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jueves, 30 de junio de 2011

Miguel Vives


ORACION DE MIGUEL VIVES
 

¡Oh Dios mio!  ¡ Cuán agradecido os debo estar!  ¡Cuán grande son vuestros designios ! Quizás fue necesario que pasara por una grande y prolongada aflición antes de que viniera a mi la luz del Espiritismo ; si hubiera gozado de buena salud me hubiera engolfado en las distracciones del mundo, y, distraido y preocupado en las cosas de la tierra, no hubiera hecho caso de lo que hoy tanto amo y tanto  me ha servido y ha de servirme en el porvenir. Gracias, Dios mio; Omnipotente mío; Soberano mío.
      Hoy reconozco vuestra grandeza, vuestro amor, vuestra previsión, y que vuestra providencia llega a todos, que siempre dais a todos y a todas las cosas lo mejor y más justo. Yo os amo, os alabo, os adoro con toda mi alma, y mi reconocimiento hacia vos es tan grande que no tiene límites; veo vuestra grandeza en todas partes y en todo os admiro, os amo y os adoro; y sobre todo, en donde la veo más sublime, es en la ley de humildad que tenéis establecida para que los hombres lleguemos a amarnos como a verdaderos hermanos.
    Cuando reflexiono sobre el drama del Calvario y veo al Ser más grande que ha venido a encarnarse en este mundo, sometido a tanto sufrimiento y a tanto dolor, exclamo: si El era y es más que todos los que habitamos en este mundo, no vino a ceñir una corona y a empuñar un cetro, sino que vino a ser el más humilde, el servidor de todos, el que curó las dolencias de la humanidad, el que sufrió todas las impertinencias, todos los suplicios y dio tan grande ejemplo de paciencia, humildad y perdón, es que el Padre, es que Vos no admitís categorías, ni grandezas humanas, ni ostentación, sino virtud, amor, pureza, sacrificio, caridad. 
    Así, digo: la ley vuestra ensalza al abatido, consuela al afligido y el más humilde es el más grande, si es virtuoso y bueno.
    Entonces, busco la ley proclamada por el Humilde de los humildes, el Bueno de los Buenos el Pacífico de los pacíficos, el que por su elevada conducta es el Rey de todos los corazones justos, el que dirige todas las conciencias puras, el que dirige a todos los que queremos ir a Vos; que por eso yo le admiro en la ley proclamada, en los ejemplos dados, y me inspiro en las palabras que pronunció; y como El dijo que debemos perdonar, yo perdono todas las ofensas: y como  dijo que nos hemos de amar, yo amo a todos mis hermanos; y como dijo que el quisiera seguirle debia llevar su cruz, yo la llevo sin quejarme y su figura me parece tan grande que, después de Vos, Padre mío, es mi amor, mi esperanza, mi bien, mi consuelo...
    ¡ Señor ! Siguiéndoos a Vos, hallaremos nuestra felicidad, nuestro gozo,nuestra vida eterna; siguiéndoos a vos, sentiremos paz en el alma, porque seremos pacíficos y humildes; siguiéndoos a  Vos, tendremos nuestro espíritu lleno de esperanza; por eso yo os sigo como el criado sigue a su señor, como el pequeñuelo sigue a su madre, y cuando me aquejan los sufrimientos os miro clavado en la cruz y sigo firme el camino del calvario de mi vida, no separando de mi el recuerdo del grande ejemplo que nos disteis y llevando en mi corazón el agradecimiento y el respeto a que sois acreedor por tan sublimes virtudes por Vos practicadas, para enseñarnos el camino que conduce a la felicidad eterna.
Miguel Vives.
- Aportado por Marco Antuan-

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