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viernes, 16 de diciembre de 2011

Hay muchas moradas en la Casa del Padre


EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO (CÁP.III, it. 3,4 y 5)
Diversas Categorías de Mundos Habitados



Kardec, a través de los estudios de relatos de muchos espíritus de diferentes grados evolutivos, hizo una clasificación relativa en comparación con la Tierra, pues aprendió que hay mundos más atrasados y otros más adelantados que  este mundo que habitamos.
Es interesante observar la lógica de la pluralidad de los mundos habitados (uno de los principios de la doctrina espírita), como consecuencia de la existencia e inmortalidad de los espíritus, de su proceso evolutivo y de la creación constante de nuevos seres vivos, que un día se transformarán en espíritus. Siendo estos inmortales, siendo la creación de los mismos constante, todos sujetos a la evolución según el libre albedrío de cada uno, tiene que haber moradas, lugares apropiados para esos espíritus.
Cualquier persona que piensa, al mirar la noche, el cielo estrellado, aun viendo una ínfima parte del universo infinito, no puede dejar de pensar que debe existir seres vivos habitándolos.
Según las enseñanzas de los espíritus, los mundos se presentan muy diferentes unos de los otros, tanto física como moralmente, de acuerdo con el grado de evolución de sus habitantes. Cuanto más atrasados, cuanto más materializados sus habitantes, más inferior es ese mundo.
Así, Kardec aprendió que existen mundos inferiores, intermedios y superiores, habiendo en cada tipo, diversos grados de diferenciación evolutiva.
En los mundos inferiores " la existencia es toda material, las pasiones reinan soberanas, la vida moral casi no existe", de modo que sus habitantes viven casi exclusivamente preocupados por su supervivencia y la satisfacción de sus necesidades físicas y materiales.
En los mundos primitivos, donde se dan las primeras encarnaciones de los espíritus, los hombres viven más guiados por los instintos que por la razón, pues esta es allí donde comienza a desarrollarse.
En las luchas por la sobrevivencia, en la satisfacción de sus necesidades físicas y biológicas, va desarrollando sus cualidades espirituales, lentamente, egocéntricamente, preocupados solo consigo mismo. Ese egocentrismo nos parece absolutamente necesario para que el hombre desenvuelva más tarde, mucho más tarde, el amor por sí mismo y mucho más tarde aún, el amor al prójimo. La Tierra fue uno de ellos.
En los mundos intermedios, el bien y el mal se  mezclan, predominando este último cuanto más ruda y atrasada es su humanidad, y el  primero cuanto más caminó su humanidad en su desarrollo intelectual y moral. Cuando este último se vuelve preocupación de muchos, tal vez de la mayoría, y cuando esta mayoría busca con determinación la igualdad, la fraternidad y la solidaridad, ese mundo está preparado para cambiar de categoría.
En los mundos superiores el bien prevalece  y la lucha por los valores materiales es inexistente, se trabaja por el bien de todos, a través del bien, de la fraternidad, dela solidaridad. Cuanto más elevado por el adelantamiento espiritual de sus habitantes, más reina la felicidad y la paz.
Kardec hizo entonces, una clasificación más diferenciada entre las tres categorías, siempre de acuerdo con el grado de adelantamiento de sus habitantes: mundos primitivos, con hombres animalescos, viviendo casi exclusivamente según sus instintos, cada uno de por sí y solamente después de algún desenvolvimiento de la razón, comienzan a percibir al otro como un indivíduo igual a él;  mundos de expiación y pruebas, conocidos por nosotros, pues la Tierra es uno de ellos, donde el mal predomina y el bien encuentra dificultad para existir; mundos regeneradores, cuyos habitantes son más felices que en la Tierra, aunque aún tengan débitos que pagar. Esa expiación ya no es hecha con tanta angustia y sufrimiento como en la Tierra ,pues sus habitantes la comprenden como una liberación de un pasado de ignorancia y faltas contra sus hermanos. Expían con alegría en el ejercicio para el bien de todos; mundos felices donde el bien supera al mal,volviéndose a vivir pleno de realizaciones nobles, con gozos espirituales que nosotros los hombres de la Tierra no tenemos condiciones de evaluar; mundos celestes o divinos, moradas de espíritus puros, donde el bien y el amor reinan absolutamente en el corazón y en la mente de todos.
Los tres primeros sirven de moradas a los espíritus sujetos a las leyes de la reencarnación en mundos materiales, porque aún están desenvolviendo su potencial espiritual.
Los dos últimos son para espíritus que no precisan más del consurso de mundos materiales. Trabajan, aprenden, crean otras formas. Colaboran eficientemente en las obras del Padre, auxiliando a sus hermanos en desarrollo. ¡ Viven la vida plena del Espíritu Inmortal ! .
Los espíritus encarnados en mundos materiales no permanecen siempre en el mismo. Cuando nada más tienen que aprender con las experiencias que él proporciona, pasa a reencarnarse en un mundo superior, donde continúa haciendo su evolución o desarrollo. Y así sucesivamente, hasta llegar al estado de espíritu puro. De este modo se cumplen las palabras de Jesús: "Ninguna oveja que me confío mi Padre se perderá".
¡ Son sabias y perfectas las leyes divinas !.
Cuando después de un relativo desarrollo  intelectual en mundos  inferiores, se inicia el desarrollo moral y este, creciendo en mente y sensibilidad, con las vivencias según las posibilidades de cada uno, la vida material va dejando de influenciar con exclusividad al hombre, de modo que " en los mundos más avanzados, la vida es, por así decir, toda espiritual".
Conviene recordar también que dentro de los mundos de la misma categoría hay diferenciaciones, siempre de acuerdo con el grado de evolución predominante en sus habitantes. Así, hay mundos de expiación y de pruebas peores o mejores que la Tierra.
Se puede permanecer en el mismo cuando ese mundo cambia de categoría, al continuar ofreciendo oportunidades  de nuevas experiencias, pero más adecuadas al grado de evolución de sus habitantes. Pero desde que no se tiene nada más que aprender en el mundo en que se está, el espíritu queda liberado de la necesidad dela reencarnación en un mundo igual al suyo.
"Los mundos son las estaciones en que ellos (los espíritus), encuentran los elementos de progreso proporcionales a su adelantamiento. Es para ellos una recompensa pasar a un mundo de orden más elevado, como es un castigo prolongar supermanencia en un mundo infeliz, o ser relegados a otro mundo aún más infeliz, por haberse obstinado en el mal".
Leda de Almeida Rezende Ebner
Bibliografia:      
1- Allan Kardec: EL LIBRO DE LOS ESPÍRITOS, Libro Primero: Capítulo III: CREACIÓN, V : pluralidad de los Mundos. Capítulo IV, PLURALIDAD DE EXISTENCIAS, III e IV: Encarnación en los Diferentes mundos y Transmigración Progresiva. Capítulo VI, VIDA ESPÍRITA, I y II: Espíritus Errantes y Mundos Transitorios.
2 – Emmanuel: A CAMINHO DA LUZ, capítulo III; Las Razas Adámicas.
Permanece  en tu lugar, realizando lo que puedes, debes y te cabe hacer. 
 Juana de Angelis
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