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jueves, 8 de noviembre de 2012

EL SEXO Y LAS MENTES ENFERMAS




El sexo es un departamento orgánico programado  por la vida para la reproducción de la especie.

Los Espíritus no tienen sexo, puesto que los sexos dependen de su organización. Hay entre ellos amor y simpatía, pero basados en la concordia de los sentimientos.

Un mismo Espíritu puede animar el cuerpo de un hombre, como el de una mujer y viceversa. Lo que lo guía en la elección son las pruebas por las que tenga que pasar.

Destinado al progreso, que es limitado el Espíritu debe vivenciar cada encarnación ennobleciendo las funciones  de que está constituido su cuerpo, para desplegar los valores que duermen en si, latentes.

En cada polaridad, se torna más fácil, cuando no edificante, escoger el próximo emprendimiento. Cuando se corrompe o  desvía  el rumbo de las funciones, genera perturbaciones  emocionales y psíquicas que le imponen duros procesos de recuperación, de los que no se puede eludir con facilidad.

Valiosos capítulos  de la Medicina son dedicados a las psicopatológicas sexuales morfológicas y psicológicas, conduciendo al individuo a estados graves de conducta y de vida.

Es necesaria e independiente una nueva ética-moral, a fin de que los valores intercambiados  por la sociedad en el curso de los milenios, no se pierdan en el lodazal de las pasiones, y en el desprestigio de las instituciones, como es el matrimonio, la familia, la castidad, la salud comportamental, el grupo social…

El ser humano tras torpes experiencias de convivencia enfermiza,  ha logrado que su unión sea por el matrimonio y la monogamia  algo muy valioso, en el pasado su unión era una aventura macabra cuyas consecuencias eran imprevisibles para la propia sociedad.

En la época actual, en la tierra, se vive la hora del sexo. El sexo vive en la cabeza de las personas, y parece haber salido de la organización genética donde tiene su sede. El pensamiento  es una fuerza actuante y desencadenadora de la función sexual.

Cuando el hombre se deja estimular por el sexo desaliñado, se hace esclavo de una función pervertida de la mente y vive atormentado por las fantasías mórbidas.

Todo ser humano es lo que señalan sus valores éticos, sus aspiraciones, sus sueños, sus luchas, sus grandezas y también sus aprendizajes dolorosos.

Progresando siempre, el Espíritu jamás retrocede en su proceso reencarnatorio, pero puede estacionarse y guardar la reparación de  los errores graves cometidos, cuando ya no puede permitírselos más.

El sexo mal conducido, abre campo para terribles connubios obsesivos, abriendo campo a Espíritus atormentados y enfermos que se vinculan  al individuo, llevándolo a procesos de parasitosis atroces y de difícil liberación.

Desvíos sexuales, aberraciones  en las prácticas del sexo, conductas extravagantes y desorganizadas de las funciones establecidas por las leyes de la Vida, generan  perturbaciones de largo curso, que no se recomponen  con facilidad, sino a lo largo de dolorosas reencarnaciones eliminadoras  y purificadoras.

El respeto y la consideración hacia las funciones sexuales constituyen la mejor terapia preventiva para la manutención de la salud moral, así como el esfuerzo para la  posición del carácter, cuando alguien ya se corrompió junto a la terapia especializada, se hacen imprescindibles para la conquista de la armonía.

Cada uno responde siempre por lo que inspira y por lo que hace. El sexo no fue elaborado para el placer vulgar, sino para las emociones superiores en la construcción de las vidas o para las sensaciones compensadoras cuando está preparado para las dulces vibraciones del amor, manteniendo la afectividad y la alegría de vivir.

El hombre debe reflexionar y actuar de manera correcta en la relación de las funciones sexuales.

Allan Kardec abrió la era del espíritu, insertas en la Codificación y relacionadas con el Universo, la inmortalidad, la Comunicabilidad con los Espíritus, la Pluralidad de los mundos habitados, que la marcha del progreso es infinita.

Son muchos los espíritus que salen con expectativas ricas de esperanzas y proyectos de edificaciones libertadoras aspirando a la felicidad. Una vez inmersos en la niebla carnal,  los antiguos vicios y las malas inclinaciones que aun predominan, las atracciones  hacia el mal, los choques con los adversarios del pasado, los obligan a ceder  a los impulsos inferiores, y como efecto, caen después en las redes de los propios enredos perniciosos.

Aun proliferan  los preconceptos, la intransigencia religiosa y el fanatismo entre las criaturas, que prefieren la distancia de su prójimo a la amistad generadora de simpatía y de cordialidad y establecen el buen entendimiento.

El Espiritismo, tiene un papel de elevada relevancia a desempeñar en esta sociedad comprometida  y marcada por los efectos dañinos de las actitudes desvariadas, la educación moral y  espiritual, objetivo principal del Espiritismo Cristiano, tiene el objetivo de crear escuelas de educación, talleres promotores de acciones ennoblecidas, así como también ambulatorios dedicados a la salud física, mental y comportamental que los desvaríos obsesivos ultrajan.

A través de los tiempos, la conquista de si mismo, la responsabilidad delante del prójimo y la madre Naturaleza, nunca deben salir  de la línea de conducta humana, puesto que en eso residen  las máximas aspiraciones del Espíritu para la conquista de belleza y plenitud.

Cuando el pensamiento de Jesús predomine en las conciencias humanas, el hombre y la mujer comprenderán que el sexo existe para fermentar la vida y procrear, amparado por emociones ennoblecedoras del intercambio de energías y no para el banquete salvaje de los instintos y de las sensaciones, desbordando en crímenes y destrucción de la vida.

Son muchos los individuos que sienten atracción hacia el mal, hacia las tendencias ascentrales y permanecen recelosos, viviendo el calo-oscuro de la decisión a tomar. Súbitamente, se encaminan hacia la morbidez y el escándalo, convirtiéndose más tarde en lideres  y modelos singulares. Demuestran una alegría que no sienten, un cinismo que solo es una mascara que esconde las aflicciones casi insoportables que lo trastornan, sin poderse desvincular por el deseo del placer sin conseguirlo con facilidad.

La gran mayoría desencarnan durante ese comportamiento enfermizo y casi todos son arrastrados hacia el sórdido campo de la lujuria, sufriendo durante  decenios y también siglos, hasta el momento que buscan la renovación.

La mente es siempre la constructora de la vida, ofreciendo la energía con la cual son condensados  los anhelos y las necesidades de todas las criaturas.

El sexo, está impregnado de sensaciones y emociones, cuando es vilipendiado  y ejercido con ignorancia de sus sagradas funciones, se transforma en generador de tormentos que dan curso a otros vicios y alucinaciones, impulsando a sus victimas a las drogas, al alcohol, al tabaco, a la mentira, a la traición, a la infamia y a todo un séquito de miserias morales que entorpecen los sentimientos  y obnubilan la razón.

La Tierra en la actualidad vive un periodo de lujuria, de pornografía, de la exhibición de las formas físicas encaminadas hacia el comercio de la lascivia y de la explotación.

En el caso del pederasta, a fin  de ocultar sus conflictos y tormentos sexuales, procura actividades respetables con el fin de ponerse en contacto con sus futuras victimas y no crear sospechas en torno  de su comportamiento. Son hábiles en el arte de la simulación, presentándose, gentiles y dedicados, comprensivos y bondadosos, que conquistan a incautos. El camuflaje les brinda posibilidades para los intentos infelices que casi siempre coronan de un éxito temporal…

Algunos in vigilantes como es el caso de los padres que permiten que sus hijos se relacionen con adultos desconocidos, demasiado generosos, permitiéndoles una convivencia no acompañada que termina  en descalabro y perturbación. También se da el  caso de progenitores desequilibrados, que se tornan explotadores  perversos de la prole, que someten a caprichos degenerados de su personalidad psicópata.

Hay mucho por aprender, debatir, vigilar alrededor de las relaciones de adultos malvados  con niños inocentes y desprevenidos.

El niño es siempre un Espíritu viejo que conduce muchas experiencias evolutivas, a pesar de la forma en que se presenta. Muchos procesos de obsesión tienen su inicio fuera del cuerpo físico, cuando los culpables y rebeldes, los criminales y viciosos reencuentran a sus victimas en el Más Allá, y se les imantan, en las tentativas  infelices y de graves resultados en forma de obsesiones. Muchas veces la obsesión en la infancia es la continuación del hecho precedente de la Erraticidad. No impidiendo la reencarnación, la influencia perniciosa del desarrollo  generando graves dificultades en la relación entre los padres e hijos, alumnos y profesores, vida social saludable entre los propios compañeros. Irritación, agresividad, indiferencia, torpeza en el raciocinio, enfermedades físicas y disturbios psicológicos forman parte de las perturbaciones de la infancia, que nacen en la interferencia  de Espíritus perversos unos, traicioneros otros, vengativos todos ellos…

Innumerables casos de autismo proceden de graves compromisos  negativos con la retaguardia espiritual del ser, que renace con las marcas correspondientes  en el periespíritu, quien se encarga  de imprimir  las deficiencias que les son necesarias  para su resarcimiento. Los que padecieron en sus manos crueles, lo acompañan dificultando la reparación, generando situaciones críticas  y muy dolorosas, amenazando con improperios y vibraciones  deletéreas, pero que registra en las telas mentales.

Los Espíritus renacen  en el mismo grupo consanguíneo con el cual avasallaron el orden y desacataron los deberes, por una ley natural de afinidad. Cuando en la infancia, se da la parasitosis obsesiva, sus progenitores, igualmente aturdidos no disponen de recursos para auxiliarlos, utilizando la docilidad, la paciencia, la compasión, el fervor religioso, que siempre se contraponen a las aflicciones  de esa naturaleza. Se desesperan  con facilidad, aplican castigos físicos y morales injustificables en el paciente infantil, agravando aún más la cuestión por los residuos que quedan  en los sentimientos  perjudicados, siendo el resentimiento, el odio, la antipatía, la conciencia  de la injusticia  de que fueron objeto. A medida que alcanzan  la madurez y la edad adulta, adicionan a esos trastornos íntimos, la amargura contra la sociedad que no supo respetar sus aflicciones y las agudizaron más  con rechazo, ásperas criticas y desprecio…

La obsesión  en la infancia es un  capitulo muy importante para integrar la relación de las psicopatogénesis, de los disturbios de comportamiento y mentales,  necesitando una urgente atención especializada, facilitando de ese modo la recuperación del paciente, para su salud, para el resarcimiento de sus débitos por medio del bien que podrá hacer, en vez del sufrimiento   que experimenta.

Cuando en la humanidad resplandezca el conocimiento espirita y las sutilezas de la obsesión puedan ser identificadas desde los primeros síntomas, muchos trastornos  infanto-juveniles serán evitados, gracias a las terapias preventivas o minimizados mediante tratamientos cuidadosos que el Espiritismo coloca a disposición de los interesados. En estos casos, la terapéutica bioenergética, su participación en las clases de orientación evangélica  a la luz del pensamiento espirita, el agua magnetizada y la psicoterapia de la bondad, del esclarecimiento, de  la paciencia de los progenitores la liberaran de la influencia perniciosa, auxiliando al enfermo a tener  un desarrollo normal. Concomitantemente, en un ambiente propicio, los Benefactores de la Vida Mayor podrían también conducir al desafecto al tratamiento espiritual desobsesivo, alterando  completamente  el cuadro en cuestión.

Los débitos contraídos con relación a las Leyes Cósmicas no quedan sin la debida liquidación, cambiando solamente  los procesos liberadores, ya que el Padre no desea la muerte del pecador, y si la del pecado, como esclareció Jesús, el Psicoterapeuta  por excelencia. Como el amor libera del pecado, todo el bien que se realice a través de la salud comporta mental y psíquica se transforma en recurso terapéutico, liquidando las deudas  y compromisos infelices que pesan en la economía de la evolución.

El amor es el único instrumento para regularizar todas las situaciones penosas e infelices de la trayectoria humana. El espirita es, realmente, el constructor de sus emociones que varían de la desdicha a la plenitud. De acuerdo con su comportamiento mental y emocional, la conducta en lo cotidiano se construye proyectando en la dirección del futuro todo ese arsenal de realizaciones que constituyen su patrimonio existencial. El libre albedrio es una concesión divina que tiene carácter relativo y no puede ser  ejercido sin responsabilidad por el que lo utiliza.

Los niños y los jóvenes o incluso algunos adultos no madurados psicológica y moralmente, determinadas decisiones  no necesitan pasar  por el cedazo de su opinión, porque están destituidas del discernimiento  no sabrían que  o como hacer. Algunos tratamientos quirúrgicos y psiquiátricos son decididos por la familia del paciente, aun sin su conocimiento, con el fin  de salvar su existencia. La responsabilidad es el mejor aval para  la utilización  del libre albedrio, pero que aun le falta  a muchos Espíritus durante su actual proceso de evolución.

La vida establece sus códigos y la transgresión de los mismos genera los acontecimientos que se transforman en infortunio para los imprudentes, sean  o no conscientes de la responsabilidad en la acción que practiquen. Es obvio, que siempre hay factores ponderables que son tenidos en cuenta, agravando o disminuyendo  las consecuencias, conforme la conciencia de cada uno.”

Nadie huye de las leyes de Dios que tienen vigencia  en todas partes y que están escritas en la conciencia de todos los hombres. Nadie huye  de si mismo, ni de las escenas  escabrosas que cometa, del remordimiento que suele dominar por largo periodo. Eso sucede más tarde cuando el espíritu despierta y está dispuesto al rescate, y empieza el periodo de resarcimiento. La punición divina, el pecado mortal nunca se hace de manera destructiva del pecador, sino de forma que lo eleve,  invitándolo a reparar todos los daños  practicados, mediante acciones edificantes y restauradoras del equilibrio. Por eso es muy difícil juzgar correctamente, por el discernimiento de las causas profundas y la percepción de todo en los acontecimientos, que solo la Conciencia Cósmica penetra. Pero nadie se libera de la culpa, sin padecer sus efectos dañinos y crueles.

Llegará un día en que la perversidad desaparecerá de la tierra y la escabrosidad de las almas será substituida por la compasión y por los sentimientos  de amor con respeto por la vida. Ese día está aun lejano, los hechos abominables estarán en las páginas de la Historia como pertenecientes al periodo de brutalidad y primitivismo de la criatura humana, como ocurre con los innumerables fenómenos del pasado… Hasta llegar a ese momento, a todos nos caben  las actitudes de ayuda y comprensión, de energía y de bondad, reeducando a los condenados  y atendiendo a las victimas, de forma  que el equilibrio moral predomine en los confines de la sociedad terrestre. El enfermo transitará un largo camino de recuperación y de reconquista de si mismo.

La sociedad vive, un momento de viles perversiones que se vienen generalizando espantosamente. El sexo se ha tornado en objeto de perturbación  y de infelicidad. El matrimonio es un contrato social y moral, de resultados espirituales, uniendo a dos personas  por los lazos  del amor  a fin de edificar  la familia, no para transformarse en un burdel de excentricidades profesionales. Muchos cónyuges se encuentran enfermos y necesitan de la terapia de un sexólogo, para que pueda modificar conceptos y reencontrar el equilibrio para lograr la felicidad en el hogar.

Son muchos los hombres y mujeres que reencarnados en las filas de la Doctrina Espirita, conduciendo elevadas responsabilidades  en torno a su divulgación y vivencia correcta, después de alcanzar su notoriedad  y también respetabilidad  en el Movimiento, caen ante las facilidades a favor del uso del sexo irresponsable, comprometiéndose gravemente y generando perturbación en los compañeros que, aturdidos, constatan que la suya no es una conducta ejemplar y autentica. La finalidad del Espiritismo no es otra que despertar al Espíritu para sus responsabilidades y cumplimiento de su existencia cuando se encuentra en el cuerpo, de su realidad cuando está desencarnado a fin de avanzar sin impedimentos en el Gran Rumbo.

El sexo en la Tierra es un instrumento de alucinación, cuando debería ser un bendito mecanismo de vida, construyendo cuerpos que se transforman  en talleres de iluminación y escuelas de sublimación para los Espíritus en proceso de crecimiento en la dirección a Dios. Esa des variaciones  del sexo, muchos individuos se encarcelan en el gozo, distantes de la responsabilidad  y del deber para con su pareja, o a las consecuencias que suceden del acto sexual, tales como la fecundación, el aprisionamiento en la afectividad atormentada, abriendo espacio para acciones criminales como el aborto delictivo y la separación dilacerante de los sentimientos. En su aspecto más grosero imanta al hombre  a las pasiones más salvajes, sin que la razón y el discernimiento puedan contribuir  a favor de la plenitud sacrificando a aquel que se entrega irracionalmente.

Destacados hombres y mujeres en la Historia lo utilizan para fines  innobles, entregándose  a aberraciones que hicieron celebres  a determinados pueblos  y periodos, marcados por sus orgias y aberraciones chocantes que obedecían a pasiones  desenfrenadas. Es incontestable la acción del sexo en el comportamiento de la criatura humana, mereciendo estudios cuidadosos y ennoblecedores, a fin de que sea evaluado en el grado y significado que posee.

Sus impulsos y predominancia en el comportamiento son tan vigorosos que van más allá del cuerpo físico y se imprimen en los tejidos sutiles del ser espiritual continuando con sus manifestaciones de variado orden, que al no ser  de sublimación y superación, generan un caos emocional y re vinculan al ser al vehículo orgánico que ya e consumió. Mediante  la hidroplastia, la fijación en sus sensaciones fortalece la necesidad que se transforma  en un tormento en el Más Allá, conduciendo de vuelta a los estados perturbadores de la organización somática. En esa fase, ene se terrible trastorno surgen las auto-obsesiones, las obsesiones que son impuestas a las criaturas terrenas que se encuentran en la misma faja de deseos  o entre los desencarnados  del mismo nivel vibratorio.

Reunidos en grupos afines, sus exteriorizaciones insalubres eliminan energías de baja calidad, que se convierten en un elemento constructor de regiones infelices donde se agrupan en convulsiones penosas y retienen a aquellos que se convierten en sus victimas, demorándose por tiempo indeterminado hasta que el agotamiento de los sentidos y el tedio los induzcan  a cambios de actitud, permitiéndose la ayuda del Amor que los libertará de la dominación exhaustiva y penosa.

El amor es el más vigoroso instrumento de incitación para lograr los imposibles de ser conquistados. El se manifiesta por medio de mil fases, expresándose en todas las aspiraciones del enternecimiento de la comunión afectiva, de la fusión  de los sentimientos, que serian éxtasis de la plenitud del sexo en el sentido más elevado y puro.

En la situación que se encuentra el sexo en la humanidad, un estado de locura, carece de ideales  de ennoblecimiento y repleto de dolores aflictivos. Millares de criaturas ansiosas y extravagantes se arrojan  a los despeñaderos  de las pasiones sexuales, buscando el placer inmediato, relajante, lo que no consiguen por medio de los esfuerzos renovadores del amor sin mancha y del bien sin retribución.

Simultáneamente, las legiones de Espíritus viciosos y dependientes  de los fluidos degradantes de las sensaciones perversas, sincronizan sus mentes en esos comportamientos  enfermizos,  pasando  a sufrir sus construcciones morbosas y destructoras. Cada día se torna más difícil la salud sexual de las personas, en razón de esos y otros factores que proceden  de reencarnaciones pasadas, en los cuales se  comprometen  con los usos mórbidos  de la función sexual o se valen del sexo para fines innobles.

Esa actitud genera, procesos dañinos que los afligen y los obligan  a retornar al proscenio terrestre en situaciones deplorables, atormentados ante la multiplicidad de conflictos de comportamiento, para luego caer en los vicios que ahora predominan  en los grupos sociales, haciéndolos victimas de si mismos y de otros del mismo tipo, que se les acoplan  en complejos procesos de obsesiones perversas y desvastadoras.

Destituido de los equipos sexuales, el Espíritu es neutro en la forma de expresión genética, poseyendo ambas polaridades en las que el sexo que se expresa,  equivale a decir que, toda vez que abusa de una función, vuelve a vivenciarla a fin de recuperarla, mediante procesos limitadores, inhibitorios  o castradores. No obstante, si insisten en pervertirse, atendiendo más a los impulsos que a la razón, retorna en otra polaridad que no lo capacita  para su manifestación que desea  corriendo el riesgo de la canalización de energías de forma equivocada. Si acontece así, el fenómeno  se torna más grave, produciendo daños peri espirituales que irán  a exteriorizarse en trastornos  profundos de la personalidad y del aparato genético. Frente a los procesos evolutivos, muchos Espíritus transitan en la condición homosexual, lo que no les permite comportamientos  viciosos, estando previsto para el futuro, un número tan importante  que llamará la atención de los psicólogos que deberán invertir mejores  y más amplios estudios en torno de los hábitos humanos y de su conducta sexual.

Nunca debemos olvidar que el sexo, como cualquier otro órgano del cuerpo, fue elaborado para la vida y no esta para aquel. Respetar su función valerse de ella con dignidad y elevación, reflexionar alrededor  de los objetivos de la vida, forman parte del compromiso para con la existencia, sin la cual son programados dolores y conflictos muy graves durante el tránsito de las reencarnaciones.

El abuso en la conducta sexual, y su abastardamiento, en la búsqueda atormentada de placeres mórbidos constituye  un grave desacato a las Leyes Soberanas, cuyo rescate se torna difícil y de largo curso en regiones de sombra y de dolores acerbos, la ley de destrucción, conforme asevera Allan Kardec, en el Libro de los Espíritus, ejercerá  su función, destruyendo para renovar, esto es, llamando al sufrimiento  y a los desastres colectivos, a las aflicciones chocantes, a las luchas ensordecidas, a los trágicos acontecimientos para que finalmente , los Espíritus rebeldes despierten para la realidad, para el significado de la existencia terrena, para los objetivos  que tienen por delante, haciendo uso  del cuerpo, del sexo, pero no viviendo apenas y exclusivamente de ellos y para ellos. Ese abuso resultante de la utilización indebida responde  por la locura generalizada que la Vida se encarga de eliminar.

El dolor el gran misionero silencioso y dignificante, lentamente trabajará al ser humano, amonestándolo, esclareciéndolo y conduciéndolo al camino recto, en el cual se valdrá, de los tesoros que se encuentran en todas partes para la auto iluminación  y el crecimiento en dirección a Dios. Convirtiendo sus funciones genéticas en fuentes de energía  constructiva y trabajando las imágenes superiores que serán creadas la mente con deseos elevados, convirtiendo en co creador de lo bello de lo útil, de lo noble y de la felicidad al ser.

Para que llegue esto, han de pasar muchos siglos de dolor y de prueba, el las cuales el ser humano por libre opción, aun preferirá las obsesiones calamitosas y las pasiones disolventes a la sintonía con la Divinidad.

El imperio de la sensualidad y de la morbidez, por más largo que se manifieste, siempre es de efímera  duración y no puede prolongarse indefinidamente sin consumir a aquellos que lo vitalizan. Jamás falta la presencia de la misericordia de Dios al más terrible infractor, como bienaventurado  sol que calienta el pantano, quien ni siquiera se da cuenta  a fin de purificarlo, sin prisa ni punición. Todos somos hijos de Dios, que nos generó para la felicidad y nunca para la permanente desventura. Si escogemos el mal por Libre opción, y permanecemos  en los desvíos, un día llega el socorro, la segura directriz que nos libera  de nosotros mismos. Entonces ese es nuestro instante. Pues cada uno siempre elige el camino con el cual más se identifica, permaneciendo en el en cuanto le conviene. Sin embargo, aquellos que nos inducen determinadas actitudes, si no son responsables directos por los acontecimientos, lo son indirectamente, por haber contribuido para la elección de las mismas.

Un día cuando la fraternidad legitima se extienda sus brazos protectores a todos los individuos, los sicarios de ahora se tornaran protectores de sus antiguos  victimas o los malos se darán cuenta de la necesidad de convertirse  en buenos, a fin de disfrutar de la felicidad en la convivencia ideal, construyendo  el mundo anunciado por Jesús.

En esta hora de conturbación moral y de violencia, de agresividad, de aberraciones sexuales, de descontrol general y de sufrimientos de porte, nos cabe a todos, sumar esfuerzos a favor de los principios de la dignidad humana y de la honradez, del equilibrio en el comportamiento y de la educación de las nuevas generaciones, único medio de ofrecer al futuro una sociedad menos perturbada y deslindada de los terribles cepos de obsesión. A la educación moral le cabe la tarea de construir un hombre nuevo y una nueva mujer, quienes formaran una nueva y saludable  para el porvenir.

Como doctrina de educación el espiritismo ofrece las mejores  recursos y métodos para esa empresa, colocando a disposición de todo y cualquier investigador  su patrimonio de informaciones y su excelente laboratorio mediúmnico para que encuentre allí el bienestar y el coraje necesarios  para el enfrentamiento  que se presenta en todos los instantes, en el cual, por ahora, ha predominado  lo vulgar y lo perverso, a pesar de los nobilísimos ejemplos de dignificación y nobleza dedicados al bien y al deber.

El conocimiento del Espiritismo aumenta la responsabilidad del individuo, porque le da los instrumentos  hábiles para la transformación intima para mejor, demostrando  la continuidad de la vida  después de la muerte  física y los resultados que surgen de la conducta mantenida ante la desencarnación. De  esa manera, la Doctrina tiene por meta liberar  al ser humano  de la ignorancia y del mal, abriendo espacios  para la instalación del bien y del conocimiento que trae la felicidad, por medio  de la cual es posible la paz  con la propia conciencia. No basta saber, es imprescindible aplicar de manera útil el conocimiento  que pueda auxiliar al progreso propio así como al de la sociedad.

Es elemental y pocos lo ignoran que la Historia de la especie humana se presenta señalada de periodos de grandes crisis seguidas de fases  de prosperidad y reequilibrio. Es semejante a una sucesión de ciclos que se desarrollan  como una espiral en constante ascenso. Hay un lento progreso a pesar de los episodios negativos. Probablemente  los “Planos Superiores  de la Espiritualidad” velan por la humanidad, dosificando sabiamente  los “Ingredientes” introducidos  en la corriente de la vida: a la  par de los espíritus rebeldes, reencarnan  también  aquellos que luchan  por el Bien, por la Ciencia y por el perfeccionamiento del Hombre. El imperio de las sombras está siendo desmantelado lentamente por la luz de la verdad que anuncia la era Nueva para la Humanidad que no soporta más el peso de los sufrimientos y de la falta de paz interior abriéndose para nuevas pesquisas y experiencias en la búsqueda de Dios. Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance, seguros de que vendrán refuerzos de paz y luz para el trabajo, fortaleciendo nuestro espíritu en su lucha redentora.

 Trabajo realizado por Merchita
Extraído del libro  “Sexo y Obsesión” de Divaldo Pereira Franco

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