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sábado, 23 de abril de 2011

Visión limitada

Alipio Gonzalez


¿Se considera una persona con una gran visión? Asegura  que puede visualizar todas las situaciones  con una mirada abarcante?
Por más capacitado que sea el hombre, en la Tierra, por más dilatadas que tenga sus posibilidades de percibir situaciones,  comparada con la visión de Dios, se queda muy limitada.
Los seres humanos pueden visualizar una parte muy pequeña de todo lo que los rodea, por la propia condición de inferioridad en la que aun se encuentran,  con relación a los espíritus más evolucionados  y con el Creador.
Jesús es un ejemplo de Espíritu evolucionado y, por tanto, con una visión de las leyes que rigen la vida, mucho más amplia.
 Mientras que nosotros percibimos una pequeña parte de cualquier situación, el la visualiza en su totalidad. Fue por esa razón que Él predijo muchas cosas que aun estaban por acontecer. Observó las causas y previno las consecuencias que, a la luz de la lógica y de la razón, eran evidentes.
Quien conoce las leyes, sabe los efectos que cada acto desencadenará . Por eso afirmó que a cada uno le será dado según sus obras.
En cuanto percibimos, con nuestra visión limitada, a un marido dedicado  al regreso con la esposa enferma, infiel,  y criticamos la situación, quien conoce la ley de causa y efecto visualiza a un espíritu rescatando a aquella alma  que antaño prostituyó y llevó a la locura.
Cuando vemos a una madre sacrificando sus horas al lado del hijito con problemas mentales y físicos pensamos  luego en la injusticia, más el mirar atento a Dios sabe que aquella alma, investida en la noble  misión de la maternidad, es alguien que precisa rescatar el corazón que entonces lo llevo al desequilibrio y al suicidio.
Cuando nuestra miope visión ve a un hijo al regreso con los padres enfermos y dependientes, y juzgamos que algo no es cierto, la mirada de Dios percibe un espíritu en debito para con dos almas que daño y perjudico antaño.
 Cuando vemos padres amargando la presencia de la hija viciada, frágil e insegura dentro del hogar, pensamos en la injusticia, más quien conoce los mecanismos de las leyes divinas sabe que son apenas dos corazones arrepentidos intentando erguir a un espíritu que antes empujaran en un despeñadero de dolor y sufrimiento.
Cuando nuestra mirada contempla  a una criatura esclavizada al trabajo precoz, hablamos  del irrespeto a la infancia, más Dios sabe que aquella alma, temporalmente en un cuerpo infantil, es alguien que uso  de forma incorrecta sus bienes o sus bienes públicos y hoy vuelve al palco terrestre para aquietar la propia conciencia, devolviendo, con el sudor en el rostro, lo que uso indebidamente en el pasado.
Cuando vemos a personas alimentándose de los restos despreciados por los otros, pensamos que Dios debe estar durmiendo, más las leyes de la vida perciben  a alguien que dilapidó fortunas en placeres egoístas, esclavizando a sus hermanos menos favorecidos, que ahora vuelven en la miseria construida por las propias manos.
Y así, tenemos innumerables situaciones que desfilan bajo nuestra mirada de indignación y rebeldía, sin que nos demos cuenta de que todo está bien. Todo está de acuerdo con las soberanas  leyes que rigen el universo moral, tan despreciado en los días actuales.
¿Y por qué Dios nos permite caminar al lado de tanta miseria?
También hay un motivo justo.
Es para que podamos extender las manos y ayudemos a todos aquellos que, bajo el peso de la propia cruz caminan en la dirección de la luz, buscando el redil bendecido  del cual se apartaron, tanto como nosotros, donde todos encontraremos reposo seguro en los brazos del sublime  pastor que a todos nos aguarda, después de vencidas las arduas luchas.
Por tanto,  consideremos que por más que nuestra visión no consiga contemplar  la amplitud de todas las situaciones, Dios sabe. Dios ve. Dios todo provee y prevé.
Nadie es víctima. Puede haber, y hay, injustos e injusticias, más nunca hubo ni habrá injustificados, ante las leyes divinas.

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El amor de Dios se extiende sobre todo el universo. Nadie está solo. Por más difícil que sea la situación, confiemos. Dios vela por todos. Dios vela por usted.
Aunque sus pasos sean vacilantes y sus pies estén sangrando, vale la pena seguir un poco más…
Dios vela su camino y sabe cuando su prueba debe tener fin.
Siga al frente y confié. Un mañana feliz será, fatalmente, su recompensa.
Redacción de Momento Espirita 
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