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sábado, 26 de mayo de 2012

LUTO E INTERNET



LUTO E INTERNET, UNA REFLEXIÓN  ESPIRITA-CRISTIANA

Casi todo lo que hace algunos años era almacenado en el medio físico y ahora es archivado en los ordenadores, sean los emails ( sustitutos de las tradicionales cartas), fotos, videos u otros tiposque tal vezni existiesen sin la web. Actualmente es natural que tengamos una identidad en internet- un perfil en twiter, en facebook, o en un blog. Un fenómeno intrigante ha surgido en ese ambiente virtual: un homenaje póstumo o sea, una manera de reconocimiento y congratulación realizada posteriormente a la muerte de un internauta. Algunos murales del mundo cibernético se han transformado en memorias de los finados. Se escriben mensajes de condolencia para la familia. Los comentarios casi siempre son simples. Se destaca que para algunos parientes de fallecidos en la red, son muy positivas las manifestaciones de cariño, por tratarse de  un lugar que para siempre se va a extinguir. Hay quien compara esos avisos como visitas al cementerio. Creen que es muy bueno el túmulo si es un lugar virtual donde el desencarnado ya estuvo y dejó un poco de su esencia.
Surgió un punto curioso: cuando desencarnamos, ¿quien actualizará nuestros datos?.¿Qué nuevos elementos serían esos?. ¿ Nuestra identidad virtual permanecerá congelada en un omnipresente, sin futuro?. Hay quien afirma que existen hoy más de 5 millones de fallecidos en la red social. ¿El que pasa con el expolio digital cuando un internauta desencarna?. ¿ Será que sus perfiles mantenidos en las redes sociales de internet, pueden alterar el luto de los parientes?.

  Para algunos estudiosos, la permanencia en internet de una parte de la identidad virtual de la persona muerta altera un poco la forma como lidiamos con la muerte. Las funcionalidades de las redes sociales ganan otros significados: un espacio para cambio de mensajes y de links .

El luto(1),  sea virtual o real, puede variar mucho dependiendo de las personas, del tipo de muerte y de la cultura, pero el camino más común es entender que la persona volvió a redefinir su vida con la ausencia del ser querido. Una de las teorías más consagradas para comprender la reacción humana durante el luto, es de dos a "cinco estadios", desarrollada por la psiquiatra suiza y reencarnacionista Elizabeth Kübler Ross, en 1969. Según ella, hasta superar la pérdida, las personas enlutadas pasan por fases sucesivas de negación, rabia, vergüenza, depresión y aceptación. Esa teoría ya entró a formar parte de la cultura popular. Fue tema de un episodio reciente de la serie americana Grey,s anatomy y sirvió como contenido ilustrativo para demostrar el funcionamiento del nuevo aparato de Apple, el iPaid.

   Tal vez, en razón de la imponderable vida virtual, los recientes estudios señalan que hay otros modos de lidiar con la partida de quienes amamos. Cerca del 50% de las personas lidian muy bien con la pérdida y vuelven a la vida normal en semanas. Apenas el 15% de los enlutados desarrollan graves dificultades que afectan la convivencia social, posiblemente porque el "aceptar pérdidas" especialmente las referentes a los sentimientos, es enormemente complejo y trabajoso para tales personas.

    Si el luto no es esencialmente tan insoportable como se creía y si la mayor parte de los enlutados consiguen superar una pérdida, ¿por qué razón,algunas personas no consiguen superar el trauma?. Pues ese 15% atraviesa años sobreviviendo como en los primeros y más complicados periodos del luto.

   Esas personas no consiguen retomar la vida. Continúan con el dolor, en una especie de luto crónico, llamado por los psiquiatras de "luto patológico" o "luto complicado". En las muertes traumáticas, como accidentes, suicidio, asesinato, puede haber una fase de negación más prolongada; la culpa y la revuelta pueden aparecer con más intensidad.

Trasladando el sentimiento a la familia, el luto puede causar una grave crisis doméstica, pues exige la tarea de la renuncia, excluyendo e incluyendo nuevos papeles en la vida familiar. Se percibe entonces, que existe una confusión, pues esa crisis puede estancar el desenvolvimiento de los parientes, factor que puede definit el proceso de un luto crónico colectivo.

   Sigmund Freud, en "Luto y Melancolía", nos remite a consideraciones razonables sobre el desencadenamiento patológico de "pérdida" afectiva por la desencarnación. Entre otras tesis, el padre del psicoanálisis asegura que el luto es la respuesta emocional beneficiosa, adecuada para la ocasión de "pérdida", ya que hay necesidad para el enlutado, de reconocer la muerte como un evento, una realidad que se presenta y que, naturalmente, suscita constreñimiento. El luto nos coloca ante el hecho, nos ofrece condiciones de obtener dentro de nosotros mismos ese impulso frente a lo que nos origina ansiedad; él es, consecuentemente, una manera de reorganizamiento psíquico.

Freud afianza que, en la melancolía, el enlutado se identifica con el muerto y al no comprender esa "pérdida", la persona cree que parte de ella también se está yendo; hay una identificación patológica  con "el finado". Vemos entonces que en el enlutamiento melancólico hay lo que Freud llama estado psicótico, en el que el ego no soporta esa ruptura y languidece gravemente.

Para nosotros, los espíritas, la muerte tiene otro significado, sobre todo para los que aquí permanecen. Tenemos consciencia de la inmortalidad, de la vida del más allá. Allan Kardec nos remite a Jesús y con el Divino Maestro certificamos que el fenómeno de la muerte es totamente diferente. "En el túmulo de Jesús no había señal de cenizas humanas. Ni piedras, ni mármoles lujosos con frases que indiquen la presencia de nadie. Cuando los discípulos visitaron el sepulcro en la gloriosa mañana de la Resurección, no había nadie con luto ni tristeza. Encontraron un mensajero del mundo espiritual que les afirmó: no está aquí. Los siglos transcurrieron y el "túmulo" de Jesús continúa abierto y vacío, hace ya más de dos mil años.(2)

Siguiendo pues, con Cristo, a través de la lucha de cada día, jamás encontraremos la angustia del luto por causa de la muerte de una persona amada, y sí la vida incesante.

Jorge Hessen
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 ¿Se podría decir que Dios es infinito?
- Definición incompleta. La pobreza de la lengua de los hombres, lo cual es insuficiente para definir las cosas que están por encima de su inteligencia.
Dios es infinito en sus perfecciones, pero el infinito es una abstracción. Decir que Dios es infinito es tomar el atributo de una cosa por sí mismo, es para definir algo que no es conocido por otra igualmente desconocida.
-Cuestión 3 del Libro de los Espíritus-


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