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martes, 10 de febrero de 2015

El Origen del Hombre


RECOMIENZOS  NECESARIOS

La ley de los renacimientos rige la vida universal.
Con alguna atención podríamos leer en toda la naturaleza, como en un libro, el misterio de la muerte y de la resurrección.
Las estaciones se suceden en su ritmo imponente.
El invierno es el sueño de las cosas.
La primavera es el despertar.
El día alterna con la noche.
Al descanso le sigue la actividad.
El espíritu deja el cuerpo físico y entra en las esferas espirituales, para retornar y continuar con fuerzas nuevas la tarea interrumpida.
Las transformaciones de la planta y del animal no son menos significativas.
La planta muere para renacer, cada vez que la sabía vuelve. Marchita para florecer.
La larva, la crisálida y la mariposa son otros tantos ejemplos que reproducen, con más o menos fidelidad, las fases alternadas de la vida inmortal.
¿Cómo sería posible que sólo el hombre quedase fuera del alcance de esta ley?
Si todo está ligado por lazos numerosos y fuertes, ¿cómo admitir que nuestra vida sea como un punto tirado, sin unión, para los torbellinos del tiempo y del espacio?
¿¡Nada antes, nada después!?
No.
El hombre, como todas las cosas, está sujeto a la ley eterna.
La naturaleza no nos da la muerte sino para darnos la vida.
La sucesión de las existencias se presentan para todos nosotros como una obra de capitalización y perfeccionamiento.
Después de cada existencia terrestre el alma colecta y recoge las experiencias y los frutos de ella transcurrido.
Todos sus progresos quedan registrados en su esencia.
Así, el ser, en todas las fases de su ascensión, se encuentra tal cual a sí mismo se hizo.
Ninguna aspiración noble y estéril.

Ningún sacrigficio es vano.
El alma debe conquistar, uno por uno, todos los elementos, todos los atributos de su grandeza.
Para eso necesita de obstáculo que le puedan ofrecer lecciones, provocando sus esfuerzos y formando sus experiencias.
Es indispensable la lucha para volver posible el triunfo y hacer surgir el héroe.
Sólo se conocen y se aprecian los bienes que se adquieren con los propios esfuerzos.
Para apreciar la claridad de los días es necesario haber atravesado la oscuridad de las noches.
El dolor es la condición de la alegría y el precio de la virtud.
A través de sucesivas existencias, el ser va construyendo su individualidad
Y así, en esas continuas peregrinaciones, sigue a la búsqueda de las perfecciones divinas.
Solamente cuando alcance las regiones superiores, estará libre de la ley de los renacimientos, porque, entonces, el cuerpo físico no será más para él una necesidad.
              ¡Piense en eso!
La doctrina de la reencarnación explica la desigualdad de las condiciones, la variedad de las aptitudes y de los caracteres.
Disipa los misterios perturbadores y las contradicciones de la vida y resuelve el problema del mal.
Aproxima a los hombres, diciendo que entre ellos no hay desertados ni favorecidos.
Esclarece que cada un es hijo de sus propias obras, señor de su propio destino.
La justicia deja de ser transferida para un dominio distante y desconocido.
Y así, no hay como ignorar que la voluntad activa de cada ser genera efectos, inmediatos o no, buenos o malos, que recaen sobre su responsable, formando la trama de su propio destino.

Equipo de Redacción del Momento Espírita, con base en el capítulo XVIII del libro El Problema del Ser, del Destino y del dolor, de León Denis.
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Camilo Flammarión
EL ORIGEN DEL HOMBRE
 El problema del origen del hombre es indudablemente el más interesante, el más importante de cuantos pueden cautivar nuestra atención. ¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿Adónde vamos? Son éstas cuestiones planteadas desde que en la superficie de la tierra hay hombres que piensan. No han faltado contestaciones, a decir verdad; pero en los tiempos antiguos sólo las daban las religiones, o sea las doctrinas no científicas, que ignoraban los términos mismos del problema y que eran absolutamente incapaces de dar una respuesta seria.
Así, por ejemplo, la Biblia proclama la serie de tonterías siguientes: Dios creó el hombre a su imagen y los creó macho y hembra. Génesis I, 27. Y los bendijo, diciéndoles: «Creced y multiplicaos.» Génesis I, 28. Dios dijo después: «No es conveniente que el hombre esté solo; hagámosle una ayuda semejante a él». Génesis II, 18. Entonces envió a Adán a un profundo sueño, después le extrajo una de sus costillas y puso carne en su lugar. Génesis II, 21. Y el Señor Dios formó la mujer, de la costilla que había sacado a Adán. Génesis II, 22. Adán y su mujer estaban entonces completamente desnudos.Génesis II, 25. Y así por el estilo.
He aquí un libro que se nos presenta como sublime, como infalible, como verbo de Dios y que contiene estas... tonterías (seamos prudentes) exorbitantes. En el primer capítulo Jehová crea al hombre macho y hembra, en el segundo, volviendo sobre el mismo punto habla de la soledad de Adán y de la creación de Eva, que la fabrica con una costilla extraída del hombre sin dolor (el hombre debería tener, pues, una costilla menos que la mujer); confirma que estos recién nacidos de veinte años se hallan desnudos (lo creemos sin esfuerzo); habla a una serpiente, que también tiene el don de la palabra; la obliga a andar arrastrándose por castigo (¿Cómo andaba antes?); condena a Eva a parir con dolor (¿Podría parir toda mujer sin él?); confirma por sí mismo que hay muchos dioses y teme que Adán no lo sea inmediatamente; se pasea por el Paraíso; se toma la molestia de coser vestidos de pieles para el uso de la primera mujer y de su esposo, etc.
Es preciso haber leído estas cosas por los propios ojos para tener la seguridad de que han sido escritas. Tomémoslas por lo que son, por dos alegorías orientales yuxtapuestas y guardémonos de ver en estos antiguos relatos ninguna revelación divina. Tratemos por el contrario, de plantear el problema científicamente.
El hombre creado por la voluntad directa de Dios, en virtud de un milagro, o el hombre descendiendo de los animales, que le han precedido en la evolución de la naturaleza. He aquí los términos del problema; las dos únicas hipótesis posibles; no hay tres. Estas son, en efecto, aun en la actualidad, dos hipótesis; ninguna está probada. ¿Cuál de las dos es la más probable? Esto es lo que vamos a examinar, que es todo cuanto podemos hacer. La primera implica el milagro del origen sobrenatural del hombre; no solamente del hombre, sino de todos los animales, de todas las plantas, de todos los minerales, Dios lo ha creado todo por su árbitra voluntad, cómo y cuándo ha querido, lo mismo la pulga que el elefante, el buitre que el caballo, la primera brizna de la hierba que la sensitiva, así el diamante como el guijarro. Todos los seres vivientes han nacido adultos a la voz de Dios, en condiciones a propósito para poderse nutrir inmediatamente y reproducirse.
El primer caballo se ha lanzado a través de los campos en busca de la primera yegua salida también de un oasis fecundo; la primera vaca nació en el seno mismo del un abundante pasto, preparado para recibirla; la primer curruca no salió del huevo para morirse de hambre y de frío al cabo de unas horas, sino para volar ya completamente cubierta de pluma; la primera pulga, parásita del hombre, y no de todo otro animal, ha sido creada sobre un cuerpo humano, preparado para nutrirla; el primer gusano serpenteante que ha aparecido sobre el queso de Rocafort, ha sido creado expresamente para este comestible apreciado de los finos gourmets; la primera ballena ha hendido las ondas en espera de la llegada de Jonás.
 No existen milagros pequeños o milagros grandes y milagros fáciles y milagros difíciles. El verdadero Dios no puede fabricar medios milagros y cuartos de milagro, como los industriales de Lourdes, de la Saletta y de otros sitios gracias a medias y cuartos gracia, según la fortuna y el gusto de sus devotos. O la primera pareja humana ha sido creada en todas sus pieza en la edad adulta, en las mejores condiciones vitales, al abrigo de la acción del aire, del hielo, del trueno, de las inundaciones, de las bestias fieras y preservada milagrosamente durante algún tiempo del hambre, del calor del día, del frío de la noche y de todo cuanto podría atentar a la completa conservación de los dos cuerpos mallas llegados al mundo perfeccionados y totalmente sensibles, o el primer hombre nació niño del seno de una madre que tenía mucho de animal y que distaba mucho, por lo tanto, de haber llegado al grado de la actual mujer. O todas las especies animales han sido creadas separadamente, o han sido formadas naturalmente derivándose unas de otras por un lento progreso, por una lenta diferenciació n de los individuos y de las variedades.
No cabe, en este punto, confundir ni tergiversar. Se impone el radicalismo, lo mismo en un caso que en otro. ¿Cuál es el medió de conocer la verdad? 1º Tener el espíritu libre.2º Observar lo que ocurre en la naturaleza. Examinemos, pues, al hombre, con la más completa independencia de espíritu y con la imparcialidad más absoluta. Empecemos por su vida embrionaria. Al principio de su formación, en el seno de su madre, aún una simple célula. El ovario humano es esencialmente parecido al de los otros mamíferos, en forma y en estructura, sino que lo es aún en diámetro. Este glóbulo mide aproximadamente 1’15 de milímetro y es visible sin auxilio del microscopio. De pronto se multiplica y se convierte en una frambuesa. Estas células son materiales de construcción que servirán para edificar el cuerpo del joven animal. Cada uno de nosotros hemos sido una de estas esferas simples, compuestas de pequeñas células transparentes.
En el primer estadio es absolutamente imposible distinguir el embrión del hombre del de otros mamíferos, de los pájaros y de los reptiles. El hombre pasa sucesivamente, en las primeras semanas de la vida embrionaria, por las principales especies animales que aun hoy existen.
Determinadas fases primordiales del desenvolvimiento humano, corresponden absolutamente a algunas formaciones, que persisten durante toda la vida a los pecesinferiores. La organización pisciforme, de momento se convierte después en anfibio. Sólo mucho más tarde aparecen los caracteres particulares a los mamíferos. Existe perfecto paralelismo entre la evolución embrionaria del individuo y la evolución paleontológica del grupo entero al cual pertenece. Recorriendo así una serie de formas transitorias, cada animal; cada planta resume en cierto punto, en una sucesión rápida y en sus contornos generales, la larga y lenta serie evolutiva de las formas por las cuales han pasado sus antecesores, desde las más remotas edades.
 El embrión de un niño en su cuarta semana, el de un perro y el de una tortuga de la misma edad o el de un pollo de cuatro días, se parecen hasta confundirse. Así la misma naturaleza contesta al problema con nuestra actual embriología. Hasta cuando nos hallamos completamente formados conservamos órganos rudimentarios o atrofiados que fisiológicamente son del todo inútiles y que no pueden ser más que legados de nuestros antecesores.
Los pelos que cubren nuestro cuerpo se hallan en este caso. Lo propio ocurre con los músculos de la oreja, que no pueden servirnos para moverla, mientras que los monos y algunos salvajes le imprimen movimiento aún. En el ángulo interno de nuestro ojo hay un repliegue semilunar que es el último vestigio del tercer párpado interno que existe entre los pájaros, los reptiles, los tiburones, etc. Durante los dos primeros meses de vida embrionaria conservamos aún la cola de los monos. Debajo de la piel y en distintas regiones del cuerpo conservamos músculos que no son inútiles pero que existen entre los mamíferos.
Un examen anatómico detallado del cuerpo humano pone de manifiesto la existencia de algunos otros órganos rudimentarios, que sólo la teoría de la descendencia puede explicar. Estos órganos son otras tantas pruebas que establecen la verdad acerca de la teoría de la transformació n natural. Si el hombre, o todo otro ser hubiesen sido construidos desde el principio con un objeto determinado; si hubiese sido llamado a la vida por un acto creador, entonces no tendrían ninguna razón de ser estos órganos rudimentarios. Por el contrario, la teoría de la descendencia explica su presencia con toda claridad.
Ella nos demuestra que los órganos rudimentarios son partes del cuerpo que en el transcurso de los siglos han quedado gradualmente fuera de servicio. Estos órganos cumplían funciones determinadas en nuestros antecesores animales, pero entre nosotros han perdido todo valor fisiológico. Nuevas adaptaciones les han hecho inútiles, pero no han podido menos que ser transmitidos de generación en generación, habiendo retrogradado, lentamente.
No sólo los órganos rudimentarios, sino todos los demás órganos de nuestro cuerpo nos han sido legados por los mamíferos, y en último término, por nuestros antecesores simios.
La anatomía comparada confirma las anteriores manifestaciones. El cuerpo del hombre está formado exactamente lo mismo que el de los animales que le han precedido. Haeckel ha publicado, en su obra sobre La creación natural, una lámina muy instructiva representando los monos, o mejor, las extremidades interiores de nueve mamíferos distintos; el hombre, el gorila, el orangután, el perro, la foca, el tiburón, etc. En estas nueve extremidades se encuentran siempre, cualquiera que sea la diversidad de las formas exteriores, los mismos huesos iguales en número, en igual posición y agrupados en el propio orden. Parecerá natural que la mano del hombre difiera poco de la del gorila y del orangután; pero que la pata del perro, la aleta pectoral de la foca y del tiburón estén esencialmente construidas en igual sentido, parecerá más sorprendente. Sin embargo, es así. El volumen y la forma de los huesos han sufrido notables modificaciones pero su número, su disposición y su manera de articular no han variado. ¿A qué causa natural podría atribuirse esta sorprendente analogía en medio de la diversidad de las formas exteriores, sino a un parentesco universal?
La geología y la paleontología confirman todas estas conclusiones. Existe progresión continua desde los organismos más simples a los más compuestos. La animalidad se eleva como un solo árbol cuyas ramas nacen unas de otras. Entre los diversos tipos de animales fósiles se observa una gradación sucesiva, como si alguna fuerza de organización se hubiese ingeniado en añadir, modificar y complicar incesantemente para llevar el número y la variedad de las especies hasta lo infinito. Sin embargo, los rasgos de la modificación subsisten; ¿no hereda el niño la facultad esencial del mono?
Cualquiera que sea el secreto del origen de los seres, lo cierto es que las cosas se presentan como si derivasen unos de otros. Existen lagunas entre ellos, en efecto, pero el número de éstas disminuye de día en día ya por los descubrimientos imprevistos que se realizan en el seno de la tierra, en los abismos del Océano o en los lugares hasta ahora inexplorados de la tierra.
Se ha repetido hasta la saciedad que «la naturaleza no da saltos». «La especie, escribía Lamarck, en 1809, varia hasta el infinito, y, considerada con la relación al tiempo, no existe. Las especies pasan de una a otra por infinidad de transiciones, lo mismo en el reino animal que en el vegetal. Nacen por vía de transformació n o de divergencia. Remontando al origen de los seres, se llega así hasta un pequeño número de gérmenes primordiales, o nómadas aparecidos por generación espontánea. »El hombre no constituye ninguna excepción; es el resultado de la transformació n lenta de determinados monos. La escala en la cual se comparaban anteriormente los reinos orgánicos, no existe más que para las ramas principales. Las especies, por el contrario, son como las extremidades aisladas de las ramas, formando cada una un conjunto.»
 Esta grandiosa hipótesis es hija del cerebro de Lamarck en una época en que faltaban la mayor parte de los conocimientos en historia natural, en paleontología y en embriología, que después han vertido raudales de tan viva luz. Nada más se ha añadido a este principio; se han discutido los medios de transformació n, se han aportado hechos y observaciones, se han propuesto listas genealógicas, pero el fondo persiste intacto.
Los medios de Lamarck se resumen en una frase: la adaptación de los órganos a las condiciones de existencia. Sabido es que los que se dedican a la cría de animales y los horticultores obtienen casi a voluntad las formas nuevas deseadas, escogiendo, primero en una misma especie y después entre los descendientes de un primer cruce, y así sucesivamente, los individuos que poseen el mayor grado de desviación deseada; así se desarrolla una especie nueva, negando a fijarla de modo definitivo a fuerza de perseverancia.
Las divergencias del tipo primitivo que se obtienen son inesperadas; reproducen el color, la forma de la cabeza, las proporciones del esqueleto, la configuración de los músculos y hasta las costumbres del animal. Determinados cultivadores se comprometen en tres años a producir tal o cual pluma de un pájaro y en seis años tal o cual forma de pico o de cabeza. Esta es la «selección artificial», puesto que se opera por la mano inteligente del hombre sobre animales en estado doméstico. En la naturaleza, dos individuos de una misma familia, no se parecen por completo; difieren por caracteres sin importancia o por circunstancias que les dan una ventaja en la lucha sobre aquellos cuyas necesidades son las mismas o con las condiciones del medio y de subsistencia de todo género. El animal que tiene un color protector, es decir parecido al de la tierra en que vive, escapará con mayor facilidad de los dientes de sus enemigos. El animal de pelo más espeso será más favorecido en los polos; el de piel lisa lo será en el ecuador, etcétera. De consiguiente, toda ventaja adquirida desde el nacimiento, y por consiguiente más fácilmente transmisible, pone al individuo en mejores condiciones de resistencia a las causas de destrucción y de esterilidad. Los órganos se desenvuelven o se alteran según el uso que de ellos se hace.
De ahí que determinados individuos sean como escogidos por un procedimiento natural que reemplaza la acción del hombre en la selección artificial, y que estos individuos sean precisamente los que se sobreponen a los demás por algún nuevo carácter.
Repitiéndose el hecho durante algunas generaciones, se acentúan las divergencias, la tendencia a la herencia aumenta y se forman tipos nuevos, siempre más alejados del punto de partida. Los procedimientos de formación de especies, deben ser, por otra parte, numerosos. Diremos con el doctor Topinard en su hermoso libro La Antropología, que el transformismo se impone como una necesidad. O el hombre es nacido de la nada, por encantamiento, o procede de lo que anteriormente existía.
Así, todas las ciencias antropológicas se unen unánimemente para afirmar que el género humano desciende de una serie de diversos antecesores mamíferos. ¿Cuál ha sido su precursor inmediato? No puede serlo ninguna de las actuales razas humanas inferiores, ni ninguna de las razas de monos de las que al presente existen. Pero con seguridad que los orangutanes, los chimpancés y los gorilas son nuestros parientes más próximos.
Los primeros hombres, salvajes, brutales, groseros, sin lenguaje, sin familia, sin tradiciones; los hombres de los primeros tiempos – de la edad de la piedra – eran aún monos. Razas mucho más recientes, los charrúas, los cariabos, los antiguos californianos han desaparecido. El único de los tasmanienses acaba de morir. Los australianos, los esquimales, los polinesios desaparecerán pronto a su vez. La tierra da vueltas, y el progreso transforma el mundo. Hay hombres que prefieren ser hechura de un Adán a ser descendientes de un antiguo simio. Es cuestión de gusto. El más hermoso elogio que pueda hacerse de la humanidad no es quizá el que se ostenta.
 ORÍGENES DE LA VIDA - Camilo Flammarión
 Adaptación: OSWALDO E. PORRAS DORTA
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Dios está en todas partes al mismo tiempo, junto a ti y dentro de ti.Jamás estás desamparado.
Nunca estás solo.
No permitas que la amargura te perturbe: procura mantenerte calmo, para oír la voz silenciosa de Dios dentro de ti.
Así podrás superar las dificultades que aparecen en tu camino y descubrir la verdad que existe en todas las cosas y personas.

Minutos de Sabiduría
C Torres Pastorino
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COMUNICADO A TRAVÉS DE PSICOFONÍA
Estáis en zonas fronterizas, pensáis que os separáis de los demás seres y cosas. Sin comprender que sois parte de esos seres y de esas cosas. Que pertenecéis a un todo y estáis viviendo una nueva experiencia para un mayor ajuste con la totalidad.     

 Nº 1.286-1. LecturaGuía introductor

 ¡Si tenéis la bondad limpiar la saliva  que le sale por la boca a éste médium!
–Sí, hermano, esperaba que te aposentaras y tomases la potencialidad de la materia de este médium para limpiarlo. 
Es un espíritu que en estos momentos está dejando la existencia corporal y está lleno de rabia y de rebeldía, son vuestras pruebas humanas que no soléis tener en cuenta y luego en los momento determinante os desesperáis, os llenáis de rabia y rebeldía y ello obstaculiza la circulación en el sendero espiritual que tenéis que seguir dentro de su proceso evolutivo de la vida. Es vuestra prueba humana que debéis de aceptar con amor, del contrario, será mayor la confusión y os arrastrará el dolor en los caminos determinantes de la vida. Son muchas las fuerzas que están actuando en estos momentos en que el ser tensa al máximo su voluntad y sus nervios, es como un estado de locura que interfiere en todo estado canalizador.
Estáis más cerca de los espíritus que de los hombres, están o estamos en vuestros entornos, incluso interferimos en el desarrollo de vuestras vidas materiales y en muchos momentos penetramos en vuestro interior material. Esto ya está relacionado con el nivel de conocimiento de cada espíritu, lo mismo que pasa en vuestro mundo terrestre y en vuestras relaciones humanas que si tuvierais fuerza y poder no tendríais limites, destruiríais, ya en la realidad de lo posible lo hacéis, retrocediendo en vuestro adelantamiento.
La tierra es un mundo primario, de aprendizaje, en muchos casos de expiación, para el cual, es necesario que la celeste luz entre en los hombres y pueda haber una mayor comprensión, un poco más de humanidad caridad y perdón. Es menester que este conocimiento espiritual circule entre los hombres y que descubran la misión de su alma y comprendan por las causas que están en cuerpo físico, que vivan con intensidad la prueba corporal en un estado dual de cuerpo y espíritu. Que se despierten vocaciones espirituales, con ello, la formación de médiums  y videntes con su desarrollo divulgador. Que se hagan comunicaciones espirituales y se abran caminos de progreso y de esperanza que puedan llevar a la tierra ese fluir de luz que limpie la conciencia y alimente la voluntad fortaleciendo el desarrollo de la vida y los sentidos morales.  Abriendo los brazos con amor y esperanza en el sendero continuador lleno de luz y calor, esta  es la misión en que estáis los que tenéis esta facultad y habéis tomado materia con este fin de divulgación. Sois en buena medida responsables de que se abran estas puertas para que los hermanos de luz se puedan manifestarse abriendo senderos que limpien las atmósferas terrestres de tantos deseos egoísmos y orgullos, de tantas miserias que en su momento tendréis que hacer su trasformación.
Ya hemos indicado que en vuestros entornos hay muchos seres –no solamente en vuestros entornos–, en todos los entornos. Si reflexionarais los humanos y tuvieseis esto en cuenta comprenderíais mejor el comportamiento en el desarrollo humano de muchas personas. Tendríais una idea más clara del fluir de la vida y de la manera en que cambian vuestros sentimientos y acciones, como pasáis del blanco al negro con vuestros  sentimientos, las emociones, los deseos, sin que haya ninguna causa lógica racional ni humana. También es la causa de mucha violencia que hay en la tierra y  mal estar en muchas familias materiales
Tenéis que limpiar  el camino a seguir, ya indicamos que estáis rodeados de espíritus que utilizan vuestra realidad corporal de la misma manera que nosotros ahora estamos utilizando estos órganos de este médium.
Me retirare con el deseo que la celeste luz entre en vuestro interior y viváis con intensidad esta verdad suprema de las pruebas corporales.
 Grupo, los caminos de la vida

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