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viernes, 5 de diciembre de 2014

Las víctimas mentales y sus por qué .


                  El por qué de la víctima mental

    Víctima significa sentir que el mundo está en mi contra, que la causa de mi infelicidad está fuera de mí. Que la culpa la tiene el marido, la ex pareja, la madre, el perro, la vecina, el clima, el gobierno. Todo alrededor nuestro parece impedirnos ser felices. Eso dicho vulgarmente es la víctima mental. Primero reconózcan ustedes si están así, reconozcan si son quejosos.
Tanto tiempo le han entregado a los demás la responsabilidad de su vida. Cada vez que uno dice: -"¿Cómo quieres que sea feliz con la familia que tengo?" "¿Cómo quieres que sea feliz si Dios está en mi contra?" "Y ahora en el 2015, tengo tantas deudas, que no sé lo que puedo hacer".
Siempre va a haber un motivo para la infelicidad mental. Hasta que no entendamos intelectualmente esto y seamos los divinos y heroicos dueños de nuestra historia seguirá la víctima permanente. 
Si la víctima, sólo quedara, en la queja verbal no sería grave, pero la energía de la víctima atrae victimarios permanentes en nuestra vida. 
Uno es un imán energético que emana una cierta frecuencia y esa frecuencia atrae vibratoriamente gente en una cuerda igual. Entonces aquel que está demandando con su carencia, lo único que encuentra es gente igualmente prisionera que te presiona, que te domina, gente que abusa, ni siquiera adrede, es su mecanismo de comunicación. Al ser victimas nos transformamos en discapacitados emocionales. Necesitamos que el otro llene el hueco de lo que no podemos proveer desde adentro. Se nos va la vida esperando que el otro nos ame. Somos mendigos emocionales.
El desapego se produce cuando ya no nos aferramos a la necesidad física de la aparición del otro en nuestra vida para sentirnos felices, somos felices porque estamos vivos en el planeta.
Asi vamos a atraer a nuestra vida a gente que vibre en esa misma frecuencia de libertad. Todas las relaciones que tuvimos hasta este momento son las relaciones que merecimos tener. Es lo que escribimos y decretamos claramente, según las asignaturas pendientes en este paso por el planeta tierra. 
Experimentamos lo que habíamos generado, el abuso, la compasión, el amor, la carencia. Nos fabricamos los maestros perfectos para pasar por las experiencias que nos hacen falta para evolucionar . Toda relación que tenemos en nuestra vida, es la relación que hemos atraído en "forma perfecta", aunque esa "perfección", a la mente le parezca horrenda. Así que ya no más victima, cambiemos la frecuencia vibratoria que emanamos si queremos que mejoren nuestras relaciones.
Para 2015, intenta descubrir en que frecuencia esta tu vibración y cambia de actitud...
¡¡¡Bendiciones!!!
- Autoría desconocida-
- Publicado en Espiritismo Estudios- Adaptación de Jose L.Martín
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                     Cómo vivimos durante el Sueño

El ojo clarividente es el ojo espiritual, y está como colocado en el pináculo de todo pensamiento. Dirigid vuestro pensamiento a Londres, y si tenéis desarrollado el ojo espiritual, con el pensamiento, el llegará a Londres. Otro tanto sucede con el oído espiritual y con los demás sentidos del mismo orden, los cuales no costituyen un don especial, pues son propios de todos nosotros y en todos nosotros se hallan en germen.

Nuestros sentidos espirituales han quedado inutilizados, desde el nacimiento, por una continua falta de ejercicio y han llegado a perder sus naturales condiciones de acción. Cuando abandonamos nuestro  cuerpo al sueño, caemos en un estado semejamte al de una persona que por cualquier motivo queda ofuscada o aturdida. Vemos sin mirar y oímos sin escuchar.

Al dormirnos queda el cuerpo casi literalmente muerto, mientras el espíritu permanece vivo, hallandose entonces en condiciones casi iguales a las del niño cuando no tiene todavía bien educados los sentidos físicos. Durante la noche nos transformamos o pasamos a ser un verdadero espíritu viviente; empero quedamos como sin acción propia a causa de que hemos de hacer uso de de los sentidos espirituales en la misma forma que durante el día usamos los sentidos físicos o corporales.

Muchas personas pueden mezclarse con nuestro espíritu, causa de que nuestro espíritu, después de haber permanecido tan largo tiempo, ineducado, ha adquirido ya la costumbre de andar a ciegas.Un hombre que vive sin propósito y sin aspiraciones en esta vida, pronto verá su inteligencia degenerar y hacerse muy inferior. Nuestro yo espiritual está en estas mismas condiciones, con frecuencia se halla fuera del
cuerpo rodeado por otros espíritus también sin propósito y sin aspiraciones determinadas.

Las más viva fantasía no podrá describir lo que cada uno de nosotros ejecuta durante la noche y esos miles y miles de ciegos que se extravían, andan y corren a tientas por todas partes, por sus casas,por las calles, por los campos, unas veces cerca, otras veces, muy lejos; pero no están nunca dormidos, sinó despiertos, aunque andan y discurren como hallándose en un sueño, que no es un sueño en realidad. Algunas veces sucede que abre el espíritu los ojos, y entonces,ve a gente conocida o extraña, escenas que le son familiares o que no ha observado jamás, pero en casi ninguna ocasión acepta como realidad nada de eso, y lo que su inteligencia reusa aceptar como cosa real, nunca la memoria lo retendrá, considerandolo verdadero.

Sucede a algunas personas que, al morir, cree su espíritu que se halla todavía en poseción del cuerpo físico, y puede permanecer en esta situación durante muchos años, viviendo con nosotros y figurándose hasta que durme y come con nosotros, siempre en ese grado de existencia que lo hace invisible a nuestros ojos,´pero cerca de nosotros. Los seres, al abandonar el cuerpo físico, no siempre entran en seguida en una gloriosa condición de existencia, a menos que su inteligencia estuviese ya muy despierta en su vida terrena, caso en el cual podrían apreciar cada cosa correspondiendo con su cotidiana experiencia.

Nuestros amigos pueden también recibirnos al llegar como recibimos a los huéspedes en nuestra propia casa; pero sólo somos huéspedes, pues no podemos permanecer en estos círculos a menos que espiritualmente formemos ya parte de ellos. Y si un espíritu es de orden inferior, estará obligado, después de algún tiempo, a volver al plano espiritual al que pertenece.

La última idea que hemos tenido al dormirnos, es la que perdura en nuestro espíritu en el momento en que éste abandona el cuerpo,tengamos presente este reconocimiento de nosotros mismos como espíritus, fijemos en el cerebro la idea de que no hemos de usar ya de los sentidos corporales y será de gran ayuda a nuestros amigos invisibles para despertar manteniendo en nosotros el conocimieto de lo realmente experimentado.

De ahí que mientras estamos en plena posesión del cuerpo podemos portarnos como bien educados y vivir durante el día en las más altas regiones intelectuales. Sucede todo lo contrario por la noche, a pesar de estar bien educados en la escuela de los sentidos físicos,pues el espíritu, al abandonar el cuerpo, no puede llevarse esta educación consigo. Inconscientemente podemos vernos arrastrados hacia personas o escenas que nos sean repulsivas, coducidos por corrientes espirituales bajas y groseras, y por ellas llevados, así como un niño ignorante que intenta vadear un río. No sabemos nada de la acción del espíritu en las movedizas corrientes espirituales, y deberíamos advertir que las más bajas y malas o de inferior
naturaleza son muy poderosas en las capas más próximas a la tierra.

Si nos fuese posible seguir la recta dirección hacia las más altas y superiores regiones del espíritu, dejando atrás la corriente de los oscuros y groseros espírtus que nos rodean aquí y por todas partes, nos veríamos llegar finalmente a un bello país, esplendoroso, iluminado y lleno de flores, todo ello realzado por un
admirable panorama, hallándonos en él reunidos con las personas que más hemos deseado ver y con las cuales estamos más íntimamente unidos en espíritu, descansando en medio de inmensos placeres que no
nos privarían , sin embargo, de la contemplación de de escenas y paisajes de indescriptible encanto. Allí tendríamos conciencia de la vida y gozaríamos de un dulce descanso.

Todo lugar donde se reúnen personas de baja mentalidad, puestos bajo la influencia de pasiones rastreras, cualquiera su carácter distintivo, será siempre un foco de malas ideas, y estas ideas salen de allí formando como un verdadero riachuelo, aunque invisible, y fluyen y corren lo mismo que el agua que mana de una fuente. En las grandes ciudades, todos esos lugares insanos forman  miles de riachuelos de inmundos elementos, juntandose los unos con los otros,aunque nunca llegan a formar un vivo y rápido torrente, sino que más bien resultan una corriente mansa y engañosa, en la cual muchos se dejan inexpertamente caer, permitiendo que dulcemente los arrastre. Toda reunión de personas habladoras , chismosas o aficionadas al escándalo, no es más que una reunión de espíritus afines. Esto es lo que sucede en toda familia en la cual reina el  desorden, la malquerencia, el trato grosero o la petulancia.
La alta sociedad y la que llamamos inferior en la escala social, pueden de igual modo contribuir al aumento de esa baja corriente espiritual.
Los espíritus más puros no pueden vivir en esa inferior corriente sin ser por ella afectados de un modo muy desfavorable, lo que exige un gasto continuo de fuerzas para defenderse de ellas.

Lo indudable es que las montañas elevadas se hallan más libres de esos espíritus bajos, que buscan siempre los sitios inferiores o más bajos, como todo lo que es pesado y grosero. Ahora muchos de estos dañosos e invisibles elementos están junto a nosotros, nos rodean, y de ahí la necesidad en que nos vemos de formar grupos de personas que aspiren naturalmente a lo más puro, los cuales, reuniéndose con frecuencia, en la comunión de sus conversaciones y aun en la de su silencio, pudiendo dar origen a una corriente de los más puros pensamientos e ideas. La corriente espiritual formada por un grupo de personas, aunque sea poco numerosas,que se hallen de perfecto acuerdo y animados de benéficas y amorosas intenciones, es de un valor tal que no podemos formarnos idea, pues ahí está la más poderosa de todas las fuerzas espirituales. .

Hemos de pensar que podemos ser absorbidos por la timidez de , como también absorber su inercia y su falta de energía y no sabremos nunca claramente cuando un hombre o una mujer cualquiera puede sernos
perjudicial o nos puede hacer algún beneficio. Pero el tiempo de las ocultaciones ha pasado ya. Muchas inteligencias van despertando y son hoy capaces de entender, cuando menos, estas verdades.Los tiempos en que el materialismos pudo aplastar toda espiritual verdad, ya están muy lejos y los tiempos en que toda verdad será demostrada han comenzado realmente. Del mismo modo, las pocas personas que hoy gozan del conocimiento de que trata este capítulo, tienen sin embargo, ellas solas, el  poder suficiente  para la acción que hemos descrito.
Art. enviado por Patricio Escárate y publicado anteriormente por Espiritismo Estudios-
(Adaptado por Jose L.Martín)
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Tragedia aérea en Barajas
Rescate accidente aéreo
Desastres y rescates colectivos; ¿Señal 
de los Tiempos o de un Futuro? 


Cuando miramos para el mundo a nuestro alrededor, nos parece que se multiplican las catástrofes, los desastres, los cataclismos. En un momento como ese, en que todas las atenciones están volcadas hacia el accidente del avión de la TAM, que salió de Porto Alegre-RS (vuelo JJ 3054) y se chocó contra el edificio de la propia empresa aérea, frente al aeropuerto de Congonhas, cuando intentaba aterrizar, provocando la muerte de más de 160 personas, entre pasajeros, tripulantes y funcionarios de la compañía aérea que trabajaban en el edificio alcanzado, la atención queda más despierta y las cuestiones son varias y envuelven hasta la Justicia (o para algunos, la injusticia) Divina.
El Espiritismo, en cuanto es una doctrina liberadora, progresista y evolutiva, por eso mismo considerada consoladora, busca ayudarnos a entender el por qué de los acontecimientos de nuestro día a día, inclusive de los más trágicos. Así, por la vía del entendimiento de la Ley Natural y de la Justicia Divina, se obtiene la consecuente aplicación de esos principios en lo cotidiano, favoreciendo su vivencia promoviendo la coherencia entre el creer y el obrar.
Frente a las situaciones como esa, vividas el día 17 de junio del 2007, algunas cuestiones son usuales, como, por ejemplo: ¿Por qué ocurre ese tipo de cosas? ¿Cuál es la finalidad de esos accidentes que causan la muerte conjunta de varias personas? ¿Cómo la Justicia Divina puede ser notada en esas situaciones? ¿Por qué algunas personas escapan?
Naturalmente, las respuestas exigen reflexión profunda, con base en principios fundamentales del Espiritismo como la multiplicació n de las encarnaciones y la anterioridad del Espíritu. Esos puntos se suman al hecho de que nosotros, como Espíritus en proceso evolutivo, tenemos un pasado de falta de cumplimiento de la Ley Divina, que necesita tener su rumbo corregido no sólo para solucionar nuestros problemas de conciencia, sino también para armonizarnos con nuestros semejantes, afectados por nuestras acciones de desvirtuación de la Ley.
Al entender lo que la Doctrina Espírita tiene que decir sobre el asunto, comenzamos a percibir la profundidad de la reflexión, que debe ser adoptada por cada uno de nosotros, en nuestro día a día, y el papel a ser asumido de observadores de la Sociedad, en sustitución a la postura usual de críticos y cuestionadores.

Comenzamos, así, a conocer el camino para la aplicación dinámica y práctica en nuestro día a día de la Doctrina que abrazamos, por el análisis del mundo y su transformació n, notando la profundidad de conceptos como fatalidad, rescate colectivo, regeneración del planeta, además de favorecer el entendimiento de enseñanzas de Jesús relacionadas aquello que algunos llaman señales de los tiempos.
¿Fatalidad como causa?

Fatalidad, destino, azar son palabras siempre recordadas en situaciones como esa. ¿Pero qué conceptos están por detrás de esas palabras? En “El Libro de los Espíritus”, las cuestiones 851 a 867 tratan de la fatalidad y, entre otras informaciones, se destaca el hecho de que “la fatalidad sólo existen en lo tocante a la elección hecha por el Espíritu, al desencarnar, de sufrir esta o aquella prueba; al escogerla él traza para sí mismo una especie de destino, que es la propia consecuencia de la posición en que se encuentra”.(LE 841)
Pero delante (LE 853), está dicho que “fatal, en el verdadero sentido de la palabra, sólo es el instante de la muerte. Llegado ese momento, de una forma o de otra, a él no podréis hurtaros”. La cuestión siguiente (LE 853ª) explica mejor ese punto, fijando que, cuando es llegado el momento de volver para el Plano Espiritual, nada “te librará” y frecuentemente el Espíritu también sabe el género de muerte de por qué partirá de allí, “pues eso fue revelado cuando hizo la elección de esta o de aquella existencia”. No olvidar jamás que “solamente los acontecimientos importantes y capaces de influir en tú evolución moral son previstos por Dios, porque son útiles a tú purificación y a tú instrucción” (LE 859ª)
Como vemos, la fatalidad sólo existe como algo temporal frente a nuestra condición de inmortales con la finalidad de realinear de rumbo. No obstante, esa situación no es férrea. Gracias a la Ley de Acción y Reacción y al Libre albedrío, el hombre puede evitar acontecimientos que deberían realizarse, como también permitir otros que no estaban previstos (LE 860).
Fatalidad, destino, azar son palabras que no concuerdan con la Doctrina Espírita, de la misma forma que la suerte de aquellos que escapan de ese tipo de situación – y en accidentes como ese del día 17 de junio del 2007, siempre están los relatos de aquellos que deseaban coger el avión y no lo consiguieron; de aquellos que estaban a la puerta del edificio alcanzando el avión y no sufrieron nada más allá que el susto; y tantos otros.
Entonces, para la Doctrina Espírita, ¿cómo se explican casos como ese? La respuesta está en el rescate colectivo, concepto que envuelve la corrección del rumbo de un grupo de Espíritus que en alguna otra encarnación cometió actos semejantes – y muchas veces en conjunto – de falta de cumplimiento de la Ley Divina y que, por tanto, para individualmente tener la conciencia tranquila, necesitan sanar el débito. Toda la problemática, en ese caso, está en el trabajo de los mentores en la reunión de esos Espíritus de modo que, juntos, puedan reajustarse frente a la Ley Divina.

Impulsar el progreso: la meta
El rescate de nuestras acciones contrarias a la Ley Divina, al Bien y al Amor puede ocurrir de varias formas, inclusive colectivamente. El objetivo, según LE 737, y “hacerlo avanzar más deprisa” y las calamidades “son frecuentemente necesarias para hacer que las cosas lleguen más prontamente a un orden mejor, realizándose en algunos años lo que necesitaría en muchos siglos”. Además de eso,“son pruebas que proporcionan al hombre la ocasión de ejercitar la inteligencia, de mostrar su paciencia y su resignación ante la voluntad de Dios, al mismo tiempo en que le permiten desenvolver los sentimientos de abnegación, de desinterés propio y de amor al prójimo”. (LE 740)
Y así, entendemos el sentimiento de solidaridad que esas calamidades despiertan, auxiliando a todos a desenvolver el amor. Lo importante para los más directamente envueltos, para que tengan el progreso debido, como está dicho en “El Evangelio según el Espiritismo”, capítulo 14, item 9, es “no fallar por la queja”, pues “las grandes pruebas son casi siempre un indicio de un fin de sufrimiento y de perfeccionamiento del Espíritu, desde que sean aceptadas por amor a Dios”.
En esa frase seleccionada en el ESE hay una información de importancia cabal: indicio de perfeccionamiento del espíritu. ¿Y cuál sería el objetivo práctico de todo eso y cómo esos hechos actúan en nuestro progreso, con que finalidad?
La respuesta está en la Ley del Progreso, que determina al hombre el progreso incesante, sin retroceso, en el campo intelectual y moral; cada uno a su tiempo, siguiendo su propio ritmo, siendo que “si un pueblo no avanza bastante rápido, Dios le provoca, de tiempo en tiempo, una conmoción física o moral que lo transforma” (LE 783).
Como vemos, el progreso se hace siempre, y cuando estemos obstaculizándolo, Dios, en su infinita bondad y justicia, utiliza instrumentos que nos impulsan a avanzar. El objetivo es llevarnos a cumplir la escala evolutiva, saliendo de nuestra condición de Espíritus imperfectos moralmente para la de espíritus regenerados, hasta alcanzar la condición de Espíritus puros.
Esa transposición de imperfecto moralmente para regenerado marca la actual fase de transición que vivimos, plena de flagelos destruidores, de calamidades, de accidentes con gran número de muertos.
En los evangelios según MateoMarcos y Juan, hay varias referencias a las señales precursoras de una transformació n en el estado moral del planeta, caracterizada por el anuncio de calamidades diversas que alcanzaran la humanidad y diezmaran a un gran número de personas, para que, en la secuencia, se de el reinado del bien, sean instituidas la paz y la fraternidad universal, confirmando la predicación de que, después de los días de aflicción, vendrán los días de alegría.
Lo que es anunciado en esos pasajes evangélicos no es el fin del mundo de forma absoluta y real, sino el fin de este mundo que conocemos, en que el mal aparentemente se sobrepone al bien y, como afirma Allan Kardec en “La Génesis”, capítulo 17, item 58,“el fin del viejo mundo, del mundo gobernado por la incredulidad, por la codicia y por todas las demás pasiones a que Cristo alude”.
Para que ese nuevo mundo se instale (GE, capítulo 18), es fundamental que la población sea preparada para habitarlo. Para tanto, tendremos, todos nosotros, que solucionar algunos problemas de nuestro pasado, construyendo nuestro progreso moral. No hay transformació n sin crisis, catástrofe y cataclismo son crisis que agitan la humanidad, despertándola para la solidaridad, la fraternidad, el bien.
Tenemos entonces, que ver a la humanidad como “un ser colectivo en el cual se operan las mismas revoluciones morales que en cada ser individual” (GE, capítulo 18 item 12).
En ese contexto, la fraternidad será la piedra angular del nuevo orden social, con el progreso moral, secundado por el progreso de la inteligencia asegurando la felicidad de los hombres sobre la Tierra.
Para que podamos habitar ese nuevo mundo, nos tenemos que renovar integralmente. Según Kardec (GE capítulo 18 item 33), “basta una modificación en las disposiciones morales” y, para eso, tenemos que solucionar débitos del pasado y de concienciarnos de nuestra condición de espíritus inmortales perfectibles, en base del desarrollo de nuestras potencialidades. 

Como forma de acelerar ese proceso de modificación de la disposición moral, la presente base es marcada por la multitud de las causas de destrucción, hasta como forma de estimular en nosotros el desarrollo de nuestras potencialidades en el bien, pues “el mal de hoy ha de ser el bien de mañana. Solamente la educación del Espíritu podrá liberarlo del mal, dándole condiciones de alcanzar los más altos vuelos en el plano infinito de la vida. Lo importante en todo eso es mantener la serenidad, mirando para el frente, divisamos el futuro, pues, “la marcha del Espíritu es siempre creciente y ascendente. Es preciso descubrir cuanto bien se es capaz de hacer ahora para que el propio crecimiento no se detenga”. 

En todo ser humano, como resalta el Espíritu Clelie Duplantier, en “Obras Póstumas”, “hay tres caracteres: el del individuo o del ente en sí mismo, el del miembro de la familia y el del ciudadano. Bajo cada una de esas tres fases, puede él ser criminal o virtuoso; esto es, puede ser virtuoso como padre de familia y criminal como ciudadano, y viceversa”.
Más allá de eso, se puede admitir, como regla general, que todos los que se ligan en una existencia por empeños comunes, ya vivieron juntos, trabajando para el mismo fin se encontraran en el futuro, hasta expiar el pasado, o cumplir la misión que aceptaron.

El papel de cada uno
Esas calamidades – si miramos para ellas bajo el punto de vista espiritual, fundamentando nuestra reflexión en los principios de la Doctrina Espírita – tiene, por tanto, objetivos saneadores que, conforme Joanna de Ângelis, remueven las pesadas cargas psíquicas existentes en la atmósfera y significan la realización de la justicia integral, pues la Justicia Divina, para nuestro reequilibrio, recurre a métodos purificadores y liberados, de lo que no nos podemos eximir.
Así, tocados por los dolores generales, nos ayudaremos y oremos, formando la corriente de la fraternidad y estaremos construyendo la colectividad armónica, siempre recordando la advertencia de Hammed: “la función del dolor es ampliar horizontes para realmente vislumbrar los caminos concretos amorosos del equilibrio. Como el golpe al objeto puede ser modificado, repiensa y cambia también tus actuaciones, disminuyendo intensidades y frecuencias y recreando nuevas rutas en su existencia”. De ese modo, estaremos utilizando nuestros problemas como herramienta evolutiva, no perdiéndonos en murmuraciones, sino utilizando nuestro libre albedrío como patrimonio.
El progreso de todos los seres de la creación es el objetivo de todo lo que ocurre. Tengamos la conciencia despierta y procuremos entender el mundo a nuestro alrededor, conscientes de que la solidaridad es el verdadero lazo social, no sólo para el presente, sino como está en “Obras Póstumas”, “extenderse al pasado y al futuro, pues los mismos individuos se encuentran y se encontraran para juntos seguir las vías del progreso, prestando un mutuo concurso. Es lo que hace comprender el Espiritismo por la equitativa ley de la reencarnación y de la continuidad de las relaciones entre los mismos seres”.
Y más: gracias al Espiritismo, se comprende hoy la justicia de las pruebas desde que las consideremos una amortización de débitos del pasado. Las faltas colectivas deben ser expiadas colectivamente por los que juntos las practicaron y los mentores están siempre trabajando, ayudando a todos nosotros, reuniéndonos en grupos de forma a favorecer la corrección de rumbo, amparándonos y fortaleciéndonos para darnos cuenta de aquello a que nos proponemos, además de equilibrarnos para poder auxiliar a otros con nuestros pensamientos positivos, nuestros mejores sentimientos y vibraciones.
 Kátia Penteado 
                           
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