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jueves, 2 de octubre de 2014

Trabajo Mediúmnico

ANOTACIONES SOBRE EL TRABAJO MEDIÚMNICO.

    Existe un universo a explorar. Hay una Humanidad entera clamando ayuda, esclarecimiento, comprensión y caridad en el llamado mundo espiritual.  Sus dramas y sus angustias no son puramente  individuales.
   La organización de un trabajo mediúmnico empieza mucho antes de dar comienzo  a sus tareas propiamente dichas, con el estudio sistemático de las obras básicas, y de las complementarias, de la Doctrina Espirita: las de Allan Kardec, León Denis, Gabriel Delanne, Gustavo Giley,  y ciertos escritos de origen mediúmnico, como los de André Luiz. Es necesario poner mucho énfasis  en el estudio  de los escritos  que cuidan el complejo problema de la mediúmnidad, que hace un soporte  indispensable de toda tarea programada. 
     Si tenemos disposiciones, podemos comenzar. Y comenzar por el planeamiento y no por la ejecución precipitada y sin preparación.
     Multitud de seres que han vivido aquí en la tierra, están allá a la espera de ayuda, no obstante son muy pocos los grupos que se disponen a esa tarea, procurando así  esa elevación,  progreso, y  conocimiento
     La relación con el mundo espiritual se reviste de engañosa simplicidad. Cualquier persona dotada de facultades mediúmnicos, aunque incipientes,  puede establecer contacto con los desencarnados, consciente o inconscientemente, serena  o desordenadamente. Unos lo hacen compulsivamente o con resistencia; otros con espontaneidad; unos con respeto y amor, otros con liviandad e indiferencia; y muchos sin percibir  lo que pasa  o lo que se debe hacer para ordenar un fenómeno que, como tantos otros, es natural, no teniendo nada de místico, fantástico o sobrenatural. Hay que tener un mínimo de preparación, apoyada  en un mínimo de información para tratar con los espíritus. El que trata con los espíritus sin estos requisitos, se arrastra a la mediúmnidad indisciplinada o desequilibrada, y se expone a riesgos  imprevisibles para su equilibrio emocional y orgánico. La práctica  mediúmnica  no debe ser improvisada, pues no perdona la falta de preparación e ignorancia. 
     El mundo espiritual está poblado de seres  que fueron hombres y mujeres  como nosotros mismos, encontrándose  en diferentes estados de desarrollo moral. Podemos deducir ese otro mundo, como es el nuestro de aquí, allí, como aquí, encontramos Espíritus  nobles y dotados  de atributos morales avanzados, pero también están los inferiores que son en gran número, y que se encuentran  en extremos dolorosos del envilecimiento moral , de la ignorancia, , la rebeldía, la angustia, el rencor y la venganza.  Son con estos últimos por nuestro estado inferior de evolución con los que generalmente contactamos.
     Sin embargo, esto no quiere decir que nos encontremos a merced de los espíritus inferiores, compañeros sublimados siempre velan por nosotros y están siempre dispuestos a ayudarnos, peo no debemos olvidar que ellos no hacen las tareas que nos corresponde hacer a nosotros.
     Nunca somos tan pobres de bienes materiales  y espirituales que no podamos donar alguna cosa  al compañero necesitado, sea el pan o la palabra  de consuelo y solidaridad. 
     El Espiritismo doctrinario nació de las practicas mediúmnicos, de ellas se nutre y de ellas depende, en gran parte  su futuro desarrollo. El intercambio, entre el mundo espiritual y este, solamente asumió expresión y sentido filosófico después que Kardec ordenó y metodizó  los conocimientos adquiridos en el contacto  con nuestros hermanos desencarnados. La práctica mediúmnica es, no solo aconsejable, sino indispensable para el futuro de la Humanidad , ya que la ecuación y la solución de grandes inquietudes humanas van  a depender, cada vez más, de la exacta comprensión del mecanismo  de las relaciones entre esos dos mundo, que a fin de cuentas , no son más que uno solo, en planos diferentes.
     La propia dinámica de la Doctrina Espirita  exige ese intercambio espiritual, primeramente para que se observe  y estudie el fenómeno de la mediúmnidad, sus grandezas, sus riesgos, las oportunidades de aprendizaje y progreso  que contiene, no solo para el médium, sino también para aquel que asiste a los trabajos y de ellos participa.
     En el ejercicio de la mediúmnidad existe riesgo,  de mistificaciones por parte de pobres hermanos carentes de entendimiento. De aceptación de mentiras sutilmente presentadas bajo fascinantes ropajes.  De aflicciones, felizmente pasajeras, causadas por el desfile  de las angustias  de hermanos sufrientes.
    EL Espíritu que yerra, invariablemente perjudica a alguien más. Los errores  que cometemos, nos penden  a una cadena de hechos y de seres que se extiende en el tiempo. El drama de un espíritu  nunca es solo suyo. En esta vida, o en las que hemos vivido anteriormente, siempre hay eslabones  que nos unen a otros seres  y a otros dolores.                 En los dramas que se asisten  en una reunión mediúmnica, aprendemos a contemplar la transitoriedad  el mal, la amarga  decepción del suicida, la crudeza del arrepentimiento de aquel que desperdició su tiempo en la búsqueda ansiosa  de las ilusiones mundanas, la inutilidad de las posiciones humanas, el peso terrible de la vanidad, la tensa expectativa de una nueva amargura en la carne redentora, en la cual el Espíritu queda, por lo menos anestesiado en sus angustias.  Lecciones terribles suministradas con lágrimas y gritos de desesperación por aquellos que asumieron débitos enormes delante de la Ley; lecciones de dulce tranquilidad y de serena humildad de los que ya superaron sus flaquezas y vienen, sin ostentación, solo para mostrar como es el Espíritu de aquel que ya se  venció a sí mismo, en la milenaria batalla contra sus propias deficiencias. Muchas y variadas lecciones, extenso y profundo aprendizaje  para todos  los que desearon  realmente apresurar los pasos  y acortar el camino que le lleva a Dios.
No es difícil la organización de un grupo mediúmnico, si se cuenta  con estudios serios y seguros de orientación doctrinaria al respecto.  Es bueno que el grupo sea pequeño, de preferencia familiar, compuestos de personas que se armonicen perfectamente y que estén interesadas en un trabajo serio y continuo. Que no se deje desanimar  por dificultades  o por la aparente insignificancia  de los primeros resultados, ni fanatizar  o fascinar  por pseudo-guias.
Poco a poco, cuando se demuestre la seriedad de los propósitos, los trabajos irán surgiendo, bajo la orientación de Espíritus esclarecidos. A cada buen grupo de seres encarnados dispuesto a la tarea, corresponderá un grupo equivalente de Espíritus, en un intercambio saludable de profundas repercusiones, pues el Espiritismo es Doctrina, pero también es practica mediúmnica, y todos nosotros, aunque no lo sospechemos, tenemos compromisos a ejecutar, ajustes a realizar con hermanos que nos aguardan sumergidos en odios e incomprensiones, que se envenenan  a sí mismos y a nosotros.

Merchita
 Trabajo extraído de la introducción del libro ”Dialogo con las sombras”  de Herminio C. Miranda
“Lamentar la desgracia  es humano; disminuirla es divino.”
                         Horace Mann
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Si para juzgar a los hombres hace falta experiencia, mucha más se requiere para juzgar a los Espíritus.
EL LIBRO DE LOS MEDIUMS
Allan kardec.

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                                                Los niños  ( Comunicado )

Queridos hermanos: A veces me acerco a vosotros, estoy escuchando y ayudando a que realicéis este trabajo de amor espiritual para los seres que os necesitan. Hay quienes sufren mucho, otros, simplemente están dormidos, pero necesitan despertar y seguir su camino de evolución.

Hoy quiero hablaros de un tema muy entrañable para mí: «los niños». ¡No sabéis como los amo y qué sentimientos despiertan en mí!. Cuando yo estaba en la Tierra, gustaba de observarles, hubiera pasado horas enteras contemplándoles.

Me atraían sus cuerpecitos tan débiles, y sus ojos inmensos, mirándoles creía ver en ellos la inocencia con que vienen al mundo. Después al verlos crecer, veía las distintas situaciones que envolvían sus vidas. Y aquellos infantes que nacieron tiernos e indefensos y aparentemente inocentes, no eran felices.

Muchos niños tienen una infancia relativamente feliz, pero así y todo padecen contratiempos y problemas, tanto en el aspecto afectivo o de salud. Otros sufren situaciones aún más graves, enfermedades incurables, abandono, vejaciones o malos tratos.

Entonces cabe preguntarse, ¿por qué sucede todo esto?. Por poco que meditéis, os daréis cuenta de que cada niño trae su historia, decenas de historias a veces, tan evidentes diferencias demuestran que existe una preexistencia. Leyendo en el inmenso libro de la infancia desvalida podemos aprender la profunda lección, de que los niños de hoy sufren los graves errores del hombre del ayer.

Una lección simple pero importante. Ojead página tras página, material no os ha de faltar, estudiad con detenimiento la vida de los niños. Observaréis que no todos poseen, ni mucho menos, el mismo grado de inteligencia, de capacidad para poder aprender, a veces, las cosas más simples. Y comprobaréis también como sus sentimientos, así que se van desarrollando como personas, en algunos de ellos son elevados, sublimes, con inmensos deseos de amar a los demás. Otros al contrario, demuestran unos sentimientos mezquinos ya desde su más tierna infancia.

Analizando encontraréis la respuesta razonable a esta pregunta. ¿Por qué no todos los niños son iguales?. Por ley de evolución nacen con sus vidas marcadas, como si una fuerza muy grande y misteriosa trazara sus destinos, en ocasiones desgarradores, y en otras, son vidas que se dirigen hacia cumbres esplendorosas.


Hermanos amad, no sólo a los niños, a todo ser que sufre, apoyadle y ayudadle. Este ser es la prueba evidente de un pasado tormentoso, de errores cometidos en lejanas épocas, es por ello que necesita que alguien le ayude a sobrellevar su carga. No olvidéis que todos los espíritus en un determinado momento, hemos necesitado que nos ayudaran y apoyaran a dar los difíciles e inciertos pasos hacia el Equilibrio y a la Luz. Amados, ayudando aprenderéis, vuestros horizontes se ensancharán y la Luz llegará a vosotros iluminando el camino que debéis recorrer.   

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LA RELIGIÓN ESPÍRITA
Vianna de Carvalho

El hombre contemporáneo necesita vivir con religiosidad, mirando hacia la modernidad de las ciencias y de la tecnología.
A pesar de quelas religiones son acusadas de fomentar guerras dolorosas e interminables, en las cuales la crueldad ha alcanzado bárbaras expresiones, diezmando millones de vidas, todas ellas poseen como base la creencia en un Dios-Amor; algunas veces severo y otras veces complaciente, dependiendo de la filosofía con que cada una lo aborde. También enseñan la creencia en la inmortalidad del alma y en la justicia que nunca se engaña, alcanzando al infractor por más que éste trate de escaparse.
Por lo que se deduce que la carencia no es de la fe religiosa, sino, del hombre: del ignorante, que se fanatiza; del astuto, que se vuelve prepotente; del malvado, que se complace en el crimen; del acomplejado, que sin importarle la crueldad y perversión a la que se entrega, utiliza cualquier recurso para poder alcanzar las cimas de la vida.
El objetivo de todas estas creencias religiosas debe ser el hombre, al cual se le debe trabajar el carácter, iluminarle la conciencia, dulcificarle los sentimientos, para que pueda descubrir los valores de la vida o para que los utilice con nobleza, si es que ya los ha encontrado.
Le corresponde a cada religión tratar de unir a las criaturas con sus elementos esenciales, abriendo espacio para que habiten en sus campos aquellos que sintonizan con sus principios, sin discriminar a quien en su búsqueda por encontrar a Dios, piensa de manera diferente.
Es verdad que la historia muestra una infinidad de ejemplos de hombres que decían no creer en Dios, los irreligiosos, que fueron excelentes benefactores de la humanidad.
Probablemente ellos discrepaban con las creencias en las cuales representaban a Dios con características humanoides, apasionadas, relacionadas a tal o cual nación e indiferente a los destinos de los demás seres y países.
Este Dios, trabajado por la ceguera nacional de algunos pueblos, era tan mezquino como sus adoradores, causando repulsión e indignación a las mentes avanzadas y lúcidas.
No era, pues, indiferencia o rebeldía contra Dios, y si de la imagen que de ÉL hacían los religiosos enfermos del alma.
También es verdad que los pueblos sufrieron cruelmente en las manos de individuos incrédulos y profanadores, que han dejado en todo momento, rastros de sangre y desgracia.
La religión tiene como finalidad concientizar al hombre sobre su realidad inmortal, de los fenómenos post-mortem y sobre la conducta filosófica que debe vivir mientras se encuentra en su etapa carnal.
La criatura siempre es favorecida mediante la organización de una ética de comportamiento optimista, edificante y renovadora, auxiliándola con resignación en las vicisitudes, con humildad en el triunfo, con amor en la gloria y con caridad en todos los momentos, con la finalidad de que la indignación no la ciegue, la soberbia no la haga alucinar y las viles pasiones no la dominen.
Si ella se apoya en una base científica, ofrece fundamentos seguros a la conciencia investigadora y a la razón exigente, dándole respuestas lógicas a los hechos y a las indagaciones que con frecuencia surgen de la duda, del escepticismo y de la falta de fe.
Con este contenido de evidencias sobre los principios filosóficos, el hombre dispone de fuertes herramientas para los problemas existenciales, enfrentando cualquier dificultad y desafío con natural estoicismo y alegría.
La búsqueda de Dios hoy en día, es más continua y ardua de lo que era antes.
Los valores humanos han sufrido profundas mutaciones éticas, alterándolos totalmente.
Antes, bastaba aceptar la fe de una forma ingenua para tener una experiencia religiosa aparente.
En la actualidad, las conquistas de la cibernética, de la ciencia astronáutica y de otras ciencias, han establecido en el individuo récords de conflictos psicológicos, exigiéndole a la vida terapias de prevención y afirmaciones valiosas para que se pueda evitar el caos.
Por otro lado, las multitudes que se encuentran cansadas de las filosofías pragmáticas, se vuelven inmediatistas indagando por lo que sucederá después, como será después de haber logrado los objetivos más cercanos.
Es así como surgen o renacen antiguas creencias que se proponen ayudar al hombre que está saturado de lógica y técnica, dejándose atraer por lo fantasioso, por lo sobrenatural o por lo místico, siendo un mecanismo audaz de escape de la realidad objetiva hacia la imaginación trascendente, al absurdo.
El astronauta cuando regresa de la luna, está confundido con el silencio que pudo constatar, de la soledad ante el universo y de su pequeñez en el seno del cosmos y aun estando maravillosamente equipado de fuerzas psicológicas, poco a poco se zambulle en una profunda melancolía, siendo víctima de preguntas de largo alcance.
Los pilotos que lanzaron los artefactos atómicos sobre las ciudades-mártires, no pudieron olvidar las catástrofes en las que se vieron involucrados.
Los veteranos de las guerras que suceden en la Tierra, no consiguen borrar las marcas de violencia en que se vieron involucrados, sufriendo terribles dificultades para reajustarse pacíficamente a la sociedad.
Juntando los diversos factores que generan conflictos, tenemos que la sociedad de hoy, que alcanzó niveles altos de bienestar para algunos, despedazó billones de vidas en los guetos de la miseria, hambre y sufrimiento, en los cinturones externos de las grandes ciudades o en países enteros que son devorados por la codicia de otros países más poderosos.
Como consecuencia, la agresividad, la indiferencia y el miedo pasaron a tomar cuenta del mundo, produciendo un alarmante índice de toxicómanos, locos, pervertidos y de personas emocionalmente insensibles, agravando la economía de la sociedad con delitos poco comunes y lacerantes.
En la actual estructura social masificada, el hombre pasó a valer poco.
Cada quien piensa en sí y en los suyos, cuando piensa.
El egoísmo gobierna las vidas y la sed por el placer desequilibra los sentimientos, multiplicando las vidas-sensación, en perjuicio de las existencias-emoción.
En este contubernio, la religión es importante para conducir la aturdida mente humana, que está siendo víctima por los continuos choques externos, por los conflictos psicológicos y por los desajustes emocionales.
Nos guste o no, el hombre es un ser esencialmente religioso. Por instinto cree y se aferra, aún inconscientemente, a las creencias que predominan en su personalidad.
La intuición de su origen divina, lo impulsa al respeto y a la fe en su Creador.
En las culturas primitivas, este sentimiento comanda sus actitudes, en forma de conciencia atávica, primaria, sin análisis, sin lógica racional.
Gracias a las complejidades de las civilizaciones por donde transitan en su proceso de evolución, continuamente surgen los conflictos y las dudas, que propiciaron las escuelas múltiples de pensamiento y de creencias religiosas compatibles con sus necesidades.
Sin embargo, el hombre tiene como meta final el liberarse del sufrimiento y disfrutar de paz, de felicidad.
Esa ansiedad es universal y fundamental en todas las vidas.
Lo que es esencial y fundamental con carácter universal o general, se vuelve una búsqueda de naturaleza religiosa.
Para cubrir esa necesidad, se hace imprescindible la existencia de una religión con posibilidades universales, en la que sus principios satisfagan todas las imposiciones de la evolución, teniendo la misma esencia.
Existe, por tanto, un amor profundamente arraigado a la religión.
La religión espírita, que respeta a todas las demás doctrinas, espiritualistas o no, posee los valores para restablecer en el hombre el clima de confianza y de paz que necesita, ayudándolo con las estructuras para la liberación del dolor y para la adquisición de la plenitud.
Su filosofía existencial, dignifica, promueve las aspiraciones íntimas, permitiendo la adaptación de la conducta a las enseñanzas cristianas, en las cuales apoya su estructura ético-moral.
Así es debido a que se basa en la experiencia de la realidad, que brinda con inquebrantable seguridad la sobrevivencia a la muerte, así como de la preexistencia a la cuna, en un encadenamiento racional que permite la comprensión de lo que se es, cuál es la meta a conquistar por delante y del por qué se sufre.
Es la religión cósmica del amor, sin dogmatismos o rituales, que espera a la humanidad de hoy y a la de los tiempos futuros, para conducirla a Dios.

Del libro “Médium y mediumnidades” del mismo autor