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miércoles, 20 de enero de 2016

Venza la ansiedad


 


 

ENTREVISTA:    ¿TRASTORNA EL ESPIRITISMO LA PRÁCTICA MÉDICA?

     Testimonio de Denis George, médico general y espírita El Círculo Allan Kardec y los espíritus que allí se manifiestan desde hace treinta y seis años, reclaman al mundo científico en general y al mundo médico en particular. Denis George, médico en Nancy desde hace veinticinco años y espírita desde hace catorce, da testimonio de su experiencia antes y después de su encuentro con el espiritismo, y hoy como médico y espírita cuya visión espiritual lo desmarca de sus colegas.
       En un próximo número de nuestra revista tendremos ocasión de volver sobre esta experiencia un tanto particular, pues Denis también es magnetizador y desde hace varios años desarrolla la hipnosis dentro del Círculo Allan Kardec. Esto es tanto más interesante por cuanto es posible comparar el resultado de sus experiencias, tanto de la parte magnética como hipnótica y su reflexión ante la medicina oficial.
     En esta entrevista veremos que el mundo médico se abre progresivamente hacia la aceptación de las medicinas llamadas paralelas y toma en cuenta un posible origen espiritual de ciertas patologías. Esto es un progreso y va en el sentido de la afirmación de los espíritus, de que es posible otra medicina.
 C.C.: ¿Cuál fue tu experiencia de vida desde un punto de vista de las convicciones religiosas y filosóficas?
D.G.: Vengo de una educación católica tradicional burguesa, ambiente familiar católico practicante, desde el jardín de infantes hasta el bachillerato, es decir… catecismo y comunión, como muchos niños de esa época y aún de ahora, sin duda. Mi despertar a las ideas filosóficas data de mis clases de bachillerato. Fue en aquella edad cuando comencé a dedicarme a otras cosas fuera del ambiente familiar. Hacia los diecisiete o dieciocho años, tuve la oportunidad de involucrarme con un medio asociativo que se inscribía en un movimiento religioso que se apoyaba en Charles de Foucault, movimiento innovador para la época por ser laico. Estaba compuesto por personas de la sociedad civil de todos los puntos de vista, que se interesaban por la espiritualidad, pero fuera del marco de la Iglesia. Ese movimiento, de carácter religioso, tomó luego una orientación diferente: intercambios culturales, multidisciplinarios, estudios sobre la psicología y el comportamiento humanos; evolución cuya motivación inicial era la ayuda mutua y la solidaridad entre los miembros participantes. Yo era un joven estudiante de medicina, y eso contribuía a mi amplitud de miras sobre una visión más vasta de la naturaleza humana, del comportamiento humano; y fue útil en mi formación de médico, en particular para hacerme cargo psicoterapéutico de los pacientes. Se interesaba por el hombre en su totalidad, pero no por el espíritu tal y como es definido en espiritismo. Sin duda en esa época nos perdimos de algo. Ese movimiento se apagó progresivamente; lo abandoné en 1985. Eso corresponde a la época de mi ingreso en la medicina general. Escuché hablar de espiritismo por primera vez en 1993. Leí El Libro de los Espíritus, planteé mis preguntas a la gente cercana y me interrogué luego sobre un eventual compromiso en el Círculo Allan Kardec. Eso me tomó cierto tiempo, porque nunca me comprometo a la ligera y, sobre todo, porque naturalmente pensaba en mi oficio de médico, y no quería participar en un movimiento que pudiera ser esotérico y estrafalario. Pero, en el transcurso de mis contactos con miembros del Círculo Allan Kardec, vi bien la coherencia de las cosas, y el hecho de que esas personas tenían los pies sobre la tierra. No me las veía pues con un movimiento de tipo sectario. Y un día, decidí adherirme al Círculo Allan Kardec.
     C.C.: ¿Cuáles son los elementos determinantes del espiritismo que te convencieron para que te convirtieras en espírita?
D.G.: Desde hace muchísimo tiempo, siendo joven, yo me decía que el pensamiento tiene una acción, que no es algo que no sería sino química, que sería la expresión del cerebro; y que nuestro pensamiento es algo notable. Y al interesarme en el espiritismo encontré la realidad de la fuerza del pensamiento. Igualmente, de acuerdo a los estudios que he realizado, la medicina y la ciencia siempre consideran los hechos y no la interpretación de los hechos. Primero los hechos y luego se ve lo que pasa. Es lo que vale para toda forma de observación científica. Entonces al interesarme en el espiritismo, aprendí a conocer que se producen manifestaciones (mesas giratorias, casas encantadas, apariciones fantasmales); luego, más tarde, comprendí muy progresivamente lo que es la mediumnidad, herramienta indispensable para que se produzcan ciertas cosas en comunicación con el más allá. Y por supuesto siempre, la observación de los hechos. Cuando leí El Libro de los Espíritus y en particular la introducción de Allan Kardec, encontré ese texto, y siempre lo encuentro, notable y edificante de coherencia y espíritu científico. ¡Tiene una forma tal de argumentar su punto de vista! Puesto que los hechos son tozudos, se repiten, cada espíritu científico, y en lo que a mí concierne, cada médico, debería leer ese texto porque es de una temible eficacia dialéctica.
 C.C.: Siendo a la vez médico y espírita: ¿Cómo concibes (o vives) eso en el marco de tu vida profesional?
D.G.: De entrada yo no creía que hubiera algo que pasara después de la muerte. Observo gracias al espiritismo y vivo gracias al espiritismo la comunicación con el más allá, tengo de ella una experiencia progresiva y ahora un poco más completa después de catorce años de presencia en este Círculo, y puedo decir: sí, hay algo después de la muerte y los espíritus se manifiestan. Y como médico, me corresponde ahora asumir este punto de vista y dar a conocer que, sí, que las manifestaciones se observan, que los espíritus se manifiestan y entonces la muerte, que atañe a todo el mundo en cierto momento y a la que estoy enfrentado, como médico, vaya, pues más bien es una buena nueva saber que todo continua después y que hoy en día es observable. Aunque, desgraciadamente, muchas personas siguen en la creencia, el misterio de la fe o la negación, lo cual no las incita a querer comprender el fenómeno de la muerte. El medio médico no es inmune a ese comportamiento, aunque las cosas progresan más bien en buena dirección. Hay una evolución en la consideración de las circunstancias de desencadenamiento de las enfermedades: los eventos de la vida y la forma de comprenderlos, pero aún estamos lejos del reconocimiento de la existencia del espíritu y de la comunicación espírita, en lo que la enseñanza dada incumbe a la medicina.
C.C.: ¿Qué piensas de la práctica de las medicinas alternativas que no siempre son reconocidas oficialmente?
D.G.: Practico la medicina general desde hace veinticinco años, clásicamente; no soy conocido por ser alguien estrafalario o esotérico. Al final de mis estudios me interesé por la acupuntura, que aprendí, pues me interesaba ampliar mi punto de vista y sobre todo por el interés de este método en la consideración del dolor. Tuve una proximidad concreta con la acupuntura como complemento de mi práctica de la  medicina general. Me vinculé sobre todo al aspecto de la estimulación que tiene acción sobre el dolor, por ejemplo, y por tanto sobre el bienestar global de la persona. En aquellos años aprendí que el hombre se inscribe en su totalidad: cuerpo físico, psicología, entorno: “los pies sobre la tierra, la cabeza en las estrellas”. La filosofía china nos enseña el equilibrio indispensable entre los elementos de la naturaleza: el calor, el frío, el fuego, el agua. He conservado de ella la noción de equilibrio de la persona global inscrita dentro de su entorno.
C.C.: ¿Tienes una percepción diferente de las patologías? Especialmente, teniendo en cuenta la importancia del espíritu en su encarnación, la relación que puede haber entre el estado de ánimo y el estado de salud física y psicológica.
D.G.: Respecto a eso, el espiritismo me enseña una cosa suplementaria que es el conocimiento, el reconocimiento, del espíritu. Evidentemente he aprendido el proceso de la reencarnación, esa ley natural porque una vida no basta, porque evolucionamos; reencarnación y evolución son indisociables. Esta ley natural, que demuestra la importancia de la evolución, se convierte para mí en una noción fundamental que encaja perfectamente en el punto de vista médico. El hecho de la reencarnación cambia las percepciones, la comprensión del médico en el enfoque de la enfermedad, porque puede ver resurgir en esta vida desórdenes cuya causa se encuentra en una vida anterior. Es el espiritismo el que nos la enseña. Otros nos aportan elementos de observación y de prueba: pienso en los estudios de Stevenson que me interesaron mucho pues él presenta observaciones, hechos tangibles, y afirma que son para poder relacionarlos con vidas anteriores. Pocos autores lo han hecho hasta ahora. Vivir, morir, renacer, progresar sin cesar, evolucionar… eso me gusta. Es una filosofía optimista.
C.C.: ¿Cuáles serían los pasos apropiados respecto a las terapias y curaciones espíritas? Más precisamente, ¿hay necesidad o posibilidad de colaboración con la medicina oficial (por ejemplo, exámenes médicos diversos antes y después de la atención magnética?
D.G.: Más allá del aspecto estrictamente orgánico, el tratamiento clásico, médico, quirúrgico, por ejemplo cardio-vascular o en cancerología, impide un enfoque diferente por la consideración del dolor, ¿dónde encontramos interés por la homeopatía y la acupuntura, pero también interés por la hipnosis y el magnetismo, (no en cancerología para este último punto) y que cada práctica, cada practicante coopere al servicio del enfermo? Debemos tender a practicar juntos lo que imponen el interés y el respeto mutuos. El objetivo es hacer el enlace entre la medicina materialista y la medicina espírita que considera al espíritu como preeminente a la materia. El espiritismo nos enseña la existencia del espíritu, del periespíritu y del cuerpo físico; la medicina oficial actual se interesa por el cuerpo físico y la psicología del ser humano. Pero es preciso hacer la síntesis. Esto no podrá ser realizado sino el día en que la comunidad médica y científica en general, reconozcan la existencia del espíritu encarnado, reencarnado, en un cuerpo físico.
C.C.: ¿Eso cambia algo en tu práctica de la medicina general?
D.G.: La medicina no puede ser sino materialista. Actualmente su avance va en el sentido de comprender las condiciones de vida de las personas, las circunstancias desencadenantes de la enfermedad: alguien está jubilado, está mal preparado, tiene un infarto tres meses después. Otro vive un drama en su vida: un duelo, una separación y desarrolla un cáncer. Un tercero está estresado por sus condiciones de trabajo y le sale una úlcera… Ejemplos frecuentes que cada uno puede encontrar, y la gente hace la relación, lo dice y tiene razón. Los médicos empiezan a escucharla y a interesarse. Hace falta alentar esta evolución. Nosotros, los espíritas y sin duda alguna, los médicos espíritas presentes y futuros, debemos darlo a conocer, por medio de nuestra difusión, por nuestras publicaciones y nuestras conferencias. El ser humano, máquina compleja, ¿no es sino el apilamiento de órganos, por sofisticados que sean, de los cuales el cerebro es el conductor? ¿El cerebro emite el pensamiento? ¿O existe un espíritu que se sirve del cerebro-órgano para emitir el pensamiento? Como dice Gabriel Delanne: “¿Es el piano el que produce la música, o hay un pianista detrás del piano?” La historia del espiritismo, las observaciones y publicaciones de los precursores, y entre ellos, en particular los médicos y otros científicos, nos deben inspirar para proseguir esta tarea de dar a conocer la realidad de la existencia del espíritu.

LA REVISTA ESPIRITA N° 83 ENERO 2011
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  LA GRAN TRANSICIÓN.

Se opera en la Tierra, en este largo periodo, la gran transición anunciada por las Escrituras y confirmada por el Espiritismo. El sufrido planeta experimenta convulsiones especiales, tanto en su estructura física y atmosférica, ajustando sus diversas capas tectónicas, concerniente a su constitución moral. Todo esto porque los espíritus que lo habitan, que transitan en franjas de inferioridad, están siendo sustituidos por otros mas elevados que lo impulsaran por las veredas del progreso moral, dando lugar a una nueva era de paz y felicidad.

Los espíritus renitentes en la perversidad, en los desmanes, en la sensualidad y vileza, están siendo enviados lentamente para mundos inferiores donde enfrentaran las consecuencias de sus actos innobles, así renovándose y predisponiéndose al retorno planetario, cuando recuperados y decididos al cumplimiento de las leyes de amor. Por otro lado, aquellos que permanecieron en las regiones inferiores están siendo traídos a la reencarnación para que disfruten de la oportunidad de trabajo y aprendizaje, modificando los hábitos infelices a los que se han sometido, pudiendo avanzar bajo la regencia de Dios. Caso se opongan a las exigencias de la evolución, también sufrirán un tipo de expurgo temporal para regiones primarias entre las razas atrasadas, teniendo la oportunidad de ser útiles y de sufrir los efectos dañinos de su rebeldía.

Concomitantemente, espíritus nobles que consiguieron superar los impedimentos que los retenían en la retaguardia, estarán llegando, a fin de promover el bien y ampliar los horizontes de la felicidad humana, trabajando infatigablemente en la reconstrucción de la sociedad, fiel a los designios divinos. De la misma forma, misioneros del amor y de la caridad, procedentes de otras esferas estarán revistiéndose de la indumentaria carnal, para volver mas amena esa fase de lucha iluminativa, proporcionando condiciones dignificantes, que estimulen el avance y la felicidad. No serán apenas los cataclismos físicos que sacudirán el planeta, como resultado de la ley de destrucción, causante de estos fenómenos, como ocurre con el otoño que derriba el follaje de los ·árboles, a fin de que puedan enfrentar el invierno riguroso, renaciendo exuberantes con la llegada de la primavera, sino también los de naturaleza moral, social y humana que marcaran los días tormentosos, que ya se viven. Los combates se presentan individuales y colectivos, amenazando destruir la vida con hecatombes inimaginables.

La locura, proveniente del materialismo de los individuos, nos arroja a los abismos de la violencia y de la insensatez, ampliando el campo de la desesperación que se esparce en todas las direcciones. Se destruyen los hogares, se desorganizan las relaciones afectivas, se desestructuran las instituciones, los centros de trabajo se convierten en áreas de competencia desleal, las calles del mundo se transforman en campos de luchas perversas, llevando cuesta abajo los sentimientos de solidaridad y de respeto, de amor y de caridad. La turbulencia vence a la paz, el conflicto domina al amor, la lucha desigual sustituye la fraternidad....
Sin embargo, estos acontecimientos son apenas el comienzo de la gran transición. La fatalidad de la existencia humana es la conquista del amor que proporciona plenitud. Hay, en todas partes, un destino inevitable, que expresa el orden universal y la presencia de una Conciencia Cósmica actuante. La rebeldía que predomina en el comportamiento humano eligió la violencia como instrumento para conseguir el placer que no le llega de manera espontanea, generando lamentables consecuencias, que se colman en desaires continuos. Es inevitable la cosecha de la sementera por aquel que la originó, convirtiéndose rico de granos benditos o de abrojos venenosos. Como las leyes de la vida no pueden ser derogadas, toda objeción que se les hace se convierte en aflicción, impidiendo la conquista del bienestar. De la misma forma, como el progreso es inevitable, si no es conquistado a través del deber, lo será por los impositivos estructurales de los cuales se constituye. Por lo tanto, la mejor manera de compartir conscientemente la gran transición es a través de la conciencia de responsabilidad personal, realizando los cambios íntimos que se vuelvan propios para la armonía del conjunto.

Ninguna conquista exterior será lograda si no procede de los paisajes íntimos, en los cuales están instalados los hábitos. Los de naturaleza perniciosa, deben ser sustituidos por aquellos que son saludables, por lo tanto, propiciatorios de bienestar y de armonía emocional. En la mente está la clave para que sea operado el gran cambio. Cuando se tiene dominio sobre dicho cambio, los pensamientos pueden ser canalizados en sentido edificante, dando lugar a palabras correctas y a actos dignos. El individuo, que se renueva moralmente, contribuye de forma segura para las alteraciones que se vienen operando en el planeta. No es necesario que el torbellino de los sufrimientos generales lo sensibilice, a fin de que pueda contribuir eficazmente con los espíritus que obran en favor de la gran transición.

Disponiendo de las herramientas morales del ennoblecimiento, se vuelve cooperador eficiente, por trabajar junto a su prójimo por el cambio de convicción en torno a los objetivos existenciales, al mismo tiempo que se transforma en un ejemplo de alegría y felicidad para todos. El bien fascina a todos aquellos que lo observan y atrae a los que se encuentran distantes de su acción, ocurriendo lo mismo con la alegría y la salud. Son ellos los que proporcionan el mayor contagio de que se tenga noticia y no las manifestaciones aberrantes y desoladoras que parecen arrastrar a las multitudes. Así como escasean los ejemplos de jubilo, se multiplican los de desesperación, luego dejados atrás por los programas de sensibilización emocional para la plenitud. La gran transición prosigue, y porque se hace necesaria, la única alternativa es examinar la manera como se presenta y cooperar para que las sombras que se densifican en el mundo sean disminuidas por el Sol de la inmortalidad. Ningún recelo debe ser cultivado, porque, aunque ocurra la muerte, este fenómeno natural es vehículo de la vida que se ha manifestado en otra dimensión.
La vida siempre responde conforme las indagaciones morales que le son dirigidas. Los cambios aguardados que se viene operando traen una contribución que no ha sido valorada, que es la erradicación del sufrimiento de los paisajes espirituales de la Tierra. En cuanto prospere el mal en el mundo, el ser humano será la victima preferida, por el egoísmo en que se retuerce, apenas por elección especial. El dolor momentáneo que lo hiere, lo invita, por otro lado, a la observancia de las necesidades imperiosas de seguir el caudal del amor rumbo al océano de la paz. Después de pasar el periodo de aflicción, llegará el de la armonía. Hasta entonces, que todas las inversiones sean de bondad y de ternura, de abnegación y de estricta confianza en Dios.

Joanna de Ângelis

(Página psicografiada por el médium Divaldo Pereira Franco, el día 30 de julio de 2006, en la ciudad de Rio de Janeiro)


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          Venza la ansiedad


     En los actuales dias que vivimos en la Tierra con tanto progreso material, el ser humano vive aturdido ante los graves conflictos: el miedo, la tristeza, la depresión y la ansiedad. Esto tiene asolado a millones de personas en todo el planeta y no son fáciles sus curas o alivio al amparo del ser humano.
    Inicialmente pretendemos ofrecer algunas definiciones de este terrible drama:
  "Ansiedad es la sensación , a veces vaga, de que algo desagradable está a punto de suceder". El diccionario Aurelio presenta estos conceptos: "Ansia, aflicción, angustia....Perturbación del Espíritu causada por la incertidumbre o por el recelo...; Ansiedad: estado afectivo caracterizado por un sentimiento de inseguridad."

      Lector amigo, observe entonces, que la ansiedad está íntimamente ligada con las incertidumbres de la existencia en la Tierra y en la vida espiritual, solo que son muchos los que se afligen con lo que les podrá suceder después de la muerte.
     Buda- el Iluminado- ya llamaba la atención para la impermanencia de todo cuanto se refiere al cuerpo orgánico o al  espiritual, solo que son muchos los que se afligen con lo que les podrá suceder. Platón, filósofo de la antigüedad, afirmaba que la única cosaq que no cambia en el Universo es la Ley del Cambio.

Así, por la dinámica de la Vida, en movimiento contínuo, nada permanece estacionario. Criatura alguna, por fuerza de este movimiento incesante, experimenta seguridad absoluta y permanente del cuerpo. Todos estamos sujetos a cambios que pueden ocurrir en cualquier momento. En relación a esta impermanencia y a esta inseguridad, se comprende  por qué la mayoría de los hombres vive abrazado a esa sensación de que algo desagradable está a punto de suceder.
   El ansioso crónico sufre, entre otras razones, porque sueña en conseguir ciertos bienes y valores y sueña en conservar siempre lo que viene a conquistar. Como no consigue todo lo que desea, o como siente que no conservará para siempre lo eventualmente conquistado, se angustia. Sufre con la sensación de que no conseguirá alcanzar la meta o con la sensación de que en cualquier momento perderá lo poco que conquistó!

  ,Se puede pues, decir entonces que la ansiedad es una perturbación del espíritu causada por la incerteza o por el recelo. Los estudiosos hacen una distinción importante entre el miedo y la ansiedad; en cuanto el miedo es a la reacción alpeligro esterno y real, la ansiedad significa"una expresión de conflictos internos, la mayoría de las veces, inconsciente".


     La ansiedad puede ser considerada normalo patológica. La ansiedadnormal es aquella en la que el indivíduo presentará las manifdestaciones psíquicas o físicas en intensidad leve o  moderada, no frecuentes y con una duraci-on limitada de tiempo. La ansiedad será patológica  siempre que las manifestaciones psíquicas mencionadas se presenten a un nivel acentuado, inaceptable. Traerá inclusive  , maleficios para la económia oránica, En este grado, la ansiedad solamente  perturba y perjudica.

     El rencor y el resentimiento son otra enfermedad del alma. La cura del rencor exige una reforma íntima profunda. Aquellos que lo conservan, enferman, no solo  no solo espiritual, sino físicamente. La mejor terapia es la del perdón, no solo de palabras sino sobre todo, del olvido del mal recibido.

      La depresión es también una dolencia del alma y está vinculada  la mayor parte de las veces, al presente y al pasado del Espíritu que vivió  equivocado y contrarió esta u otras vivencias anteriores a la concienciade culpa. ¿Cómo vamos nosotros a curar esas graves dolencias?. El Espiritismo,ampliando las enseñanzas morales del mensaje de Jesús para los tiempos actuales, nos ofrece alguna sugerencia?. Vamos a seguir algunas reglas que pueden cambiar su vida:

1.- Haga el bien a sí mismo y a sus semejantes;
2.- Clonfíe en Dios, plznee una vida y hágala.
3.- Ame a su familia procurand mejorar sus  relaciones familiares
4.-Aprenda a dominar sus emociones
5.- Sea Vd. Su psicoterapeuta descubriendo sus virtudes.
6.-Sea competente planeando sus acciones.
7.-Vaya más allá del bienestar material pensando en los valores de la educación
     del Espíritu.
8.-  Crezcase ante los obstáculos.
9.- Viva bien con todos.
10.- Cuide con celo de su cuerpo, pero principalmente, de la iluminación interior.

    Finalmente, con el despertar del Espíritu y la vivencia del amor, creemos que podemos vencer estos males que han llevado a tantas personas al sufrimiento y así, podremos alcanzar un estado de plenitud.La Iluminación.
   
 Fuente: CLARO, Izaías, " Como superar la aniedad" Edições Jerônimo Mendonça, 2001, São Paulo.       - João Batista Cabral

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 La obediencia es el consentimiento de la razón; la resignación es el consentimiento del corazón.
Lazaro
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“NO  PONER LA CANDELA DEBAJO DEL CELEMIN”

          Vemos en esta parábola como Jesús explica precisamente la razón de por que Él explica normalmente sus enseñanzas mediante parábolas.

   Parece  que no tiene sentido afirmar que la luz de un candelabro pueda ser oculta debajo de una campana porque en ese caso no podría iluminar ni ser vista. Sin embargo habla de  ponerla sobre el candelero para que alumbre a los de la casa.

   Las parábolas son alegorías o ejemplos que contienen un significado y este es comprendido solo por quienes están maduros mental y psicológicamente y son capaces de comprenderlo. Si Jesús hubiese hablado sin el uso de parábolas, sus claras y directas enseñanzas hubieran confundido a quienes no estaban en un nivel de entendimiento capaz de asimilarlas, pero sin embargo sí podían ser comprendidas por “los habitantes de la casa”, esto es, por lo que estaban aptos para comprender y asimilar en sí mismos.

  Por eso decía que oyendo no oyen ni entienden y viendo no ven. Sencillamente no están maduros para recibir sus enseñanzas  y añade  finalmente   “… y que convertidos, yo los sane”; esto significa que  cuando lleguen a estar lo suficientemente maduros, comprenderán  con claridad la luz de sus enseñanzas  y su alma crecerá con ellas o sanará. Este es el candelero sobre el que Jesús habla de colocar la candela que alumbrará a todos los de la casa, o sea a los aptos para poder aprovechar el regalo de la Luz del conocimiento espiritual que aporta la parábola.

   Sin embargo aunque oyendo las parábolas, muchos no las entienden en ese momento, estas quedan pendientes de descubrir y como sucede con los niños, a veces no comprenden una  moraleja  que se les enseña con un cuento, pero cuando crecen y maduran, ese cuento comienza a tener un sentido que antes no comprendieron y que había por ello permanecido oculto para ellos; “ la candela debajo del celemín que pasaba entonces a colocarse sobre el candelero ” para alumbrar a los de la casa; o sea a los capacitados para alcanzar el sentido en principio oculto de sus enseñanzas.

   Cada enseñanza  aportada por los Maestros Enviados que han venido en diversas épocas a la Humanidad, tiene su tiempo necesario de maduración y germinación espiritual. Cuando el ser humano por natural evolución ha necesitado razonar su fe y buscar la Luz de la verdad, muchas veces ante esta luz  que le aporta su  entendimiento, esa fe se ha debilitado, porque entonces deja de ser fe, para convertirse en conocimiento. Es entonces cuando comprendemos mejor que la Luz no se oculta indefinidamente debajo del celemín.

    Claramente sabemos que hay muchas cosas que no se pueden explicar abiertamente a los demás porque no serían bien entendidas, comprendidas ni aceptadas; es entonces que a veces tenemos que recurrir a ejemplos, alegorías y supuestos, con la esperanza de que aunque en principio no comprendan lo que significan, más adelante esos mismos ejemplos, pasen a significar algo para quien los escuchó en su momento.

    En el caso del conocimiento espiritual, debemos por tanto ser cautos y no dar sino la dosis de enseñanza que comprendamos que nuestro interlocutor puede asimilar, ya que de otro modo si nos dejamos llevar por un excesivo entusiasmo, con el exceso de información y de claridad, más bien podemos causarle un perjuicio porque al deslumbrarse con excesiva luz, se volverá ciego del todo y por tanto refractario a comprender más adelante lo que ahora tampoco puede comprender.  Quien come demasiado se puede empachar por exceso de comida, y aborrecer la comida por bastante tiempo.
  Como vemos por estas últimas frases, las parábolas las usamos también nosotros a cada paso para hacernos comprender mejor en las ideas que tratamos de transmitir a los demás.
- Jose Luis Martín - 
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