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miércoles, 29 de septiembre de 2010

INFLUENCIA DEL ESPIRITISMO SOBRE EL PROGRESO


En más de una oportunidad nos hemos preguntado, en la intimidad de nuestro ser, esta cuestión relacionada con el progreso-individual, lo que es decir. Con el Progreso de la humanidad, del planeta
Toda la sabiduría que el Espiritismo encierra, es una palanca indiscutida para alcanzar ese progreso –que es sinónimo de avance, de prosperidad, de adelanto y por momentos nos parece que no se logra ese progreso en la medida de las necesidades del hombre y la civilización.
KARDEC, en el comentario que adiciona a la respuesta de la pregunta 798 del libro III – Cap.VIII, en el libro de los Espíritus, nos ofrece un panorama perfectamente claro en el accionar de las ideas y sus consecuencias, afirmando: “Las ideas no se transforman sino con el tiempo y jamás súbitamente. Ellas se debilitan degeneración en generación y acaban por desaparecer, poco a poco, con aquellos que la profesaron y que son sustituidos por otros individuos, imbuidos de nuevos principios, como ocurre con las ideas políticas. Vemos el paganismo; seguramente, hoy no hay personas que profesen las ideas religiosas de los tiempos paganos. No obstante, varios siglos después de advenimiento del Cristianismo, ellas dejaron vestigios que sólo la completa renovación de las razas pueden borrar. Ocurrirá lo mismo con el Espiritismo; él hizo mucho progreso, pero aun quedara durante dos o tres generaciones, un fermento de incredulidad que solo el tiempo disipará. Sin embargo, su marcha será más rápida que la del Cristianismo quien le abre el camino y sobre el cual se apoya. El Cristianismo, tenía que destruir; el Espiritismo sólo tiene que edificar”
Y a continuación, preguntaba el ilustre codificador: 799-¿De que manera el Espiritismo puede contribuir para el progreso? – “Destruyendo el materialismo que es una llaga de la sociedad, pues él hace que los hombres comprendan dónde está su verdadero interés. (...) Destruyendo los preconceptos de sectas, de castas y de color, puesto que él enseña a los hombres la gran solidaridad que debe uniros como hermanos”

Bien sabemos que el Espíritu, siguiendo a la ley de evolución, se viene desarrollando a través de los reinos de la naturaleza y a través de los siglos hasta llegar a nuestra especie, información ésta, cabal y racional, que nos llega suministrada por los espíritus Superiores.
De ahí se deduce que el alma trae, al entrar a la vida humana, residuos milenarios, lo que explica su salvajismo, su egoísmo, los sentimientos inferiores que parecen ser el patrimonio de la gran mayoría de los seres.
Para acelerar el progreso espiritual, el Padre Creador viene enviando al Planeta sus instructores que se encargarían de transmitirnos las leyes divinas, que son la directriz de nuestra conducta y que son las que habrán de encaminarnos al bien y a los sentimientos superiores.
El Brahmanismo, cuyos orígenes se pierden en la noche de los tiempos, recomienda el coraje moral, la sabiduría, el amor a las criaturas, el sacrificio, la rectitud, la austeridad.
A Krishna le son atribuidas las máximas que establecen la moral de los pueblos; ellas nos enseñan que el orgullo, la avaricia, la crueldad, las pasiones vergonzosas, y otras calamidades por el estilo, torna al hombre despreciable.
Zoroastro, hace muchos siglos, fundó en Persia una religión digna de todo respeto. Jeremías, uno de los mayores profetas del antiguo testamento, (siglo VI a.), tomó la defensa de los oprimidos, clamó por la paz, predicó contra la tiranía, el asesinato, las malas costumbres, dejando al mundo una gran lección y un gran ejemplo.
Buda, 600 años antes de Cristo, presento una religión fundamenta en la misericordia, en el bien, en la instrucción y otras tantas virtudes, recomendando la acción recta, el lenguaje recto, la meditación recta...
En síntesis: no pecar por pensamiento, palabras y obras...
En oriente, refulgieron tres grandes figuras estelares: Lao-Tse, Mencio o Meng-zu (-3& a.C.) y Confucio. El primero presenta el libro de la Razón Suprema y estableció los principios morales que más tarde fueron desarrollados por los otros dos. Mencio, en su Tratado de Moral, les enseña a los hombres su verdadera conducta. Y Confucio resume su amplia enseñanza en una frase: “No hagáis los otros lo que no queréis que os hagan.”
No podemos de dejar de citar a dos genios nacidos en Grecia –Tierra donde florecieron las literaturas, el arte, la filosofía y la política, causando admiración hasta el presente. Diríamos que ellos fueron precursores del cristianismo y que sus ideas se ajustan a las que nos traen los Espíritus, hoy englobadas en la obra imperecedera de Allan Kardec.
Ellos fueron Sócrates y Platón, el primero dejo al segundo, su filosofía: “El hombre es un alma encarnada que existe antes de tomar un cuerpo en la Tierra, a la cual desea volver. Sin embargo, no es en el cuerpo que encontramos la verdad...
Y finalmente el Cristo, quien legó a la humanidad su evangelio de paz, de armonía, de perdón, de amor. Y su mayor máxima fue: “ Amaos los unos a los otros...”
Y nos he dado observar que las ideas transcendentes de todos ellos, permitieron el progreso del hombre, alejando a la barbarie y de igual forma, insuflando en él la idea de la conducta moral, único cambio camino para avanzar en la senda espiritual.
Siglos de experiencias, de oportunidades le fueron otorgados al ser humano para lograr el avance a que esta destinado, rompiendo con las ligaduras que lo ataron a civilizaciones ya desaparecidas, pero que aún dejan vestigios en lo más íntimo del ser, dada su vinculación con el instinto, con el materialismo éste aún pareciera dominar.
Pese a las ideas religiosas transmitidas desde Planos Superiores, la prevalencia de ese materialismo, las distorsionó porque el hombre persiste en su egoísmo y su capricho de considerarse el rey de la Creación...
Y aquellos que se denominaban como representantes de dios sobre la Tierra, se ocuparon más de si organización de verdaderos imperios clericales que dieron lugar a doce siglos de oscurantismo religioso, impidiendo el progreso de la conducta moral, de las artes, de las letras, es decir, del propio ser humano.
En contraposición a ello, surgen movimientos materialistas que pretenden oponer esos estados de “religiosidad” arcaicos y nada espirituales, su desprecio por las leyes divinas, que fueron menospreciadas y alteradas por aquellos que tenían la obligación de cumplirlas y con su ejemplo, permitir que los demás las cumplieran.
La palabra de Dios estaba olvidada, si es que alguna vez se torno recordada. Fue cuando llegó la época en que era preciso estremecer a las conciencias por medios persuasivos, por la fuerza de la prueba.
La ciencia había abierto profundos surcos en las almas y por esos surcos la fe, sin una base segura, sin una lógica esclarecedora, se iba agotando y dejaba si vida las vertientes donde antes corría la savia de la creencia. Y cuando un páramo desértico quedaba el espíritu cuando retirasen de él la idea de Dios, idea que es la linfa vivificante y que el progreso científico haría, seguramente, desfallecer, si la Providencia Divina no nos socorriese de forma inmediata con el remedio salvador.
Pero aquella idea iba empalideciendo en la proporción que los procesos de investigación iban ganado fuerza. La ciencia establecía leyes para los fenómenos.
El Universo se nos presentaba con su mecanismo debidamente estudiado. Ya no era presidido por la voluntad arbitraria de Dios; ya no habían milagros; ya no era el Dios tronante quien preparaba los truenos; los cataclismos ya no representaba la cólera divina, ni la necesidad de oblatas e inmolaciones; ya nuestros destinos, los hechos naturales y la actividad cósmica no dependían de los deseos o caprichos inexplicables del Omnipotente.
Todo pasaba al imperio formidable de la ley, investigando se llega a las causas y se descubren los efectos. Se verifica porqué los astros se movían; se indagaba en la génesis de las enfermedades; se investigaba el origen de los movimientos telúricos... Los descubrimientos mostraban el creciente valor de la materia, en la proporción de que iban huyendo los investigadores del Espíritu. Es que no lo veían en el cuerpos los atomistas; no lo percibían los biólogos; no lo explicaban los filósofos. Y la psicología, de la cual todos se esperaban, mancomunada con las demás disciplinas, entraba a vislumbrar en las acciones psíquicas las influencias somáticas. Era el completo desbaratar de las religiones, impotentes ante el avance del progreso material, sin fuerza moral delante de la propia ruina por sus realizaciones inmortales.
Es que las religiones habían alimentado el pensamiento materialista en el hombre, frente a la manipulación de la idea espiritualista, negando con los hechos lo que la prédica clerical afirmaba... Y todo un desfile de sucesos sangrientos que mancillaron a la historia y al cristianismo cobraba forma patética de lo que representaban esas religiones...
Descubrir cualquier cosa que, implícita o explícitamente, entrase en desacuerdos con la Sagrada Escritura, o sea con la palabra de Dios, que nadie sabía quién lo oyó o como nos la habían transmitido, era tener por cierta la cremación en la plaza pública, para escarmiento para los herejes.
No obstante, la Divinidad está atenta al desarrollo intelecto- moral del hombre y una vez más, acude en su auxilio, pues había llegado el momento preciso en que era necesario llamar la atención de este mundo para los misterios del otro. Comenzaba una nueva era en la que los hombres se debían encaminar hacia la armonía y hacia la paz. Fue lo que declararon los espíritus, cuando les indagaron la razón de aquellos ruidos y a qué venían...
Nuestro deseo –ellos respondieron- es que la humanidad viva en armonía y que los escépticos se convenzan de la inmortalidad del alma...
No se comprendía bien lo que eran aquellos fenómenos y a qué venían ellos. El gran papel que el Espiritismo tenía que representar no estaba bien definido, a pesar del aviso dado por los primeros fenómenos.
Era preciso poner en orden las piezas dispersas, darles un sentido, explicarlas, traer la luz que habría de esclarecer el gran momento que despuntaba en la faz del mundo, que habría de transformar a ese mundo de dolores en mundo de esperanzas.
Fue cuando Allan Kardec apareció en el gran escenario espiritual.
Y es él que nos enseña: “El progreso de la humanidad tiene su principio en la aplicación de la ley de justicia, de amor y caridad. Esa ley está fundada sobre la cabeza del futuro; quitadle esa certeza y le quitaréis su piedra fundamental. De esa ley derivan todas las otras, porque ella encierra todas las condiciones de felicidad del hombre y sólo ella puede curar las llagas de la sociedad y él puede juzgar, por la comparación de las épocas y los pueblos, cuánto su condición mejora a medida que esa ley es mejor comprendida y practicada”. – L. E., conclusión, IV. Y dice más aún, con una sorprendente visión del futuro: “Por medio de Espiritismo, la humanidad debe entrar en una fase nueva, la del progreso moral, que es su consecuencia inevitable, ídem V
Transcurrido este lapso de tiempo, desde el surgimiento del Espiritismo, sería muy ciega nuestra percepción si no valoráramos cuánto ha influido y proseguirá influyendo el espiritismo en la marcha del progreso de la humanidad.
Sólo de pensar que, aquellos que adoptamos su Doctrina como forma de vida y que se suman por millones – nada comparado con el cúmulo de seres encarnados y desencarnados que estamos vinculados a la Tierra, es verdad- y que ya disponemos de otra conciencia moral, aportando nuestros pensamientos más fraternos, más cristianos, más responsables, estamos colaborando en abrir canales de inspiración elevada que nos llegan de los planos superiores, que mejoraran nuestros sentimientos, al tiempo que también se abren espacios para la vivencia de la paz, que aún continua siendo la gran ausente de la familia humana.

Trabajo realizado por:
Juan Antonio Durante

Pluralidad mundos:Migración de Espíritus




1.Uno de los principios fundamentales del espiritismo es el de la pluralidad de los mundos habitados. En la obra de la creación divina, entre los mundos destinados a la encarnación de Espíritus en estado de prueba o expiatorio, se encuentra la Tierra, una de las innumerables habitaciones del ser humano. Evidentemente, existen muchos otros mundos que abrigan humanidades semejantes a la nuestra, no siendo el hombre terrenal el único ser corpóreo dotado de inteligencia, racionalidad y sentido moral en el inmenso Universo.

2.Creado simple e ignorante, dotado de libertad y libre albedrío, inclinado tanto para el bien como para el mal, falible por tanto, el espíritu se sujeta a encarnar y reencarnar, experimentando multiples existencias corporales en la Tierra o en otros planetas, tantas cuantas fueran necesarias para ultimar su depuración y su progreso. Ese proceso admirable se realiza a través de las emigraciones e inmigraciones de espíritus, o sea, de la alternancia sucesiva y múltiple de las existencias humanas en los dos planos de la vida: el corpóreo y ele espiritual. Todo Espíritu encarnado, cuando vive su cuerpo, está fijado en el mundo en el que encarnó.

3.desencarnado, el pasa a la condición de Espíritu errante, que es exactamente el individuo que aun necesita reencarnar para depurarse y progresar. En el estado de erraticidad el espíritu continua para pertenecer al mundo donde tiene que encarnar, más, no estando el sujeto por el cuerpo, es más libre y puede hasta incluso visitar otros mundos, con la finalidad de instruirse.


4.las emigraciones e inmigraciones de Espíritus pueden ocurrir también entre mundos diferentes, esto es, los espíritus pueden emigrar de unos para otros planetas. Unos emigran por la fuerza del progreso realizado, que los habilita para ingresar en un mundo más adelantado, lo que es un premio para ellos; otros, al contrario, son desterrados del mundo al que pertenecen, por no haber acompañado el progreso moral alcanzado por la humanidad de ese mundo. El exilio que les es impuesto constituye un verdadero castigo, que la ley de justicia impone a los recalcitrantes del mal, esclavizados al orgullo y al egoísmo.


La raza adámica tuvo su origen en la inmigración de Espíritus

5.Las enseñanzas espiritas aquí resumidas nos enseñan a comprender y a mejor explicar las diversidad de razas humanas y, sobretodo, la existencia en la Tierra de una etnia considerada intelectualmente superior, si es comparada a las otras aquí existentes de las cuales algunas manifiestan aun notoria inferioridad. La etnia blanca existente en la Tierra, llamada otrora “raza blanca” (1), fue constituida, inicialmente, por Espíritus emigrados de un planeta perteneciente al sistema de Capela, una estrella millares de veces mayor que el Sol.


6.Habiendo el mencionado planeta alcanzado un estado de progreso condimente con el de un mundo regenerado y más feliz, más permaneciendo en el una legión de Espíritus aun recalcitrantes en el orgullo y en otros serios defectos morales, tuvieron ellos que ser desterrados y, por causa de eso, muchos acabaron siendo encaminados para el planeta Tierra, donde fueron recibidos por Jesús.


7.En nuestro mundo, siendo mucho más adelantados que los habitantes pertenecientes a los pueblos autóctonos o indígenas, sobretodo en lo tocante a la inteligencia, vinieron a impulsar el progreso de aquellos, mezclándose ellos y expandiéndose su cultura por todos los cantos de la Tierra. Los hombres que resultaron de la reencarnación de los exiliados de Capela en nuestro mundo formaron la llamada raza adámica, que dio origen a los pueblos más evolucionados de nuestro planeta: loa arianos o indio-europeos, los egipcios, los israelitas y los indianos.


8.La historia de los exiliados de Capela nos permite comprender mejor las narrativas bíblicas acerca de Adán y Eva y su expulsión del Paraíso. La leyenda del paraíso perdido se funda, en verdad, en el destierro de aquella legión de Espíritus del planeta capelino que, si es comparado con la Tierra, podría compararse a un paraíso.


9.Emmanuel, en su libro A Caminos de la Luz, nos da informaciones valiosas a respecto de la llamada raza adámica, asunto que fue tratado igualmente por Kardec en La Génesis. En esta obra, el Codificador, después de eludir la cuestión de las emigraciones e inmigraciones colectivas de Espíritus de un mundo para otro, hace clara referencia a la raza adámica en el Cáp. Ítem 38: “De acuerdo con la enseñanza de los Espíritus, fue una de esas grandes inmigraciones, o si lo quieren, una de esas Colonias de Espíritus, venida de otras esferas. Lo que dio origen a la raza simbolizada en la persona de Adán y, por esa razón misma, llamada raza adámica. Cuando llegó ella aquí, la tierra ya estaba poblada desde tiempos inmemoriales, como América, cuando llegaron los europeos.

Adán y Eva vivieron en la Tierra en el periodo neolítico

10.Más adelantada de lo que las que habían precedido a este planeta, la raza adámica fue, en efecto, la más inteligente y la que empujó al progreso a todas las otras. La Génesis nos lo muestra, desde sus orígenes industriosos, aptos para las artes y para las ciencias, lo que muestra que ella no pasó en la Tierra por la infancia espiritual, diferentemente de lo que ocurrió con los demás pueblos que habitaban, entonces, el planeta.


11. Todo lleva a creer que la llamada raza adámica no es antigua en la Tierra y nada se opone a que sea considerada como habitando este globo desde hace apenas algunos millares de años, lo que no estaría en contradicción con los hechos geológicos, ni con las observaciones antropológicas, antes tendería a confirmarlas. Caín y Abel tenían habilidades desconocidas de los hombres primitivos, como el uso de la tierra para el plantío y el pastoreo. Caín conocía también el arte de la construcción de casas y ciudades, una conquista del periodo neolítico, porque antes de el los hombres de la Tierra vivían en cavernas.


12.Se llama periodo neolítico al periodo de la época holocena en que los vestigios culturales del hombre prehistórico se caracterizaban por la presencia de artefactos de piedra pulida (aun no era utilizado el bronce9 y por el aparecimiento de la agricultura. La época holocena, iniciada hace cerca de 12.000 años, es aquella en que las galeras se restringieron a las regiones polares y acarrearon el desenvolvimiento y la expansión de la civilización humana.

13. El Espiritismo nos enseña que la especie humana no comenzó por un único hombre y que aquel a quien llamamos Adán no fue el primer ni el único en poblar la Tierra. Kardec indago a los espíritus Superiores: ¿En que edad vivió Adán? Ellos le respondieron: “Más o menos en la que señaláis: cerca de 4000 años antes de Cristo” (L.E., ítem 51). De hecho, la narrativa contenida en el Cáp. 4 de la Génesis nos lleva al mismo entendimiento, porque solamente en el periodo neolítico – entre los años 5.000 a C. y 2500 a.C. – es que surgió en la tierra el pastoreo, seguido del cultivo de la tierra, y el hombre pasó de cazador a pastor, lo que prueba que la fecha indicada por los Espíritus al respecto de la época en que vivió Adán es perfectamente compatible con los registros históricos. Como la población de la Tierra se inició en épocas bien más atrasadas, es evidente que no descendemos de los padres de Abel y Caín, más si de otros ancestrales que habrían vivido mucho antes.



(1)Diversos autores, siguiendo criterios de distinta clasificación, propusieron diferentes clasificaciones de la humanidad en términos raciales. La más básica y difundida es la de las tres grandes subdivisiones: caucasóide (raza “blanca”), negroide (raza “negra”) y mongoloide (raza “amarilla”). Como concepto antropológico, esa clasificación sufrió numerosas y fuertes críticas, pues la diversidad genética, de la humanidad parece presentarse en un continuo, y no con una distribución en grupos aislado, y las explicaciones que recorren la noción de la raza no responden satisfactoriamente a las cuestiones colocadas por las variaciones culturales. Es, pues, solamente por la falta de un término más adecuado por lo que colocamos en el texto expuesto el vocablo “raza”, cierto de que existe una única raza en el mundo en que vivimos: la raza humana.


Respuestas


1. ¿Existen en el Universo muchos planetas habitados como en la Tierra?

R: Si. Según el espiritismo, existen muchos otros mundos que abrigan humanidades semejantes a la nuestra, no siendo el hombre terrenal el único ser corpóreo dotado de inteligencia, racionalidad y sentido moral en el inmenso Universo

2. ¿Las emigraciones e inmigraciones de Espíritus pueden ocurrir en que situaciones?

R: Hay Espíritus que emigran por la fuerza del progreso realizado, que los habilita para ingresar en un mundo más adelantado, lo que es un premio para ellos; otros, al contrario, son desterrados del mundo al que pertenecen, por no haber acompañado al progreso moral alcanzado por la humanidad de ese mundo. El exilio que les es impuesto constituye, entonces, un verdadero castigo, que la ley de justicia impone a los recalcitrantes en el mal, esclavizados por el orgullo y el egoísmo.


3. ¿Los ascendientes de la etnia blanca existen en la Tierra, de donde vinieron?

R: Ella fue constituida, inicialmente, por espíritus emigrantes de un planeta perteneciente al sistema de Capela, una estrella millares de veces mayor que el Sol.

4. ¿Qué significa la expresión raza adámica?

14.R: De acuerdo con las enseñanza de los Espíritus, fue una de esas grandes inmigraciones de Espíritus, venidos de otra esfera, lo que dio origen a la raza simbolizada en la persona de Adán y, por esa razón misma, llamada raza adámica. Cuando llego aquí ella, la Tierra ya estaba poblada desde tiempos inmemoriales, como América, cuando llegaron los europeos. Más adelantada que los pueblos que la habían precedido en este planeta, la raza adámica fue, con efecto, la más inteligente y la que empujo al progreso a todas las otras. La Génesis nos la muestra desde sus orígenes industriosos, aptos para las artes y para las ciencias, lo que muestra que ella no pasó en la Tierra por la infancia espiritual, diferentemente de lo que ocurrió con los demás pueblos que habitaban, entonces, el planeta.



5. ¿En que época, según la Génesis y el espiritismo vivió Adán?

R: Según las enseñanzas espiritas, Adán vivió cerca de 4.000 años antes de Cristo, un dato que es compatible con la narrativa contenida en el Cáp. 4 de la Génesis porque solamente en el periodo neolítico – entre los años 5.000 a C. y 2500 a.C. – es que surgió en la tierra el pastoreo, seguido del cultivo de la tierra, y el hombre pasó de cazador a pastor, lo que prueba que la fecha indicada por los Espíritus al respecto de la época en que vivió Adán es perfectamente compatible con los registros históricos.
-Merche-

Bibliografia:

El Libro de los Espíritus, de Allan kardec, ítems 50 y 53.
La Génesis, de Allan Kardec, ítems 37, 38, 39, y 56.

Una rara virtud olvidada


Se oye hablar mucho acerca de la olvidada honestidad.

Ciudadanos critican, de forma vehemente, lo que califican como corrupción en el Gobierno. Las imágenes televisivas y los periódicos apuntan ciudadanos que defraudaron los cofres públicos, de forma directa o indirecta.

Así, todos nosotros que leemos los periódicos, que miramos las imágenes televisivas, que creemos que es muy bueno que ese o aquel personaje, supuestamente deshonesto haya sido encarcelado, nos olvidamos de algo muy importante: la honestidad es una virtud rara en nuestros días.

Ocurre que, de tal forma nos acostumbramos a defraudar, a dañar, que ya no nos percatamos de lo que hacemos.

Veamos algunos ejemplos.No es tan raro que haya deshonestidad en el matrimonio.

Por ejemplo, una relación extra conyugal. Por el motivo que sea, no hay disculpas.

Existe también la deshonestidad comercial, donde los comerciantes venden mercancías de calidad inferior como si fuesen de mejor calidad.

Y aun negocian con la famosa rebaja especial para el cliente. Pero ellos saben que están engañando al comprador. Nada en contra del lucro en la actividad comercial.

Sin embargo, todo en contra la explotación de cualquiera que compre de buena fe.

Y, ¿qué decir de la deshonestidad profesional? ¿Cuántos médicos, abogados, profesores dejan de actuar con honestidad en su profesión?

Cuando el médico asiste a un paciente sin importarle éste, más preocupado en liberarse de una tarea que cree mal pagada;

cuando el abogado pierde plazos legales, dejando de providenciar lo que debía y con eso perjudica a su cliente en la conclusión de la causa;

cuando el abogado alarga determinadas acciones más allá de lo necesario, cobrando con regularidad sus honorarios mensuales;

cuando el profesor no elabora las clases y engaña a los alumnos, padres y administración de la escuela, colegio o universidad, es deshonestidad.

Cuando, como empleados, dejamos nuestros lentes o la cartera sobre la mesa, o el paletó en la silla, para simular que estamos en el local de trabajo, pero no estamos trabajando, eso es deshonestidad.

Cuando utilizamos el tiempo que nos paga la empresa pública o privada, para atender a nuestros asuntos particulares, telefoneando o conversando, somos deshonestos.

Cuando, todavía faltando 20 o 30 minutos para el término de la jornada, nos arreglamos y nos quedamos esperando la hora de salir, estamos defraudando a quien nos paga.

Pensemos: hoy son 20 o 30 minutos, pero, sumados a lo largo de 30 o 35 años de trabajo, ¿cuántos años habremos hurtado a nuestro empleador?

Y todo eso lo hacemos de manera sencilla y común todos los días. Como si fuera normal.

Estamos acostumbrándonos a ser deshonestos, con la disculpa de que somos mal pagados, no reconocidos o porque "todo el mundo lo hace".

Pensemos en eso: analicemos nuestra manera de actuar en el mundo.

Analicemos cuán incorrectos estamos siendo, deshonestos en el hogar, en la escuela, en la calle, en el trabajo, en la sociedad como un todo.

Corrijamos el paso mientras es tiempo. Si los demás lo hacen, el problema es de ellos. No es nuestro.

Seamos de los que hacen la diferencia. No hay que temer a aquellos que nos dicen que somos tontos.

Tonto es el que piensa que está engañando a la propia consciencia, donde está escrita la Ley de Dios.

Reformulemos nuestras acciones y, a partir de ahora, hagamos un pacto solemne e irrestricto con la honestidad.

A partir de hoy, sin falta. Creamos: seremos más felices, sin remordimientos y sin temores.


ESPECIAL:


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CD Momento Espírita - Seleção das Melhores Trilhas Sonoras - Vol. 1
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Redacción del Momento Espírita, con base en el programa televisivo Vida y Valores - Honestidad, presentado por Raul Teixeira y Cristian Macedo.