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viernes, 16 de octubre de 2015

LA SEXUALIDAD


Una Nueva Orientación 
de 
mi Espíritu
Cosme Mariño

Voy a ocuparme en este capítulo de mi conversión al espiritismo, mis experiencias personales y muchos detalles que, aparentemente sin importancia, ha ido sin embargo fortaleciendo mis convicciones, victoriosas ya después de 40 años, de las vacilaciones e incertidumbres que naturalmente embargaron mi espíritu, al sufrir el choque rudo e inesperado de la luz deslumbradora, cuando vivía sumido en las tinieblas de la ignorancia y del error en que hoy viven la mayoría de los hombres que no aciertan a comprender esta hermosa verdad que los envuelve y los compenetra son tener conciencia de ella, nada más porque la incredulidad e ignorancia sobre la naturaleza del alma inmortal, no halla eco en sus corazones, que sólo tienen fe en la vida presente y limitan sus aspiraciones a todo cuanto es banal y transitorio.
Desearía que mis estudios y experiencias sobre esta gran verdad del espiritismo y la evolución progresiva que he impreso a mis ideas y sentimientos, pudiera servir de punto de partida a todos cuantos lean estas memorias, para que, como yo también, iniciaran una era personal, que llevara la paz a sus conciencias torturadas por la duda y les sirviera de palanca en la que se apoyaran para dar un poderoso vuelo hacia la espiritualidad que es la base de la ciencia, la filosofía y la religión del provenir.
Los estudios que hemos hecho los espiritualistas al abandonar el antiguo y gastado método de la fe ciega, para sustituirlo por la fe razonada y el método experimental, han tenido la virtud de desvanecer muchísimos errores en los que habíamos sinceramente creído y que en otro tiempo nos sirvieron de norte y guía de nuestra marcha incierta y formaron las costumbres y creencias que sustentábamos.
La adquisición más fundamental que hemos hecho, ha sido la convicción de que el objeto de la vida, tal como hasta ahora se lo ha considerado, es a todas luces falso; que las orientaciones, creencias y métodos empleados para cumplirlas debidamente, lo único que ha logrado es mantener nuestra ignorancia y hacernos desgraciados, a tal punto que, ha habido un momento, momento que desgraciadamente se ha hecho carne en algunos hombres pensadores, en que se ha llegado a creer que este mundo está mal hecho; que sus instituciones, sus anhelos, sus creencias, constituyen un absurdo; supuesto que todo es mentira, injusticia y egoísmo.
Los pesimistas, siguiendo a Schopenhauer, abundan en todas partes; es notorio que este pesimismo desolador, mata todos los entusiasmos, todos los anhelos generosos y coloca a muchos un arma en sus manos para librarse de una existencia tan inexplicable como absurda e injusta, y a otros más tímidos, los desorienta e inutiliza para el cumplimiento de los más fáciles deberes.
Y todo esto proviene del desconocimiento casi absoluto de las muchedumbres, del verdadero objeto y fin que el Hacedor se propone al concedernos estas existencias terrenales.
Estudiando el espiritismo, creo haber encontrado la clave, resolviendo
estos tres graves problemas: Qué es lo que somos? De dónde venimos?
Hacia dónde vamos?....
Resueltos estos tres grandes problemas, con el criterio filosófico y científico del espiritismo, se pisa ya el terreno que tiene fatalmente que conducirnos a un rápido perfeccionamiento de nuestro sentido moral e intelectual, y desarrollados estos sentidos, quedan despejadas las incógnitas más aterradoras y mortificantes que limitan las percepciones espirituales del hombre; las dudas se sustituyen por una realidad que, si bien es relativa, basta para iniciar una segura orientación; el pasado, el presente y el porvenir forman los eslabones que unen nuestra actuación anterior con la presente y la que naturalmente vendrá dado el supuesto de que somos inmortales y las existencias terrestres representan etapas.
Misiones con sus correspondientes intermitencias y descanso y estudio para volver a seguir la marcha interrumpida, con mayores seguridades y mejores probabilidades de éxito, porque la experiencia que vamos adquiriendo en cada existencia interrumpida por la muerte, no se pierde jamás, y por lo tanto, el hombre cuando ha llegado al ocaso de su vida, avasallado por los errores cometidos, por las debilidades del carácter que tanto le han hecho sufrir, no  pueden exclamar como lo hace ahora: de qué me sirve la experiencia adquirida ya que no puedo empezar de nuevo la existencia?
Este raciocinio es uno de los tantos errores corrientes, originados en el falso concepto que se tiene de nuestra actuación en el mundo, del verdadero objeto y fin de nuestras existencias terrenales.
No, la experiencia adquirida en una existencia, no se pierde jamás, porque esta existencia será repetida tantas veces cuantas sean necesarias para el progreso del ser, para adquirir la sabiduría, y por lo mismo, desterrar del espíritu la ignorancia y la mentira; los errores y debilidades morales cometidos en una existencia, no tienen una sanción irrevocable, porque las existencias terrestres sirven de alambique o depurativo de las almas, y si hoy cometieron faltas y crímenes provenientes de las propias imperfecciones, el arrepentimiento y el dolor que experimentan al traspasar el umbral que separa este plano del más allá del sepulcro, los aleccionan para el porvenir, de manera que cuando vuelvan de nuevo a la vida material con sedimentos de progreso, ya sabrán esquivar los malos pasos, ya no incurrirán en las anteriores faltas, porque el arrepentimiento y el dolor sufrido al reconocerse culpables en el mundo, los preservarán de caer de nuevo, en el mundo material.
No recordarán ciertamente las causas y los detalles de esas faltas pero sí, una poderosa intuición, un profundo sentimiento de ser virtuosas contestará a las tentaciones y a las solicitaciones del mal para no caer como cayeron antes.
Y así, pues, véase cuan grande, razonada y hermosa es esta doctrina del espiritismo, cuando viene a revelar al mundo material la razón justa de nuestra existencia terrestre, el origen y el fin de su destino inmortal, y a explicar todas las anomalías y aparentes injusticias que han conducido al hombre a negar que la creación es la obra ordenada, justa, sabia, de una inteligencia suprema y a exclamar con Schopenhauer y su escuela: el mundo y todo cuanto en él existe es absurdo y la vida no vale la pena de ser vivida.
Las consideraciones que acabo de exponer no nacieron de golpe en mi espíritu, al abrazar el espiritismo. A medida que me he ido compenetrando de su realidad y el estudio y la observación me han permitido ir descubriendo los velos de la esfinge que ocultan la sabiduría bajo su mutismo desalentador, estas consideraciones me han asaltado como la consecuencia natural de la luz espiritual, con cuya ayuda he llegado a comprender la grandeza de la creación, sus leyes justas y admirables y el destino de los seres nacidos del amor divino para la realización de ese mismo amor, única ruta que conduce a la felicidad y la perfección.
Pero pondré punto final a estas consideraciones generales para ocuparme de mi conversión al espiritismo.
 “Memorias de un hombre mediocre”
Libro II – Capítulo VII (Fragmento)
 Tomado de la revista “CONSTANCIA”
 Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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                 EL REY DIFERENTE


Ser rey significaba, en el pasado, ser superior a los demás. En algunos casos, era la conquista de una condición que se atribuía divina.
La personalidad real se conducía como si todo a su alrededor le debiese obediencia y adulación. Eternos en el poder, pensaban algunos.
Sin embargo, bastaba una alteración de los vientos políticos o un vuelco en el cántaro de las pasiones de los adversarios y eran despojados de todo el poder.Hubo quien se creía el más hermoso, el más inteligente, el más perfecto. Hubo quien se intitulase el rey sol, alrededor del cual deberían establecer sus órbitas los planetas de las vanidades humanas.
Se disfrazaban con ropas exóticas y ricas sin que ellas pudiesen ocultar sus torpezas morales.
En verdad, aunque no todos ostenten coronas de oro y piedras preciosas, muchos de aquellos que detentan el poder, aún hoy presentan algunas de esas expresiones de comportamiento.
Y, con todo, las insignias del poder continúan transfiriéndose de uno a otro, al sabor de los caprichos humanos.
* * *
Él, sin embargo, es un Rey diferente.
Su reino no es de este mundo. Se expande más allá de las fronteras físicas y es más rico que todos los reinos de la Tierra juntos.
Su reinado abarca el territorio ilimitado de la intimidad de las criaturas. Son los paisajes y regiones del sentimiento, donde pueden ser colocadas las señales de la fraternidad.
Sus intereses son los del Padre que Lo creó. En este mundo de formas transitorias, Él figura por encima de las disputas mezquinas de contenido material.
Su corona y Su cetro son el amor. Indestructible en el tiempo. Sus seguidores, a lo largo de los siglos, fueron quemados, torturados, sin que desistiesen de los tesoros del alma de los cuales eran depositarios fieles.Ese Rey tan poderoso escribió la legislación de Su Reino, de forma indeleble en los corazones y en las mentes.
Por eso, los años pasaron y la verdad continúa llegando a los oídos que desean oír, en el idioma de cada uno, porque fue dictada con la fuerza de la verdad.
Rey Solar, vistió un ropaje similar al de todos Sus súbditos y vivió entre ellos durante poco más de tres décadas.
Pero extrapoló las fronteras de la nación que Lo recibió y atravesó las edades, sin haber empañado el brillo de Su victoria.
Él venció a la muerte y al mundo. Los hombres querían destruirLo,matando su cuerpo físico. Él regresó, lleno de luz, conforme había anunciado, en una indumentaria indestructible.
Al contrario de todos los que reinan y reinaron sobre los hombres,Él informó que había venido para servir.
Y realizó tareas consideradas humillantes en la época, como lavar los pies de todos Sus apóstoles, en la célebre noche de despedida.
Inteligencia superior a todas las que ya han pasado por este planeta, supo hablar a las personas con dulzura, enseñando la verdad que liberta y torna felices a las criaturas.
Señor de los Espíritus, demostró por actos y manifestó por palabras que estaba en la Tierra para cumplir la voluntad de Dios, Padre de los cielos, Creador del Universo.
Este Rey se llama Jesús. Y, aunque haya partido de la Tierra hace más de dos mil años, la gratitud y la esperanza de los hombres celebran Su cumpleaños todos los años.
Rey Solar. Señor de los Espíritus. Pastor de las almas. Sirviente.Jesús, el Cristo.

Redacción del Momento Espírita.

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  ESPIRITISMO: CIENCIA 

       EXPERIMENTAL







Es rigurosamente exacto decir pues, que el Espiritismo es una ciencia 
de observación y no producto de la imaginación. Las ciencias no progresaron seriamente hasta que 
basaron sus estudios en el método experimental. Hasta hoy se pensaba que ese método sólo era 
aplicable a la materia, mientras que lo es igualmente para las cosas metafísicas... 

15. Veamos un ejemplo. En el mundo de los espíritus acaece un hecho muy singular, y que nadie sospechaba siquiera: se trata de ciertos espíritus que creen seguir vivos. Pues bien, los espíritus superiores que conocen el hecho perfectamente, no vinieron anticipadamente a anunciarnos: “Hay espíritus que suponen que aún viven en la Tierra, que han conservado sus gustos, sus costumbres y sus instintos”, sino que han provocado manifestaciones de espíritus de esa categoría para que nosotros los observáramos. Cuando entramos en relación con esos espíritus, inciertos de su estado, o afirmando que aún estaban vivos y desempeñando sus tareas habituales, del ejemplo deducimos la regla. La multiplicidad de hechos análogos ha probado que no se trataba de una excepción, sino de una de las fases de la vida espírita que ha permitido estudiar todas las variedades y causas de esta ilusión singular y reconocer que, dicha situación, es propia de espíritus 
poco adelantados moralmente y que tuvieron determinados tipos de muerte. Sólo es temporal, mas puede prolongarse durante días, meses y hasta años. Vemos así cómo la teoría nació de la observación. Del mismo modo ocurre con los demás principios de la Doctrina. 
16. La ciencia, propiamente dicha, tiene por objeto el estudio de las leyes del principio 
material, así como el objeto del Espiritismo es el conocimiento de las leyes del principio espiritual.. 
EL GÉNESIS 
ALLAN KARDEC 
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YING-YANG

                     LA SEXUALIDAD


Desde Freud, la sexualidad ha ganado importante papel en los estudios de la psicología. Ella se constituye en una gran desconocida para mucha gente. El ser humano de forma desenfrenada busca conocerla, tropezándose con las consecuencias, no siempre agradables, de su uso. Son muchos los problemas ocasionados por el uso inadecuado de esa importante función psíquica. Mucho más que una función conectada al cuerpo, la sexualidad tiene sus raíces en el espíritu. La búsqueda del placer del cuerpo puede, muchas veces, representar una búsqueda del alma, que ansía un encuentro con lo divino. El sexo no es impuro, como pensaba (o piensa) nuestra cultura. Es algo placentero que debe ser entendido como herramienta de aprendizaje del espíritu.

La sexualidad es una función que se manifiesta por la utilización de la energía en el campo sexual. Tal energía puede ser canalizada para varias actividades. El espíritu La utiliza como quiere y de acuerdo con su nivel de evolución. Muchos, por utilizarla en el campo de la permuta de energías primarias, resbalan hacia procesos educativos dolorosos. Por ser una energía conectada a los orígenes del ser humano, se constituye en una fuerza poderosa para las realizaciones del espíritu.

Hay personas que tienen el sentimiento de haber nacido con el cuerpo errado. Esta idea puede aparecer bien temprano en la infancia. En algunos casos, los padres del niño o aún en el medio en que vive, lo influencian a querer parecerse con el otro sexo, contrario a su cuerpo físico. La convicción de ser realmente del sexo opuesto puede continuar durante toda su vida. Algunas personas que sienten eso pueden asumir la inversión o buscar un médico que pueda efectuar quirúrgicamente el cambio de sexo. Los niños que tienen ese tipo de comportamiento, muestran, generalmente, peculiaridades del sexo opuesto, como jugar con juguetes característicos del sexo opuesto y juntarse, de preferencia con personas del mismo sexo. Si esa tendencia al sexo opuesto es redireccionada terapéuticamente desde la infancia, ya sea por los padres o por un especialista, podrá ser revertida, especialmente si la línea direccional es el respeto por el sexo del cuerpo. La mayoría de los niños hasta la adolescencia, y después hasta la edad adulta, se adaptan a su sexo anatómico, pero otras veces no. Eso puede ocurrir debido al cambio de sexo entre una y otra encarnación. No debemos por lo tanto, esperar una constante correspondencia entre los hechos y los efectos, en la medida en que, a los mismos efectos pueden atribuirse diversas causas. Hay otros factores que intervienen en esos casos. Una misma observación de ese tipo, en criaturas diferentes, podrá tener causas diferentes. Tales causas normalmente están directamente relacionadas con experiencias sexuales anteriores a la actual encarnación. El análisis, por lo tanto, será peculiar para cada caso. Un espíritu que reencarnó en un cuerpo femenino, en una próxima, al reencarnar en un cuerpo masculino, no tendrá tendencias homosexuales. La homosexualidad no corresponde siempre a la inversión de sexo de una hacia otra encarnación.

Como se puede ver a partir de las investigaciones de la Dr.ª Helen Wambach, el espíritu reencarna en ambos sexos, lo que corresponde a decir que todos tendríamos aquellas tendencias de forma acentuada. Sin embargo esto no corresponde a los hechos observados. Las reencarnaciones en sexos diferentes podrían justificar la existencia del ánimus y el ánima a que se refería Jung.

Léon Denis, en El problema del ser, del destino y del dolor, p. 177, sin discordar en la posibilidad del espíritu escoger reencarnar en el sexo opuesto al de la encarnación anterior, considera tal cambio inútil y peligroso. Algunas características físicas de un cuerpo presentadas en el otro (hombre imberbe) serían, para él, síntomas de ese cambio. Para nosotros, la utilidad del cambio, no necesariamente alternada, está en la oportunidad de que el espíritu adquiera aptitudes características de cada sexo. Tal vez la colocación haya sido hecha en función de un contexto y de una época de poco conocimiento y discusión respecto de la problemática sexual y, particularmente, homosexual.

El encuentro con el placer puede llevar al espíritu a no distinguir más el sexo del cuerpo objeto de su deseo. La satisfacción de aquel deseo lo hace insensible a esa percepción. Sus frenos inhibitorios desaparecen. Poco importa para él cuál es el cuerpo, o parte de él, que utilizará en la relación. Ese es uno de los motivos que pueden llevar el espíritu a una experiencia homosexual. Pasando de una a otra encarnación, esas tendencias pueden conservarse. El espíritu sólo cambiará su actitud si, en el intervalo de tiempo, se determinó para tal. Asimismo, es en la carne que él, verdaderamente, colocará a prueba su cambio.

Vale destacar que, el tabú existente sobre los asuntos que envuelven al sexo y su complejo relacionamiento con la moral, lleva el ser humano a tener muchos conflictos en esa área. La gran mayoría de los conflictos humanos se relaciona con la función sexual. Los procesos educativos que se establecen de una hacia otra encarnación, tienen relación con esa cuestión. Saber, conscientemente, dominar sus emociones en ese campo, es tener la certeza de que no habrá problemas a causa de la inversión de sexo en las sucesivas encarnaciones. Para los espíritus más experimentados, es igual reencarnar en un cuerpo masculino como en un femenino. Para esos espíritus el cuerpo es instrumento de evolución. Su identidad con el cuerpo es aparente, necesaria mientras encarnado, sin apego a la forma física. La búsqueda sexual es hecha dentro de los límites sociales, sin ningún énfasis. En algunos casos el espíritu prefiere ser célibe, buscando el reequilibrio. Para ellos el sexo no es impuro, sino energía creadora cuya utilización comprende los altos designios de la vida. 

Tomado del Libro “Reencarnación: Proceso Educativo” de Adenáuer Novaes
Traducción: Oscar Cervantes Velásquez

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