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martes, 26 de noviembre de 2013

EN LA HORA DEL SUEÑO


 El reposo mediante el sueño, es indispensable al equilibrio psicofísico de los seres, especialmente del hombre.
El sueño representa una gran contribución a la salud, a la armonía emocional, a la lucidez mental, a la acción en las diversas empresas de la existencia humana.
En cuanto se procesa el entorpecimiento de determinadas células corticales, responsables por el sueño, se liberan los clichés del inconsciente, que se transforma en catarsis valiosa para la manutención del paisaje mental equilibrado.
Sobrecargado por las emociones refrenadas, por las reminiscencias dolorosas, por las frustraciones, presiones, ansiedades, que se transforman en conflictos y complejos variados, el inconsciente se revela en los estados oníricos, que dan origen a los sueños, de innegable valor a los psicoanalistas para el estudio del comportamiento y de la personalidad.
El sueño natural es de relevante significado para la vida y su preservación, durante la existencia corporal en la cual el espíritu procesa su evolución.
Con cierta justeza algunos estudiosos de la psiquis afirman que “dormir es una forma de morir.”
Esos dos fenómenos biológicos se parecen, sin dudas, porque en el sueño, el espíritu se desprende parcialmente del cuerpo, en cuanto que, en el acontecimiento de la muerte, se produce el desligamiento total de los lazos espirituales.
De este modo, conforme se duerma o se muera, esto es, de acuerdo con las ideas abrigadas y aceptadas, se manifiestan las consecuencias idénticas.
En el caso del sueño, el espíritu resuma las emociones que le son agradables, acontecidas o no, sucediendo lo mismo con la muerte, lo que, por sintonía, propicia la vinculación con otras mentes, con otros espíritus semejantes.
Sueños o pesadillas, desdoblamientos de pequeño, medio o largo porte, son resultados del estado emocional del individuo.
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Cuando busques el reposo, cuida del panorama emocional a través de la meditación y renueva la mente recurriendo a la oración.
Repasa las actividades del día y proponte la rehabilitación en los incidentes que consideres infelices, en los cuales constates tus errores.
No conduzcas al lecho de dormir pensamientos depresivos, angustiantes, coléricos, perturbadores...
Los momentos que preceden al sueño deben ser de higiene mental, de preparación para otras actividades, que ocurrirán durante el proceso de reposo físico y mental.
Asimismo, libérate de las ideas perniciosas que son cultivadas con intensidad. El hábito de fijarlas crea condicionamientos viciosos que atraen a Entidades semejantes, que se te acercan y explotan tus energías, agotandote y dando comienzo a lamentables procesos de sutiles obsesiones, que se prolongan, normalmente, durante el nuevo día, repitiéndose, exhaustivamente, hasta más allá de la muerte.
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Planifica el bien vitalizándolo con la mente, vívelo desde antes de dormirte y tan pronto se dé el fenómeno biológico, Amigos dedicados del mundo espiritual te conducirán a las Regiones Felices, a fin de que te equipes más para las tentativas, donde escucharás preciosas enseñanzas, viviendo momentos de arte, belleza y estímulo, que se podrán reflejar en tus paneles mentales como sueños agradables, confortadores, que te dejarán sensaciones de inefable bienestar.
De la misma forma, cuando eres arrastrado hacia los recintos licenciosos que el pensamiento abriga, el contacto con los seres infelices se transformará en pesadillas incalificables, desgaste y agotamiento, que se manifestarán como irritabilidad, indisposición y otras enfermedades.
Los momentos precedentes al sueño son de vital importancia para el período de reposo.
Asimismo, no descuides la educación de tu mente, la manutención de los hábitos saludables y los programas edificantes, a fin de que todas tus horas sean provechosas para tu crecimiento interior y una existencia de paz.
Juana de Ángelis
(Página extraída del libro MOMENTOS DE ARMONÍA, psicografiado por Divaldo P.
Franco, y traducida por Johnny M. Moix.)

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“Quien ama verdaderamente quiere la felicidad de la persona amada”
                - Francisco Cándido Xavier -

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¿En dónde se puede encontrar la Verdad y el sentido de la Vida?

La Verdad personal de cada uno constituye una minúscula parcela de la Verdad Total que se debe de buscar dentro de sí mismo, en el Yo interior, por eso el encontrar la Verdad supone el esfuerzo individual de cada persona , y esto no se logra antes de haber adoptado una mentalidad limpia, abierta y libre de preconceptos y prejuicios.
Encontrar una verdad a veces exige método, y tal vez uno de los métodos mas eficaces y resistentes al tiempo, sea el de la Meditación que nos lleva a intuir verdades que así nos llegan desde otras mentes desde el  plano Espiritual, o también adoptado por S.Tomás de Aquino. Este analizaba frases de autores consagrados y las analizaba y contestaba con todo rigor hasta llegar a nuevas verdades, sin importarle si estas agradarían a cristianos o paganos, griegos o árabes, etc. Su único deseo y fundamento era detectar la Verdad fuese cual fuese.
También exige esta búsqueda , que pongamos en duda las conclusiones de la sabiduría popular que a veces están impregnadas de supersticiones y errores, así como con las afirmaciones precipitadas que a veces la Ciencia o los razonamientos filosóficos  nos presentan.
       A quienes buscan la Verdad y el sentido de la vida, yo les recomendaría que comenzasen por documentarse previamente del modo más amplio posible, adquiriendo un conocimiento lo más profundo posible, leyendo , estudiando , y comparando temas científicos, filosóficos y espirituales de modo que puedan meditar estas lecturas con fundamento, poniendo a funcionar la mente analítica para seleccionar y asimilar lo que se lee, de modo que se pueda aceptar libremente lo que se comprenda, o bien descartar lo que no nos encaje en nuestra razón y conciencia, aunque sin desechar ni negar nada en principio, sino guardándolo  respetuosamente por si acaso mas adelante nos encaja como la pieza que faltaba en nuestro “puzzle” particular . Es necesario que se piense y se argumente con la mayor objetividad y nobleza, olvidando preconceptos mas propios de la Edad Media.
      Se deben relacionar los aspectos de la cuestión que se analiza y medita, con otros aspectos dentro del contexto en que se presenta. Si no se actúa así se corre el riesgo de llegar a defender como verdad absoluta algo que si acaso es tan solo una verdad  sesgada.
    Parece tarea difícil, pero es tan fácil como aceptar lo que se compruebe, se comprenda  se sienta o se intuya como verdadero, dejando lo demás en “cuarentena” como dudoso. Esto supone el estar dispuesto a sustituir si llegara el caso, los propios conceptos que tenemos adquiridos por otros nuevos que se puedan ajustar más a nuestro íntimo sentido de la Verdad, sin aferrarse fanáticamente a viejos conceptos muchas veces heredados de tradiciones o propios de la sociedad en donde vivimos, pues la experiencia de cada día nos enseña que muchas veces las cosas que un día creímos de un color, luego descubrimos que lo eran de otro y tenemos que rectificar por ello los conceptos anteriores. Debemos desnudar el alma de tantos dogmas y conceptos que hemos heredado de la sociedad humana, que son tenidos como verdades inamovibles y que terminan siendo creencias tradicionales admitidas solo por eso y en las que no se entra a cuestionar, pero que nada tienen que ver con la verdad . Los dogmas, sean de la clase que sean, solo son barreras mentales que debilitan la capacidad de razonar y de comprender de quienes los aceptan o mantienen.
La Verdad cuando se encuentra nos causa una sensación de satisfacción íntima  . Las teorías sobre conceptos de Verdad, son necesarias para clarificarnos a nosotros mismos , pero no sigamos creyendo encontrarla en tal religión , ni en un libro, ni en ninguna otra doctrina, sino en nuestro interior cuando estamos predispuestos a entregarnos a los demás, ayudando a quien lo necesite ; cada cual deberá buscarla principalmente en la práctica de bien, del trabajo y de la entrega a los demás, y allí encontraremos cada uno nuestra gran Verdad que da sentido a nuestra existencia..
La Meditación nos pone en contacto con ella, la Oración nos aproxima a su Esencia y la práctica de la Caridad nos facilita su vivencia; la virtud de la humildad nos abre la puerta del corazón para que penetre nuestra Verdad, y la fe nos facilita el que la incorporemos en nuestros sentimientos.

- Jose Luis Martín-

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 “Buscad leyendo y hallareis meditando”
- S. Juan de la Cruz-