoras, civilizdoras y emancipadoras, bajo el influjo y por iniciativa de hombres evidentemente predestinados a la obra de regeneración; que las leyes penales se van presentando dia a dia impregnadas de sentimientos más humanos. Se debi,itan los conceptos de raza, los pueblos entran a considerarse miembros de una gran familia; por la uniformidad y facilida de los medios de realizar sus transacciones, se suprimen las barreras que los separabana y de todos los puntos del mundo se reunen en comicios universales, para los entendimientos pacíficos de la inteligencia.
Falta, por ahora, a esas reformas, una base que permita que se desenvuelvan, completen y consoliden; falta una predisposición moral más generalizada para hacer que ellas fructifiquen y que las masas las acojan. Aun ahí, hay una señal característica de la época, porque es el preludio de lo que se efectuará en más larga escala, a proporción que el terreno se vaya tornando más favorable.
- Otra señal no menos característica del periodo en que entramos se encuentra en la reacción que se opera en sentido de las ideas espiritualistas; en la repulsión instintiva que se manifiesta contra las ideas materialistas. El espíritu de incredulidad que se apoderara de las masas, ignorantes o esclarecidas, y las llevaba a rechazar con la forma, la sustancia misma de toda creencia, parece haber sido un sueño, a cuyo despertar se siente la necesidad de respirar un aire más vivificante. Involuntariamente.  para rechazar allá donde el vacío se hubiera hecho, se buscase alguna cosa, un punto de apoyo.
- Si suponemos poseida de esos sentimientos a la mayoría de los hombres, podremos facilmente imaginar las modificaciones que de ahí derivarán para las relaciones sociales; toodos tendrán por divisa: caridad, fraternidad, benevolencia para con todos, tolerancia para todas las creencias. Es la meta a donde tiende evidentemente la Humanidad; ese objeto de sus aspiraciones, de sus deseos, sin que, entre tanto, ella perciba claramente por qué medio las ha de realizar. Ensaya, tantea, pero es detenida por muchas resistencia activas, o por la fuerza de la inercia de los preconceptos, de las creencias estacionarias y refractarias al progreso. Se hace necesario vencer tales resistencias y esa será la obra de la nueva generación. Quien acompañe el curso actual de las cosas, reconocerá que todo parece predestinado a abrirle camino. El tendrá de por sí la mayor fuerza del número y de las ideas, y por añadidiura, la experiencia del pasado.
- La nueva generación marchará pues, para la realización de todas las ideas humanitarias compatibles con el grado de adelantamiento a que hubiere llegado. Avanzando para el mismo blanco y realizando sus objetivos, el Espiritismo se encontrará con ella en el mismo terreno. A los hombres progresistas se les deparará en las ideas espíritas, poderosa albanza y el el Espiritismo hallará en los nuevos hombres, espíritus enteramente dispuestos a acogerlo. Dado ese estado de cosas, ¿Qué podrán hacer los que intenten oponérsele?.

(La Génesis, los milagros y las predicciones según el Espiritismo,- Allan Kardec, cap XVII, Juicio Final, Cap XVIII. Los tiempos son llegados-Señales de los tiempos)

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