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miércoles, 2 de mayo de 2012

¿El ESPIRITISMO, ES UNA DOCTRINA DE PRACTICAS DEMONIACAS?

Jorge Hessen




     Una niña de seis años, que sufría de albanismo, fue encontrada muerta con sus miembros cortados en Burundi. (1) Es un caso más de asesinato, probablemente motivado por rituales de hechiceros. Según esa creencia, los órganos de las personas con ese desorden genético son usados para hacer pociones mágicas, a fin de garantizar  la juventud, la riqueza y el poder en las personas que en ella creen. Estamos ante la condición, extremamente, primitivas del ser humano que cultiva tales creencias.

     Históricamente, cuando el hombre era, físicamente, parecido a los primates, sus manifestaciones de religiosidad eran las más bizarras, hasta que, transcurridos los años, en el misterio de los siglos, surgen los primeros organizadores del pensamiento religioso que, de acuerdo con la mentalidad general, no conseguirán escapar de las concepciones de ferocidad, que caracterizaban aquellos seres plenos de un egoísmo animalesco y de  irracionalidad. El hombre fue llevado a creer que los sacrificios humanos podrían agradar a Dios, primeramente, por no comprender  a Dios como  la fuente de toda bondad. Los pueblos primitivos y politeístas adoraban a los dioses a través de ofrendas, cultos, rituales que, generalmente, comportaban sacrificios  de animales o de seres humanos. Como nos esclarece la cuestión 669, de El Libro de los Espíritus, “En los pueblos  primitivos, la matria sobrepuja al espíritu; ellos se entregan a los instintos del animal  salvaje. Por eso es que, en general, son crueles; es que en ellos el sentido moral aun no se ha desenvuelto. En segundo lugar, es natural que los hombres primitivos acrediten tener una criatura animada  de mucho más valor, a los ojos de Dios, que  un cuerpo material. Fue esto lo que los llevó a sacrificar, primero a animales y, más tarde a hombres.” (2) De conformidad con la falsa creencia que poseían, pensaban que el valor del sacrificio era proporcional a la importancia de la víctima.

     Nos vino a la memoria el triste recuerdo cuando, en el mes de Octubre de 1890, fue promulgado en Brasil el Código Penal de la República, que, maliciosamente, asocia la práctica del  Espiritismo a los rituales de magia y adivinaciones. El texto decía lo siguiente, en el Articulo 157: “Es un crimen practicar  el Espiritismo, la magia y sus sortilegios, usar de talismanes y cartomancia (…), inculcar  curas de molestias (…)  y subyugar   la credulidad pública.  Pena: prisión  de uno a seis meses  y multa de 100 a 500 $. Los espiritas reclamaron con Campos Sales, Ministro de Justicia  de la época, pero no se adelantó nada. El redactor  del Código, Juan Bautista Pinheiro, se limitó a decir  que el texto se refería a la práctica del “bajo” Espiritismo, como si  existiesen dos Espiritismos. En verdad, los republicanos utilizaron a los espiritas como chivos expiatorios para disminuir la oposición católica al nuevo régimen, causada por la enemistad  entre la Iglesia y el Estado. Como consecuencia del Código, varios compañeros fueron  presos en 1891, en Rio de Janeiro. Preocupado con posibles  focos de  de resistencia al régimen, el Gobierno autorizó a la policía a invadir reuniones y residencias, buscando opositores. Para evitar confusiones, muchos centros decidieron cerrar, temporalmente.

     Algunos adeptos del cristianismo contemporáneo, por ignorancia, aun consideran el Espiritismo como doctrina de  prácticas demoniacas. ¿Será que el Espiritismo, que hoy se expande en Brasil y por todo el mundo,  es la continuación de la necromancia y del ocultismo practicados por los pueblos antiguos? Lamentablemente, para tales cristianos, el Espiritismo está asociado a la brujería, a la magia, etc. Fenómenos mediúmnicos en sus múltiples variaciones, de la eficacia del pase y del agua fluidificada, etc., son explicados  como obra de Satanás (para los protestantes)  o del inconsciente  (para “psicólogos” y/o católicos).

     El intercambio con los espíritus, en el Espiritismo, es realizado por razones nobles que objetivan el consuelo de quien se desespera con la desencarnación de un ser querido; el  auxilio al espíritu en estado de sufrimiento en el más allá; el estudio de la dinámica de la vida, en la dimensión espiritual, y no para satisfacción de los intereses personales, como las “adivinaciones” que  pueden estar sujetas a la participación  de espíritus burlones.

     El objetivo de estudio de la Doctrina Espirita es, justamente, tornar  lo sobrenatural u oculto en natural y conocido, dando fin a las supersticiones. Por tanto, no se trata de una doctrina ocultista y, por consecuencia, primitiva. Aun así, muchos insisten  en asociar el Espiritismo, con las supersticiones. En las prácticas del Espiritismo, conforme las enseñanzas  de Kardec y sus seguidores, no se hacen sacrificios  humanos, no se interrogan astros, adivinos y magos para informarse de cualquier “revelación”;  no se usan objetos, medallas, talismanes,  formulas sacramentales, y no se escogen lugares lúgubres y horarios específicos para atraer o apartar a los Espíritus.

¿A propósito, hay alguna cosa  verdadera en los pactos  con los malos Espíritus?  No hay pacto con los malos Espíritus. Hay, sin embargo, personas  que simpatizan más con los malos Espíritus y piden a ellos  que practiquen el mal, quedando, entonces, obligado a servir, después, a esos Espíritus, porque estos también precisan de su auxilio. En eso es en lo que consiste el pacto. Es como explican los Benefactores: por ejemplo- “quieres atormentar a tu vecino y no sabes cómo hacerlo; llamas entonces a los Espíritus inferiores que, como tu, solo quieren el mal; y para ayudarte quieren ellos también que tú los sirvas en sus malos designios. Además no se sigue de esto que tu vecino no pueda libarse de ellos,mediante una conjuración contraria o por su propia voluntad”. (3)

     En el trecho encima citado, el Benefactor espiritual demuestra, de manera muy clara, que es posible que una criatura pueda evocar a los malos Espíritus para ayudarla a causar el mal a otra persona. No hay pactos, hay formación de vínculos de simpatía. Es la Ley de la Sintonía. La respuesta esclarece, aunque este acto puede ser realizado por una secuencia de procedimientos conocidos como conjuración. Va aun más lejos, diciendo que la persona, objeto del maleficio, se pueda librar de él, mediante una voluntad poderosa o por un conjuro contrario a aquel que fue usado  para hacerlo. (4)

     En cuanto a asociar el Espiritismo  a la magia y a la brujería, es importante esclarezcamos que, en todas las épocas, ha habido personas médiums por naturaleza o inconscientes que, por producir fenómenos insólitos  y no comprendidos,  son cualificadas de brujos o hechiceros  y acusadas de tener  pacto con Satanás. Sin embargo, basta comparar el poder   atribuido a los brujos con la facultad de los médiums propiamente dichos, para establecer la diferencia. De este modo, lejos de resucitar la brujería, el Espiritismo la destruye definitivamente, despojándola de su pretendido poder sobrenatural, de sus formulas, hechizos, amuletos y talismanes, reduciendo a sus debidas proporciones los fenómenos posibles y que, en verdad,  no ultrapasan  el ámbito de las leyes naturales. Esto es porque, “el Espiritismo es, al mismo tiempo, una ciencia de observación y una doctrina filosófica. Como ciencia practica, consiste en las relaciones que se establecen entre nosotros y los espíritus; como filosofía, comprende todas las consecuencias morales que dimanan de esas mismas relaciones. (5)

     Que todos sepan de una vez por todas, que el Espiritismo es una doctrina, extremamente seria que señala a los falsos devotos y a los excesos del fanatismo. No es, pues, ni lógico, ni razonable, imputar al Espiritismo, en general, los abusos que él  mismo condena, o las faltas de aquellos que no lo comprenden. Antes de formular una acusación, es preciso ver si esta es justa. El Espiritismo solo hace el bien y es poderoso instrumento de moralización.  Por tanto, diremos: “La censura de la Iglesia cae sobre los charlatanes,  los explotadores, las prácticas de magia y de brujería.

    Cuando la critica religiosa  filtra los abusos y estigmatiza el charlatanismo, no hace con eso mas que resaltar la pureza de su doctrina, que ayuda, así, a desembarazarse de las malas escorias; en eso, facilita  nuestra tarea. Su error está en  confundir el bien y el mal, por ignorancia en la mayoría de las veces, con mala fe en algunas otras; pero  la distinción que ella  no hace, otros si la hacen. En todos los casos, su censura, a la cual todo espirita sincero se asocia en el limite de lo que se aplica al mal, no puede  atender a la Doctrina”, (6)  porque la Doctrina Espirita es, genuinamente, cristiana.

Jorge Hessen

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